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    El ascenso de Rodolfo Hernández cambia el juego en Colombia

    Con un discurso populista, y su verbo incendiario, Hernández podría acaparar a los votantes de la derecha que no quieren arriesgarse con Gustavo Petro, el líder de la izquierda colombiana.BOGOTÁ, Colombia — El panorama político de Colombia ha cambiado notablemente en solo 24 horas.Durante meses, los encuestadores predijeron que Gustavo Petro, un exguerrillero convertido en senador que aspira a ser el primer presidente de izquierda del país, iría a una segunda vuelta presidencial en junio contra Federico Gutiérrez, el candidato conservador que había argumentado que votar por Petro equivalía a “un salto al vacío”.En cambio, el domingo, los votantes respaldaron a Petro y a Rodolfo Hernández, un exalcalde y un próspero hombre de negocios con una plataforma populista anticorrupción cuyo estatus antisistema, sus declaraciones incendiarias y su enfoque político limitado a un solo tema han hecho que lo comparen con Donald Trump.La votación, por un izquierdista que ha hecho su carrera atacando a la clase política conservadora y por un candidato relativamente desconocido sin respaldo formal de un partido, representó un repudio al establecimiento conservador que ha gobernado Colombia durante generaciones.Pero también cambió la situación política para Petro. Ahora es Petro quien se presenta como el cambio seguro, y Hernández es el peligroso salto al vacío.“Hay cambios que no son cambios”, dijo Petro en un evento de campaña el domingo por la noche, “son suicidios”.Hernández alguna vez se definió como un seguidor de Adolf Hitler, sugirió combinar los principales ministerios para ahorrar dinero y dice que como presidente planea declarar un estado de emergencia para enfrentar la corrupción, lo que genera temores de que podría cerrar el Congreso o suspender a los alcaldes.Sin embargo, la derecha tradicional de Colombia ha comenzado a respaldarlo, trayendo consigo muchos de sus votos y haciendo que la victoria de Petro se vea cuesta arriba.El domingo, Gutiérrez, exalcalde de Medellín, la segunda ciudad más grande del país, apoyó a Hernández y dijo que el propósito era “cuidar la democracia”.Pero Fernando Posada, un politólogo, dijo que la medida también era el último esfuerzo de la derecha para bloquear a Petro, cuyo plan para rehacer la economía colombiana “pone en riesgo muchos de los intereses de la clase política tradicional”.“La derecha colombiana llegó a un escenario tan extremadamente desastroso que incluso prefieren un gobierno que no les ofrece nada con tal de que no sea Petro”, dijo Posada.Gustavo Petro acompañado por su esposa, Verónica Alcocer, y su candidata a la vicepresidencia, Francia Márquez, al término de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Bogotá.Federico Rios para The New York TimesHernández, quien hasta hace unas pocas semanas no era muy conocido en la mayor parte del país, fue alcalde de la ciudad de Bucaramanga, ubicada en la parte norte del país. Hizo su fortuna en la construcción, edificando viviendas para personas de bajos ingresos en la década de 1990.A los 77 años, Hernández consolidó gran parte de su apoyo en TikTok, una vez abofeteó a un concejal de la ciudad frente a las cámaras y recientemente le dijo a The Washington Post que tenía un efecto “mesiánico” en sus seguidores, a quienes comparó con los secuestradores “con lavado de cerebro” que destruyeron las torres gemelas el 11 de septiembre.Cuando lo presionaron diciéndole que esa comparación era problemática, rechazó la idea. “Lo que estoy comparando es que después de entrar en ese estado, no cambias de posición. No la cambias”.Hasta hace apenas unos días, la narrativa política de Colombia parecía simple: durante generaciones, la política había estado dominada por unas pocas familias adineradas y, más recientemente, por un conservadurismo de línea dura conocido como uribismo, fundado por el poderoso líder político del país, el expresidente Álvaro Uribe.Pero la frustración de los votantes con la pobreza, la desigualdad y la inseguridad, que se vio exacerbada por la pandemia, junto con una creciente aceptación de la izquierda luego del proceso de paz firmado en 2016 con la guerrilla colombiana más grande, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pareció cambiar la dinámica.Para 2022, Petro, quien durante mucho tiempo ha sido el rostro combativo de la izquierda colombiana, pensó que era su momento. Y en los meses previos a las elecciones del 29 de mayo, los votantes acudieron en masa a sus propuestas: una amplia expansión de los programas sociales, detener todas las nuevas perforaciones petroleras en un país que depende de las exportaciones de petróleo y un enfoque en la justicia social.El argumento era: izquierda contra derecha, cambio contra continuidad, la élite contra el resto del país.Pero el improbable ascenso de Hernández refleja tanto un rechazo a la élite conservadora como a Petro.También revela que la narrativa nunca fue tan simple.Hernández, quien obtuvo el 28 por ciento de los votos, ha atraído a una amplia franja de votantes ansiosos por un cambio pero que nunca podría estar de acuerdo con Petro.Petro es un exguerrillero que fue miembro de un grupo rebelde llamado el Movimiento 19 de abril (M-19) en un país donde los rebeldes aterrorizaron a la población durante décadas. Y es de izquierda en una nación que comparte frontera con Venezuela, un país sumido en una crisis humanitaria por un gobierno autoritario que reivindica a la izquierda.Hernández, con su cabello anaranjado y desprolijo y su enfoque político de hombre de negocios, también ha atraído a votantes que dicen que quieren a alguien con la ambición de Trump y que no les preocupa si es propenso a la falta de tacto. (Años después de decir que era seguidor de Adolf Hitler, Hernández aclaró que quería decir que era seguidor de Albert Einstein).Federico Gutiérrez, candidato conservador de la derecha, en un mitin celebrado en Parques del Río, este mes.Nathalia Angarita para The New York TimesDos de los mayores problemas del país son la pobreza y la falta de oportunidades, y Hernández apela a las personas diciéndoles que puede ayudarlos a escapar de ambos.“Creo que él mira a Colombia como una posibilidad de crecimiento. Y en eso creo que se diferencia de los demás candidatos”, dijo Salvador Rizo, de 26 años, consultor tecnológico en Medellín. “Creo que los otros candidatos están viendo una casa que está en llamas y quieren apagar el fuego y preservar la casa. Creo que la opinión de Rodolfo es que hay una casa que puede ser un hotel enorme en el futuro”.También ha sido un crítico implacable de la corrupción, un problema crónico que algunos colombianos califican como un cáncer.Al principio, se comprometió a no aceptar dinero de campaña de entidades privadas y dice que él mismo está financiando su candidatura presidencial.“La gente política roba descaradamente”, dijo Álvaro Mejía, de 29 años, quien dirige una empresa de energía solar en Cali.Dice que prefiere a Hernández en vez de Petro, un senador desde hace muchos años, precisamente por su falta de experiencia política.La pregunta es si Hernández podrá mantener este impulso en las semanas previas a la segunda vuelta, mientras figuras políticas clave se alinean con su campaña.Minutos después de que obtuviera el segundo lugar el domingo, dos poderosas senadoras de la derecha, María Fernanda Cabal y Paloma Valencia, le prometieron su apoyo, y Posada predijo que era probable que otras lo respaldaran.Uribe, quien apoyó la candidatura de Hernández a la alcaldía en 2015, es una figura cada vez más polémica que aleja a muchos colombianos. Posada pronosticó que no apoyará a Hernández para no restarle votantes.El expresidente Álvaro Uribe en la Corte Suprema de Justicia de Bogotá, en febreroJuan Barreto/Agence France-Presse — Getty ImagesSi Hernández logra mantener el delicado equilibrio de conseguir los votos de la derecha, sin afectar su imagen, podría ser difícil que Petro logre vencerlo.Muchos analistas políticos creen que los aproximadamente 8,5 millones de votos que obtuvo Petro el domingo son su techo, y que muchos de los cinco millones de votos de Gutiérrez se sumarán a los seis millones que logró Hernández.Cuando los resultados quedaron claros, los partidarios de Hernández corrieron a la sede de su campaña en una de las principales avenidas de Bogotá, la capital.Muchos vestían camisetas, sombreros y ponchos de campaña de color amarillo brillante, que dijeron que habían comprado ellos mismos en vez de que la campaña los repartiera gratis, de acuerdo con los principios de reducción de costos de Hernández.“Nunca había visto a una persona con las características como las del ingeniero Rodolfo”, dijo Liliana Vargas, una abogada de 39 años, usando un apodo común para Hernández, quien es ingeniero civil. “Es un ser político que no es político”, dijo. “Es la primera vez que estoy totalmente emocionada de participar en unas elecciones democráticas en mi país”.Cerca de allí, Juan Sebastián Rodríguez, de 39 años, líder de la campaña de Hernández en Bogotá, dijo que el candidato era “un rockstar”.“Es un fenómeno”, dijo. “Estamos seguros de que vamos a ganar”.Petro y Hernández en las portadas de los diarios locales, el lunesYuri Cortez/Agence France-Presse — Getty ImagesGenevieve Glatsky More

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    Rodolfo Hernández is Colombia’s Trump and He May Be Headed for the Presidential Palace

    The Colombian establishment is lining up behind Rodolfo Hernández, a populist businessman with an incendiary streak, to defeat the leftist former rebel Gustavo Petro.BOGOTÁ, Colombia — Colombia’s political landscape has shifted remarkably in a matter of 24 hours.For months, pollsters predicted that Gustavo Petro, a former rebel-turned-senator making a bid to be the nation’s first leftist president, would head to a June presidential runoff against Federico Gutiérrez, a conservative establishment candidate who had argued that a vote for Mr. Petro amounted to “a leap into the void.’’Instead, on Sunday, voters gave the top two spots to Mr. Petro and Rodolfo Hernández, a former mayor and wealthy businessman with a populist, anti-corruption platform whose outsider status, incendiary statements and single-issue approach to politics have earned him comparisons to Donald Trump.The vote — for a leftist who has made a career assailing the conservative political class and for a relatively unknown candidate with no formal party backing — represented a repudiation of the conservative establishment that has governed Colombia for generations.But it also remade the political calculus for Mr. Petro. Now, it is Mr. Petro who is billing himself as the safe change, and Mr. Hernández as the dangerous leap into the void.“There are changes that are not changes,” Mr. Petro said at a campaign event on Sunday night, “they are suicides.”Mr. Hernández once called himself a follower of Adolf Hitler, has suggested combining major ministries to save money, and says that as president he plans to declare a state of emergency to deal with corruption, leading to fears that he could shut down Congress or suspend mayors.Still, Colombia’s right-wing establishment has begun lining up behind him, bringing many of their votes with them, and making a win for Mr. Petro look like an uphill climb.On Sunday, Mr. Gutiérrez, a former mayor of Medellín, the country’s second-largest city, threw his support behind Mr. Hernández, saying his intention was to “safeguard democracy.”But Fernando Posada, a political scientist, said the move was also the establishment right’s last-ditch effort to block Mr. Petro, whose plan to remake the Colombian economy “puts at risk many of the interests of the traditional political class.”“The Colombian right has reached such an extremely disastrous stage,” said Mr. Posada, “that they prefer a government that offers them nothing as long as it is not Petro.”Gustavo Petro, flanked by his wife Verónica Alcocer and vice-presidential candidate Francia Márquez at the end of the first round of presidential elections in Bogotá.Federico Rios for The New York TimesMr. Hernández, who had gained limited attention in most of the country until just a few weeks ago, is a one-time mayor of the mid-sized city of Bucaramanga in the northern part of the country. He made his fortune in construction, building low-income housing in the 1990s.At 77, Mr. Hernández built much of his support on TikTok, once slapped a city councilman on camera and recently told The Washington Post that he had a “messianic” effect on his supporters, who he compared to the “brainwashed” hijackers who destroyed the twin towers on 9/11.Pressed on whether such a comparison was problematic, he rejected the idea. “What I’m comparing is that after you get into that state, you don’t change your position. You don’t change it.”Until just a few days ago, Colombia’s political narrative seemed simple: For generations, politics had been dominated by a few wealthy families, and more recently, by a hard-line conservatism known as Uribismo, founded by the country’s powerful political kingmaker, former president Álvaro Uribe.But voter frustration with poverty, inequality and insecurity, which was exacerbated by the pandemic, along with a growing acceptance of the left following the country’s 2016 peace process with its largest rebel group, the Revolutionary Armed Forces of Colombia, or FARC, seemed to shift the dynamic.By 2022, Mr. Petro, long the combative face of the Colombian left, thought it was his moment. And in the months leading to the May 29 election, voters flocked to his proposals — a broad expansion of social programs, a halt to all new oil drilling in a country dependent on oil exports, and a focus on social justice.The story line was: left versus right, change versus continuity, the elite versus the rest of the country.But Mr. Hernández’s improbable rise reflects both a rejection of the conservative elite and of Mr. Petro.It also reveals that the narrative was never so simple.Mr. Hernández, who won 28 percent of the vote, has attracted a broad swath of voters eager for change who could never get on board with Mr. Petro.Mr. Petro is a former member of a rebel group called the M-19 in a country where rebels terrorized the population for decades. And he is a leftist in a nation that shares a border with Venezuela, a country plunged into a humanitarian crisis by authoritarians who claim the leftist banner.Mr. Hernández, with his fuzzy orange hair and businessman’s approach to politics, has also attracted voters who say they want someone with Trumpian ambition, and are not troubled if he is prone to tactlessness. (Years after saying he was a follower of Adolf Hitler, Mr. Hernández clarified that he meant to say he was a follower of Albert Einstein.)Federico Gutiérrez, a conservative establishment candidate, at a rally in Parques del Rio, this month.Nathalia Angarita for The New York TimesTwo of the country’s biggest issues are poverty and lack of opportunity, and Mr. Hernández appeals to people who say he can help them escape both.“I think that he looks at Colombia as a possibility of growth. And that’s how I think that he differs from the other candidates,” said Salvador Rizo, 26, a tech consultant in Medellín. “I think that the other candidates are watching a house that is on fire and they want to extinguish that fire and reveal the house. What I think the view of Rodolfo is: That there’s a house that can be a massive hotel in the future.”He has also been a relentless critic of corruption, a chronic issue that some Colombians call a cancer.Early on, he made a pledge not to take campaign money from private entities, and says he is funding his presidential bid himself.“Political people steal shamelessly,” said Álvaro Mejía, 29, who runs a solar energy company in Cali.He says he prefers Mr. Hernández to Mr. Petro, a longtime senator, precisely because of his lack of political experience.The question is whether Mr. Hernández will be able to maintain that outsider status in the weeks leading up to the runoff, as key political figures align themselves to his campaign.Just minutes after he won second place on Sunday, two powerful right-wing senators, María Fernanda Cabal and Paloma Valencia, pledged their support for him, and Mr. Posada predicted that others were likely to follow.Mr. Uribe, who backed Mr. Hernández’s run for mayor in 2015, is an increasingly polemic figure who turns off many Colombians. Mr. Posada predicted that he would not throw his weight behind Mr. Hernández, so as not to cost him voters.Former President Álvaro Uribe at the Supreme Court in Bogotá, in February.Juan Barreto/Agence France-Presse — Getty ImagesIf Mr. Hernández can walk that difficult line — courting the establishment’s votes without tarnishing his image — it could be difficult for Mr. Petro to beat him.Many political analysts believe that the roughly 8.5 million votes Mr. Petro got on Sunday is his ceiling, and that many of Mr. Gutiérrez’s five million votes will be added to the six million Mr. Hernández received.As the results became clear, Mr. Hernández’s supporters rushed to his campaign headquarters on one of the main avenues in Bogotá, the capital.Many wore bright yellow campaign T-shirts, hats and ponchos, which they said they’d bought themselves instead of being handed out free by the campaign, in keeping with Mr. Hernández’s cost-cutting principles.“I have never seen a person with characteristics like those of the engineer Rodolfo,” said Liliana Vargas, a 39-year old lawyer, using a common nickname for Mr. Hernández, who is a civil engineer. “He is a political being who is not a politician,” she said. “It is the first time that I am totally excited to participate in a democratic election in my country.”Nearby, Juan Sebastián Rodríguez, 39, a leader of Mr. Hernández’s Bogotá campaign, called the candidate “a rock star.”“He is a phenomenon,” he said. “We are sure that we are going to win.”Mr. Petro and Mr. Hernández on the front pages of local newspapers on Monday.Yuri Cortez/Agence France-Presse — Getty ImagesGenevieve Glatsky contributed reporting from Bogotá. 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    En Colombia, Petro y Hernández a segunda vuelta por la presidencia

    Los resultados de la primera ronda de votaciones asestaron un duro golpe a la clase política conservadora en Colombia.BOGOTÁ, Colombia — Dos candidatos antisistema, el líder de la izquierda Gustavo Petro y el populista de derecha Rodolfo Hernández, tomaron los primeros lugares en las elecciones presidenciales de Colombia, asestando un duro golpe a la clase política dominante y conservadora del país.Los dos hombres se enfrentarán en una segunda vuelta electoral el 19 de junio, que se perfila como una de las más importantes en la historia del país. Está en juego el modelo económico del país, su integridad democrática y los medios de vida de millones de personas que se sumieron en la pobreza durante la pandemia.Con más del 99 por ciento de las boletas contadas el domingo en la noche, Petro logró el respaldo de más del 40 por ciento de los votos, mientras que Hernández recibió poco más del 28 por ciento. Hernández superó por más de cuatro puntos de porcentaje al candidato de la clase dirigente conservadora, Federico Gutiérrez, que figuraba en segundo lugar en las encuestas.La inesperada victoria de Hernández al segundo lugar muestra a una nación deseosa de elegir a cualquiera que no represente a los dominantes líderes conservadores del país.Según el politólogo colombiano Daniel García-Peña, el enfrentamiento entre Petro y Hernández representa el “cambio contra el cambio”.Durante meses, las encuestas habían mostrado a Petro, que plantea una modificación al modelo económico capitalista del país, aventajando al exalcalde conservador de Medellín Federico Gutiérrez.Fue solo recientemente que Hernandez, postulándose con una plataforma populista y anticorrupción, empezó a subir en los sondeos.Gustavo Petro y Francia Márquez celebrando en Bogotá, la noche del domingo.Federico Rios para The New York TimesSi Petro al final gana en la próxima ronda de votaciones sería un momento histórico para una de las sociedades más políticamente conservadoras de América Latina, lo que pondría a Colombia en una senda nueva y desconocida.En su discurso luego de las elecciones, en un hotel cerca del centro de Bogotá, Petro estuvo acompañado por su candidata a la vicepresidencia y dijo que los resultados del domingo mostraban que el proyecto político del actual presidente y sus aliados “ha sido derrotado”.Luego, rápidamente emitió advertencias sobre Hernández y dijo que votar por él era una regresión peligrosa y desafió al electorado a arriesgarse en lo que calificó como un proyecto progresista, “un cambio de verdad”.Su ascenso refleja no solo un viraje a la izquierda en toda América Latina, sino un impulso contra los gobiernos de turno que ha cobrado fuerza a medida que la pandemia ha agravado la pobreza y la desigualdad, intensificando la sensación de que las economías de la región están construidas principalmente para servir a las élites.Ese resentimiento contra el establecimiento político parece haberle dado a Hernández un empujón en la segunda vuelta e indica el poder menguante del uribismo, un conservadurismo de línea dura que ha dominado la política colombiana en las últimas dos décadas y que se llama así por su fundador, el expresidente Álvaro Uribe.En las mesas de votación de todo el país el domingo, los seguidores de Petro mencionaron esa frustración y un renovado sentimiento de esperanza.“Es un momento histórico que está viviendo Colombia. No queremos más continuismo, no queremos más Uribismo”, dijo Chiro Castellanos, de 37 años, seguidor de Petro en Sincelejo, una ciudad cercana a la costa caribeña. “Siento que esto es un cambio, es un proyecto de país que no es solo Gustavo Petro”.Pero en muchos lugares también había temor de lo que ese cambio podría significar, así como llamados a un enfoque más moderado.“Realmente este país está vuelto nada”, comentó Myriam Matallana, de 55 años, simpatizante de Gutiérrez en Bogotá, la capital. Pero con Petro, dijo, “sería peor”.Rodolfo Hernández después de votar en Bucaramanga, Colombia, el domingoReutersPetro ha prometido transformar el sistema económico de Colombia, que dice que alimenta la desigualdad, con la expansión de programas sociales, un alto a la exploración petrolera y el cambio del enfoque del país hacia la industria y la agricultura nacional.Durante mucho tiempo, Colombia ha sido el aliado más fuerte de Estados Unidos en la región y un triunfo de Petro podría significar un enfrentamiento con Washington. El candidato pidió un reajuste de la relación, lo que incluye cambios en el enfoque de la guerra contra las drogas y una reevaluación de un acuerdo comercial bilateral.Las elecciones se producen en un momento en el que las encuestas muestran una creciente desconfianza en las instituciones del país, incluido el Congreso, los partidos políticos, el Ejército, la prensa y la Registraduría Nacional, un organismo electoral.También sucede en momentos en que la violencia va en aumento; a principios de este mes un grupo criminal emitió una orden de inamovilidad que paralizó a una parte considerable del país por al menos cuatro días.Antes de las elecciones existía la preocupación generalizada de que esos factores podrían afectar el proceso democrático.La elección se produce en un momento en que las encuestas muestran una creciente desconfianza en las instituciones del país.Federico Rios para The New York Times“Si nos quedamos en casa diciendo ‘todo el mundo es corrupto’, no vamos a lograr nada”, dijo María Gañan, de 27 años, que votó por Hernández en Bogotá. “Queremos cambiar la historia del país”.Hernández, quien era relativamente desconocido hasta hace unas pocas semanas, se presentó a los votantes como un candidato anticorrupción, y propuso recompensar a los ciudadanos por denunciar actos de corrupción y nombrar a colombianos que ya residen en el exterior en posiciones diplomáticas, lo que él dice que ahorrará en gastos de viaje y otros costos, además de prohibir festejos innecesarios en las embajadas.“Hoy perdió el país de la politiquería y la corrupción”, dijo Hernández en una nota que publicó en Facebook para sus seguidores, tras los resultados del domingo.“Hoy perdieron las gavillas que creerían que serían gobierno eternamente”, añadió.Pero algunas de las propuestas de Hernández han sido criticadas como antidemocráticas.En específico, ha propuesto declarar un estado de emergencia por 90 días y suspender todas las funciones judiciales y administrativas para combatir la corrupción, generando temores de que pueda clausurar el congreso o suspender a los alcaldes.Votación en el norte del Cauca, en ColombiaFederico Rios para The New York TimesMuchos votantes están hartos del aumento de precios, el alto desempleo, el alza en los costos de la educación, la violencia y los sondeos muestran que una clara mayoría de colombianos tienen una opinión desfavorable del actual gobierno conservador.Otros candidatos que impulsaron cambios han sido asesinados durante las campañas electorales en Colombia. Petro y su compañera de fórmula, Francia Márquez, han recibido amenazas de muerte, lo que ocasionó que se reforzara su seguridad con guardaespaldas y escudos antibalas.Sin embargo, la elección también se caracterizó por la ampliación del espectro político.En cuestión de meses, Márquez, una activista ambiental que, de triunfar se convertiría en la primera vicepresidenta negra del país, se transformó en un fenómeno nacional, y brindó a las elecciones un enfoque de género, raza y conciencia de clase que pocos candidatos han logrado invocar en la historia del país.Su popularidad ha sido considerada como el reflejo del profundo deseo de muchos votantes —negros, indígenas, pobres, campesinos— de verse representados en los cargos más altos del poder.El domingo, Márquez podría haber votado en la capital del país. Pero decidió viajar al departamento suroccidental del Cauca, donde se crió.Francia Márquez, la candidata a vicepresidente de la izquierda, voto en su pueblo natal de Suárez, al norte de Cauca, en Colombia, diciendo que representaba a “los históricamente excluidos”.Federico Rios for The New York Times“Hoy están partiendo la historia de este país en dos”, dijo poco después de depositar su voto. “Hoy una de los nadies y las nadies, de los históricamente excluidos, se pone de pie para ocupar la política”.Sofía Villamil More

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    In Colombia, a Leftist and a Right-Wing Populist Head for June Runoff

    The results in the first round of voting delivered a stunning blow to Colombia’s dominant conservative political class.BOGOTÁ, Colombia — Two anti-establishment candidates, Gustavo Petro, a leftist, and Rodolfo Hernández, a right-wing populist, captured the top two spots in Colombia’s presidential election on Sunday, delivering a stunning blow to Colombia’s dominant conservative political class.The two men will compete in a runoff election on June 19 that is shaping up to be one of the most consequential in the country’s history. At stake is the country’s economic model, its democratic integrity and the livelihoods of millions of people pushed into poverty during the pandemic.With more than 99 percent of the ballots counted on Sunday evening, Mr. Petro received more than 40 percent of the vote, while Mr. Hernández received just over 28 percent. Mr. Hernández beat by more than four percentage points the conservative establishment candidate, Federico Gutiérrez, who had been polling in second place.Mr. Hernández’s unexpected second-place victory shows a nation hungry to elect anyone who is not represented by the country’s mainstream conservative leaders. The Petro-Hernández face-off, said Daniel García-Peña, a Colombian political scientist, pits “change against change.”For months, polls have shown Mr. Petro, who is proposing an overhaul of the country’s capitalist economic model, leading against a conservative former mayor, Federico Gutiérrez.It was only recently that Mr. Hernández, running on a populist, anti-corruption platform, had begun rising in the polls.Gustavo Petro and Francia Márquez celebrating in Bogotá on Sunday night. Federico Rios for The New York TimesIf Mr. Petro ultimately wins in the next round of voting, it would mark a watershed moment for one of the most politically conservative societies in Latin America, and it would set Colombia on an uncharted path.In his postelection speech at a hotel near the center of Bogotá, Mr. Petro stood beside his vice-presidential pick and said Sunday’s results showed that the political project of the current president and his allies “has been defeated.”He then quickly issued warnings about Mr. Hernández, painting a vote for him as a dangerous regression, and daring the electorate to take a chance on what he called a progressive project, “a true change.”Mr. Petro’s rise reflects not just a leftist shift across Latin America, but also an anti-incumbent fervor that has gained strength as the pandemic has deepened poverty and inequality, intensifying feelings that the region’s economies are built mostly to serve the elite.That same anti-incumbent sentiment appeared to give Mr. Hernández a late lift into the runoff, and pointed to the waning power of Uribismo, a hard-line conservatism that has dominated politics in Colombia for the last two decades, named for its founder, former president Álvaro Uribe.At polling stations around the country on Sunday, supporters of Mr. Petro spoke to that frustration, and to a renewed sense of hope.“This is a historic moment for Colombia, we don’t want more continuity,” said Chiro Castellanos, 37, a Petro supporter in Sincelejo, a city near the Caribbean coast. “This marks a change, it’s a countrywide project that is not just about Gustavo Petro.”But in many places there was also fear of what that change might look like, and calls for a more moderate approach.“This country is in trouble,” said Myriam Matallana, 55, a supporter of Mr. Gutiérrez, in Bogotá, the capital. But with Mr. Petro, “it would be worse.”Rodolfo Hernández after voting in Bucaramanga, Colombia, on Sunday.ReutersMr. Petro has vowed to transform Colombia’s economic system, which he says fuels inequality, by expanding social programs, halting oil exploration and shifting the country’s focus to domestic agriculture and industry.Colombia has long been the United States’ strongest ally in the region, and a win for Mr. Petro could set up a clash with Washington. The candidate has called for a reset of the bilateral relationship, including changes to the approach to the drug war and a re-examination of a trade agreement.The election comes as surveys show growing distrust in most of the country’s institutions, including congress, political parties, the police, the military, the press and the national registrar, a key electoral body.It also comes amid rising violence that included a stay-at-home order issued by a criminal group earlier this month that paralyzed a sizable part of the nation for at least four days.Ahead of the election, there was widespread concern that these factors would stifle the democratic process.The election comes as surveys show growing distrust in most of the country’s institutions, including congress, political parties, the police, the military, the press and the national registrar, a key electoral body.Federico Rios for The New York Times“If we stay at home and say, ‘Everyone is corrupt,’ we’re not going to accomplish anything,” said María Gañan, 27, who voted for Mr. Hernández in Bogotá. “We want to change the history of the country.”Mr. Hernández, who was relatively unknown before until just a few weeks ago, branded himself as an anti-corruption candidate, and has proposed rewarding citizens for reporting corruption, appointing Colombians already living abroad to diplomatic positions, which he says will yield savings on travel and other expenses, and banning unnecessary parties at embassies.“Today the country of politicking and corruption lost,” Mr. Hernández wrote in a Facebook message to his supporters following Sunday’s results.“Today, the gangs who thought that they could govern forever have lost,” he added.But some of Mr. Hernández’s proposals have been criticized as undemocratic.Specifically, he’s proposed declaring a state of emergency for 90 days and suspending all judicial and administrative functions in order to address corruption, leading to fears that he could shut down Congress or suspend mayors.Election Day in Suarez, north of Cauca, in Colombia.Federico Rios for The New York TimesMany voters are fed up with rising prices, high unemployment, low wages, rising education costs and surging violence, and polls show that a clear majority of Colombians have an unfavorable view of current conservative administration.Candidates pushing change have been killed on the campaign trail in Colombia before. Mr. Petro and his running mate, Francia Márquez, have both received death threats, prompting increased security, including bodyguards holding riot shields.Yet the election was also marked by a broadening of the political tent.In a matter of months, Ms. Márquez, an environmental activist who would be the country’s first Black vice president if she won, has morphed into a national phenomenon, infusing the election with a gender, race and class-conscious focus like few other candidates in the country’s history.Her popularity has been viewed overwhelmingly as a reflection of a deep desire by many voters — Black, Indigenous, poor, rural — to see themselves in the highest halls of power.On Sunday, she could have voted in the capital. Instead, she chose to travel to the southwestern department of Cauca, where she grew up.Francia Márquez, the left’s vice-presidential candidate, voting in her hometown Suarez, North of Cauca, in Colombia. Federico Rios for The New York Times“Today we are splitting the country’s history in two,” she said on Sunday, shortly after casting her ballot. “Today, one of the nobodies, the historically excluded, is standing up to occupy a place in politics.”Reporting was contributed by Sofía Villamil, Megan Janetsky and Genevieve Glatsky in Bogotá, and by Federico Rios in Suarez, Cauca. More

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    Turning Pregnant Women and Doctors Into Criminals

    More from our inbox:A Piercing Inquiry Into the History of Haiti’s PlightA Self-Fulfilling Election Prophecy? Ben HickeyTo the Editor:In “Punishing Women Who Have Abortions” (Opinion, Sunday Review, May 15), Jane Coaston mentions the possibility being discussed in some anti-abortion circles of charging those who have abortions with homicide. There is another way some in the anti-abortion camp speak of punishing women who seek abortions, in this case very ill women — letting them die.This is not a majority position in the anti-abortion movement, but it is not a new idea. In 1984, Paul Weyrich, an influential conservative activist, stated, in explaining his opposition to exceptions to abortion bans in cases of threats to a woman’s life: “I believe that if you have to choose between new life and existing life, you should choose new life. The person who has had an opportunity to live at least has been given that gift by God and should make way for new life on earth.”In the likely event that the Supreme Court overturns Roe v. Wade and about half the states ban abortion, it is in the realm of possibility that extremist politicians in some of these states will be successful in blocking any exceptions whatsoever. Doctors in those states will be placed in a horrible position, facing years of jail time if they abort the fetus, and women will die needlessly.Carole JoffeSan FranciscoThe writer is a professor of obstetrics, gynecology and reproductive sciences at the University of California, San Francisco.To the Editor:An important problem in criminalizing abortion is frequently overlooked: policing it.New York County abortion trial transcripts in the John Jay College of Criminal Justice archives (1883-1927) show that because illegal abortions invariably took place in private locations — usually the home of the doctor or midwife who performed the abortion — the authorities had to rely on unsavory detection methods.These included threatening the hospitalized victims of botched abortions with arrest unless they named and testified against their abortion providers; making deals for leniency with pregnant women arrested for unrelated crimes if they agreed to help entrap a suspected abortion provider; and setting up elaborate sting operations with women employed by the police.Even with the more sophisticated surveillance methods available today, law enforcement personnel will often be obliged to rely on entrapment to prosecute abortion providers in states where abortion is illegal. The surprising number of acquittals in the historic abortion cases I have studied suggest that entrapment can be distasteful to jurors. Entrapment methods may also have a demoralizing, demeaning and potentially corrupting effect on the police.Elisabeth GitterNew YorkThe writer is emerita professor of English and interdisciplinary studies at John Jay College of Criminal Justice.To the Editor:I’d like to see an article about “How Will We Punish Men Who Don’t Support Women Who Have the Pregnancies.” We are still focused on the women, but now we have the technologies to identify the fathers and expect them to fully support the children they conceive. Would this change the dynamics of pregnancy, abortions and support? You bet it would.Janice WoychikChapel Hill, N.C.A Piercing Inquiry Into the History of Haiti’s PlightAn illustration depicting plantations burning in 1791, during the Haitian Revolution.Universal Images Group, via Getty ImagesTo the Editor:Your comprehensive May 22 special section on Haiti, “The Ransom,” was eye-opening. It showed that debt is a tool of the rich comparable to slavery — and has been throughout history.But the special section, sadly, also shows the limits of talking about reparations as justice. Even if the French government paid Haiti back all that it took, with interest, the resulting payment would scarcely account for the lost opportunities and social dislocations caused by its aggression.Andrew OramArlington, Mass.To the Editor:When I arrived in Haiti for the first time, in 1996, I had already been in a number of poverty-stricken countries in this hemisphere. There were similarities, of course, but the depth and pervasiveness of impoverishment and the unreliability or absence of the most basic physical and governmental infrastructure were on a scale I had not previously encountered.It was not surprising that Haitians felt that they had little control over their lives — lives spent in surviving day to day.How did it come to this? Your series “The Ransom” provides well-researched, convincing answers to that question.George Santayana warned that “those who cannot remember the past are condemned to repeat it.” We cannot heed that warning if that past is not known to begin with. Now that the reality of that Haitian history is more widely known, will it continue to be repeated?John CosgroveLumberton, N.J.The writer is professor emeritus in the Graduate School of Social Service at Fordham University.A Self-Fulfilling Election Prophecy?To the Editor:Current reporting from many Democratic and Republican pundits presumes that Republicans will take over the House and the Senate in the November elections. No doubt they base this prediction on polling and the historical results of midterm elections. Perhaps they are right, but perhaps not.While such a prediction serves the Republicans well, for the Democrats, it’s toxic. An attitude of “it’s all over but the voting” has the potential to discourage Democrats from bothering to vote, turning that presumption into a self-fulfilling prophecy.Mary-Lou WeismanWestport, Conn. More