El presidente Jair Bolsonaro parecía condenado al fracaso de cara a la primera ronda de las elecciones. Pero ahora, rumbo al balotaje, el mandatario de derecha tiene un camino a la reelección.
RÍO DE JANEIRO — La madrugada del lunes, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se fue a dormir reivindicado. Los resultados electorales de la noche habían demostrado, tal como él lo había afirmado, que las encuestas subestimaban enormemente la fuerza de su movimiento de derecha.
Horas más tarde, despertó con un nuevo desafío: ¿cómo obtener millones de votos más en solo cuatro semanas?
El 30 de octubre, Bolsonaro se enfrentará a un contrincante de izquierda, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, en una segunda vuelta electoral para liderar al país más grande de América Latina.
Ahora la contienda —un enfrentamiento entre los dos mayores pesos pesados de la política brasileña— podría inclinarse hacia cualquiera de los dos lados y promete prolongar lo que ya ha sido una dura batalla que ha polarizado al país y puesto a prueba la fortaleza de su democracia.
“Lula sigue siendo el favorito, pero uno se puede imaginar totalmente que esto se convierta en una victoria de Bolsonaro”, dijo Oliver Stuenkel, un politólogo brasileño. “Si se suman todos los números de los candidatos de partidos pequeños, hay suficientes votos por ahí”.
Da Silva, conocido universalmente como Lula, terminó en primer lugar el domingo, con el 48,4 por ciento de los votos, frente al 43,2 por ciento de Bolsonaro. De este modo, Da Silva se quedó a 1,85 millones de votos del 50 por ciento que necesitaba para una victoria rotunda en la primera vuelta, mientras que Bolsonaro se quedó a ocho millones de votos.
Lo que ahora hace que la contienda sea impredecible es que muchos otros votos parecen estar en juego. Casi 10 millones de personas votaron el domingo por candidatos que ahora están fuera de la pelea, con aproximadamente un tercio de esos votos para candidatos de centroderecha. Otros 38 millones de personas votaron en blanco o no votaron.
A medida que la campaña entra en una segunda fase, ambas partes han expresado confianza. Da Silva dijo que agradecía la oportunidad de finalmente debatir cara a cara con Bolsonaro, mientras que Bolsonaro dijo que creía que su campaña tenía impulso y un plan para la victoria.
El lunes, Bolsonaro ya estaba usando las herramientas de su cargo en su beneficio. Adelantó a la próxima semana la entrega de cheques de unos 115 dólares para brasileños de bajos ingresos, parte de un programa de bienestar mensual que recientemente amplió en un intento de última hora de atraer más apoyo. El domingo por la noche, Bolsonaro citó esa ayuda económica como una de las razones por las que superó las predicciones de las encuestas.
Las encuestadoras habían pronosticado que Bolsonaro recibiría aproximadamente el 36 por ciento de los votos, más de siete puntos porcentuales por debajo de su resultado real. Sobreestimaron ligeramente el apoyo de Da Silva.
La pregunta de por qué las encuestas habían subestimado el apoyo a Bolsonaro confundió a los círculos políticos brasileños el lunes. Los encuestadores especularon que los votantes fueron deshonestos porque se avergonzaban de admitir que iban a votar por el presidente, cuyas afirmaciones falsas sobre una variedad de temas lo han convertido en un paria en algunos círculos, o que simplemente mintieron para sabotear las previsiones. Bolsonaro ha arremetido contra la industria de las encuestas —el domingo por la noche las llamó mentirosas— y muchos de sus partidarios han seguido su ejemplo.
Las cosas podrían complicarse aún más antes de la segunda vuelta. El jefe de gabinete de Bolsonaro, Ciro Nogueira, instó a los partidarios del presidente a rechazar a los encuestadores que quieran entrevistarlos.
“De esta manera, se tendrá la certeza desde el principio de que cualquiera de sus resultados es fraudulento”, escribió en Twitter a sus 100.000 seguidores. Luego sugirió que los encuestadores se equivocaron a propósito. “Solo una investigación profunda lo dirá”, dijo.
Antonio Lavareda, presidente de Ipespe, una de las principales empresas de sondeos, dijo que tenía que examinar el efecto de los votantes que se quedaron en casa; el 21 por ciento del electorado no votó, el porcentaje más alto desde 1998. También especuló con que muchas personas que dijeron que votarían a terceros candidatos se pasaron a Bolsonaro en el último momento.
Pero a pesar de los pronósticos inexactos de su empresa para el presidente en la primera ronda, Lavareda hizo una predicción audaz: el 48,8 por ciento de apoyo a Da Silva el domingo significa que “es prácticamente imposible” que no gane el 30 de octubre.
Sin embargo, el fracaso de las encuestas dejó un mal sabor de boca a muchos brasileños y expertos.
“Renuncio a las encuestas durante las próximas cuatro semanas”, dijo Brian Winter, analista de América Latina de Americas Society/Council of the Americas, un grupo que impulsa el libre comercio enl a región. “Su metodología no funciona”.
Los pronósticos de las encuestas y la falta de claridad en la contienda podrían llevar a una situación tensa cuando se revelen los resultados el 30 de octubre. Bolsonaro ha dicho durante meses a sus partidarios que sospechen de fraude electoral —a pesar de no ofrecer ninguna prueba— y ha sugerido que la única forma en que podría perder es si la elección es robada.
Esas afirmaciones sin fundamento parecen haber persuadido a millones de votantes en Brasil.
El domingo por la noche, muchos de los partidarios de Bolsonaro ya reclamaban juego sucio. “Es un fraude. Lula no puede estar por delante de Bolsonaro”, dijo Yasmin Simões, de 28 años, una empleada de comercio minorista que esperaba frente a la casa de Bolsonaro en un barrio junto a la playa en Río de Janeiro. “Si Lula es elegido —por fraude— definitivamente va a haber una revuelta y yo voy a estar ahí”.
Algunos comentaristas conservadores conocidos también empezaron a asegurar, sin dar pruebas, de que algo sospechoso había sucedido en la votación del domingo.
“Creo que es MUY posible que hubo fraude”, tuiteó Rodrigo Constantino, comentarista de derecha afincado en Florida, para sus 1,3 millones de seguidores. “¡El ÚNICO OBJETIVO tiene que ser ganar tantos votos para Bolsonaro que ni siquiera un algoritmo raro pueda cambiarlos!”.
La votación del domingo fue una buena noticia para los conservadores en la mayoría de las elecciones de gobernadores y congresistas, incluidos muchos de los candidatos más cercanos a la línea de Bolsonaro. Al menos ocho de sus exministros fueron votados al Congreso, entre ellos varios que se vieron envueltos en escándalos. En total, el partido de Bolsonaro ganó 29 curules en el Congreso, con lo que ahora ocupa 112 en total y se posiciona como el partido con más representación tanto en la cámara baja como en el Senado.
En consecuencia, si se le elige para un segundo periodo, Bolsonaro podría estar empoderado por su control del Congreso y replantear de manera más significativa su visión para el país. Para Da Silva, un congreso conservador podría complicar sus esfuerzos por gobernar.
El éxito de los aliados de Bolsonaro y el apoyo que recibió, mayor a lo anticipado, también muestran que tiene un firme control del movimiento conservador en Brasil.
“La derecha moderada de Brasil es un basurero político”, dijo Stuenkel. “Parte de la polarización extrema en Brasil es que, en la derecha, Bolsonaro tiene el dominio absoluto”.
En las próximas cuatro semanas, el equipo de Bolsonaro planea ir por el estado clave de Minas Gerais, donde cree que puede cosechar un millón de votos y buscará mejorar sus resultados en el bastión de Da Silva en el nordeste, dijo Fábio Faria, ministro de Comunicaciones de Brasil y alto asesor del presidente. “Estamos muy confiados”, dijo.
La campaña de Lula da Silva planea subrayar la serie de afirmaciones falsas de Bolsonaro y mostrar que a la economía le fue mucho mejor durante los dos mandatos de Da Silva, de 2003 a 2010, que en el gobierno de Bolsonaro.
“Será la primera oportunidad que tendremos de un debate cara a cara con el presidente”, dijo a sus seguidores Da Silva el domingo por la noche. “¿Va a seguir mintiendo o, por una vez en su vida, va a decirle la verdad al pueblo brasileño?”.
Da Silva había enfocado su campaña en aumentar los impuestos para los ricos y en ampliar los servicios para los pobres pero, luego de los resultados del domingo, los analistas dijeron que moderaría su discurso de campaña para atraer a más votantes centristas.
“Hay que ir a los rincones bolsonaristas del país”, dijo el senador Jean-Paul Prates, un asesor de la campaña de Da Silva. “Hay que dar la cara, sonreír a la gente del sur, del medio oeste y hablar de las cosas que importan en sus vidas”.
En las ocho elecciones presidenciales previas en la democracia moderna de Brasil, el candidato que ha liderado la primera vuelta nunca ha perdido en la segunda. Pero los cinco puntos porcentuales que separan a Bolsonaro y Da Silva también son el margen más reducido que se ha registrado entre dos candidatos en un balotaje.
Como resultado, dijo Winter, “esta va a ser una contienda de infarto”.
Jack Nicas es el jefe de la corresponsalía en Brasil, que abarca Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Antes reportó de tecnología desde San Francisco y, antes de integrarse al Times en 2018, trabajó siete años en The Wall Street Journal. @jacknicas • Facebook
Source: Elections - nytimes.com