La estrategia de Trump para revertir las elecciones: la crónica de los últimos 77 días de su presidencia
Un análisis del Times sobre los días que transcurrieron entre las elecciones y la investidura presidencial muestra cómo las mentiras que el exmandatario preparó durante años abrumaron al Partido Republicano e impulsaron el asalto al Capitolio.
La manifestación de los partidarios de Trump, antes del asalto al Capitolio del 6 de enero.Credit…Nina Berman/NOOR vía Redux Pictures
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Matthew Rosenberg y
- 2 de febrero de 2021 a las 06:00 ET
Durante los 77 días que transcurrieron entre las elecciones y la toma de posesión, el expresidente Donald Trump intentó subvertir la democracia estadounidense con la mentira sobre el fraude electoral que estuvo preparando durante años.
Un análisis de The New York Times sobre los sucesos que se desarrollaron después de las elecciones muestra cómo el expresidente —impulsado por líderes republicanos, asesorado por abogados conspiradores y financiado por una nueva clase de donantes de la era Trump— emprendió una campaña que convenció a decenas de millones de estadounidenses de que la elección fue robada e hizo que el asalto al Capitolio sucedido el 6 de enero fuera casi inevitable.
Una serie de entrevistas con los actores centrales, junto con documentos, videos y correos electrónicos que no habían sido divulgados, cuentan la historia de una campaña que fue más planificada de lo que se creía, aunque cada día se alejaba más de la realidad.
Aquí presentamos algunas conclusiones clave:
Cuando algunos abogados del equipo de Trump desistían, otros estaban listos para proseguir con demandas que traspasaban los límites de la ética legal y la razón
Diez días después de la elección, incluso cuando Trump y sus partidarios promovieron una acusación tras otra de fraude electoral, su equipo de abogados electorales sabía que la realidad era justamente lo contrario a lo que presentaba Trump porque no estaban recabando pruebas sustanciales de fraude o irregularidades suficientes como para anular la elección.
Esa realidad se hizo patente el 12 de noviembre, cuando los resultados finales de Arizona mostraron que Joe Biden tenía una ventaja irreversible de más de 10.000 votos lo que hizo que la principal demanda del equipo legal en ese estado —que solo había identificado 191 boletas para impugnar— fuera irrelevante.
En una reunión celebrada en el Despacho Oval ese día, los abogados electorales se enfrentaron al abogado personal del presidente, Rudolph W. Giuliani, por su uso de tácticas legales cuestionables y teorías de la conspiración como la de que las máquinas de votación de Dominion habían transformado los votos de Trump en votos de Biden.
En última instancia, Trump decidió darle a Giuliani el liderazgo de toda la estrategia legal convirtiendo al 12 de noviembre en el día en que su esfuerzo por revertir la derrota en los tribunales se convirtió en una campaña fuera de la legalidad que buscaba privar de sus derechos a millones de votantes basándose en la falsa noción de un fraude generalizado.
Las teorías de la conspiración sobre las máquinas de votación se entrelazaron con la historia de una supercomputadora que fue publicada en medios conservadores
La teoría de la conspiración sobre las máquinas de votación de la empresa Dominion, que estaba siendo propalada por el presidente y muchos de sus partidarios, duró semanas en gestarse. A fines de octubre, un oscuro sitio web conservador llamado The American Report publicó varias historias sobre una supercomputadora llamada The Hammer que, según afirmaba la página, estaba ejecutando un software llamado Scorecard con el fin de robarle votos a Trump.
La teoría tuvo una gran repercusión el día previo a las elecciones en el pódcast de Stephen K. Bannon, exestratega político de Trump, quien invitó a dos defensores de esa idea a su programa: Thomas McInerney, un teniente general retirado de la Fuerza Aérea que fue expulsado de Fox News por mentir sobre el historial del senador John McCain como prisionero de guerra en Vietnam, y Sidney Powell, una abogada que se convertiría en una de las defensoras más controvertidas y desenfrenadas de Trump.
Trump fue impulsado por republicanos influyentes que estaban motivados por la ambición, el miedo o la creencia equivocada de que el reclamo no llegaría demasiado lejos
Trump recibió un apoyo vital por parte de líderes republicanos importantes como Mitch McConnell, quien era el líder de la mayoría del Senado y tomó la decisión temprana de unirse a sus compañeros de partido para romper con la tradición de reconocer al vencedor después de las principales cadenas de televisión y The Associated Press declararon la victoria de Joe Biden.
McConnell temía incomodar al presidente porque necesitaba su ayuda para las dos elecciones al Senado de Georgia que decidirían su control de la cámara. También creyó en las opiniones equivocadas de asesores de la Casa Blanca, como Jared Kushner, quienes decían que Trump eventualmente reconocería la realidad, afirmaron al Times personas cercanas al senador. Su posterior reconocimiento de la victoria de Biden no fue suficiente para evitar que 14 senadores republicanos se unieran a un esfuerzo tardío para anular los votos de millones de estadounidenses justo antes del 6 de enero.
La demanda de Texas que intentaba impugnar los resultados de las elecciones en cuatro estados pendulares fue escrita previamente
La demanda del fiscal general de Texas ante la Corte Suprema que buscaba eliminar 20 millones de votos en cuatro estados pendulares que fueron ganados por Biden fue redactada en secreto por abogados cercanos a la Casa Blanca, según comprobó el Times. Dos tercios de los fiscales generales estatales republicanos del país, 18 en total, respaldaron un escrito amicus, pero solo después de que varios altos funcionarios plantearan sus objeciones.
“Es muy probable que el tribunal niegue esto en una sentencia”, escribió el procurador general adjunto de Dakota del Norte, James E. Nicolai, en un correo electrónico a su jefe.
El 11 de diciembre, el tribunal hizo precisamente eso, dictaminando que Texas no tenía derecho a impugnar los votos de otros estados. Tres días después, el Colegio Electoral confirmó la victoria de Biden.
La mentira fue respaldada por abogados y financistas nuevos y más radicales
En un encuentro celebrado en la Casa Blanca cuatro días después, Trump se reunió con Powell y dos socios prominentes: el exdirector ejecutivo de Overstock.com Patrick Byrne, quien estaba financiando su propio equipo para ayudar a probar el fraude electoral, y Michael T. Flynn, el exasesor de seguridad nacional caído en desgracia y recientemente indultado que había planteado públicamente la noción de que Trump debería declarar la ley marcial. La sesión se redujo a una pelea a gritos entre los tres y los miembros del equipo de la Casa Blanca de Trump, incluido su abogado en la Casa Blanca, Pat Cipollone.
“Estuvo muy cerca de ser una pelea a puñetazos”, recordó Byrne en el programa de YouTube Operation Freedom.
En última instancia, Trump accedió a centrarse en un objetivo diferente: bloquear la certificación de los resultados por parte del Congreso el 6 de enero.
Women for America First, un grupo poco conocido pero muy organizado, ayudó a construir la coalición
Mientras la atención pública se centraba en las diatribas diarias y las maniobras subversivas del expresidente, un grupo de activistas —poco conocidos pero cada vez más influyentes— iba de pueblo en pueblo en autobuses rojos con el lema de MAGA realizando manifestaciones para presionar a los senadores para que impugnaran la votación. La gira fue organizada por un grupo llamado Women for America First.
La agrupación ayudaría a construir una coalición trumpiana que incluyera a miembros veteranos y novatos del Congreso, así como a los votantes de base y los extremistas y teóricos de la conspiración que promovían una versión inicial de la página Trump March —que fue eliminada pero todavía puede consultarte en Internet Archive— incluido el nacionalista blanco Jared Taylor, destacados defensores de QAnon y el líder de Proud Boys, Enrique Tarrio.
Women for America First tenía varios vínculos con el presidente y sus allegados. Su lideresa, Amy Kremer, fue una de las principales organizadoras del Tea Party y una de las primeras en apoyar a Trump, después de haber iniciado un súper PAC de Mujeres por Trump en 2016. Y dos de los organizadores del grupo eran muy influyentes: Jennifer Lawrence conoce a Trump a través de su padre, que hizo negocios con él; y Dustin Stockton, quien tiene gran credibilidad entre la comunidad que aboga por el derecho a portar armas por ser el coordinador de Gun Owners of America. Ambos habían trabajado con Bannon.
Entre los patrocinadores de la gira en autobús estaban Bannon y Mike Lindell, el fundador de MyPillow, quien dice que ha gastado 2 millones de dólares investigando las máquinas de votación y la posible interferencia extranjera. Lindell, junto con Byrne, forma parte de un cambio que se estaba produciendo en el Partido Republicano cuando los donantes tradicionales se retiraron de lo que se convirtió en un ataque abierto al sistema democrático y surgieron nuevos donantes que financiaron la narrativa de las elecciones robadas.
El mitin del 6 de enero se convirtió en una producción de la Casa Blanca
Women for America First fue el grupo que originalmente organizó la manifestación del 6 de enero en Washington. Pero a principios de año, Trump decidió unirse al mitin, y el evento se convirtió en una producción de la Casa Blanca en la que participaron varias personas cercanas a la administración y a la campaña de Trump.
Katrina Pierson, exasesora de la campaña de Trump, fue el enlace con la Casa Blanca, dijo un exfuncionario de la administración. Y el presidente determinó el orden de los oradores, así como la música que se usó, según sostiene una persona con conocimiento directo de las conversaciones.
Stockton, el organizador de la gira en autobús, dijo que le había sorprendido saber que la protesta incluiría una marcha desde el parque de la Elipse hasta el Capitolio. Esa marcha, que fue el preludio de los disturbios, no estaba en los planes antes de que la Casa Blanca se involucrara.
Matthew Rosenberg, un corresponsal radicado en Washington, formó parte del equipo que ganó un Premio Pulitzer en 2018 por informar sobre los nexos de Donald Trump con Rusia. Antes pasó 15 años como corresponsal extranjero en Asia, África y Medio Oriente. @AllMattNYT • Facebook
Jim Rutenberg escribe para el Times y la revista Sunday. Antes fue columnista de medios, reportero de la Casa Blanca y corresponsal político nacional. Formó parte del equipo que ganó el Premio Pulitzer al Servicio Público en 2018 por exponer el acoso y el abuso sexual. @jimrutenberg
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Source: Elections - nytimes.com