341 días en el limbo migratorio
Después del Darién, la espera. Elecciones en Argentina, Venezuela y más para estar al día.
Más de dos millones de venezolanos participaron el domingo en las votaciones. El proceso, que no contó con el apoyo del gobierno, tenía como objetivo elegir a un candidato unitario para competir contra el presidente Nicolás Maduro en las presidenciales de 2024.
En todo el territorio nacional, y en el exterior (donde viven siete millones de venezolanos), miles de personas hicieron fila para emitir el sufragio.
Nuestras colegas Isayen Herrera y Genevieve Glatsky reportaron así desde Caracas y Bogotá sobre las elecciones:
Votantes de toda Venezuela desafiaron fuertes lluvias, amenazas y obstáculos logísticos para ejercer el voto, y acudieron en cantidades tan grandes que algunos centros de votación tuvieron que permanecer abiertos después de la hora en que estaban programados para cerrar. La jornada fue percibida como extraordinaria por muchas personas, luego de años de ser testigos de la erosión de su democracia en medio de la escasez, el hambre, y de ver a sus seres queridos fallecer de enfermedades prevenibles.
María Corina Machado, exlegisladora de centroderecha, se perfilaba como la virtual ganadora de las votaciones. No se sabe con certeza si podrá seguir adelante como candidata oficial en la contienda, pues el gobierno de Maduro la ha inhabilitado para postularse durante 15 años.
El proceso se llevó a cabo en un momento en que las penurias de muchos venezolanos forman parte del panorama regional. A pie, en balsas, aviones y autobuses los migrantes de Venezuela atraviesan América Latina rumbo a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida. Algunos van quedándose en el camino, cambiando el rostro —y el acento— de las comunidades en las que se establecen.
Otros logran cruzar la frontera y son trasladados en autobús por el gobernador republicano de Texas, Greg Abbott. Así llegan a grandes ciudades como Nueva York, poniendo en jaque a las autoridades locales.
La situación ha cobrado tintes políticos de cara a las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos, mientras la Casa Blanca intenta frenar el flujo migratorio. Parte de la estrategia de Joe Biden ha consistido en pedir a las personas con intenciones de migrar que detengan su camino y, desde donde estén, soliciten ingreso legal al país. También contempla centros de procesamiento fuera de EE. UU.
Entre quienes escucharon el pedido de Biden están Dayry Alexandra Cuauro y su hija Sarah, de seis años. Julie Turkewitz, jefa de la corresponsalía en los Andes, las conoció hace un año y reportó sobre su difícil travesía en la selva del Darién. (Tal vez recuerdes la imagen de Sarah que captó el fotógrafo Federico Rios en aquel entonces; la niña se perdió durante unos días y un grupo de viajeros la cuidó y ayudó a completar el recorrido hasta Panamá, donde se reunió con su mamá).
Transcurrieron 341 días desde que Cuauro decidió abandonar los peligros de la migración irregular e inclinarse por la vía legal. Desde entonces, muchos de sus compañeros de viaje han llegado a Estados Unidos. Desde entonces, madre e hija han conseguido un equipo de personas dispuestas a recibirlas y han empezado a practicar inglés juntas. Desde entonces, cada vez que revisa la página web del sistema de migración solo recibe un mensaje automático: “Caso recibido”.
Como Cuauro, dice el reportaje de Julie, hay más de un millón de personas, atrapadas en las contradicciones de esta política migratoria, “en una suerte de purgatorio migratorio, intentando resistir la inestabilidad, la violencia y la penuria que les agobia tanto que escapan”. Te invito a leer la historia completa, que se acaba de publicar.
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—Patricia Nieto y Sabrina Duque producen y editan este boletín.
Source: Elections - nytimes.com