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Lo que pasó en Francia es asombroso

La extrema derecha estaba a las puertas del poder.

En la primera vuelta de las votaciones del 30 de junio, la Agrupación Nacional de Marine Le Pen quedó primera con un 33 por ciento de apoyo, ganando más de la mitad de las elecciones locales. Con la previsión de que el partido se quedara a las puertas de la mayoría absoluta, Francia se sumió en un frenesí de especulación y ansiedad. El principal candidato de la Agrupación Nacional, Jordan Bardella, de 28 años, insistió en que solo aceptaría ser primer ministro si contaba con el apoyo del Parlamento. Según los sondeos, parecía bien situado para exigir un mandato.

Pero la segunda vuelta del domingo demostró que estaba equivocado. Bardella no solo quedó muy lejos de la oficina del primer ministro, sino que su partido quedó tercero, con 143 escaños. Aunque el número de escaños aumentó respecto al anterior, que era 89, está muy lejos de las predicciones de hace unos días. La coalición del presidente Emmanuel Macron, que se había quedado rezagada durante toda la corta campaña, desbarató las expectativas al quedar segunda, con 168 puestos. La mayor sorpresa fue quién quedó primero. El Nuevo Frente Popular, de izquierda, una coalición de cuatro partidos formada apresuradamente antes de estas elecciones, se erigió en la mayor fuerza, con 182 escaños.

Es un resultado realmente asombroso. Mediante un impresionante acto de responsabilidad colectiva, se ha frenado a la extrema derecha. Pero Francia no se ha arreglado de repente. Como ningún grupo ha obtenido más de un tercio de los 577 escaños de la Asamblea Nacional, se avecinan problemas. La extrema derecha, aunque escarmentada, se encuentra en una posición más fuerte que nunca, al mando de una coalición electoral creciente y decentemente situada para las elecciones presidenciales de 2027. Pero Francia, gracias a la colaboración pragmática entre partidos y a la resistencia entusiasta de los votantes, ha obtenido una brillante prórroga.

La cooperación entre los adversarios de la Agrupación Nacional fue fundamental para el cambio. Tras la primera vuelta, más de 200 candidatos del Nuevo Frente Popular y de la coalición de Macron se retiraron, lo que permitió a otros candidatos presentarse sin problemas. En lo que la líder de Los Verdes, Marine Tondelier, llamó un “nuevo frente republicano”, haciendo un guiño a la tradición de los votantes franceses de unirse para frustrar a la extrema derecha, se pidió a los votantes que apoyaran a quien pudiera derrotar al candidato de la Agrupación Nacional.

Los electores, sobre todo los simpatizantes de la izquierda, respondieron al llamado. Según un sondeo, en los duelos en los que los aliados de Macron o los conservadores se enfrentaron a la Agrupación Nacional, siete de cada diez votantes de izquierda se decantaron por el candidato anti-Le Pen, y la mayoría de los demás se abstuvieron. El frente no tuvo tan buen desempeño en los duelos entre la izquierda y el partido de Le Pen: aproximadamente la mitad de los partidarios de Macron apoyaron a la izquierda, y uno de cada seis votó por la extrema derecha. El resultado, sin embargo, fue contundente. Escaño tras escaño, la fuerte posición de la extrema derecha no fue suficiente para superar a sus oponentes combinados.

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Source: Elections - nytimes.com


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