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Uvalde, Texas

Tiroteo en una primaria, Colombia va a las urnas y otras noticias para el fin de semana.

A la maestra Irma Garcia la hallaron sin vida abrazando a sus alumnos de cuarto grado. Garcia es una de las 21 personas que perdieron la vida esta semana a manos de un hombre armado que entró a la escuela primaria Robb en Uvalde, Texas, y disparó.

Su colega Eva Mireles también murió ese día, así como 19 niños y niñas. Algunos se llamaban Alexandria, Amerie Jo, Annabelle, Eliahna, Ellie, Jackie, Jayce, Jose, Jailah, Layla, , Makenna, Nevaeh, Rojelio, Tess, Uziyah y Xavier. Algunos habían recibido su diploma del cuadro de honor ese mismo día. Todos se preparaban para sus vacaciones de verano. Eran deportistas entusiastas, hermanos cariñosos, niñitos amados por sus familias. Y ahora van a ser extrañados y recordados.

El del martes fue el tiroteo masivo más mortífero registrado en Estados Unidos en lo que va del año. Hasta ahora, según la organización sin fines de lucro The Gun Violence Archive, en el país ha habido más de 213 tiroteos y en 10 de ellos la cifra de víctimas mortales ha sido de cuatro personas o más.

Christopher Lee para The New York Times

Si para los adultos resulta incomprensible y angustiante conocer la noticia del tiroteo y procesar la magnitud del problema, para los chicos puede ser aún más difícil de procesar. Tenemos una guía con consejos de expertos para abordar el tema con los menores según su edad y ayudar a tranquilizarlos.

En Uvalde, una comunidad rural y mayoritariamente hispana donde prácticamente todos se conocen y muchos están emparentados, reparar la fractura va a ser muy difícil.

Mientras ellos viven el duelo, a 450 kilómetros de ahí, en Houston, arranca hoy la reunión anual de la Asociación Nacional del Rifle, un poderoso grupo de interés. Se esperaba que acudieran al evento el expresidente Donald Trump y el senador Ted Cruz. Después de la tragedia, Cruz propuso poner guardias armados en las escuelas.

Sin embargo, según distintos analistas, más armas no parecen ser la solución. Varios estudios indican que “el índice de propiedad de armas de un país se correlaciona con las probabilidades de que suceda un tiroteo masivo”.

No hay forma de estar todos seguros ni de eliminar completamente el riesgo de que estas tragedias se repitan. Como advertía Max Fisher en una columna reciente, “cada tiroteo masivo es un evento aislado, motivado por factores únicos, como la ideología o las circunstancias personales del atacante”.

Sin embargo, Max explica que es posible reducir el riesgo y prevenir las masacres.

Australia, Canadá, Noruega, Nueva Zelanda y el Reino Unido, por ejemplo, contaban con una arraigada cultura de tenencia de armas pero modificaron sus leyes después de sufrir tiroteos similares y sus estadísticas de violencia ahora son mucho menores.

¿Es posible exportar estas experiencias al panorama estadounidense? La pregunta es urgente.

“Lo cierto es que no vamos a prohibir las armas en Estados Unidos”, escribía Nicholas Kristof en un ensayo de Opinión reciente, “como no vamos a prohibir el alcohol, las motocicletas, los cuchillos de caza, los cigarrillos u otros productos que pueden ser mortales”. Pero, argumenta, hay algunas medidas prácticas que pueden implementarse evadiendo la politización y la ideología. Vale la pena leerlas y discutirlas.

Es difícil contemplar el debate con la cabeza fría cuando tantas familias sufren. También es difícil sentirse útil. Aquí hay algunos modos de ayudar a los dolientes. También queda, sin el cinismo del cliché o los políticos que se lavan las manos, ofrecer pensamientos y oraciones.


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Federico Rios para The New York Times

Este domingo se celebran elecciones presidenciales en Colombia. Es la primera vez que votará la llamada “generación del paro”, los jóvenes que en los últimos años han salido a las calles, inconformes por la desigualdad y la falta de oportunidades.

En una nota reciente sobre el ascenso de Gustavo Petro en las encuestas, nuestra colega Julie Turkewitz escribe:

En la actualidad casi nueve millones de votantes colombianos tienen 28 años o menos, la mayor cantidad en la historia; son una cuarta parte del electorado. Están inquietos: crecieron con la promesa de la educación universitaria y buenos empleos y se ven decepcionados ante el panorama actual, también están más conectados al mundo digital y posiblemente más empoderados que cualquier generación previa.

¿Qué anhelan nuestros lectores de Colombia para su país? Los invitamos a compartir sus expectativas con nuestra comunidad.

Por cierto, los colombianos en el exterior ya empezaron a votar hace varios días. Son casi un millón de electores elegibles residenciados fuera del país. ¿Eres uno de ellos? Nos gustaría conocer tu experiencia; participa en los comentarios.


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Source: Elections - nytimes.com


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