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    En Latinoamérica, la izquierda asciende

    Los candidatos con plataformas izquierdistas han logrado victorias en una región con dificultades económicas y una desigualdad que va en aumento.RÍO DE JANEIRO — En las últimas semanas de 2021, Chile y Honduras votaron con determinación por presidentes de izquierda para reemplazar a líderes de derecha, con lo que se extendió un cambio significativo que lleva varios años ocurriendo en toda América Latina.Este año, los políticos de izquierda son los favoritos para ganar las elecciones presidenciales en Colombia y Brasil, sustituyendo a los presidentes en funciones de derecha, lo que pondría a la izquierda y a la centroizquierda en el poder en las seis economías más grandes de una región que se extiende desde Tijuana hasta Tierra del Fuego.El sufrimiento económico, el aumento de la desigualdad, el ferviente descontento con los gobernantes y la mala gestión de la pandemia de COVID-19 han impulsado un movimiento pendular que se distancia de los líderes de centroderecha y de derecha que dominaban hace unos años.La izquierda ha prometido una distribución más equitativa de la riqueza, mejores servicios públicos y redes de seguridad social ampliadas. Pero los nuevos líderes de la región se enfrentan a graves limitaciones económicas y a una oposición legislativa que podría restringir sus ambiciones, así como a unos votantes intranquilos que se han mostrado dispuestos a castigar a quien no cumpla lo prometido.Los avances de la izquierda podrían impulsar a China y socavar a Estados Unidos mientras compiten por la influencia regional, dicen los analistas, al presentarse una nueva cosecha de líderes latinoamericanos desesperados por lograr el desarrollo económico y con más apertura hacia la estrategia global de Pekín de ofrecer préstamos e inversiones en infraestructuras. El cambio también podría dificultar que Estados Unidos siga aislando a los regímenes autoritarios de izquierda en Venezuela, Nicaragua y Cuba.Con el aumento de la inflación y el estancamiento de las economías, los nuevos líderes de América Latina tendrán dificultades para lograr un cambio real en los problemas profundos, dijo Pedro Mendes Loureiro, profesor de estudios latinoamericanos en la Universidad de Cambridge. Hasta cierto punto, dijo, los votantes están “eligiendo a la izquierda simplemente porque en este momento es la oposición”.Los niveles de pobreza se encuentran en el nivel más alto de los últimos 20 años en una región en la que un efímero auge de las materias primas permitió a millones de personas ascender a la clase media tras el cambio de siglo. Varios países se enfrentan ahora a un desempleo de dos dígitos, y más del 50 por ciento de los trabajadores de la región están empleados en el sector informal.Los escándalos de corrupción, el deterioro de la infraestructura y la ausencia crónica de fondos en los sistemas de salud y educación han erosionado la confianza en el gobierno y las instituciones públicas.Personas sin hogar en fila para recibir el almuerzo de los voluntarios en São Paulo en agosto. “El tema ahora es la frustración, el sistema de clases, la estratificación”, dijo un analista.Mauricio Lima para The New York TimesA diferencia de lo que ocurrió a principios de la década de 2000, cuando los izquierdistas ganaron presidencias decisivas en América Latina, los nuevos gobernantes tienen que hacer frente a la deuda, a presupuestos magros, a escaso acceso al crédito y, en muchos casos, a una oposición vociferante.Eric Hershberg, director del Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la American University, dijo que la racha ganadora de la izquierda nace de un sentimiento generalizado de indignación.“En realidad se trata de los sectores de la clase media baja y de la clase trabajadora que dicen: ‘treinta años de democracia y todavía tenemos que ir en un autobús decrépito durante dos horas para llegar a un centro de salud malo’”, dijo Hershberg. Citó la frustración, la ira y “una sensación generalizada de que las élites se han enriquecido, han sido corruptas, no han actuado en favor del interés público”.La COVID-19 asoló América Latina y devastó economías que ya eran precarias, pero la inclinación política de la región comenzó antes de la pandemia.Luiz Inácio Lula da Silva, exlíder de izquierda de Brasil, tiene una ventaja considerable sobre Bolsonaro en un cara a cara, según una encuesta reciente.Mauro Pimentel/Agence France-Presse — Getty ImagesEl primer hito fue la elección en México de Andrés Manuel López Obrador, que ganó la presidencia con un resultado arrollador en julio de 2018. Durante su discurso de la noche electoral, declaró: “El Estado dejará de ser un comité al servicio de una minoría y representará a todos los mexicanos, a ricos y pobres”.Al año siguiente, los votantes de Panamá y Guatemala eligieron gobiernos de centroizquierda, y el movimiento peronista de izquierda de Argentina tuvo un sorprendente regreso a pesar del legado de corrupción y mala gestión económica de sus líderes. Con la promesa de “construir la Argentina que nos merecemos”, Alberto Fernández, profesor universitario, celebró su triunfo frente a un presidente conservador que buscaba la reelección.En 2020, Luis Arce se impuso a sus rivales conservadores para convertirse en presidente de Bolivia. Se comprometió a ampliar el legado del exlíder Evo Morales, un socialista cuya destitución el año anterior dejó brevemente a la nación en manos de una presidenta de derecha.En abril del año pasado, Pedro Castillo, un maestro de escuela de provincia, sorprendió a la clase política peruana al derrotar por un estrecho margen a la candidata derechista a la presidencia, Keiko Fujimori. Castillo, un recién llegado a la política, arremetió contra las élites y presentó la historia de su vida —un educador que trabajó en una escuela rural sin agua corriente ni sistema de alcantarillado— como una encarnación de los defectos de la clase gobernante.En Honduras, Xiomara Castro, una candidata de plataforma socialista que propuso el establecimiento de un sistema de renta básica universal para las familias pobres, venció con facilidad en noviembre a un rival conservador para convertirse en presidenta electa.Xiomara Castro, que ganó las elecciones en Honduras, ha propuesto un sistema de renta básica universal para las familias pobres.Daniele Volpe para The New York TimesLa victoria más reciente de la izquierda se produjo el mes pasado en Chile, donde Gabriel Boric, un antiguo activista estudiantil de 35 años, venció a un rival de extrema derecha con la promesa de aumentar los impuestos a los ricos para ofrecer pensiones más generosas y ampliar enormemente los servicios sociales.La tendencia no ha sido universal. En los últimos tres años, los votantes de El Salvador, Uruguay y Ecuador han desplazado a sus gobiernos hacia la derecha. Y en México y Argentina, el año pasado, los partidos de centroizquierda perdieron terreno en las elecciones legislativas, socavando a sus presidentes.Pero en general, Evan Ellis, profesor de estudios latinoamericanos en el Colegio de Guerra del Ejército de Estados Unidos, dijo no recordar una América Latina “tan dominada por una combinación de izquierdistas y líderes populistas antiestadounidenses”.“En toda la región, los gobiernos de izquierda estarán particularmente dispuestos a trabajar con los chinos en contratos de gobierno a gobierno”, dijo, y posiblemente “con respecto a la colaboración en materia de seguridad, así como a la colaboración tecnológica”.Jennifer Pribble, profesora de ciencias políticas de la Universidad de Richmond que estudia América Latina, dijo que el brutal número de víctimas de la pandemia en la región hizo que las iniciativas de izquierda, como las transferencias de efectivo y la atención universal a la salud, fueran cada vez más populares.“Los votantes latinoamericanos tienen ahora un sentido más agudo de lo que el Estado puede hacer y de la importancia de que el Estado participe en un esfuerzo redistributivo y en la prestación de servicios públicos”, dijo. “Eso condiciona estas elecciones, y está claro que la izquierda puede hablar más directamente de eso que la derecha”.Gabriel Boric, quien fuera activista estudiantil, ha prometido una amplia expansión de los servicios sociales en Chile.Marcelo Hernandez/Getty ImagesEn Colombia, donde las elecciones presidenciales se celebrarán en mayo, Gustavo Petro, exalcalde izquierdista de Bogotá que perteneció a un grupo guerrillero urbano, ha mantenido una ventaja constante en las encuestas.Sergio Guzmán, director de la consultora Colombia Risk Analysis, dijo que las aspiraciones presidenciales de Petro se hicieron viables después de que la mayoría de los combatientes de las FARC, un grupo guerrillero marxista, dejaron las armas como parte de un acuerdo de paz alcanzado en 2016. El conflicto había dominado durante mucho tiempo la política colombiana, pero ya no.“El tema ahora es la frustración, el sistema de clases, la estratificación, los que tienen y los que no tienen”.Justo antes de Navidad, Sonia Sierra, de 50 años, se encontraba fuera de la pequeña cafetería que regenta en el principal parque urbano de Bogotá. Sus ingresos se habían desplomado, dijo, primero en medio de la pandemia y luego cuando una comunidad desplazada por la violencia se trasladó al parque.Sierra dijo que estaba muy endeudada después de que su marido fuera hospitalizado con covid. Las finanzas son tan ajustadas que hace poco despidió a su única empleada, una joven venezolana que solo ganaba 7,50 dólares al día.“Tanto trabajar y no tengo nada”, dijo Sierra, cantando un verso de una canción popular en la época navideña en Colombia. “No estoy llorando, pero sí, me da sentimiento”.En Recife, Brasil, se complementan los ingresos recogiendo mariscos.Mauricio Lima para The New York TimesEn el vecino Brasil, el aumento de la pobreza, la inflación y una respuesta fallida a la pandemia han convertido al presidente Jair Bolsonaro, el titular de extrema derecha, en un candidato débil de cara a la votación programada para octubre.El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, un izquierdista que gobernó Brasil de 2003 a 2010, una época de notable prosperidad, ha conseguido una ventaja de 30 puntos porcentuales sobre Bolsonaro en un cara a cara, según una encuesta reciente.Maurício Pimenta da Silva, de 31 años, subgerente de una tienda de suministros agrícolas en la región de São Lourenço, en el estado de Río de Janeiro, dijo que se arrepentía de haber votado por Bolsonaro en 2018 y que ahora tiene la intención de apoyar a Da Silva.“Pensé que Bolsonaro mejoraría nuestra vida en algunos aspectos, pero no lo hizo”, dijo Da Silva, un padre de cuatro hijos que no tiene relación con el expresidente. “Todo es tan caro en los supermercados, especialmente la carne”, agregó, lo que lo llevó a tomar un segundo empleo.Con los votantes enfrentados a tanta agitación, los candidatos moderados están ganando poca influencia, lamentó Simone Tebet, una senadora de centroderecha en Brasil que planea presentarse a la presidencia este año.“Si miramos a Brasil y a América Latina, estamos viviendo un ciclo de extremos relativamente aterrador”, dijo. “El radicalismo y el populismo se han impuesto”.Ernesto Londoño More

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    Leftists Are Ascendant in Latin America as Key Elections Loom

    Growing inequality and sputtering economies have helped fuel a wave of leftist victories that may soon extend to Brazil and Colombia.RIO DE JANEIRO — In the final weeks of 2021, Chile and Honduras voted decisively for leftist presidents to replace leaders on the right, extending a significant, multiyear shift across Latin America.This year, leftist politicians are the favorites to win presidential elections in Colombia and Brazil, taking over from right-wing incumbents, which would put the left and center-left in power in the six largest economies in the region, stretching from Tijuana to Tierra del Fuego.Economic suffering, widening inequality, fervent anti-incumbent sentiment and mismanagement of Covid-19 have all fueled a pendulum swing away from the center-right and right-wing leaders who were dominant a few years ago.The left has promised more equitable distribution of wealth, better public services and vastly expanded social safety nets. But the region’s new leaders face serious economic constraints and legislative opposition that could restrict their ambitions, and restive voters who have been willing to punish whoever fails to deliver.The left’s gains could buoy China and undermine the United States as they compete for regional influence, analysts say, with a new crop of Latin American leaders who are desperate for economic development and more open to Beijing’s global strategy of offering loans and infrastructure investment. The change could also make it harder for the United States to continue isolating authoritarian leftist regimes in Venezuela, Nicaragua and Cuba.With rising inflation and stagnant economies, Latin America’s new leaders will find it hard to deliver real change on profound problems, said Pedro Mendes Loureiro, a professor of Latin American studies at the University of Cambridge. To some extent, he said, voters are “electing the left simply because it is the opposition at the moment.”Poverty is at a 20-year high in a region where a short-lived commodities boom had enabled millions to ascend into the middle class after the turn of the century. Several nations now face double-digit unemployment, and more than 50 percent of workers in the region are employed in the informal sector.Corruption scandals, dilapidated infrastructure and chronically underfunded health and education systems have eroded faith in leaders and public institutions.Homeless people lining up to receive lunch from volunteers in São Paulo in August. “The issue now is the frustration, the class system, the stratification,” one analyst said.Mauricio Lima for The New York TimesUnlike the early 2000s, when leftists won critical presidencies in Latin America, the new officeholders are saddled by debt, lean budgets, scant access to credit and in many cases, vociferous opposition.Eric Hershberg, the director of the Center for Latin American and Latino Studies at American University, said the left’s winning streak is born out of widespread indignation.“This is really about lower-middle-class and working-class sectors saying, ‘Thirty years into democracy, and we still have to ride a decrepit bus for two hours to get to a bad health clinic,’” Mr. Hershberg said. He cited frustration, anger and “a generalized sense that elites have enriched themselves, been corrupt, have not been operating in the public interest.”Covid has ravaged Latin America and devastated economies that were already precarious, but the region’s political tilt started before the pandemic.Luiz Inácio Lula da Silva, Brazil’s leftist ex-leader, has a sizable advantage over Mr. Bolsonaro in a head-to-head matchup, according to a recent poll.Mauro Pimentel/Agence France-Presse — Getty ImagesThe first milestone was the election in Mexico of Andrés Manuel López Obrador, who won the presidency by a landslide in July 2018. He declared during his election night address: “The state will cease being a committee at the service of a minority and it will represent all Mexicans, poor and rich.”The next year, voters in Panama and Guatemala elected left-of-center governments, and Argentina’s Peronist movement made a stunning comeback despite its leaders’ legacy of corruption and economic mismanagement. President Alberto Fernández, a university professor, celebrated his triumph over a conservative incumbent by promising “to build the Argentina we deserve.”In 2020, Luis Arce trounced conservative rivals to become president of Bolivia. He vowed to build on the legacy of the former leader Evo Morales, a socialist whose ouster the year before had briefly left the nation in the hands of a right-wing president.Last April, Pedro Castillo, a provincial schoolteacher, shocked Peru’s political establishment by narrowly defeating the right-wing candidate Keiko Fujimori for the presidency. Mr. Castillo, a political newcomer, railed against elites and presented his life story — an educator who worked in a rural school without running water or a sewage system — as an embodiment of their failings.In Honduras, Xiomara Castro, a socialist who proposed a system of universal basic income for poor families, handily beat a conservative rival in November to become president-elect.Xiomara Castro, who won election in Honduras, has proposed a system of universal basic income for poor families.Daniele Volpe for The New York TimesThe most recent win for the left came last month in Chile, where Gabriel Boric, a 35-year-old former student activist, beat a far-right rival by promising to raise taxes on the rich in order to offer more generous pensions and vastly expand social services.The trend has not been universal. In the past three years, voters in El Salvador, Uruguay and Ecuador have moved their governments rightward. And in Mexico and Argentina last year, left-of-center parties lost ground in legislative elections, undercutting their presidents.But on the whole, Evan Ellis, a professor of Latin American studies at the U.S. Army War College, said that in his memory there had never been a Latin America “as dominated by a combination of leftists and anti-U. S. populist leaders.”“Across the region, leftist governments will be particularly willing to work with the Chinese on government-to-government contracts,” he said, and possibly “with respect to security collaboration as well as technology collaboration.”Jennifer Pribble, a political science professor at the University of Richmond who studies Latin America, said the brutal toll of the pandemic in the region made leftist initiatives such as cash transfers and universal health care increasingly popular.“Latin American voters now have a keener sense of what the state can do and of the importance of the state engaging in a redistributive effort and in providing public services,” she said. “That shapes these elections, and clearly the left can speak more directly to that than the right.”Gabriel Boric, a former student activist, has promised a vast expansion of social services in Chile. Marcelo Hernandez/Getty ImagesIn Colombia, where a presidential election is set for May, Gustavo Petro, a leftist former mayor of Bogotá who once belonged to an urban guerrilla group, has held a consistent lead in polls.Sergio Guzmán, the director of Colombia Risk Analysis, a consulting firm, said Mr. Petro’s presidential aspirations became viable after most fighters from the FARC, a Marxist guerrilla group, laid down their weapons as part of a peace deal struck in 2016. The conflict long dominated Colombian politics, but no more.“The issue now is the frustration, the class system, the stratification, the haves and have-nots,” he said.Just before Christmas, Sonia Sierra, 50, stood outside the small coffee shop she runs in Bogotá’s main urban park. Her earnings had plummeted, she said, first amid the pandemic, and then when a community displaced by violence moved into the park.Ms. Sierra said she was deep in debt after her husband was hospitalized with Covid. Finances are so tight, she recently let go her only employee, a young woman from Venezuela who earned just $7.50 a day.“So much work and nothing to show for it,” Ms. Sierra she said, singing a verse from a song popular at Christmastime in Colombia. “I’m not crying, but yes, it hurts.”In Recife, Brazil, supplementing income by harvesting shellfish.Mauricio Lima for The New York TimesIn neighboring Brazil, rising poverty, inflation and a bungled response to the pandemic have made President Jair Bolsonaro, the far-right incumbent, an underdog in the vote set for October.Former President Luiz Inácio Lula da Silva, a leftist firebrand who governed Brazil from 2003 to 2010, an era of remarkable prosperity, has built a 30 percentage point advantage over Mr. Bolsonaro in a head-to-head matchup, according to a recent poll.Maurício Pimenta da Silva, 31, an assistant manager at a farming supplies store in the São Lourenço region of Rio de Janeiro state, said that he regretted voting for Mr. Bolsonaro in 2018, and that he intended to support Mr. da Silva.“I thought Bolsonaro would improve our life in some aspects, but he didn’t,” said Mr. Pimenta, a father of four who is no relation to the former president. “Everything is so expensive in the supermarkets, especially meat,” he added, prompting him to take a second job.With voters facing so much upheaval, moderate candidates are gaining little traction, lamented Simone Tebet, a center-right senator in Brazil who plans to run for president.“If you look at Brazil and Latin America, we are living in a relatively frightening cycle of extremes,” she said. “Radicalism and populism have taken over.”Ernesto Londoño and Flávia Milhorance reported from Rio de Janeiro. Julie Turkewitz reported from Bogotá. More

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    Xiomara Castro Edges Closer to Honduran Presidency as Opponent Concedes

    The outcome appeared to be a repudiation of the National Party’s 12-year rule, marked by corruption and the dismantling of democratic institutions.TEGUCIGALPA, Honduras — Fears that another bitterly disputed presidential election might plunge Honduras back into chaos and violence eased on Tuesday night when the governing party conceded defeat to the opposition candidate.With that, it appeared that Honduras may not only enjoy a peaceful transition, but will also have its first female president, the leftist Xiomara Castro.Nasry Asfura, the presidential candidate of the governing National Party, said in a statement that he had personally congratulated Ms. Castro, meeting with her and her family.“Now I want to say it publicly: that I congratulate her for her victory,” said Mr. Asfura, the conservative mayor of Tegucigalpa. “And as president-elect, I hope that God illuminates and guides her so that her administration does the best for the benefit of all of us Hondurans, to achieve development and the desire for democracy.”Ms. Castro had 53 percent of the vote and Mr. Asfura 34 percent, with 52 percent of the ballots counted, according to the National Electoral Council. The council has 30 days from the election to declare a winner.Even before the concession, Castro supporters had been celebrating.Thousands of Hondurans poured into the streets the day after the vote on Sunday to cheer what they believed was Ms. Castro’s insurmountable lead, shooting fireworks and singing “J.O.H., J.O.H., and away you go,” a reference to the deeply unpopular departing President Juan Orlando Hernández.The outcome appeared to be a stunning repudiation of the National Party’s 12-year rule, which was shaped by pervasive corruption, dismantling of democratic institutions and accusations of links with drug cartels.Many voiced hopes that Ms. Castro, 62, would be able to cure the chronic ills that have mired the country in poverty and desperation for decades — widespread graft, violence, organized crime and mass migration.Ms. Castro in some ways represents a break with Honduras’s traditional politics. Her commanding lead, in what has been a largely peaceful election, also appeared to present a democratic reprieve from a wave of authoritarianism sweeping Central America.Yet Ms. Castro is also deeply tied to Honduras’ political establishment. Her husband is Manuel Zelaya, a leftist former president deposed in a 2009 coup.And Ms. Castro’s ability to meet campaign promises is likely to be severely challenged by opposition from the more conservative sectors in Congress and within her own political coalition. More

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    Xiomara Castro lidera en Honduras con una promesa de cambio a pesar de sus vínculos al pasado

    La candidata de izquierda, que consolida la ventaja en la contienda, ha prometido desterrar la corrupción del país pero su transformación podría estar limitada por sus lazos políticos y la oposición conservadora.CIUDAD DE MÉXICO— La candidata de oposición, Xiomara Castro, se acercó más a una sorprendente victoria presidencial el lunes. Ha prometido una nueva era de inclusión democrática en un país donde en años recientes la desesperación ha expulsado a cientos de miles hacia la frontera con Estados Unidos en busca de refugio.Castro, de 62 años, tenía 20 puntos porcentuales de ventaja por encima del candidato del Partido Nacional oficialista al contabilizarse el 51 por ciento de las actas de votación. Los resultados de los comicios del domingo parecen mostrar un repudio a 12 años de gobierno del Partido Nacional, caracterizado por la corrupción, el desmantelamiento de las instituciones democráticas y acusaciones de vínculos con los carteles del narcotráfico.Miles de hondureños salieron a las calles para celebrar lo que consideraban una ventaja irreversible de Castro. Encendieron fuegos artificiales y cantaron “JOH, JOH te vas”, en referencia a las iniciales del muy impopular mandatario saliente, Juan Orlando Hernández.Muchos expresaron la esperanza de que, de ganar, Castro lograría solucionar las dolencias crónicas que durante décadas han sumido al país en la pobreza y la desesperación: corrupción generalizada, violencia, crimen organizado y migración masiva.También temían que el Partido Nacional podría intentar un fraude electoral en los resultados que seguían sin contarse, dado que los líderes del partido pueden enfrentar cargos de corrupción o incluso de tráfico de drogas después de dejar el cargo.“Vamos a recuperar Honduras porque ahora estamos gobernados por delincuentes”, dijo Mariela Sandres, una estudiante que celebraba fuera de la sede de campaña de Castro la noche el domingo.El Partido Nacional se ha negado a conceder la derrota y asegura que, una vez que se cuenten todos los votos, obtendrá la victoria. Sin embargo, el presidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada, en una señal favorable para Castro, la felicitó por su aparente victoria y se ofreció a trabajar con ella en la reconstrucción de la economía del país.De cierto modo, Castro representa un quiebre en la política tradicional de Honduras. Su liderazgo imponente en lo que ha sido una elección sobre todo pacífica hasta el momento, también parecía un aplazamiento a la ola de autoritarismo que arrasa Centroamérica.Si los resultados actuales se confirman, será la primera presidenta mujer en un país profundamente conservador y la primera líder electa democráticamente con una plataforma socialista.Ha prometido reconstruir la debilitada democracia del país e integrar a todos los sectores de la sociedad hondureña para reformar un Estado que ha servido a los intereses de un pequeño grupo de élites desde la época colonial. En un discurso el domingo por la noche, Castro dijo a sus partidarios que comenzaría inmediatamente a conversar con aliados políticos y opositores para formar un gobierno de unidad nacional.“Nunca más se va a abusar del poder en este país”, dijo.Castro dijo que consideraría legalizar el aborto en casos limitados y que volvería a llamar a los investigadores internacionales anticorrupción que fueron expulsados por Hernández luego de que empezaron a indagar a su círculo cercano por sospechas de corrupción.No obstante, Castro también tiene profundos vínculos al sistema político de Honduras. Y su capacidad de cumplir sus promesas de campaña probablemente enfrentará el desafío de la oposición de los sectores más conservadores del Congreso y de su propia coalición política.Durante los mítines de campaña, Castro capitalizó el repudio generalizado hacia el gobierno de Hernández. Pero no ha sido específica sobre lo que su gobierno haría, más allá de llenar a Honduras de nuevos subsidios y rechazar las medidas más impopulares de la gestión actual.Durante el mitin de clausura de su campaña, en San Pedro Sula, la capital empresarial del país, le costó trabajo recordar cuáles eran esas medidas. “¿Cuál es esa otra ley?”, le preguntó a la multitud, mientras intentaba enlistar las políticas de Hernández que revocaría.La candidatura de Castro estuvo moldeada por su matrimonio con Manuel Zelaya, un terrateniente adinerado de Honduras y expresidente que fue depuesto por un golpe militar en 2009 luego de intentar emular las políticas de Hugo Chávez, quien entonces era presidente de Venezuela.Zelaya, quien sigue siendo un personaje polarizador en Honduras, es el fundador y líder del partido político de Castro y ha fungido como su jefe de campaña. De confirmarse su victoria, se espera que ocupe un papel protagónico en el gobierno liderado por Castro, quien desde el golpe estuvo viviendo en gran parte fuera de Honduras.La posibilidad de un gobierno liderado tras bambalinas por Zelaya podría generar tensiones con los partidarios más conservadores de Castro, quienes votaron por ella para sacar a Hernández pero están inquietos sobre la posibilidad de que Honduras renueve su alianza con Venezuela y Cuba.Las ambiciosas propuestas socialistas de Castro también podrían complicar las relaciones con Estados Unidos, país al que muchas personas en Honduras culpan por haber respaldado las controversiales elecciones que llevaron al Partido Nacional al poder después del golpe de Estado.En su plataforma electoral, Castro llamaba a crear una Asamblea Constituyente para reescribir la Constitución. El esfuerzo de Zelaya, mientras estuvo en la presidencia, de crear una nueva constitución fue una de las razones principales del golpe por parte de las élites conservadoras militares y empresariales, que temían que un gobierno de izquierda se consolidara en un país que se había aliado profundamente con Estados Unidos.Castro ha intentado sosegar los temores de las élites al cortejar a empresarios, incorporar a asesores tecnócratas a su equipo, aliarse con partidos de centroderecha y reunirse con diplomáticos estadounidenses.También ha reducido su agenda social progresista de manera significativa para frenar los ataques conservadores. Si bien al inicio apoyó exenciones a la prohibición del aborto y respaldó la educación sexual y de cuestiones raciales en las escuelas, recientemente dijo que estas decisiones deberían someterse al debate público y comenzó a enfatizar su crianza católica.Las promesas de Castro de reducir la desigualdad y disminuir el costo de vida no serán sencillas de cumplir debido a la pesada carga de la deuda que deja el gobierno de Hernández. Y sus planes para erradicar la corrupción podrían resultar comprometidos por las acusaciones de corrupción contra la familia de Zelaya y los vínculos personales del expresidente con las élites políticas desacreditadas.Las perspectivas de cambio en un gobierno de Castro dependerán en gran medida de la solidez de su coalición en la nueva legislatura. El consejo electoral aún no ha anunciado ningún resultado de las elecciones al Congreso.“Va a ser sumamente complicado gobernar sin la mayoría en el Congreso”, dijo Pedro Barquero, el jefe de campaña del Partido Salvador de Honduras, que se alió con Castro.Castro ha rechazado a través de su equipo de campaña varias solicitudes de entrevista antes y después de la votación.Por su parte, Zelaya dijo que quería reconstruir buenas relaciones con Estados Unidos, país al que calificó como un socio crucial de Honduras.“Hoy el mismo Estados Unidos entendió que sectores de su gobierno han llevado al país al abismo”, dijo Zelaya, refiriéndose a los años que siguieron al golpe de Estado. “Esperamos que la administración de Biden haya aprendido la lección y pueda trabajar con nosotros”.Sin embargo, Zelaya se negó a describir su postura actual sobre Venezuela, que se ha sumido en el colapso económico y en el autoritarismo después de su salida del poder. Lo único que dijo sobre la crisis venezolana es que “los pueblos tienen los gobiernos que merecen”.Anatoly Kurmanaev More

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    Xiomara Castro Vows New Era for Honduras but Is Tied to Past

    Xiomara Castro, headed toward becoming her country’s next president, promises to expunge its legacy of corruption, but change may be tempered by her establishment ties and conservative opposition.MEXICO CITY — The Honduras opposition candidate, Xiomara Castro, inched closer to an astounding presidential victory on Monday, promising a new era of democratic inclusion in a nation where despair has driven hundreds of thousands to the U.S. border seeking refuge in recent years.Ms. Castro, 62, held a 20 percentage point lead over the candidate of the incumbent National Party with 51 percent of the ballot boxes counted. The results of the Sunday vote appeared to show a stunning repudiation of the National Party’s 12-year rule, which was shaped by pervasive corruption, dismantling of democratic institutions and accusations of links with drug cartels.Thousands of Hondurans poured into the streets to celebrate what they believed was Ms. Castro’s insurmountable lead, shooting fireworks and singing “JOH, JOH, and away you go,” a reference to the initials of the deeply unpopular outgoing President Juan Orlando Hernández.Many voiced hopes that Ms. Castro, should she prevail, would be able to cure the chronic ills that have mired the country in poverty and desperation for decades — widespread graft, violence, organized crime and mass migration. They also remained wary of the National Party possibly trying to commit electoral fraud in the results that remained uncounted, given that the party’s leaders may face corruption or even drug trafficking charges after leaving office.“We will recover Honduras, because we are now governed by criminals,” said Mariela Sandres, a student, who celebrated outside Ms. Castro’s campaign headquarters on Sunday night.The National Party refused to concede defeat, asserting that it will win once all the votes are counted. But in a positive signal for Ms. Castro, the president of Honduras’s business chamber congratulated her on her apparent victory, offering to work with her on rebuilding the country’s economy.Supporters of Xiomara Castro in Tegucigalpa on Sunday.Moises Castillo/Associated PressMs. Castro in some ways represents a break with Honduras’s traditional politics. Her commanding lead, in what has been a largely peaceful election so far, also appeared to present a democratic reprieve from a wave of authoritarianism sweeping Central America.If the current returns stand, she will become the first female president in a deeply conservative nation, and its first leader to be democratically elected on a socialist platform.She has promised to rebuild the country’s weakened democracy and bring in all sectors of Honduran society to overhaul a state that has served the interests of a small group of elites since it was a Spanish colony centuries ago. In a speech on Sunday night, Ms. Castro told supporters that she would immediately begin talks with political allies and opponents alike to form a government of national unity.“Never again will the power be abused in this country,” she said.Ms. Castro said she would consider legalizing abortion in limited cases and would bring back international corruption investigators who were forced out by Mr. Hernández after they started examining suspected graft in his inner circle.Yet, Ms. Castro is also deeply tied to Honduras’ political establishment. And her ability to meet campaign promises is likely to be severely challenged by opposition from the more conservative sectors in congress and within her own political coalition.At her election rallies, Ms. Castro capitalized on Hondurans’ widespread repudiation of Mr. Hernández’s rule. But she has been vague about what her own government would do, beyond showering Hondurans with new subsidies and repealing the most unpopular measures of the current government.During the closing campaign rally in the business capital of San Pedro Sula, she struggled to remember what those measures were. “What’s that other law?” she asked the crowd, as she attempted to list Mr. Hernández’s policies that she would overturn.Ms. Castro’s candidacy has been shaped by her marriage to Mel Zelaya, a wealthy Honduran landowner and former president who was deposed in a military coup in 2009, after having tried to emulate the policies of Venezuela’s president at the time, Hugo Chávez.Mr. Zelaya, who remains a polarizing figure in Honduras, is the founder and the head of Ms. Castro’s political party and has served as her campaign manager. Should her victory be confirmed, he is widely expected to play a prominent role in the administration led by Ms. Castro, who had been living mostly outside Honduras since the coup.Hondurans vote during the general election in Tegucigalpa on Sunday.Fredy Rodriguez/ReutersThe prospect of a shadow government led by Mr. Zelaya could create tensions with Ms. Castro’s more conservative supporters, who voted for her to break with Mr. Hernández but are wary that Honduras could renew its alliance with Venezuela and Cuba.Ms. Castro’s ambitious socialist proposals could also complicate relations with the United States, which many in Honduras blame for supporting the controversial elections that brought the National Party to power after the coup.In her campaign program, Ms. Castro called for creation of a Constituent Assembly that would rewrite Honduras’s Constitution. Mr. Zelaya’s effort as president to draft a new constitution was a main reason for the coup from the conservative military and business elites, who feared a leftist power grab in a country that has been deeply allied with the United States.She has sought to assuage the elites’ fears by courting businessmen, bringing in technocratic advisers, allying herself to center-right parties and meeting with the United States diplomats. Ms. Castro has also significantly scaled back her progressive social agenda to dampen conservative attacks. After initially supporting abortion ban exemptions, as well as sex and race education in schools, she recently said these policies should be put to public debate, and began to emphasize her Catholic upbringing.Ms. Castro’s promises to reduce inequality and cut the cost of living will be complicated by the heavy debt burden left to her by Mr. Hernández’s outgoing government. And her plans to root out corruption could be compromised by accusations of graft made against the family of Mr. Zelaya, and the former president’s personal ties to discredited political elites.The prospects for change in Ms. Castro’s administration will depend heavily on her coalition’s strength in the new congress. The electoral council is yet to announce any results from congressional races.“It’s going to be highly difficult to govern without a majority in congress,” said Pedro Barquero, the campaign chief for the Savior of Honduras Party, which is allied to Ms. Castro.Through her campaign staff, Ms. Castro has declined multiple interview requests before and since the vote.For his part, Mr. Zelaya said he wanted to rebuild good relations with the United States, calling it Honduras’s vital partner.“I think the U.S. has understood that sectors of their government have brought the country to an abyss” following the coup, he said. “We hope the Biden administration has learned the lesson and are willing to work with us.”But Mr. Zelaya declined to describe his current position on Venezuela, which since he was deposed has slid into economic collapse and authoritarianism. All he has said regarding Venezuela’s crisis is that “the people have the governments that they deserve.” Supporters of the National Party, which has ruled Honduras for 12 years, before the presidential election on Sunday.Daniele Volpe for The New York TimesAnatoly Kurmanaev reported from Mexico City, and Joan Suazo from Tegucigalpa, Honduras. More

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    Elecciones en Honduras: las casillas cerrarán a las 5 p. m.

    La jornada electoral concluyó en Honduras y han empezado los conteos.La votación en las elecciones presidenciales de Honduras empezó a las 7 a. m. y termina oficialmente a las 5 p. m., aunque el consejo electoral ha llamado a no cerrar las urnas en las que aún queden personas esperando a emitir su voto. Elecciones en Honduras: sigue las actualizaciones en vivo aquíCada centro de votación tiene la decisión final sobre el momento de cierre. Se espera que el Consejo Nacional Electoral anuncie los resultados preliminares tres horas después del cierre de las casillas y que dé a conocer un estimado del resultado final. Es posible que los conteos finales demoren días en tabularse. Pero ese cronograma podría cambiar si es que se registran dificultades, como disturbios. En la mente de muchos hondureños están aún frescos los recuerdos de la violencia y las protestas políticas durante las elecciones de 2017 y existe un temor generalizado de disturbios y una mayor inestabilidad política después de las elecciones, particularmente en caso de que los primeros resultados sean muy ajustados. Muchos comercios han cerrado como precaución.Las encuestas han mostrado que la contienda se fue cerrando y ambos bandos están seguros de que triunfarán. El voto de 2017 también estuvo afectado por inconsistencias y los resultados siguen siendo muy ampliamente cuestionados.Desde aquella ocasión, el país llevó a cabo varias reformas electorales, pero los críticos dicen que los cambios han sido insuficientes. More

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    When Will We Know Results in the Presidential Election in Honduras?

    Polls began wrapping up around 5 p.m. with few reports of problems so far.Voting began at 7 a.m. and officially ended at 5 p.m., although the electoral council has urged polls to remain open if there are still people waiting to cast their ballot.Each voting center will make a final decision on when to close. The electoral council is set to announce the first results three hours after the polls close. The final results may take days to tabulate.That timeline is subject to change, however, if there are problems, like unrest.With memories of violence and political protests during the 2017 elections still fresh in the minds of many Hondurans, there is widespread fear of unrest and further political instability after the election, especially if the initial results are close. Many businesses are have shutting down as a precaution.Polls have shown the race growing increasingly tight, with both sides certain of victory. That makes it unlikely that either will concede early, further stoking fears of violence. The 2017 vote was also marred by inconsistencies, and the results remain widely questioned.The country has since enacted several electoral reforms, but critics say the changes have been insufficient. More

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    Elecciones presidenciales en Honduras: ¿qué está en juego?

    Los hondureños van a las urnas el domingo; la violencia política generalizada durante la campaña y los resultados cuestionados de 2017 ensombrecen el panorama.En las que podrían ser las elecciones más significativas del país en más de una década, los hondureños acudirán el domingo a votar para elegir un nuevo presidente. La contienda política ha sido manchada por la violencia y será seguida con mucha atención en Washington.Elecciones en Honduras: actualizaciones en vivo aquíLos candidatos ven la carrera como una forma de transformar el destino del país, en el que temas como los crímenes violentos y la pobreza obligan a una cantidad cada vez mayor de huir al norte.Pero los analistas políticos dicen que, dado que la corrupción parece incrustada en los más altos niveles del poder, las posibilidades de un cambio realmente transformador son muy pocas.Sin embargo, a pesar de sus muchas dificultades, una elección libre y justa en Honduras sería clave para Centroamérica y le ofrecería un remanso a una región que ha virado hacia el autoritarismo. Y el resultado podría tener consecuencias para la gestión de Joe Biden.Los sondeos muestran que la carrera será cerrada. Pero si la oposición triunfa, Honduras elegirá a su primera presidenta mujer.Aquí están las claves de la elección presidencial de Honduras.¿Qué está en juego para Honduras y para Estados Unidos?Personas cruzan la frontera entre México y Estados Unidos cerca de Del Río, Texas. El presidente Biden ha visto frustrados hasta ahora sus esfuerzos por controlar la migración desde Centroamérica y combatir la corrupción en la región.Verónica G. Cárdenas para The New York TimesDado que la pobreza y la violencia siguen azotando la vida cotidiana de la mayoría de hondureños, miles de los cuales se han ido a Estados Unidos, muchos en el país esperan desesperadamente un cambio.Después de casi ocho años de mandato del presidente Juan Orlando Hernández, cuya gestión ha sido afectada por denuncias de corrupción, los dos principales partidos prometen que cortarán por lo sano.Para la oposición, las elecciones del domingo son una oportunidad de recuperar el poder por primera vez desde 2009, cuando el presidente Manuel Zelaya fue depuesto por un golpe de Estado. La coalición izquierdista ha prometido detener el deterioro de las normas democráticas que ha sucedido en el mandato de Hernández.Para el gobernante Partido Nacional, las elecciones son una oportunidad para recuperar algo de legitimidad luego de años de gobernanza corrupta y de las irregularidades generalizadas de la última votación.Las elecciones podrían tener repercusiones de gran alcance en Washington, donde el presidente Biden hasta ahora ha visto obstaculizadas dos de sus prioridades de política exterior: controlar la migración procedente de Centroamérica y combatir la corrupción en la región.Una elección libre y justa podría crear un pequeño faro de esperanza democrática en la región, que vive bajo la sombra del autoritarismo en países como Nicaragua y El Salvador.¿Quiénes son los candidatos?La contienda del domingo enfrenta a un carismático alcalde de la capital, Tegucigalpa, con la esposa de un expresidente que aspira a convertirse en la primera mujer jefa de Estado del país.Gustavo Amador/EPA vía ShutterstockLa contienda del domingo enfrenta a un carismático alcalde de la capital, Tegucigalpa, con la esposa de un expresidente que compite para ser la primera jefa de Estado del país.Nasry Asfura, de 63 años, más popularmente conocido como Papi, es un ex empresario que ha gobernado Tegucigalpa desde 2014. También ha sido legislador por el Partido Nacional en el Congreso Nacional de Honduras.Bajo el lema “Papi es diferente”, Asfura intenta distanciarse del presidente Hernández, miembro de su partido. Pero Asfura también enfrentaba acusaciones de corrupción y ha sido denunciado por malversación de fondos públicos. Los cargos, que Asfura niega, se han atorado en los juzgados.Asfura ha prometido crear nuevos empleos y mejorar la agobiada economía hondureña y su partido acusa a la oposición de comunismo y de querer transformar radicalmente al país.Su oponente es Xiomara Castro, que está casada con Manuel Zelaya, el expresidente izquierdista que en 2009 fue retirado del cargo por un golpe militar. Castro, de 62 años, lideró un movimiento de protesta después del golpe y se convirtió en la principal candidata de oposición luego de que en octubre varios partidos políticos la respaldaron en una coalición.Castro ha prometido establecer relaciones diplomáticas con China, flexibilizar las restrictivas leyes de aborto de Honduras y mejorar la economía hondureña a través de, entre otras medidas, un mejor manejo de la deuda nacional, que asciende a 13.000 millones de dólares.A pesar de los esfuerzos del partido gobernante de presentarla como una comunista fervorosa, Castro ha conseguido el apoyo del sector empresarial hondureño al integrar a su equipo económico a tecnócratas respetados y al mismo tiempo apelar a los partidarios más de izquierda de Zelaya.¿Por qué ha sido tan mortífera la campaña?Un homenaje en Tegucigalpa, Honduras, para las víctimas de la violencia política, este mes. Los ataques mortales contra candidatos y sus partidarios se han duplicado en 2021 en comparación con hace cuatro años, según las Naciones Unidas.Orlando Sierra/Agence France-Presse — Getty ImagesLa violencia política ha sido durante mucho tiempo un elemento básico de las elecciones hondureñas, pero este año ha sido particularmente sangriento, con casi 30 candidatos, activistas y sus familiares asesinados en las semanas previas a las votaciones del domingo.Los ataques mortales a candidatos y sus seguidores han aumentado en más del doble en 2021, en comparación con el periodo electoral anterior hace cuatro años, según Naciones Unidas. De acuerdo con la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, se han registrado más de 60 casos de violencia política este año. En un ejemplo particularmente atroz, varios hombres ingresaron a la casa de la congresista Olivia Marcela Zúniga Cáceres en octubre e intentaron asfixiarla, según reportaron los medios de comunicación locales.Los expertos en violencia electoral dicen que la proliferación de grupos de delincuencia organizada, la falta de acceso a la justicia y los ataques a rivales políticos durante el gobierno de Hernández son en parte culpables de la situación.Y aunque ninguno de los bandos políticos se ha librado de la violencia, los activistas dicen que es más probable que los ataques beneficien al partido en el poder al crear un clima de miedo que podría mantener a los votantes en casa.¿Participarán los hondureños en el extranjero?Impresión de papeletas electorales en Tegucigalpa este mes. Algunos hondureños que viven en Estados Unidos se han quejado de que los nuevos documentos de identidad exigidos por el gobierno hondureño para votar han sido difíciles de conseguir.Fredy Rodriguez/ReutersLos hondureños que viven en el exterior, de los cuales unos 740.000 residen en Estados Unidos, seguirán muy de cerca una elección cuyo resultado muy probablemente afecte a sus amigos y parientes en casa.Los hondureños en Estados Unidos son una fuerza económica importante, al enviar miles de millones de dólares en remesas que representan alrededor del 20 por ciento de la economía de Honduras. Muchos de los que viven en Estados Unidos culpan al gobierno actual de fomentar la violencia, la corrupción y el desempleo que ha obligado a miles a marcharse.Si bien los hondureños que viven en el extranjero son elegibles para votar, algunos en Estados Unidos se han quejado de que las nuevas tarjetas de identidad requeridas para votar por el gobierno hondureño han sido difíciles de conseguir.En Honduras también hay alrededor de 300.000 personas que aún no reclaman su nuevo documento de identidad, según informes de la prensa local.En Estados Unidos, menos de 13.000 hondureños se registraron para recibir el documento, que debía entregarse la semana pasada según un activista que habló con el Times. El embajador hondureño en Estados Unidos reconoció fallos en el proceso, pero negó cualquier sesgo político.¿Qué puede esperarse el domingo?Soldados patrullan Cantarranas, Honduras, el sábado. Con los recuerdos de la violencia durante las elecciones de 2017 aún frescos en la mente de muchos hondureños, existe un temor generalizado de que las elecciones del domingo traigan consigo disturbios.Moises Castillo/Associated PressLa votación empezó a las 7 a. m. y termina a las 5 p. m. El consejo electoral deberá anunciar resultados preliminares tres horas después del cierre de las mesas de votación, incluido un estimado de los resultados finales.En la mente de muchos hondureños están aún frescos los recuerdos de la violencia y las protestas políticas durante las elecciones de 2017 y existe un temor generalizado de disturbios y una mayor inestabilidad política después de las elecciones. Muchas empresas cerrarán este fin de semana.Las encuestas han mostrado que la contienda se fue cerrando y ambos bandos están seguros de que triunfarán. Eso hace poco probable que alguno de los candidatos conceda la victoria a hora temprana lo que azuza aún más los temores de violencia. El voto de 2017 también estuvo afectado por inconsistencias y los resultados siguen siendo muy ampliamente cuestionados.Desde aquella ocasión, el país llevó a cabo varias reformas electorales, pero los críticos dicen que los cambios han sido insuficientes. More