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Elecciones generales de España: las alianzas al centro del debate

Los grandes temas del país han estado en buena medida ausentes del debate político. Las posibles coaliciones y los aliados de los principales partidos han sido el foco de la campaña.

La guerra en Ucrania avanza. Las temperaturas abrasadoras impulsan una reflexión sobre el cambio climático. La inseguridad económica abunda. Pero las elecciones españolas podrían resolverse en torno al asunto de las malas compañías.

Mientras los españoles se preparan para votar en las elecciones generales del domingo, los expertos opinan que a los votantes se les pide decidir quién —el gobierno de centroizquierda o la oposición de centroderecha— tiene los amigos más desagradables y los menos aceptables y peligrosamente extremistas.

Las encuestas sugieren que el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, el líder socialista, será reemplazado por los conservadores, que han aprovechado su dependencia a algunos aliados que han intentado separarse de España. Entre ellos, el movimiento independentista catalán del norte de España y los descendientes políticos del grupo vasco separatista ETA, que enfureció a los votantes antes de las elecciones autonómicas y municipales de mayo cuando presentaron a 44 terroristas convictos como candidatos, entre ellos siete que fueron hallados culpables de asesinato.

Los socialistas de Sánchez, por su parte, han expresado inquietud por los aliados extremistas de sus oponentes conservadores, el partido Vox. Vox podría ser el primer partido de extrema derecha en llegar al gobierno desde la dictadura de Franco si es que, como se espera, el principal partido conservador gana y necesita formar una coalición.

Pedro Sánchez en un mitin en Madrid.Juan Medina/Reuters

Esta atención minuciosa a las alianzas políticas ha ensombrecido un debate sobre temas clave en España, como la vivienda, la economía y el empleo, así como el historial actual del presidente del gobierno, que incluye haber obtenido de la Unión Europea un tope al precio del gas destinado a la producción de electricidad.

Estas elecciones, explicó Pablo Simón, politólogo de la Universidad Carlos III de Madrid, se centran en los socios. “Los socios de la derecha y los socios de la izquierda”.

Ni el conservador Partido Popular (PP) ni el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Sánchez han aumentado o descendido de manera radical en sus respectivos apoyos desde las últimas elecciones, en 2019, y ninguno de los dos partidos se espera que obtenga una mayoría absoluta en el Congreso de 350 escaños de España.

Más bien, el PP y sus posibles socios nacionalistas de Vox han usado a los aliados del presidente para crear una imagen de lo que llaman el “sanchismo”, que definen como el impulso egoísta, arrogante y sin escrúpulos del presidente para romper cualquier promesa y establecer cualquier tipo de alianza para quedarse en el poder.

El principal reclamo es por su alianza con los catalanes independentistas. Durante las últimas elecciones generales de España, Sánchez prometió detener a los principales separatistas catalanes. Pero poco después, cuando la supervivencia de su gobierno dependía de ese apoyo, empezó a negociar para indultarlos.

“Se sentó en la mesa con nosotros por la presión política y la necesidad de gobernar el país”, dijo Gabriel Rufián, integrante del Congreso por Esquerra Republicana, un partido a favor de la independencia de Cataluña.

Los conservadores también recuerdan a menudo que Sánchez alguna vez dijo que no podría conciliar el sueño si el partido de extrema izquierda Podemos entrara a su gobierno. Pero, como Sánchez necesitaba al partido, lo integró.

Desde entonces, Podemos ha colapsado y, a decir de los expertos, sus errores y extralimitaciones han sumado votantes moderados e indecisos a las filas conservadoras. Sánchez espera que un nuevo grupo de izquierda, Sumar, logre compensar esas pérdidas y lo lleve hasta un umbral en donde, otra vez, pueda recurrir a sus aliados separatistas para que lo apoyen en el Congreso.

Un mitin de Sumar en Barcelona. Sánchez espera que el nuevo grupo que reúne a distintos partidos de izquierda pueda mejorar sus posibilidades.Maria Contreras Coll para The New York Times

En una entrevista con la Radio Nacional de España el domingo, Sánchez dijo que, de ser necesario, buscaría apoyo de ambos partidos independentistas una vez más.

“Por supuesto”, dijo Sánchez, “para sacar adelante una reforma laboral busco votos hasta debajo de las piedras. Lo que nunca voy a hacer es lo que han hecho el PP y Vox, que es recortar derechos y libertades, negando la violencia machista. Para avanzar, yo pacto con quien haga falta”.

Los seguidores de Sánchez afirman que las negociaciones y los indultos han reducido en gran medida las tensiones con el separatismo catalán, pero los votantes conservadores dicen que la cuasiseparación igual deja un mal sabor de boca.

Lo que es más, aseguran que les disgusta la dependencia de Sánchez a los votos de EH Bildu, descendientes del ala política de ETA, que dejó un saldo de más de 850 personas muertas cuando, también, buscaba formar un país independiente de España.

El grupo terrorista vasco se desintegró hace más de una década y la justicia española ha determinado que Bildu es un grupo político legítimo y democrático. Pero para muchos españoles sigue en la sombra del legado sangriento del pasado y su presencia resulta inquietante para la unidad futura del país.

Incluso los aliados clave de Sánchez admitieron que la derecha se benefició al dictar los términos de las elecciones como un referéndum sobre Bildu.

La campaña entera se basa en esto, comentó Ernest Urtasun, miembro del Parlamento Europeo y portavoz de la plataforma de izquierda Sumar. “Moviliza a gran parte del electorado de la derecha y desmoviliza al electorado de la izquierda”.

Pero, indicó, la contienda aún era fluida en los últimos días y aseguró que los sondeos internos mostraban que iban avanzando. Entre más lograra la izquierda apegarse a los temas sociales y económicos, y no a sus aliados, dijo, tendrían mejores posibilidades.

Si Sánchez llegara a requerir sus votos en el Congreso para gobernar, los líderes de los movimientos independentistas han dejado en claro que no darán su apoyo a cambio de nada.

Habrá un “precio” adicional, que incluirá negociaciones para eventualmente llevar a cabo un referéndum por la independencia de Cataluña, dijo Rufián. Alegó que la derecha, y en especial Vox, siempre han tenido algún tema de discordia para distraer a los votantes de los problemas reales y que en esta ocasión ese tema eran los catalanes y los vascos.

“A nosotros no nos podrán responsabilizar” por los puntos de la agenda de la derecha, dijo Rufián.

Rufián dijo que Sánchez le había advertido que España no estaba preparada aún para perdonar a los secesionistas, y que su coalición sufriría daños políticos si se otorgaban los indultos. Pero, presionado, el presidente dio marcha atrás.

“Es bueno para la democracia que no vaya gente a la cárcel por votar”, dijo de los indultos concedidos por Sánchez. Si eso se castiga políticamente, añadió, “yo acepto”.

Pero los indultos y las alianzas han facilitado a los candidatos conservadores persuadir a los votantes españoles a juzgar a Sánchez por las alianzas que forja.

Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, ha calificado a Sánchez como la “gran esperanza electoral” para quienes andaban con pasamontañas, en una clara referencia a los terroristas de ETA. Los líderes de izquierda han observado que Feijóo parece haber tenido sus propias amistades cuestionables, al llamar otra vez la atención hacia fotografías en las que se le ve en un yate con un traficante convicto de cocaína.

Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, en Madrid. Es posible que Feijóo busque gobernar solo, pero quizás no sea capaz de lograrlo.Pierre-Philippe Marcou/Agence France-Presse — Getty Images

Feijóo evitó el último debate televisado de campaña, diciendo que quería que también los separatistas estuvieran en el escenario. Los socialistas creen que simplemente es una estrategia de dispensación de favores políticos para evitar cuestionamientos por su cercanía con el narcotraficante y para distanciarse de su aliado nominal, Santiago Abascal, líder de Vox.

Al final, Feijóo dijo que tenía problemas de espalda.

Feijóo ha dejado en claro que preferiría gobernar solo, sin Abascal. Pero Abascal quiere participar y ha indicado que si Vox entrara al gobierno se opondría con fuerza a cualquier movimiento separatista.

En un evento de campaña este mes, Abascal acusó a Sánchez de mentir y de pactar con “los enemigos de la democracia” y añadió, “para Pedro Sánchez proteger la democracia es que le voten violadores, golpistas, ladrones”.

Ese tipo de discurso es parte del manual de Vox.

Según Aurora Rodil Martínez, concejala por Vox de Elche, en donde Vox gobierna junto con el PP —un escenario que podría ser el que se viva a nivel nacional—, Sánchez tiene un ansia patológica de poder. Consideró que su personalidad está “enfocada en sí mismo” y opinó que por ello no tiene empacho en aliarse con la extrema izquierda, “los herederos de ETA”.

Rodil Martínez dijo que los aliados de Sánchez en el movimiento independentista catalán desean separarse de España. Añadió que Sánchez se ha “arrodillado” antes sus aliados de Podemos y requerido del apoyo de Bildu, a quienes calificó de “terroristas” y culpables de “crímenes sangrientos”.

Todo lo anterior, dijeron los expertos, constituía una distracción de los verdaderos desafíos del país.

“Estamos discutiendo sobre los socios”, dijo Simón, el politólogo y añadió que eso era algo terrible porque no se discutían las políticas.

Un afiche con el retrato de Santiago Abascal, líder de VoxMaria Contreras Coll para The New York Times

Jason Horowitz es el jefe del buró en Roma; cubre Italia, Grecia y otros sitios del sur de Europa. Cubrió la campaña presidencial de 2016 en Estados Unidos, el gobierno de Obama y al Congreso estadounidense con un énfasis en especiales y perfiles políticos. @jasondhorowitz



Source: Elections - nytimes.com


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