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Las denuncias de fraude electoral de Milei emulan las estrategias de Trump y Bolsonaro

El economista libertario de extrema derecha Javier Milei podría ganar la presidencia de Argentina el domingo. Si no lo consigue, ya ha planteado que sería por fraude.

Las denuncias de Donald Trump sobre fraude electoral ya habían ayudado a inspirar a un líder sudamericano, el expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, a sembrar dudas sobre la seguridad de las elecciones de su nación, lo que provocó disturbios en la capital de Brasil este año.

Ahora, a 2400 kilómetros al sur, hay un nuevo político latinoamericano que denuncia un fraude electoral con escasas pruebas, socavando la fe de muchos de sus partidarios en las elecciones de su país de este domingo.

Javier Milei, economista libertario de extrema derecha y personalidad televisiva, compite en una segunda vuelta electoral para convertirse en el próximo presidente de Argentina. Durante la campaña, ha aceptado con beneplácito las comparaciones con Trump y Bolsonaro y, al igual que ellos, ha advertido repetidamente de que si pierde, podría ser porque le hayan robado las elecciones.

Milei ha afirmado, sin pruebas, que papeletas robadas y dañadas le costaron más de un millón de votos en las elecciones primarias celebradas en agosto, es decir, hasta el 5 por ciento del total.

Milei afirmó que un fraude similar podría haber amañado también la primera vuelta de las elecciones generales del 22 de octubre, en las que quedó segundo con el 30 por ciento de los votos. “Hubo irregularidades de semejante tamaño que ponen en duda el resultado”, declaró en una entrevista televisiva la semana pasada.

El miércoles, su campaña intensificó las acusaciones. La hermana de Milei, que dirige su campaña, presentó una denuncia ante un juez federal en la que alegaba un “fraude colosal” y afirmaba que, en las votaciones previas, funcionarios argentinos anónimos cambiaron papeletas de Milei en favor de su oponente. Dijeron que la información procedía de fuentes anónimas.

El ascenso de Milei de incendiario comentarista de televisión a líder político a las puertas de la presidencia de Argentina ya ha sacudido la política de este país de 46 millones de habitantes. Sus promesas radicales de sustituir la moneda argentina por el dólar estadounidense y cerrar el banco central del país han hecho que los argentinos se preparen para lo que podría ocurrir si gana.

Pero ahora, con sus alegaciones preventivas de fraude, los argentinos también se preparan para lo que podría ocurrir si no gana.

Sarah Pabst para The New York Times

Las encuestas apuntan a un empate técnico entre Milei y su oponente, Sergio Massa, ministro de Economía de centroizquierda.

Muchos de los partidarios de Milei ya han empezado a quejarse, culpando al fraude de su segundo lugar el mes pasado y saliendo a la calle al menos tres veces para protestar lo que según ellos son planes de la izquierda para robar las elecciones. El jueves, sus partidarios anunciaron planes para protestar ante la autoridad electoral del país el día de las elecciones.

Hasta ahora, las protestas han sido relativamente pequeñas y pacíficas, pero los observadores electorales señalan que podría deberse a que Milei sigue en la contienda.

“No me preocupa que el sistema electoral argentino esté en riesgo”, dijo Facundo Cruz, politólogo argentino que ha seguido de cerca las denuncias de fraude. “Pero sí que ciertas prácticas que vimos en Estados Unidos y en Brasil se repitan”.

El aprieto de Argentina sugiere que los esfuerzos de Trump para revertir las elecciones estadounidenses de 2020 no solo dejaron una marca duradera en la democracia estadounidense, sino que también siguen reverberando mucho más allá de las fronteras de EE. UU., donde algunos líderes políticos están recurriendo al fraude como una nueva excusa potencial para la derrota electoral.

“En 40 años de democracia, nunca hemos tenido críticas serias ni idea alguna de fraude como la que se denuncia ahora”, afirmó Beatriz Busaniche, directora de la Fundación Vía Libre, una organización argentina sin fines de lucro que ha trabajado para mejorar los sistemas de votación del país. (Argentina estuvo bajo el control de una dictadura militar de 1976 a 1983).

“Todas las personas que creen en el sistema electoral, la democracia y la transparencia están muy preocupadas”, añadió Busaniche.

Las autoridades electorales argentinas afirman que no hay pruebas de fraude. En la votación del 22 de octubre, recibieron un total de 105 denuncias de papeletas perdidas o dañadas, una cifra habitual.

Las autoridades electorales afirmaron que tampoco han recibido ninguna queja formal de la campaña de Milei en relación con un posible fraude. La autoridad electoral argentina, en un comunicado, calificó sus declaraciones de “invocaciones de fraude sin fundamento que en estos días desinforman a la opinión pública y socavan a la democracia como sistema de creencias compartidas”.

En Argentina, los ciudadanos votan introduciendo una papeleta del candidato de su preferencia en un sobre y depositando el sobre cerrado en una urna. Las campañas distribuyen sus papeletas en los centros electorales. Milei y sus aliados afirman que algunas personas han estado robando sus papeletas de los centros electorales, impidiendo a sus partidarios votar por él.

Sin embargo, cuando se les ha presionado, Milei y su campaña no han presentado muchas pruebas. Después de que el fiscal electoral argentino pidiera a la campaña de Milei que presentara pruebas, esta declaró que había respondido con videos y fotos de las redes sociales.

El hombre que coordina la respuesta de Milei a los funcionarios electorales, Santiago Viola, director jurídico nacional de la campaña, dijo en una entrevista que había recibido entre 10 y 15 quejas por escrito de personas que afirmaban que en sus centros electorales habían faltado papeletas con el nombre de Milei.

Viola dijo que creía que funcionarios de campaña de otras partes del país habían recogido otras quejas, pero que él no las había visto. No pudo verificar la afirmación de otro funcionario de la campaña el mes pasado de que había 4500 denuncias de papeletas desaparecidas. El mes pasado votaron más de 26 millones de personas.

“Javier maneja los números mejor que yo”, dijo Viola refiriéndose a Milei.

Milei afirma que hay “estudios” que demuestran que le robaron el 5 por ciento de los votos en las elecciones primarias, pero no los ha compartido.

Daniel Jayo/Associated Press

Milei ha dicho que un indicio de fraude es que, al votar, algunos centros electorales no reportaron ningún voto a su favor. Milei afirma que eso es estadísticamente imposible. En realidad, los tres candidatos más votados el mes pasado obtuvieron cero votos en casi el mismo número de centros electorales —aproximadamente 100 cada uno—, sin contar los centros que no registraron ningún voto. Existen 104.520 centros de votación.

“No salí a denunciar fraude”, dijo en una entrevista Massa, oponente de Milei. “Puede que haya mesas o urnas donde nadie te vote”.

Massa dijo que Milei está siguiendo un manual ya conocido. “Es la misma metodología de Bolsonaro, la misma metodología de Trump”, afirmó.

Milei se ha mostrado proclive a las teorías conspirativas. Ha calificado el cambio climático de complot socialista. Ha dicho que duda de los resultados de las elecciones de 2020 y 2022 en Estados Unidos y Brasil. También ha afirmado que los subsiguientes ataques de manifestantes contra edificios gubernamentales de EE. UU. y Brasil no tuvieron nada que ver con Trump o Bolsonaro.

En septiembre, Milei dijo a The Economist que se había demostrado que lo ocurrido en Brasil fue organizado por el propio gobierno brasileño. Sin embargo, hay pruebas claras y abundantes de que los partidarios de Bolsonaro asaltaron la capital de Brasil en un intento de revertir la derrota electoral de Bolsonaro.

Victor Moriyama para The New York Times

Como candidato presidencial, Milei tiene mucho menos poder del que tenían Trump y Bolsonaro como presidentes en ejercicio cuando denunciaron fraude. Sin embargo, tanto en Estados Unidos como en Brasil, las instituciones gubernamentales que controlaban resistieron en gran medida las acusaciones de fraude.

En su lugar, fueron sus partidarios —quienes habían escuchado durante meses denuncias de fraude electoral— quienes asaltaron los edificios del poder.

Tras conocerse los resultados de la primera vuelta el mes pasado, Julián Ballester, trabajador de construcción de 21 años, se plantó ante el cuartel general de la campaña de Milei la noche de las elecciones, convencido de que los números estaban amañados. “Tiraron muchas boletas”, dijo, afirmando que había visto fotos en grupos de WhatsApp. “Es evidente el fraude”.

La situación en Argentina se ha vuelto más tensa en el último año a medida que la economía se ha ido desmoronando. La inflación anual supera el 140 por ciento, mientras que la pobreza y el hambre han aumentado. Milei ha construido su campaña en parte sobre la afirmación de que una secta oculta de la élite, liderada por Massa, está robando a los argentinos de a pie.

El año pasado, un hombre movido por teorías conspirativas apretó el gatillo de una pistola a escasos centímetros de la cara de la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, aliada política de Massa.

El arma tuvo un desperfecto y no disparó.

Milei dijo esta semana que su campaña planeaba combatir el fraude el domingo armando a los 103.000 supervisores electorales de su campaña con boletas, para que pudieran reponer las existencias en los centros electorales en caso de que se robara alguna.

Milei afirmó que era una tristeza que su campaña tuviera que recurrir a esas medidas. “¿Te das cuenta las locuras que estamos discutiendo?”.


Jack Nicas es el jefe de la corresponsalía en Brasil, que abarca Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Anteriormente reportó de tecnología desde San Francisco y, antes de integrarse al Times en 2018, trabajó siete años en The Wall Street Journal. Más de Jack Nicas


Source: Elections - nytimes.com


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