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Acusaciones contra DeSantis en Guantánamo: lo que sabemos

La historia relatada por un exprisionero sobre supuestos maltratos causados por Ron DeSantis llegó a las noticias. Sin embargo, The New York Times no encontró ninguna evidencia que la respalde.

Hace casi un año, cuando el potencial político de Ron DeSantis iba en ascenso, un exdetenido de la prisión de la bahía de Guantánamo hizo una acusación sorprendente: antes de convertirse en gobernador de Florida, cuando era un joven abogado de la Marina, DeSantis había participado en el proceso de alimentación forzada de un prisionero que estaba en huelga de hambre en la infame prisión estadounidense, además de supuestamente reírse mientras lo hacía.

El detenido, Mansoor Adayfi, relató que lo ataron a una silla y lloró y gritó sin parar mientras le insertaban tubos en la garganta y vertían en su estómago varios recipientes de Ensure, un suplemento alimenticio.

Adayfi afirmó que, hacia el final de su calvario, DeSantis se le acercó y le dijo: “‘Deberías comer’. Vomité en su cara. Literalmente en su cara”.

Adayfi contó su historia en un pódcast de izquierda, luego en la revista Harper’s y en varios reportajes de medios masivos. Además, localizó a otras personas que estuvieron detenidas y que también dijeron que recordaban a DeSantis y su crueldad. Estas historias se propagaron con rapidez por el ecosistema de los medios liberales hasta aparecer en investigaciones de la oposición demócrata y fusionarse con una narrativa que presentaba al candidato presidencial republicano como partícipe en acciones de tortura.

Sin embargo, una revisión de registros militares y entrevistas con los abogados de algunos detenidos y miembros de las Fuerzas Armadas que desempeñaron funciones durante el mismo tiempo que DeSantis no reveló ninguna prueba que respaldara esas acusaciones. The New York Times entrevistó a más de 40 personas que trabajaron con DeSantis o aproximadamente durante el mismo tiempo que él y ninguna de ellas recordó haber visto o siquiera escuchado sobre algún episodio como los descritos por Adayfi.

Más bien, casi todos los entrevistados consideraron que la acusación era bastante improbable. DeSantis era un subalterno que solo visitó el lugar por periodos breves y se dedicó a actividades que eran “tareas molestas”, según otro abogado que también las realizaba. No existía la posibilidad de que atestiguara una situación en la que se alimentara a alguien por la fuerza, ni tuvo la autoridad necesaria para autorizar algo así, según el oficial que supervisó a DeSantis en Guantánamo. Incluso los abogados de mayor jerarquía no podían estar cerca cuando se forzaba a alguien a alimentarse, según el comandante de los guardias de la prisión en esa época.

“Era de muy bajo rango, le faltaba mucha experiencia y era muy novato como para haber desempeñado cualquier rol importante”, afirmó Morris D. Davis, coronel retirado de la Fuerza Aérea que actuó como fiscal jefe en casos de Guantánamo durante el año en que DeSantis visitó la prisión.

Adayfi, a través de su abogado, se negó a hacer comentarios.

Cuando algunos reporteros le hicieron preguntas al respecto, DeSantis negó en dos ocasiones las acusaciones. Pero el candidato, que está orgulloso de su postura de desdeño hacia los “medios corporativos”, se ha negado a conceder entrevistas sobre su desempeño en la base. Su equipo de campaña no planea dar a conocer registros, lo que incluye las fechas de su viaje, que podrían contradecir directamente la acusación. Los expedientes personales del gobernador se han censurado con el propósito de ocultar información detallada.

Este tipo de confidencialidad forma parte integral de Guantánamo, donde desde hace años incluso la información rutinaria se le ha ocultado al público. Pero las acusaciones de Adayfi resaltan el hecho de que la generación de secretos en el aislado centro de detención de la isla, sumada al clima ferozmente partidista en los medios, puede propiciar que circulen acusaciones engañosas sin ninguna verificación.

Una cultura de secreto en la aislada prisión de la isla, sumada a un clima ferozmente partidista en los medios, puede propiciar que circulen acusaciones engañosas sin ninguna verificación.Todd Heisler/The New York Times

DeSantis llegó a la base en 2006, una época turbulenta en la prisión. El año arrancó con huelgas de hambre en protesta por las condiciones. En junio, se descubrió a tres detenidos sin vida colgados en su celda. Tres meses después, la CIA trasladó a los hombres acusados de planear los ataques del 11 de septiembre de 2001 a una prisión secreta de la base.

DeSantis, que cumplió 28 años en septiembre de ese año, era teniente en la Abogacía General de la Marina, un puesto equivalente al de un asociado de primer año en un despacho jurídico. Junto con muchos otros abogados, pasó ahí periodos de una y dos semanas, como parte de un programa cuyo objetivo era darles la primera experiencia cercana en una operación militar compleja.

El programa se consideraba como un “recorrido para adquirir cierta experiencia militar” y por lo regular consistía en sacar copias, cotejar carpetas y otras responsabilidades administrativas, según un abogado de la Marina que estuvo ahí aproximadamente al mismo tiempo. Otro abogado asignado al programa describió su trabajo como “mensajeros glorificados”.

Sus colegas recuerdan a DeSantis por ganarse a los oficiales superiores con una confianza asertiva que a algunas personas les parecía brusca y arrogante. En el trabajo, era conocido como “Ron Possible”, una referencia no siempre elogiosa a su voluntad de emprender cualquier tarea. Fuera de la oficina, era un aficionado al ejercicio físico que a veces corría sin camiseta bajo el calor caribeño.

“Teníamos que recordarle constantemente: ‘Oye, ponte una camisa’”, afirmó Joseph Hickman, un exsoldado que estaba designado como guardia en un puesto de control del centro de detención. “Lo notabas cuando llegaba. Era un tipo bien parecido”.

El Times se puso en contacto con más de 20 abogados que desempeñaron labores en la época en que DeSantis viajaba entre Guantánamo y la Estación Naval de Mayport en Jacksonville, Florida, donde estaba asignado. La mayoría habló con la condición de mantener su anonimato, porque todavía trabajan para el gobierno y no están autorizados para hablar con los medios o porque no quieren ninguna asociación pública con la prisión.

Solo Patrick McCarthy, oficial retirado de la Marina que en esa época era el abogado de mayor rango en la base, conocía las responsabilidades específicas asignadas a DeSantis en el lugar. McCarthy indicó que DeSantis hizo “varias” visitas. Explicó que su interacción con los detenidos se limitaba a tareas discretas, como confirmar que un detenido no quería ver a su abogado defensor.

“Ron DeSantis nunca podría haber visto la alimentación por sonda de los detenidos ni pudo participar en el proceso de nutrición enteral”, afirmó McCarthy con respecto a las maniobras para alimentar a la fuerza a los detenidos. “Tampoco podría haber visto ni participado en ningún maltrato contra los detenidos”.

En general, ni siquiera los abogados de mayor jerarquía estaban presentes cuando se forzaba a los detenidos a recibir alimentación, pues el personal médico se encargaba del proceso. “De ningún modo podría haber ocurrido algo así”, aseveró Mike Bumgarner, quien ya se retiró del Ejército y supervisaba a los guardias de la prisión en esa época. “Nunca habrían permitido que un abogado estuviera ahí”.

Los detalles de la acusación de Adayfi varían en ocasiones. En una versión, vomitó tanto sobre DeSantis como sobre un asesor cultural. Zak Ghuneim, el asesor cultural de la prisión en ese momento, calificó la historia como una ficción absoluta.

“Si alguien me vomitara encima, lo recordaría ahora y hasta el día de mi muerte”, afirmó.

DeSantis rara vez ha conversado extensamente sobre su papel en la base; habla con más frecuencia sobre su siguiente asignación como asesor legal para un equipo SEAL en Irak. Pero, al menos en una oportunidad, sugirió que tuvo un papel más importante que el que ahora describen sus superiores y colegas.

En una entrevista de 2018, mientras se postulaba para gobernador, definió su trabajo en ese momento como “asesor legal”. Cuando se le preguntó qué había implicado el trabajo, afirmó que las huelgas de hambre eran una de las formas en que los detenidos “emprendían la yihad” desde prisión.

DeSantis fue uno de los miembros más jóvenes del personal legal en un programa diseñado para brindarles su primera experiencia cercana en una operación militar compleja.U.S. Navy

DeSantis procedió a hablar en tercera persona: “El comandante quiere saber cómo combatiría esto. Entonces, uno de los trabajos del asesor legal sería decir algo como: ‘Oye, en realidad podrías forzar la alimentación’”.

Tras ser liberado y reasentarse en Serbia en 2016, Adayfi se convirtió como un prolífico activista y cronista de la vida en prisión. Escribió sobre una amistad que tuvo en Guantánamo con “una hermosa joven, una iguana”, para la columna “Modern Love” de The New York Times. En las redes sociales, publicaba selfis con camisetas y gorras de béisbol en un mono naranja.

En su autobiografía, Don’t Forget Us Here, escribió extensamente sobre las huelgas de hambre.

Los militares respondieron a las huelgas con alimentación forzada: atando a los detenidos a sillas y metiéndoles sondas de alimentación por la nariz y la garganta. Los oficiales sostienen que la práctica se utilizó para salvar la vida de los detenidos. Los investigadores de derechos humanos de las Naciones Unidas han criticado la forma en que el ejército estadounidense trató a los huelguistas de hambre, al considerar que la alimentación forzada “puede equivaler a tortura” si implica violencia o coerción psicológica.

En sus memorias de 2021, Adayfi, un ciudadano yemení que fue llevado a prisión en 2002, parece ubicar su episodio de alimentación forzada a fines de 2005, antes de que DeSantis llegara a Guantánamo. No menciona al gobernador ni a nadie que pueda parecerse a él. Sin embargo, ha reconocido que los detalles se volvieron borrosos durante sus años en prisión.

En el otoño de 2022, Mike Prysner, antiguo soldado y activista de izquierda que tiene un pódcast contra las guerras llamado “Eyes Left”, decidió investigar el expediente militar del gobernador, a quien consideraba “un tipo algo malévolo”, señaló.

Pronto encontró un tuit, que luego fue borrado, en el que Adayfi hacía sus acusaciones después de reconocer a DeSantis en las noticias, aseveró Prysner.

Cuando Adayfi relató su historia en el pódcast, indicó que DeSantis fue primero a preguntarles a los prisioneros si habían recibido un trato humano y luego se rio cuando los alimentaron a la fuerza y los golpearon.

“Fue una de las personas que supervisaba la tortura, los abusos, las palizas. Todo el tiempo en Guantánamo”, afirmó Adayfi. “Les digo a los estadounidenses que este tipo es un torturador. Es un criminal”.

Mansoor Adayfi, un exdetenido de Guantánamo, se ha convertido en un prolífico activista y cronista de la vida en la prisión.Salwan Georges/The Washington Post vía Getty Images

Adayfi también intentó encontrar a otros detenidos que pudieran ubicar a DeSantis en Guantánamo. Compartió una fotografía del gobernador en un grupo de chat de WhatsApp con otros detenidos.

“Todos respondieron con frases como: ‘Odio a ese tipo’”, afirmó Prysner, que vio imágenes de los mensajes. “Así se percataron de que DeSantis era un personaje importante en esto”.

Fragmentos del pódcast se volvieron a publicar en el número de marzo de la revista Harper’s. Varias semanas después, las acusaciones de Adayfi aparecieron en artículos del Miami Herald y luego, del Washington Post. Ambos artículos aclararon que las acusaciones no se habían verificado.

También incluyeron el relato de otro detenido más, Abdul Ahmed Aziz, que había visto la fotografía del gobernador en el grupo de WhatsApp, según Prysner.

Aziz no respondió a varias solicitudes de comentarios.

En sus relatos, Aziz no relacionó a DeSantis con la alimentación forzada. Afirmó que el joven teniente fue uno de los investigadores que se presentaron en la prisión la noche en que murieron tres detenidos, en junio de 2006. Esa coincidencia propició teorías sobre la participación de DeSantis en un informe sobre las muertes, que algunos consideran que el Ejército no ha explicado de manera adecuada.

Los registros militares censurados de DeSantis no indican si estuvo ahí esa noche. Pero un abogado militar que viajaba entre Florida y la base en esa época dijo estar seguro de que DeSantis no estaba ahí. McCarthy concordó, aunque mencionó que DeSantis “quizá haya participado en actividades relacionadas con la investigación de seguimiento, que duró meses”.

Algo que sí revelaron los registros es que DeSantis pasó tan poco tiempo en el centro de detención que no le otorgaron la medalla que se les entregaba a los miembros de las Fuerzas Armadas que pasaban ahí 30 días consecutivos o más de dos meses en varias visitas durante el mismo año.

En mayo, Adayfi le entregó a Prysner las grabaciones de un tercer detenido, un hombre bajo condición de anonimato que afirmaba que DeSantis supervisó alimentaciones forzadas y “torturas”.

Ese mismo mes, un documental de Vice News que presentaba las afirmaciones de Adayfi y otros exdetenidos fue suspendido por Paramount, que supuestamente lo iba a transmitir en su cadena Showtime. Paramount se negó a comentar sobre la decisión.

Mientras estas historias circulaban, DeSantis rechazó la acusación con breves negaciones.

En una entrevista con Piers Morgan en Fox Nation en marzo, dijo: “Yo era un oficial subalterno. No tenía autoridad para autorizar nada”.

Al mes siguiente, le preguntaron a DeSantis sobre las acusaciones específicas de Adayfi durante una conferencia de prensa y las desestimó de manera similar, esta vez criticando a los medios de comunicación por amplificar lo que él calificó como “mentiras”.

“Céntrate en los hechos y deja de preocuparte por la narrativa”, dijo.

Matthew Rosenberg formó parte del equipo que ganó un premio Pulitzer en 2018 por informar sobre Donald Trump y, más recientemente, expuso cómo Cambridge Analytica recopiló información privada de Facebook. Anteriormente pasó 15 años como corresponsal extranjero en Asia, África y Medio Oriente, y fue expulsado de Afganistán en 2014 debido a sus reportajes. Más de Matthew Rosenberg

Carol Rosenberg ha estado cubriendo la base naval estadounidense en la bahía de Guantánamo, incluidas operaciones de detención y comisiones militares, desde que los primeros prisioneros fueron traídos allí desde Afganistán en enero de 2002. Trabajó como corresponsal en la sección metro, así como en la nacional y extranjera, donde se centró en la cobertura del conflicto en Medio Oriente para The Miami Herald de 1990 a 2019. Más de Carol Rosenberg



Source: Elections - nytimes.com


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