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WASHINGTON — En teoría, el presidente Donald Trump había convocado a las cámaras de televisión al caluroso Jardín de Rosas el martes 14 d julio por la tarde para anunciar nuevas medidas contra China en represalia por su opresión a Hong Kong. Pero eso no duró mucho.
Lo que siguió fue más bien una hora de corriente de conciencia presidencial mientras Trump se desplazaba aparentemente al azar de un tema a otro, a menudo en una sola y única oración. Incluso para un presidente que rara vez se apega al guión y que vaga de idea en idea, fue una de las actuaciones más incoherentes de su presidencia.
Opinó sobre China y el coronavirus y el acuerdo de cambio climático de París y las carreteras en ruinas. Y luego China de nuevo y el gasto militar y luego China de nuevo y luego el coronavirus de nuevo. Y la economía y los impuestos energéticos y el comercio con Europa y la inmigración ilegal y su amistad con el presidente de México. Y el coronavirus otra vez y luego la inmigración otra vez y el crimen en Chicago y la pena de muerte y de vuelta al cambio climático y la educación y las estatuas históricas. Y más.
“Podríamos continuar durante días”, dijo en un determinado momento, y sonó plausible.
A veces, era difícil entender a qué se refería. Parecía sugerir que su aparente retador demócrata, el exvicepresidente Joe Biden, se desharía de las ventanas si era elegido y más tarde dijo que Biden “aboliría los suburbios”. Se quejó de que Biden se había “inclinado tanto a la derecha”. (Quiso decir a la izquierda).
Incluso para aquellos que siguen a Trump regularmente y entienden sus códigos, fue un desafío seguir su línea de pensamiento.
Por ejemplo, al discutir los acuerdos de cooperación con países centroamericanos para detener la inmigración ilegal, dijo lo siguiente: “Tenemos grandes acuerdos donde cuando Biden y Obama solían sacar a los asesinos, ellos decían no los traigan de nuevo a nuestro país, no los queremos. Bueno, tenemos que hacerlo, no los queremos. Ellos no los aceptarían. Ahora con nosotros, se los llevan. Algún día les diré por qué. Algún día, les diré por qué. Pero se los llevan y se los llevan con mucho gusto. Solían traerlos y ni siquiera dejaban que los aviones aterrizaran si venían de regreso en los aviones. No dejaban que los buses entraran a su país. Decían no los queremos. Dijeron que no, pero ellos entraron a nuestro país ilegalmente y son asesinos, en algunos casos son homicidas”.
En otro momento, criticó la agudeza mental de Biden. “Permítanle definir la palabra carbono, porque no podrá”, dijo Trump. Ese ha sido un tema para él últimamente, sugerir de forma poco sutil que Biden se ha vuelto senil. La semana pasada, Trump, de 74 años, se jactó de que recientemente había realizado una prueba cognitiva y le fue “muy bien”, al tiempo que insistía que Biden, de 77 años, “no podía aprobar” dicho examen.
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Sin embargo, el monólogo desarticulado puede no haber sido la evidencia más convincente. En Twitter, sus críticos lo compararon rápidamente con un abuelo al que se le había pasado la mano con el jerez. “Trump es un individuo verdaderamente enfermo” escribió Jon Favreau, quien fue el redactor principal de los discursos del presidente Barack Obama. Rick Wilson, uno de los fundadores de The Lincoln Project, un grupo de republicanos anti-Trump, lo describió como “disentería verbal inconexa”.
La aparición se produjo el mismo día en que la sobrina distanciada del presidente, Mary Trump, psicóloga clínica, publicó un mordaz libro en el que cuestiona su salud mental y afirma que las patologías derivadas de su infancia se desarrollan ahora en el escenario mundial. Trump no ha comentado sobre el libro, pero en el pasado ha rechazado tales afirmaciones al describirse a sí mismo como “un genio muy estable”.
El foco de la sesión de la tarde con los reporteros cambió luego de que Biden recibiera una amplia cobertura televisiva más temprano aquel día por su plan climático de dos billones de dólares, según un alto funcionario que habló bajo la condición de anonimato. La Ley de Autonomía de Hong Kong, la razón ostensible de su aparición, fue tratada como un asunto secundario.
En efecto, la conferencia de prensa se convirtió en un discurso de campaña para sustituir al que Trump tenía programado dar el fin de semana pasado en New Hampshire y que fue cancelado —en medio de preocupaciones por la disminución de la asistencia— al alegar una posible tormenta en el lugar del mitin. Si bien, como regla general, no se supone que los presidentes hagan campaña abiertamente desde la Casa Blanca, Trump hizo poco esfuerzo para ocultar su intención al mencionar el nombre de Biden más de 20 veces mientras hablaba en el Jardín de Rosas.
La mayoría de las veces, el presidente prestó poca atención al texto que parecía haber traído consigo, pero finalmente leyó lo que afirmó que era la agenda de campaña de Biden, pero en realidad se trataba de una compilación engañosa reunida por sus propios asesores políticos.
“Toda la carrera de Joe Biden ha sido un regalo para el Partido Comunista Chino”, declaró Trump.
Al leer lo que le dieron, citó a Biden. “Dijo que la idea de que China es nuestra competencia es realmente extraña”, dijo el presidente. “Él es realmente extraño”.
La aparición ante los medios se produjo un día en que Trump parecía ansioso por desafiar la costumbre y, a veces, los hechos básicos. Durante una entrevista anterior con CBS News, negó que los estadounidenses negros sufrieran más la brutalidad policial que los estadounidenses blancos.
Cuando se le preguntó por qué los estadounidenses negros “aún morían a manos de las fuerzas del orden público en este país”, Trump dijo: “También los blancos. También los blancos. Qué pregunta tan pésima. También los blancos. Más gente blanca, por cierto. Más gente blanca”.
Las estadísticas muestran que si bien la policía mata a más estadounidenses blancos, la gente de color es asesinada a tasas más altas cuando se tienen en cuenta las diferencias de población. Un estudio federal que examinó el uso de la fuerza letal por la policía entre 2009 y 2012 encontró que la mayoría de las víctimas eran blancas, pero que las personas negras tenían 2,8 veces más probabilidades de ser asesinadas que las personas blancas.
En la misma entrevista, Trump desestimó las preocupaciones sobre la bandera de guerra de la Confederación. “Conmigo, es libertad de expresión”, dijo. “Muy simple. Te gusta, no te gusta, es libertad de expresión”.
Cuando se le preguntó sobre aquellos que lo ven como un símbolo doloroso de la esclavitud, dijo: “Conozco a personas a las que les gusta la bandera confederada y no piensan en la esclavitud”.
En otra entrevista, con el sitio web conservador Townhall.com, que fue publicada el martes, Trump afirmó falsamente que una pareja blanca en St. Louis que se enfrentó a manifestantes pacíficos fuera de su casa con armas de fuego estaba a punto de ser atacada. “Iban a ser muy golpeados, y la casa totalmente saqueada y probablemente incendiada”, dijo.
El video del episodio, que se convirtió en un punto polémico en el debate nacional sobre la desigualdad racial, mostró que los manifestantes en ningún momento amenazaron físicamente a la pareja.
La aparición de Trump en el Jardín de Rosas también tuvo su cuota de declaraciones falsas o engañosas. Se volvió a quejar de que los casos crecientes de coronavirus en Estados Unidos se debían realmente a un aumento en las pruebas. “Si hiciéramos la mitad de las pruebas, tendríamos la mitad de los casos”, dijo. Asimismo, hizo caso omiso de la cifra de más de 136.000 muertos al decir que había salvado hasta tres millones de personas al adoptar las medidas que tomó.
Pero estaba ansioso por enfrentarse a Biden después de semanas de estar detrás de él por dos dígitos en las encuestas, y culpó al exvicepresidente por todo, desde las carreteras en ruinas hasta las fábricas cerradas. “Joe Biden está impulsando una plataforma que demolería la economía de Estados Unidos, la demolería por completo”, dijo Trump.
Biden, agregó, se ha movido tanto a la izquierda que tiene “la plataforma más extrema de cualquier candidato de un partido importante en la historia de Estados Unidos”. Citó el plan climático de Biden para reducir las emisiones de carbono en los nuevos hogares y oficinas para 2030. “Eso básicamente significa que no haya ventanas”, dijo el presidente.
Si bien se anunció como una conferencia de prensa, de hecho, Trump respondió solo unas pocas preguntas, y dedicó seis minutos del evento de 63 minutos a responder antes de interrumpirlo abruptamente. Pero prometió que no había terminado: “Volveremos a tener estas conferencias”.
Katie Rogers, Michael D. Shear y Ana Swanson reportaron desde Washington, y Jeremy Peters e Isabella Grullón Paz, desde Nueva York.
Peter Baker es el corresponsal principal de la Casa Blanca y ha cubierto a los últimos cuatro presidentes para el Times y The Washington Post. También es autor de cinco libros, el más reciente de ellos se titula Impeachment: An American History. @peterbakernyt • Facebook
Source: Elections - nytimes.com