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Elecciones en España: el resultado empuja al país a la incertidumbre

La votación mostró que ningún partido obtuvo el apoyo necesario para gobernar, dejando al país frente a semanas de incertidumbre.

España se vio sumida en la incertidumbre política el domingo después de que las elecciones nacionales no otorgaron a ningún partido el apoyo suficiente para formar un gobierno, lo que probablemente resulte en semanas de regateo o posiblemente en una nueva votación a finales de este año.

Los resultados mostraron que la mayoría de los votos se dividieron entre la centroderecha y la centroizquierda. Pero ni el Partido Socialista del presidente Pedro Sánchez ni sus oponentes conservadores obtuvieron suficientes votos para gobernar solos en el Congreso de 350 escaños.

Si bien los conservadores lideraron, los aliados con los que podrían haberse asociado para formar un gobierno del partido de extrema derecha Vox vieron cómo su apoyo se desmoronaba, ya que los españoles rechazaron a los partidos extremistas.

El resultado fue una votación poco concluyente y un embrollo político que se ha vuelto familiar para los españoles desde que su sistema bipartidista se fracturó hace casi una década. Esto parece dejar a España en un limbo político en un momento importante cuando ostenta la presidencia rotatoria del Consejo Europeo mientras enfrenta una agresión rusa en Ucrania.

Con el 99 por ciento de los resultados, el conservador Partido Popular obtenía 136 escaños en el Congreso, frente a 122 de los Socialistas. Pero habían anticipado obtener una mayoría absoluta y gobernar sin Vox, partido que que muchos de los propios responsables del partido consideran anacrónico, peligroso y execrable para los valores moderados de España.

El líder del partido, Alberto Núñez Feijóo, dijo poco después de la medianoche que se sentía muy orgulloso frente a una multitud que ondeaba banderas españolas y alegó que dado que su partido había ganado la elección, tenía derecho a formar gobierno.

Pero el tono de su discurso era claramente defensivo y dijo que los candidatos que habían obtenido la mayor cantidad de votos siempre había gobernado y que sería una “anomalía” si no fuera así en esta ocasión, manchando la reputación de España en el exterior. Dijo que su meta era evitar al país un periodo de “incertidumbre”.

Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular, tras la votación del domingo en Madrid.Manu Fernandez/Associated Press

Afuera, mientras sonaba la letra de “Tonight’s going to be a good night” (“Esta noche será una buena noche”), la atmósfera era de celebración, si bien los seguidores comprendían que no era una buena noche para el partido.

Isabel Ruiz, de 24 años, comentó que había pensado que ganarían a lo grande. Llevaba una bandera española en los hombros y dijo que estaba preparada para seguir votando hasta desbancar a Sánchez.

El caos político no es nuevo en España. En 2016, el país pasó 10 meses en un limbo mientras avanzaba de elección en elección. Luego, Sánchez derrocó al presidente conservador y ganó el poder con una maniobra parlamentaria en 2018. Siguieron más elecciones hasta que Sánchez finalmente armó un gobierno minoritario con la extrema izquierda y el apoyo en el Congreso de pequeños partidos independentistas.

Esta vez, Sánchez, un sobreviviente político de primer orden, volvió a desafiar las expectativas, aumentando los escaños de su partido en el Congreso y ganando suficiente apoyo con sus aliados de izquierda para bloquear la formación de un gobierno conservador por ahora.

El domingo, a las afueras de la sede de su partido, dijo que el pueblo español había sido claro y aseguró que la mayoría de los españoles deseaba seguir en un camino progresista.

El presidente podría gobernar otro periodo si lo respaldan todos los partidos opuestos al PP y a Vox, una tarea extremadamente difícil.

En las semanas previas a las elecciones, Sánchez y sus aliados de izquierda expresaron temores sobre la disposición de sus oponentes conservadores a asociarse con Vox, lo que podría convertirlo en el primer partido de extrema derecha en aliarse con el gobierno desde la dictadura del general Francisco Franco hace casi 50 años.

La perspectiva de que Vox comparta el poder en el gobierno inquietaba a muchos españoles y provocó una cadena de reacciones en la Unión Europea y sus bastiones liberales restantes, sorprendiendo a muchos que habían considerado a España inoculada contra los extremos políticos desde que terminó el régimen de Franco en la década de 1970.

La ascensión de Vox, argumentaban los liberales, equivaldría a un punto de inflexión preocupante para España y otra señal más del avance de la derecha en Europa. En cambio, Vox se hundió y puede haber reducido las posibilidades de que el Partido Popular gobierne con él.

Un mitin de Vox en Madrid la semana pasadaManu Fernandez/Associated Press

Sánchez, que ha gobernado España durante cinco años, permanecerá como líder de un gobierno interino mientras se determina la composición de un nuevo gobierno o la fecha de las nuevas elecciones.

Los analistas han indicado que los votantes españoles se cansaron de los extremos de derecha e izquierda y buscaron volver al centro. Una nueva elección, dijeron, continuaría esa tendencia y muy probablemente marginaría aún más la influencia de Vox. El Partido Popular espera recuperar sus votos y crecer lo suficiente como para gobernar por sí solo.

Sánchez, uno de los líderes progresistas favoritos de la Unión Europea, presidió un repunte económico, pero alienó a muchos votantes al dar marcha atrás en sus promesas y forjar alianzas con partidos políticos asociados con los independentistas catalanes, así como con exterroristas vascos que alguna vez también buscaron separarse de España.

Arnold Merino, de 43 años, quien votó por el conservador Partido Popular, dijo que había tenido dificultad para tomar una decisión de último momento. “La gente no confiaba en él”.

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez, en campaña en Getafe, España, la semana pasadaVioleta Santos Moura/Reuters

Sánchez convocó a elecciones anticipadas —se habían programado para fines de año— luego de unos duros resultados en las elecciones locales y regionales de mayo.

En los últimos días de la contienda, los socialistas y la plataforma de extrema izquierda, Sumar, proyectaron optimismo ante la posibilidad de cambiar las cosas, ya que las encuestas los mostraban a la zaga. Las vallas publicitarias de toda España mostraban a Sánchez con un aspecto juvenil y afable bajo un letrero que decía “Adelante” junto a fotografías en blanco y negro de los líderes conservadores que decían “Atrás”.

El Partido Popular se oponía menos a las propuestas políticas que a Sánchez. Tanto los conservadores como sus aliados de extrema derecha realizaron una campaña muy crítica de Sánchez, o de un estilo de gobierno que llamaron “sanchismo”, diciendo que no se podía confiar en él porque incumplió su palabra a los votantes, hizo alianzas con la extrema izquierda y llegó a acuerdos electoralmente ventajosos que antepusieron su propia supervivencia política al interés nacional.

Aun así, España parecía ser en los últimos años un punto brillante para los liberales. Sánchez mantuvo baja la inflación, redujo las tensiones con los independentistas en Cataluña y aumentó la tasa de crecimiento económico, las pensiones y el salario mínimo.

Pero la alianza entre Sánchez e independentistas profundamente polarizadores y fuerzas de extrema izquierda alimentó el resentimiento entre muchos votantes. Toda la campaña, que incluyó a Sánchez y su aliado de extrema izquierda advirtiendo contra el extremismo de Vox, se volvió contra las malas compañías de los aliados de los principales partidos.

Vincent West/Reuters

Y, sin embargo, a pesar de todo lo que se habló sobre el extremismo, los resultados mostraron que los votantes españoles, muchos de los cuales fueron perseguidos por la dictadura y las décadas de terrorismo generadas por disputas territoriales relacionadas, se volcaron hacia el centro.

El partido Vox, ampliamente visto como un claro descendiente de la dictadura de Franco, perdió 19 escaños. Su discurso se concentró en la oposición al aborto, a los derechos de la comunidad LGBTQ, la intromisión de la Unión Europea en los asuntos españoles y es férreamente antiinmigrante.

Merino dijo que pensaba que la gente deseaba volver al bipartidismo “porque brinda estabilidad”. Y añadió que con el Partido Popular la gente sabe lo que habrá.

El líder de Vox, Santiago Abascal, se separó del Partido Popular en medio de un escándalo de fondos para sobornos en 2013. Vox comenzó con trucos como cubrir Gibraltar, el extremo sur del país controlado por Gran Bretaña desde 1713, con una bandera española.

También publicó videos con realidades alternas en las que los musulmanes imponían la sharía en el sur de España y convertían la catedral de Córdoba en una mezquita. En otro video, musicalizado con la banda sonora de El señor de los anillos, una piedra angular de la cultura para la nueva extrema derecha de Europa, Abascal dirige un grupo de hombres a caballo para reconquistar Europa.

Para Aurora Rodil, concejala por Vox en la localidad sureña de Elche que ya gobernó con el alcalde del Partido Popular, todo esto era muy alegórico y bonito. “Hay tanto por reconquistar en España”, dijo.

Pero la votación del domingo sugirió que habían sido derrotados.

Ramón Campoy, de 35 años, dijo que España estaba de veras equilibrada, mientras se tomaba un descanso del trabajo el viernes en Barcelona, ​​parado bajo la bandera LGBTQ en una plaza adornada con una estatua ecuestre de Ramón Berenguer III, el gobernante coronado de Cataluña en el siglo XI.

Campoy agregó que el país, a su parecer, estaba de veras en el centro.

Jason Horowitz es el jefe del buró en Roma; cubre Italia, Grecia y otras partes del sur de Europa. Cubrió la campaña presidencial de 2016 en Estados Unidos, el gobierno de Obama y al Congreso estadounidense con un énfasis en reportajes especiales y perfiles políticos. @jasondhorowitz



Source: Elections - nytimes.com


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