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WASHINGTON — “No voy perdiendo”, insistió el presidente estadounidense, Donald Trump, en una entrevista que concedió el 21 de julio al presentador Chris Wallace de Fox News, después de que le presentaron la última encuesta de la cadena de televisión por cable, la cual mostraba que el exvicepresidente Joe Biden le sacaba una ventaja de ocho puntos a nivel nacional.
El mandatario, quien a menudo promueve las cifras de los sondeos cuando le son favorables —e incluso publicita con regularidad un “Índice de Aprobación del 96 por ciento del Partido Republicano” sin citar ninguna fuente para esa estadística cuestionable—, comentó que las encuestas públicas que lo mostraban perdiendo eran “falsas en 2016, y ahora son incluso más falsas”.
En estos días, no hay muchas métricas de campaña para alentar a un presidente al que le encanta citar los récords que ha roto. No ha podido llenar un estadio con simpatizantes desde que comenzó la pandemia del coronavirus, y Biden lo ha superado en dos meses consecutivos. A diferencia de la ligera ventaja de Hillary Clinton en las encuestas nacionales de hace cuatro años, Biden ha mantenido durante más de un mes una ventaja de casi dos dígitos, según un promedio de diversas encuestas.
En respuesta, la campaña de Trump ha enfatizado los “desfiles en botes” como una medida del entusiasmo de los votantes. El récord más reciente que ha roto Trump y promovido en línea es un índice de calor. “Tal vez establecimos un récord por hacer una entrevista con ese calor”, tuiteó Trump el martes 21, para referirse a su entrevista con Wallace al aire libre. “Había 37 grados Celsius, ¡por eso las cosas fueron muy interesantes!”.
Mientras tanto, su campaña y sus principales asesores han hecho eco de sus intentos por desacreditar las encuestas públicas, en un esfuerzo por desdeñarlas al presentarlas como una extensión de “los medios”. El equipo de Trump envió una carta a CNN solicitando que la cadena retire la publicación de una encuesta de junio que mostraba a Trump detrás de Biden (la cadena señaló que defiende su encuesta). Además, en una entrevista reciente con Newsweek, Jared Kushner, el yerno del presidente que también supervisa la campaña, desestimó las encuestas públicas al tacharlas de “puras mentiras”.
Según sus asistentes, Trump sabe que el panorama no luce bien para él, pero simplemente cree que las encuestas públicas exageran la situación. Su campaña no realiza encuestas nacionales, pero sus asistentes le han presentado datos internos sobre los estados pendulares que muestran una competencia más cerrada de la que muestran las cifras en las encuestas públicas. Sus encuestadores le dicen con frecuencia que está en una competencia cerrada y que en la actualidad hay un mayor sesgo en los sondeos de los medios informativos del que había hace cuatro años, una aseveración que no tiene el respaldo de ninguna métrica medible. Le aseguran que su base se mantiene participativa y entusiasta y que los del centro que tal vez los iban a apoyar en marzo se han alejado sin que él tenga ninguna culpa de ello.
Latest Updates: 2020 Election
- The Democratic convention will require daily coronavirus testing for all attendees.
- Notre Dame withdraws as the host of the first Trump-Biden debate, citing coronavirus concerns.
- As Trump hails progress, Biden calls for F.D.A. independence in vaccine development.
Según los asesores, esto ha servido para que Trump crea que las encuestas públicas exageran la ventaja de Biden y lo han llevado a afirmar que solo ofrecen una imagen del momento. Sin embargo, sus números internos de todas maneras lo muestran detrás de Biden, y está preocupado por el lugar que ocupa. Con mayor regularidad les pregunta a sus colaboradores: “¿Qué debemos hacer?” e interroga a sus amigos sobre “¿Cómo luce todo?”, mientras corrige de rumbo en público, dijeron los asesores.
A lo largo de varias semanas, Trump ha cambiado su postura sobre la promoción de las mascarillas, al asegurar que era “patriótico” usar cubrebocas, y resucitó la conferencia de prensa diaria sobre el coronavirus: con esto reconoce que necesita volver a ser visto como alguien que toma en serio al virus.
La noche del 22 de julio, los asistentes de campaña circularon una noticia de CNBC, en la cual el presentador Jim Cramer mencionó que la aprobación tardía de Trump de los cubrebocas había detonado un repunte en las medidas de recuperación.
Sin ninguna cortesía, el mandatario también degradó a su administrador de campaña de años, Brad Parscale, y su campaña ha dirigido la mayoría de sus recursos de publicidad a lanzar un mensaje enfocado en la aplicación de la ley y el orden: en un nuevo anuncio de televisión se asegura equivocadamente que, si Biden es electo, los departamentos de policía del país dejarán de existir.
Sus oponentes políticos suponen que sabe que está perdiendo, y de mala manera, y que desestimar de manera generalizada las encuestas públicas al tacharlas de “falsas” forma parte de una estrategia para sembrar dudas y confusión en noviembre. “Cuando dice que las encuestas son falsas ayuda a sentar las bases para decir que las elecciones están amañadas”, dijo William Kristol, escritor conservador y prominente republicano que formó parte del movimiento “Nunca Trump”. Y agregó: “porque, para que su marca siga adelante, depende de hacerse la víctima de un sistema amañado y no aceptar la derrota. Tiene un interés general en desacreditar la verdad y esto forma parte de un ataque a la verdad”.
No obstante, sus asistentes comentaron que, incluso en conversaciones privadas, Trump no ha permitido que la realidad de su actual posición política se entienda por completo.
“Nadie se ha recuperado de algo similar”, dijo Lee Miringoff, director del Instituto Marista de Opinión Pública, para referirse a la ventaja que Biden tiene sobre Trump. En efecto, han pasado casi 25 años desde que Bill Clinton mantuvo una ventaja tan amplia sobre su oponente, Bob Dole, en 1996.
Sin embargo, cuando los donantes y aliados externos han sido directos con Trump y le han dicho que, de hecho, va perdiendo, el presidente no ha estado de acuerdo, bajo el argumento de que la situación va en recuperación y que todavía hay bastante tiempo para mejorar, según republicanos familiarizados con esas conversaciones que hablaron bajo la condición de permanecer en el anonimato.
“Mis encuestas muestran que estamos obteniendo un movimiento real desde Rushmore”, dijo Trump a varios asociados, refiriéndose a su discurso del 4 de julio en Mount Rushmore, en el que definió a la campaña como una batalla contra un “nuevo fascismo de extrema izquierda” que busca eliminar los valores y la historia de la nación. Los asesores de la Casa Blanca consideraron que el discurso fue un éxito, si bien uno temporal que fue rápidamente superado por la defensa de Trump de la bandera confederada. Sin embargo, la campaña de Biden no ha visto una mejora real en el modo en que los votantes perciben a Trump desde el comienzo de la pandemia, según una persona al tanto de los datos de la campaña. La impresión que tienen los votantes sobre Trump, dijo la persona, solo se ha vuelto más negativa.
En conversaciones privadas, Trump también mencionó los debates de las elecciones generales como una oportunidad para mejorar su posición en la carrera, y les dijo a sus aliados que espera que su oponente tenga un mal desempeño en ese formato.
El punto de vista de Trump sobre su posición en la carrera es, en parte, el resultado de creer en su propio mito después de la victoria de 2016 —todos los pronósticos estaban equivocados y él tenía la razón— y en parte la imagen más optimista que escucha de ciertos asesores sobre el estado de la carrera.
Un presidente al que le encantan los números —el mercado de valores cuando está en aumento, el informe mensual sobre empleo cuando se traduce en un relato positivo para él— particularmente ama las encuestas, como en la temporada de las primarias de 2016, cuando superaba a sus rivales republicanos. También tiene una gran salida si no le gustan los sondeos: noviembre de 2016.
Sus asistentes son los encargados de entregarle sus números en las encuestas, más allá de la televisión por cable y los artículos de periódico, y algunos se enfocan en distorsionar el panorama electoral para evitar su ira: han ido tan lejos que le han dicho que gana en estados como Maine, donde está perdiendo. Los asistentes mencionaron que incluso los asesores que están dispuestos a darle malas noticias ya no le revelan todo el panorama.
Uno de los principales encuestadores de Trump, Tony Fabrizio, a menudo tenía las predicciones más extremas y era conocido por no rehuir la tarea de informar al presidente cuando “el cielo se está cayendo”. Sin embargo, según los asistentes, todo el mundo anda puntillas alrededor del presidente desde junio, cuando amenazó con demandar a Parscale después de que presentó datos de encuestas que mostraban a Trump detrás de Biden en varios estados cruciales.
Ahora, según sus colaboradores, incluso los asesores con predicciones más extremas atribuyen los malos resultados a factores externos y a menudo responsabilizan a la cobertura noticiosa del desplome de Trump.
La campaña argumentó que no había nada preocupante que debiera ser reportado al presidente.
“Monitoreamos 17 estados que decidirán quién será el próximo presidente y confiamos en la metodología”, señaló Tim Murtaugh, el director de comunicaciones de la campaña. “En esos estados, nuestros datos muestran que el presidente Trump mantiene su fortaleza en contra de Joe Biden y está bien posicionado para la reelección”.
Annie Karni es corresponsal de la Casa Blanca. Anteriormente cubrió la Casa Blanca y la campaña presidencial de 2016 de Hillary Clinton para Politico, y cubrió noticias locales y política en Nueva York para el New York Post y el New York Daily News. @AnnieKarni
Source: Elections - nytimes.com