Nicolás Maduro, el líder autoritario de Venezuela, parece haber sobrevivido una vez más en unas elecciones que lucen profundamente injustas y plagadas de irregularidades. El resultado, que ya enfrenta resistencia y ha ocasionado disturbios que podrían aumentar en los próximos días, no es solo una decepción para la oposición y los millones de venezolanos que anhelan un cambio democrático. Las elecciones también han sido una prueba crucial de la permanencia del nuevo tipo de autoritarismo que se apodera del continente americano, y han demostrado que esa tendencia no desaparecerá pronto.
La democracia está siendo sofocada o seriamente desafiada en todo el hemisferio occidental. En los últimos 20 años, Venezuela, Nicaragua y El Salvador han derivado en dictaduras. Aunque acabó detenido, el entonces presidente de Perú intentó disolver el Congreso a finales de 2022. El año pasado, Guatemala estuvo a punto de seguir esta tendencia cuando el Ministerio Público buscó impedir una transición pacífica del poder. Y queda por ver si la recién elegida próxima presidenta de México, Claudia Sheinbaum, continuará la erosión de los controles y equilibrios democráticos que inició su predecesor.
El panorama no es tan desalentador. En otros lugares —Brasil, Chile, Colombia y Estados Unidos— la democracia está triunfando. Pero se está poniendo a prueba a medida que crece la oposición al pluralismo y la inclusión y se extiende el malestar social y la insatisfacción con el gobierno en un contexto de clara desigualdad e inestabilidad institucional.
Las elecciones de Venezuela son un momento decisivo para América. A pesar de la alta participación, se registraron numerosos reportes de irregularidades en los comicios, intimidación de votantes y problemas en los centros de votación. Sin embargo, con el 80 por ciento de los votos escrutados, el Consejo Nacional Electoral declaró ganador a Maduro con el 51,2 por ciento de los votos, frente al 44,2 por ciento de su principal contrincante. Debido a que los funcionarios de muchos centros de votación se negaron a entregar copias físicas de los recuentos de votos, la oposición no tenía modo concreto de señalar un resultado distinto.
Si Maduro logra sortear la agitación poselectoral y mantenerse en el poder otro mandato, dará pie a que otros autócratas en ciernes de la región sepan que también pueden actuar con casi total impunidad. Los procesos electorales cuestionables, los abusos contra los derechos humanos y la corrupción podrían extenderse si no se coordina una respuesta internacional contra ellos, mientras que las voces de los electores de esos países son apagadas por la represión. El retroceso de la democracia es algo que ya ha ocurrido: muchas democracias incipientes de Latinoamérica se perdieron durante la Guerra Fría y regresaron después de que terminara.
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Source: Elections - nytimes.com