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    Ferrari, Prada y hambre en Venezuela

    CARACAS, Venezuela — En la capital, una tienda vende bolsos de Prada y un televisor de 110 pulgadas por 115.000 dólares. No muy lejos, un concesionario de Ferrari ha abierto, y un nuevo restaurante permite que los comensales acomodados disfruten de una comida sentados encima de una grúa gigantesca con vistas a la ciudad.“¿Cuándo fue la última vez que hicieron algo por primera vez?”, gritaba por el micrófono el anfitrión del restaurante a los clientes emocionados, mientras cantaban una canción de Coldplay.Esto no es Dubái ni Tokio, sino Caracas, la capital de Venezuela, donde una revolución socialista prometió igualdad y el fin de la burguesía.La economía de Venezuela colapsó hace casi una década, lo que provocó un enorme flujo de emigrantes en una de las peores crisis de la historia moderna de América Latina. Ahora hay indicios de que el país se está asentando en una nueva y rara normalidad, con productos cotidianos fácilmente disponibles, una pobreza que empieza a disminuir y asombrosas áreas de opulencia.Esto ha dejado al gobierno socialista del presidente autoritario de Venezuela, Nicolás Maduro, liderando un país en el que la economía está mejorando, la oposición batalla por unirse y Estados Unidos ha comenzado a reducir las sanciones petroleras que habían contribuído a obstaculizar las finanzas.Un televisor en venta a un precio superior a 100.000 dólares en una tienda de CaracasUn restaurante costoso que abrió recientemente en Caracas.Las condiciones siguen siendo terribles para una gran parte de la población, y aunque la hiperinflación que paralizó la economía se ha moderado, los precios siguen triplicándose anualmente, una de las peores tasas del mundo.Pero con la relajación por parte del gobierno de las restricciones al uso de dólares estadounidenses para hacer frente al colapso económico de Venezuela, la actividad empresarial está volviendo al que fue el país más rico de la región.Como resultado, Venezuela es cada vez más un país de ricos y pobres, y una de las sociedades más desiguales del mundo, según Encovi, una respetada encuesta nacional realizada por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello.Maduro se ha jactado de que la economía creció un 15 por ciento el año pasado, con respecto al anterior, y de que la recaudación de impuestos y las exportaciones también aumentaron, aunque algunos economistas subrayan que el crecimiento de la economía es engañoso porque se produjo tras años de enormes caídas.Por primera vez en siete años, la pobreza está disminuyendo: la mitad del país vive en la pobreza, frente al 65 por ciento en 2021, según la encuesta de Encovi.Un puesto vende verduras a un dólar por pieza en bolsa en un mercado ajetreado en el centro de Caracas.Luego de años de un subibaja económico, Venezuela se ha instalado en una nueva y desconcertante normalidad impulsada por los dólares estadounidenses.Pero la encuesta también reveló que los venezolanos más ricos eran 70 veces más ricos que los más pobres, lo que pone al país a la par con algunos países de África que tienen las tasas más altas de desigualdad en el mundo.Y el acceso a los dólares estadounidenses está limitado a personas con vínculos al gobierno o a quienes están involucrados en negocios ilícitos. Un estudio del año pasado de Transparencia Internacional, una organización anticorrupción, halló que negocios ilegales como el contrabando de comida, gasolina, personas y gas representaban más del 20 por ciento de la economía venezolana.Aunque algunas zonas de Caracas están llenas de residentes que pueden adquirir una creciente variedad de productos importados, uno de cada tres niños en toda Venezuela sufría desnutrición en mayo de 2022, según la Academia Nacional de Medicina.Alrededor de siete millones de personas se han dado por vencidas y han huido de su patria desde 2015, según las Naciones Unidas.A pesar del nuevo mensaje del gobierno de Maduro —“Venezuela se arregló”—, muchos sobreviven con el equivalente a solo unos pocos dólares al día, y los empleados del sector público han salido a la calle para protestar por los bajos salarios.“Tengo que hacer maromas”, dijo María Rodríguez, de 34 años, analista de laboratorio médico en Cumaná, una pequeña ciudad ubicada a 400 kilómetros al este de la capital. Rodríguez dice que, para pagar la comida y la matrícula escolar de su hija, dependía de dos trabajos, un negocio paralelo de venta de productos de belleza y el dinero de sus familiares.Yrelys Jiménez, profesora de preescolar con estudios universitarios en San Diego de los Altos, una localidad ubicada a media hora en coche al sur de Caracas, bromeaba diciendo que su salario mensual de 10 dólares significaba “pan para hoy y hambre para mañana”. (El restaurante que permite que los comensales coman a 45 metros sobre el suelo cobra 140 dólares por comida).Yrelys Jiménez con sus hijos en la habitación que comparten.Jiménez en su larga caminata a casa con sus hijos, al volver de su trabajo como maestra.A pesar de estas penurias, Maduro, cuyo gobierno no respondió a las solicitudes de comentarios, se ha centrado en promover los crecientes indicadores económicos del país.“Parece que el enfermo se recupera, se para, camina y corre”, dijo Maduro en un discurso reciente, comparando a Venezuela con un paciente de hospital que se cura repentinamente.El cambio de estrategia de Estados Unidos hacia Venezuela ha beneficiado en parte a su gobierno.En noviembre, después de que el gobierno de Maduro accediera a reanudar las conversaciones con la oposición, el gobierno de Biden concedió a Chevron una licencia de seis meses, prorrogable, para extraer petróleo en Venezuela. El acuerdo estipula que los beneficios se utilicen para pagar las deudas que el gobierno venezolano tiene con Chevron.Y, mientras Estados Unidos sigue prohibiendo las compras a la petrolera estatal, el país ha aumentado las ventas de petróleo en el mercado negro a China a través de Irán, según los expertos en energía.Esculturas flotantes en una tienda departamental de lujo en CaracasLa flexibilización de las restricciones sobre los dólares por parte del gobierno venezolano ha facilitado que algunas personas gasten el dinero enviado desde el extranjero.Maduro también está saliendo del aislamiento de sus vecinos latinoamericanos porque un giro regional hacia la izquierda ha provocado el deshielo de las relaciones. Colombia y Brasil, ambos dirigidos por líderes de izquierda recientemente elegidos, han restablecido las relaciones diplomáticas. El nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha sido particularmente cálido con Maduro, reuniéndose con él en repetidas ocasiones y acordando un acuerdo para importar gas venezolano.Con las elecciones presidenciales previstas para el próximo año y la reciente disolución del gobierno paralelo de la oposición, Maduro parece cada vez más confiado en su futuro político.La tasa de inflación del año pasado, del 234 por ciento, sitúa a Venezuela en el segundo lugar del mundo, por detrás de Sudán, pero palidece en comparación con la hiperinflación registrada en 2019, cuando la tasa se disparó hasta el 300.000 por ciento, según el Banco Mundial.Con la producción y los precios del crudo al alza, Venezuela también ha empezado a experimentar un aumento de los ingresos procedentes del petróleo, su exportación clave. La producción del país, de casi 700.000 barriles al día, es superior a la del año pasado, aunque fue dos veces mayor en 2018 y cuatro veces mayor en 2013, dijo Francisco J. Monaldi, investigador de política energética de América Latina en la Universidad Rice.La flexibilización por parte del gobierno venezolano de las restricciones sobre los dólares ha facilitado que algunas personas puedan usar el dinero enviado desde el extranjero. En muchos casos, no se intercambia dinero en efectivo. Los venezolanos con medios utilizan cada vez más aplicaciones digitales como Zelle para usar dólares en cuentas del extranjero para pagar bienes y servicios.Amigas celebran un cumpleaños en un restaurante de moda en Caracas.Una encuesta halló que los venezolanos más adinerados eran 70 veces más ricos que los más pobres.Aun así, los funcionarios estadounidenses califican el panorama económico de Venezuela de ilusorio de alguna manera.“Fueron capaces de ajustarse a muchos de sus problemas tras la aplicación de las sanciones a través de la dolarización”, según Mark A. Wells, subsecretario de Estado adjunto, “por lo que con el tiempo empieza a parecer que son capaces de alcanzar un estatus que básicamente ayuda a las élites de allí, pero los pobres siguen siendo muy, muy pobres”.“Por lo tanto, no es que todo sea más estable y mejor ahí”, agregó Wells.Maduro asumió el cargo hace casi 10 años y fue reelegido en 2018 en unos comicios ampliamente considerados como una farsa y que fueron repudiados por gran parte de la comunidad internacional.La creencia generalizada de que Maduro ganó fraudulentamente llevó a la Asamblea Nacional elegida democráticamente a declarar vacante la presidencia en 2019 y utilizar una disposición de la Constitución para nombrar a un nuevo líder, Juan Guaidó, un exdirigente estudiantil. Fue reconocido por decenas de países, incluido Estados Unidos, como gobernante legítimo de Venezuela.Pero como figura principal de un gobierno paralelo que supervisaba las cuentas financieras internacionales congeladas, carecía de poder dentro del país.Juan Guaidó lideró un gobierno reconocido por Estados Unidos pero que no tenía poder dentro del país.Rebuscando en un gran contenedor de basura en un mercado callejero de Caracas. La mitad del país vive en la pobreza, menos que el 65 por ciento que vivía en esa situación en 2021.En diciembre, la Asamblea Nacional destituyó a Guaidó y eliminó el gobierno interino, una medida que algunos observadores consideraron como un impulso a Maduro. Varias figuras de la oposición han anunciado que se presentarán a las primarias previstas para finales de octubre, a pesar de que muchos analistas políticos son escépticos de que Maduro permita una votación creíble.“Lo que Maduro tiene hoy es una oposición desarticulada y dispersa”, dijo Guaidó en una entrevista telefónica. “También tiene a la mayoría del pueblo en su contra. Sigue siendo un dictador sin apoyo popular, una economía destruida por su propia culpa, con profesores, enfermeras, ancianos y trabajadores protestando ahora mismo mientras hablamos”.Incluso gente como Eugenia Monsalves, propietaria de una empresa de suministros médicos en Caracas y que envía a sus dos hijas a colegios privados, está frustrada con el rumbo del país.Aunque es de clase media alta, dice que tiene que cuidar cómo gasta su dinero.Sale a comer de vez en cuando y ha visitado algunas de las nuevas tiendas de lujo de la ciudad, pero sin comprar nada.“La gran mayoría de los venezolanos viven una situación complicada, muy complicada”, dijo.Monsalves cree que el gobierno de Maduro debe irse, pero le preocupa que los mejores candidatos hayan sido forzados al exilio o descalificados. La oposición, dijo, no se ha unido en torno a lo que más necesita: un líder que pueda energizar al electorado.“Eso es lo que yo más quisiera, así como muchísimos otros venezolanos”, dijo. “Pero la verdad es que de esta manera, y sin un panorama claro de la oposición, una propuesta clara de un candidato, lo veo muy difícil”.Un restaurante de lujo en un hotel recién remodelado en Caracas.Nayrobis Rodríguez colaboró con reporteo desde Sucre, Venezuela, y More

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    As Venezuelan Antagonists Talk, the U.S. Softens Its Stance

    Negotiations between the Venezuelan government and opposition could lead to an easing of the country’s protracted crisis.BOGOTÁ, Colombia — A rare meeting between leaders of Venezuela’s bitterly divided government and opposition is expected to result in two major agreements meant to ease the country’s complex political and humanitarian crisis.The meeting partly reflects the economic ripple effects of Russia’s Ukraine invasion, which has reduced global oil supplies and pushed the United States to reconsider its restrictions on energy companies operating in Venezuela.If all goes as planned, the talks, scheduled for Saturday, will lead to an agreement to transfer up to $3 billion in Venezuelan government funds frozen overseas into a humanitarian program administered by the United Nations — a concession by President Nicolás Maduro of Venezuela, who has long denied the scope of the suffering that has unfolded under his tenure. At the same time, the United States is expected to approve a license request by Chevron Corp. to expand operations in Venezuela, according to three people familiar with the deal. The agreement could represent an important step toward allowing Venezuela to re-enter the international oil market, something Mr. Maduro desperately needs to improve the economy.U.S. State Department officials have publicly applauded the return to negotiations between the two parties, after an earlier effort was cut off by the Maduro government last year. But a Biden administration official familiar with the talks said that any action related to Chevron in Venezuela “is contingent on if the parties actually announce specific commitments to support the people of Venezuela.”The official requested anonymity to be able to speak freely about the matter.For years, Chevron and other oil companies have been prevented from large-scale operations in Venezuela by U.S. sanctions designed to starve Mr. Maduro’s government.President Nicolás Maduro of Venezuela speaking in Caracas earlier this month.Federico Parra/Agence France-Presse — Getty ImagesFollowing the expected accord, other companies are likely to press the United States to further lift Venezuela-related restrictions, including sanctions that ban entities in India and elsewhere from importing Venezuelan oil, said Francisco Monaldi, director of Rice University’s Latin America Energy Program.The United States is likely to tie such actions to further concessions by Mr. Maduro. But if it does lift the sanctions, that would be an economic “game changer” for Venezuela’s authoritarian leader, Mr. Monaldi added.“My concern,” he said of the expected Chevron license, “is that the U.S. seems to be giving a lot for very little.”A Chevron spokesman would not comment on the expected agreement.The meeting between the Venezuelan government and opposition leaders, held in Mexico, is the outcome of more than a year of conversations between the two sides about how to address the country’s economic, political and humanitarian crisis, which dates to at least 2014.But the talks also are part of a larger softening of U.S. policy toward Venezuela, which many analysts say is related to a growing global need for non-Russian oil sources. Venezuela is believed to hold the largest oil reserves of any country.The United States is a supporter of the Venezuela dialogue, not a participant.The Biden administration official said that any action related to Chevron in Venezuela was not a response to energy prices. “This is about the regime taking the steps needed to support the restoration of democracy in Venezuela,” the person said.Any new license would be time-limited and would prevent Venezuela from receiving profits from the oil sales by Chevron, the official added, explaining that the Biden administration “would retain the authority to amend or revoke authorizations should the Maduro regime fail to negotiate in good faith.”For years, the Trump administration tried to weaken Mr. Maduro through sanctions and isolation, recognizing the opposition leader Juan Guaidó as president and pulling Washington’s top diplomats out of Caracas.The Biden administration has opted for more engagement.In June, the American ambassador to Venezuela, James Story, who is now based in neighboring Colombia, flew to Caracas to meet with government and opposition leaders. In October, the United States granted clemency to two nephews of Mr. Maduro’s wife in exchange for seven Americans held captive in Venezuela. The nephews had been sentenced to 18 years in prison for conspiring to smuggle cocaine.The Venezuelan opposition leader, Juan Guaidó, speaking in Caracas on Monday.Miguel Gutierrez/EPA, via ShutterstockIt would take years for Venezuela’s neglected oil infrastructure to have an impact on the global market. But with no sign that tensions between Russia and the West could ease soon, some leaders believe the wait could be worth it.“I think energy was one of the things that made it possible, perhaps politically, for Biden to take the rather bold step of communicating directly” with Mr. Maduro’s government, said Phil Gunson, an analyst with the International Crisis Group who has lived in Venezuela for more than two decades.But he cautioned that the American softening on Venezuela predated the war in Ukraine.“Energy is a factor” in the strategy shift, he said, but “it’s not the only factor.”Venezuela was once among the most affluent countries in Latin America, its economy buoyed by oil. But mismanagement and corruption by leaders claiming socialist ideals plunged the economy into disarray, while Mr. Maduro and his predecessor, Hugo Chávez, gutted its democratic institutions.The situation has prompted the largest cross-border migration crisis in the Western Hemisphere, with more than 7 million Venezuelans — a quarter of the population — fleeing, according to the United Nations. Recently, a record number of Venezuelans have arrived at the U.S. border, most of them trekking through a harrowing jungle called the Darién Gap to get there.The talks in Mexico are supposed to be part of a series of meetings between the Venezuelan government and opposition. Much of the opposition hopes that political concessions will be next on the agenda.Mr. Maduro is focused on getting American sanctions lifted, which would help him improve the economy — and perhaps win a presidential election already slated for 2024.The Venezuelan opposition has long said its goal is to push Mr. Maduro to set free and fair conditions that would give them the opportunity to oust in him in that election.Mr. Guaidó recently called that vote “the door to democracy, freedom and the reunion of the family.”Lining up to vote during regional elections in Caracas last November.Adriana Loureiro Fernandez for The New York TimesIn the past, Mr. Maduro has controlled the vote by banning many opposition figures from political participation, jailing others and co-opting many political parties. He holds elections to project a veneer of legitimacy.Speaking on state television about the Mexico talks this week, Mr. Maduro said he wanted to make it clear: “Nobody is going to impose anything on us, not today, not tomorrow, not ever.”The United States still recognizes Mr. Guaidó as the country’s president, though his global influence has fallen significantly after a bid to support him failed to oust Mr. Maduro.Mr. Monaldi, the energy expert, said the Chevron deal was not merely symbolic — within two years, the company could be pumping more than 200,000 barrels a day in Venezuela, adding to the approximately 765,000 barrels pumped daily today, according to Argus, an industry monitor.For the United States and for the opposition, the talks are a gamble.On the one hand, simply getting Mr. Maduro to negotiate is a victory, and the $3 billion humanitarian deal could be a major step toward alleviating suffering.On the other hand, said Mr. Gunson, the aid and the Chevron deal could improve economic conditions, lifting Mr. Maduro’s popularity.Still, he hasn’t given an inch on the political front.“That’s why there’s so much nail biting for the people in the administration who are pushing this policy,” said Mr. Gunson. “Because if Maduro essentially says, ‘Thank you very much,’ and doesn’t offer any concessions, then they’re going to look pretty foolish.”Isayen Herrera contributed reporting from Caracas, Venezuela, and Clifford Krauss from Houston. 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    Nicolás Maduro Is President of Venezuela Whether the U.S. Likes It or Not

    When the United States arranged an exchange of prisoners with President Nicolás Maduro of Venezuela last week — sending home two nephews of Mr. Maduro’s wife who had been convicted of drug trafficking in a swap for seven Americans held in Venezuelan jails — it exposed the incoherence of U.S. policy toward Venezuela.Even as it negotiates with Mr. Maduro, the White House continues to insist that Juan Guaidó, an opposition politician, is the real president of Venezuela. The United States has no formal diplomatic relations with the Maduro government, and the embassy in Caracas has been closed since early 2019, shortly after President Donald Trump recognized Mr. Guaidó as president in an unsuccessful, long-shot bid to force Mr. Maduro from power.It is time for the Biden administration to accept that the Guaidó gambit has failed and that most Venezuelans, and most of the international community, have moved on. The White House needs a Venezuela policy based on fact, not fiction. And the fact is that Mr. Maduro is president of Venezuela and Mr. Guaidó is not.Accepting reality will have many potential benefits — not least to the Venezuelan opposition, which is in the midst of a turbulent effort to remake itself.After Mr. Trump announced his support for Mr. Guaidó in January 2019, dozens of other countries followed Washington’s lead. But today, only a dwindling handful continue to recognize Mr. Guaidó as Venezuela’s president, and, like the United States, eschew direct diplomatic ties with Mr. Maduro’s government.And that list is getting shorter.Gustavo Petro, the newly elected leftist president of Colombia, moved quickly after taking office in August to abandon his country’s recognition of Mr. Guaidó and reopen its embassy in Caracas. That change is crucial because Colombia has long been Washington’s most important ally in South America and a key supporter of Mr. Guaidó.Brazil, another powerful backer of Mr. Guaidó, could be next, if Luiz Inácio Lula da Silva retakes the presidency in a runoff election later this month.Mr. Guaidó was always president in name only — he had no government and no power to act inside Venezuela. He showed courage when he defied Mr. Maduro’s repressive regime, but he never had a viable plan, beyond vague hopes for a military coup or for U.S. intervention. And he was wedded to Mr. Trump’s sanctions-heavy approach, which exacerbated Venezuela’s economic crisis.Mr. Guaidó’s claim to an alternate presidency rested on his role as head of the National Assembly, but his legislative term ended last year, and at that point many of his supporters inside and outside of Venezuela gave up on the notion.Today, Mr. Maduro is stronger than he was three years ago, and the opposition is in disarray.Dropping the pretense that Mr. Guaidó is president would set U.S. policy on a rational foundation but would not be an endorsement of Mr. Maduro. It could facilitate talks with Mr. Maduro over key areas, including the wave of Venezuelan refugees entering the United States and possible changes to economic sanctions related to oil exports. A resumption of consular activities would make it possible for citizens to obtain or renew visas and passports.One of the greatest beneficiaries could be the Venezuelan opposition, which is in a turbulent, and necessary, state of flux. The opposition has been harshly repressed by a Maduro government committed at all costs to staying in power; while the opposition has made many missteps, it is the primary political force in the country committed to democracy and the defense of human rights, and it is therefore critical to finding a solution to the country’s crisis.Over the last two years, most mainstream Venezuelan opposition parties have been thrown into crisis, hemorrhaging activists, splitting apart in leadership squabbles or watching once-loyal voters defect.The government has frequently stepped in to stir the pot, using the courts or electoral authorities to order the takeover of parties by substitute leadership that is considered suspect by the rest of the opposition. But in most cases, the divisions were there to be exploited.Venezuelans are fed up with opposition parties that often seem more interested in fighting with each other than in improving the country’s fortunes.At the same time, new parties have emerged, organizing around new leaders.The political changes were evident in elections held last November. The opposition won a third of the mayorships around the country, after previously holding fewer than one in ten. And although the opposition won just four governorships out of 23, it received a majority of votes in all but a few states. The reason it didn’t win more governorships was that multiple opposition candidates split the vote, essentially handing victory to candidates allied with Mr. Maduro.The lessons of November were powerful. The election showed that Venezuelans still see the ballot box as a way out of the nation’s troubles. It unmasked the weakness of the government party among voters. It demonstrated, once again, that lack of unity is the opposition’s Achilles’ heel.And it revealed gains for the nontraditional opposition, with about half of total opposition votes going to candidates outside the coalition led by the four mainstream parties, according to Eugenio Martínez, a journalist who specializes in election analysis.Venezuelan politics are now aimed at a presidential election that will take place in 2024.Will the opposition come together to choose a single candidate, or will it remain divided? The United States has urged Mr. Maduro and the opposition to resume negotiations that could lead to improved electoral conditions. But who will sit across the table from Mr. Maduro’s negotiators?So far, Washington has thrown its weight behind the Unitary Platform, a rebranded coalition led by Mr. Guaidó and the traditional parties, which is seeking to steer the choice of a 2024 candidate and which controls the team that would negotiate conditions with Mr. Maduro.But by continuing to uphold the fiction that Mr. Guaidó is president of Venezuela, the administration makes it harder for the opposition to go through the necessary process of reforming itself. The United States must acknowledge reality — as it relates to who actually governs in Venezuela and the need for Venezuelans to fashion the opposition that they choose. That is the only way that Washington can play a constructive role in solving Venezuela’s crisis.William Neuman is a former New York Times reporter and Andes region bureau chief, and the author of “Things Are Never So Bad That They Can’t Get Worse: Inside the Collapse of Venezuela.”The Times is committed to publishing a diversity of letters to the editor. We’d like to hear what you think about this or any of our articles. Here are some tips. And here’s our email: letters@nytimes.com.Follow The New York Times Opinion section on Facebook, Twitter (@NYTopinion) and Instagram. More

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    Venezuela celebró unas elecciones controversiales, pero Maduro demostró su poderío político

    Los observadores europeos dijeron que las elecciones no fueron libres ni justas. Mostraron cómo el gobierno del presidente, por impopular que sea, puede ganar excluyendo y dividiendo a los opositores.CARACAS, Venezuela — El martes, los observadores electorales de la Unión Europea afirmaron que las elecciones regionales de Venezuela fueron desvirtuadas por condiciones desiguales de participación, violencia y órdenes judiciales contra los líderes de la oposición.No obstante, la participación de funcionarios internacionales independientes —los primeros que presencian unas votaciones venezolanas en 15 años— resaltó que el presidente Nicolás Maduro se ha consolidado en el poder de Venezuela de una manera profunda, desde que asumió el cargo en 2013.Según los analistas y los líderes de la oposición, después de años de reprimir con fuerza a la disidencia y socavar los vestigios de las instituciones democráticas venezolanas, Maduro perfeccionó un sistema político en el que no le teme al escrutinio internacional cuando se enfrenta a oponentes que ya han sido analizados con atención.El gobierno demostró que al impedir que contiendan los líderes más destacados y populares de la oposición, fomentar la apatía entre los electores y conservar la lealtad de una minoría dependiente de las dádivas del gobierno, puede ganar las elecciones sin recurrir al fraude descarado, incluso con un apoyo popular mínimo.Pese a manejar una economía destrozada y, según las encuestas, tener el apoyo de solo el 15 por ciento de la población, el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela ganó al menos 19 de las 23 gobernaciones, así como la mayoría de las alcaldías. De acuerdo con un estudio de las principales universidades del país, uno de cada cinco venezolanos ha huido del país bajo el mandato de Maduro y el 95 por ciento de los que se quedaron no ganan lo suficiente para satisfacer sus necesidades básicas.En el triunfo aplastante del partido gobernante tuvieron mucho que ver las divisiones internas de la oposición. Algunos líderes opositores boicotearon las elecciones, como sucedió en otros comicios recientes. Quienes decidieron participar dividieron los votos con facciones que habían pactado con Maduro o adoptaron una línea menos dura contra el presidente para sacarle provecho a la apertura económica que se ha permitido en los últimos años.La misión de los observadores de la Unión Europea señaló el martes que no podría decir que las elecciones del domingo hayan sido libres ni justas debido, en parte, a las ventajas competitivas de las que goza el partido en el gobierno y a la falta de un Estado de derecho.El presidente Nicolás Maduro a su llegada a su casilla de votación, acompañado de su nieta.Yuri Cortez/Agence France-Presse — Getty Images“Esta situación política, junto con las graves condiciones socioeconómicas, es la que ha provocado el éxodo de millones de venezolanos”, explicó Jordi Cañas, representante del Parlamento Europeo en la misión de observadores, durante una conferencia de prensa celebrada el martes en Caracas.Sin embargo, la misión subrayó varias mejoras en materia democrática durante las elecciones del domingo, y llegó a calificar el sistema de procesamiento electrónico de los votos como “confiable”.Estados Unidos, que no reconoce el gobierno de Maduro, consideró que las elecciones habían sido muy fraudulentas, pero recomendó a los candidatos de la oposición que decidieron participar que conservaran los pocos cargos democráticos que aún tenían.El domingo, en las casillas de votación de Caracas, muchos electores manifestaron tener poca confianza en la imparcialidad de las elecciones pero comentaron que, en algunos casos, habían decidido presentarse porque consideraban que su voto era un último recurso en la lucha por el cambio.“Sé que todo el proceso está controlado”, comentó Blas Roa, un carpintero de Caracas de 55 años que votó por primera vez desde 2015. “Pero si no voto, no estoy contribuyendo en nada”.La mayoría de los venezolanos no se molestaron en hacerlo.Solo el 42 por ciento de los electores emitieron su voto, la menor participación en cualquier elección en la que haya contendido la oposición en las últimas dos décadas. Después de 20 años de gobierno socialista, pocas personas siguen albergando esperanzas de que se produzca un cambio radical, en vez de eso se están enfocando en aprovechar la nueva apertura económica con el fin de mejorar sus precarios ingresos.La apatía fomentada por el gobierno resultó ser la mejor arma de Maduro en las elecciones, aseveró el líder opositor Freddy Superlano, quien contendió por la gobernación del estado ganadero de Barinas, el cual solía ser un importante bastión del Partido Socialista y es el estado natal del fundador del partido, Hugo Chávez.El martes en la tarde, la contienda todavía era demasiado cerrada como para declarar a algún ganador.Según Superlano, el resultado habría sido diferente si las facciones de la oposición hubieran apartado sus recelos para organizar una campaña conjunta.“Estamos luchando no contra un candidato, sino contra todo el poder del Estado”, señaló vía telefónica desde Barinas.Isayen Herrera More

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    In Venezuela’s Flawed Vote, Maduro Shows One Way to Retain Power

    European observers said the elections were neither free nor fair. They showed how President Nicolás Maduro’s government, however unpopular, can win by excluding and splitting opponents.CARACAS, Venezuela — Venezuela’s regional elections on Sunday were distorted by an uneven playing field, violence and injunctions against opposition leaders, European Union election observers said on Tuesday.But the mere presence of independent international monitors, the first in 15 years to witness a Venezuelan vote, underlined how profoundly President Nicolás Maduro has cemented himself into power in Venezuela since taking office in 2013.After years of suppressing dissent with force and subverting the vestiges of Venezuela’s democratic institutions, Mr. Maduro has perfected a political system where he no longer has much fear of international scrutiny when competing against carefully calibrated opponents, according to analysts and opposition leaders.The government showed that by banning the most prominent and popular opposition leaders from running for office, dividing opposition parties, encouraging voter apathy and keeping a loyal minority dependent on government handouts, it can win elections without resorting to outright fraud — even with minimal popular support.The ruling Socialist Party won at least 19 of Venezuela’s 23 governorships, as well as the majority of mayoral offices, despite presiding over a destroyed economy and having the support, polls show, of only about 15 percent of the people. One in five Venezuelans has fled the country under Mr. Maduro’s rule, and 95 percent of those who remain don’t earn enough to meet basic needs, according to a study by the country’s main universities.The ruling party’s sweep was greatly aided by the divisions within the opposition. Some opposition leaders boycotted the vote, as most of them did in other recent elections. Those who chose to participate divided votes with factions that had made pacts with Mr. Maduro or adopted a softer line against the president to take advantage of the economic liberalization that he has allowed in recent years.The European Union observation mission said Tuesday that it could not call Sunday’s vote free or fair, in part because of the unfair advantages enjoyed by the ruling party, and the lack of rule of law.President Nicolás Maduro entering a polling station in Caracas with his granddaughter.Yuri Cortez/Agence France-Presse — Getty Images“There’s a political situation that’s together with the grave socioeconomic situation has provoked the exodus of millions of Venezuelans,” Jordi Cañas, the representative of the European Parliament with the observer mission, said on Tuesday at a news conference in the capital, Caracas.The mission, however, highlighted several democratic improvements in Sunday’s elections, going as far as to call the country’s electronic vote processing system “reliable.”The United States, which does not recognize Mr. Maduro’s government, called the election deeply flawed, but commended the opposition candidates who decided to participate to keep the few democratic offices they still held.At polling places in Caracas on Sunday, many voters expressed little confidence in the fairness of the election, but said they had decided to show up anyway, in some cases because they viewed their vote as their last tool in a fight for change.“I know the whole process is controlled,” said Blas Roa, 55, a carpenter in Caracas, who voted for the first time since 2015. “But if I don’t vote, I’m not doing anything.”Most Venezuelans didn’t bother.Only 42 percent of voters cast ballots, the lowest turnout in any election in which the opposition had participated in the last two decades. After 20 years of Socialist rule, few in the country still nurture hopes of radical change, focusing instead on taking advantage of the new economic freedoms to improve their precarious livelihoods.That government-induced apathy ended up being Mr. Maduro’s biggest weapon in the elections, said the opposition leader Freddy Superlano, who ran for governor in the ranching state of Barinas, once a major Socialist Party bastion and home of the party’s founder, Hugo Chávez.That contest remained too close to call Tuesday afternoon. The outcome would have been different, Mr. Superlano said, if opposition factions had put aside their misgivings and mounted a concerted campaign.“We’re fighting not against the candidate, but against all the power of the state,” he said by telephone from Barinas.Isayen Herrera More

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    Bloodied Venezuelan Opposition Returns to Elections for First Time in Years

    UPATA, Venezuela — His opposition to Venezuela’s authoritarian leader had left him bloodied by government thugs, forced him into hiding in a foreign embassy and pushed him into a nearly two-year exile in Italy, where he sold bread in a train station as he thought of home.Américo De Grazia’s political defiance had also cost him his marriage and his savings. And yet here he was, back in his hometown in southeastern Venezuela, sweating through his shirt sleeves on stage — one of thousands of opposition candidates running in an election this Sunday that they are almost certain to lose.“We are in a time of turbulence,” Mr. De Grazia, 61, told voters as drums beat behind him, “and that demands we fight.”The political parties who oppose Venezuelan’s autocratic leader, Nicolás Maduro, have for years refused to participate in elections, arguing that to do so would legitimize a man who has spent nearly a decade jailing enemies, detaining journalists, co-opting political parties and banning key opposition figures from office, all as the country has fallen into an economic and humanitarian crisis.But on Sunday, the opposition will make a return to the ballot box, putting up candidates in gubernatorial and mayoral races across the country, an about-face they say is meant to rally a disillusioned electorate ahead of a future presidential vote, which should legally take place in 2024.Supporters of Mr. De Grazia cheering during a speech.Mr. De Grazia’s political defiance cost him his marriage and his savings. The conditions — while nominally better than in past years, according to the nonpartisan Venezuelan Electoral Observatory — are far from freely democratic, and the shift is a gamble for the opposition.Mr. Maduro, who faces both economic sanctions and an investigation in the International Criminal Court, is hungry for democratic legitimacy, and he is likely to use the election to push the United States and the European Union to ease their positions against him.Supporters of Ángel Marcano, the candidate for the ruling party, gathering for a rally in downtown Ciudad Bolívar.A warehouse with the former President Hugo Chavez’s likeness emblazoned on the front.But the shift is also a sign of just how desperate many Venezuelans are for anything that looks like a shot at change. And Mr. De Grazia’s fight to become governor of one of the country’s largest states is emblematic of that desperation.“This election is not free, not fair, not transparent, nothing like that,” he said over lunch one day after a campaign rally where he handed out tiny pieces of paper bearing his name, face and personal phone number — homespun campaigning in difficult times. But, “to beat this regime you have to confront it.”Bolívar, a sprawling state in Venezuela’s southeast, is home to steel and aluminum plants and large deposits of gold, diamonds and coltan. Despite these resources, its people have suffered greatly amid the country’s economic decline. Ninety-five percent of the nation now lives in poverty, according to the Universidad Católica Andrés Bello in Caracas.In Bolívar, families line up daily outside food kitchens, and children die regularly of treatable and preventable conditions — malaria, hydrocephalus, malnutrition — because their parents cannot afford medication.A couple making a pot of soup that will feed over a dozen children in their community in the state of Bolivar.Roxana Sánchez, 20, with her son, Anthony, 7 months, who a doctor in Bolivar diagnosed with severe malnutrition, with the boy weighing little more than his birthweight.In interviews in six municipalities across the state, many people said that an influx of dollars that began two years ago, after Mr. Maduro’s decision to relax economic regulations that had once defined his government, had percolated little beyond the richest families.Mr. De Grazia is the son of Italian immigrants who started a string of bakeries in Bolívar in the 1950s. The original shop, Panadería Central, is still open across the street from the home where Mr. De Grazia lives with his mother, who runs the bakery.He entered politics at 14, and eventually became a vocal critic of the governments of Hugo Chávez and his successor, Mr. Maduro, who held themselves up as champions of a socialist revolution.Mr. De Grazia’s career has often focused on workers’ rights and corruption in the mining industry. He was a congressman for a decade, and said that he had been beaten up at least four times in the National Assembly. In the last instance, the results of which were caught on camera in 2017, men wearing ski masks left him bleeding on the legislature’s patio.In 2019, he supported a decision by the head of the National Assembly, Juan Guaidó, to declare himself interim president, a move backed by the United States and dozens of other countries.Afterward, Mr. Maduro’s government issued capture orders for Mr. De Grazia and many other opposition figures, forcing him to flee. He went first to the Italian Embassy, where he lived for seven months, and then to Italy, where he worked in a bakery run by one of his seven children.It was around that time that his wife issued an ultimatum: Leave politics or we split. They split. “She could no longer take that life,” he said. “This is part of the price.”Supporters of Mr. De Grazia in El Palmar, Venezuela.A boy resting on his grandmother’s shoulders during an assembly in support of Mr. De Grazia in Upata, Venezuela.But in Italy, Mr. De Grazia became increasingly convinced that the opposition coalition he once backed had no plan to move beyond a stalemate. He said that electoral abstention had left the coalition disconnected from voters and almost weaponless in the fight for fairer election conditions in 2024.In February, he announced that he would participate in this year’s vote. He left the coalition, and was booted from the party he joined at 14, called Causa R. In April he declared his candidacy for governor.Several months later, much of the coalition that had rejected him declared that they, too, would participate in the vote. Among the candidates running this year is David Uzcátegui, of Miranda State, who called abstention “an error.”“The vote is an instrument you can fight with,” he said.Mr. De Grazia and many other opposition candidates have limited chances of winning. In a report ahead of the vote, the Venezuelan Electoral Observatory said that while the government had allowed a broader spectrum of participation in this election than in past years, it continued to “restrict full freedom to exercise suffrage” in myriad ways, among them the illegal use of public funds to campaign for the ruling party.Hundreds of political prisoners remain locked up, while many voters fear they will lose benefits if they don’t cast a ballot in favor of Maduro-backed candidates.Takeaways From the 2021 ElectionsCard 1 of 5A G.O.P. pathway in Virginia. More

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    Venezuela Opposition Parties Will Take Part in November Elections

    The opposition parties grouped in the so-called Unitary Platform and led by Juan Guaidó announced a reversal of their stance of boycotting recent votes.CARACAS, Venezuela — Venezuelan opposition parties announced Tuesday that they will participate in the regional and municipal elections scheduled for November, reversing their previous stance of boycotting recent votes.The announcement came days before the opposition and the government of President Nicolás Maduro are expected to meet in Mexico City to continue negotiations on finding a common path out of Venezuela’s political standoff. Both sides agreed to discuss electoral matters as part of the dialogue, which officially began earlier this month.The regional and municipal elections are scheduled for Nov. 21.The opposition parties grouped in the so-called Unitary Platform and led by Juan Guaidó boycotted previous elections, including the re-election of Mr. Maduro as president in May 2018, arguing that Venezuela lacked the conditions for free and just contests.The group decided to participate in the upcoming elections after a “difficult internal deliberation,” motivated by the serious challenges facing the country and the “urgency to find permanent solutions,” according to a statement issued by the group.The decision to enter the elections was agreed to by various parties, including Voluntad Popular, of which Mr. Guaidó is a member.Millions of Venezuelans live in poverty amid low wages and high food prices resulting from the world’s worst inflation rate. The food assistance agency of the United Nations has estimated that one of every three Venezuelans is struggling to consume enough daily calories.The country’s political, social and economic crises, attributed to plummeting oil prices and two decades of government mismanagement, have continued to deepen with the pandemic.“We know that these elections will not be fair, conventional elections; the dictatorship has imposed serious obstacles that put the expression of change of the Venezuelan people at risk; however, we understand that it will be a useful field of struggle” toward future presidential and legislative elections, the group’s statement said.Following the announcement, Mr. Maduro in televised remarks said that the “popular sovereignty has been reimposed.”“I’m going to sit in my armchair, with the TV on and my popcorn, to see Juan Guaidó voting on Nov. 21,” Mr. Maduro said. “And there, I will applaud because we managed to include him in democracy again.” More

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    EE. UU. apoyó a Jovenel Moïse incluso al deteriorarse la democracia

    Washington desestimó las advertencias de que la democracia se desmoronaba durante el mandato de Jovenel Moïse, lo que ha dejado un vacío de liderazgo después de su asesinato.Mientras los manifestantes lanzaban piedras afuera del palacio nacional de Haití y encendían hogueras en las calles para exigir la renuncia del presidente Jovenel Moïse, el presidente de Estados Unidos Donald Trump lo invitó a Mar-a-Lago en 2019, para luego posar sonriente junto a él en una de las entradas decoradas del club.Después de que miembros del Congreso advirtieron que los “abusos contrarios a la democracia” de Moïse les recordaban el periodo previo a la dictadura que aterrorizó a Haití en décadas pasadas, el gobierno de Biden respaldó en público el reclamo del poder de Moïse.Y, cuando los funcionarios estadounidenses instaron al gobierno de Biden a cambiar de rumbo, alarmados por el hecho de que las instituciones democráticas de Haití estaban desapareciendo, según dicen, sus súplicas no fueron escuchadas y en ocasiones no obtuvieron respuesta alguna.Durante el mandato de Moïse, Estados Unidos apoyó su gobierno, cada vez más autócrata, por considerarlo la manera más sencilla de mantener la estabilidad en un país con problemas que apenas figuraba en las prioridades de los sucesivos gobiernos de Washington, según funcionarios actuales y de gobiernos anteriores.Incluso cuando Haití entró en una espiral de violencia y agitación política, dicen, pocos en el gobierno de Trump tomaron en serio las repetidas advertencias de Moïse de que había complots para acabar con su vida. Y mientras se intensificaban las advertencias sobre su autoritarismo, el gobierno de Biden mantuvo su apoyo público al reclamo de poder de Moïse, incluso después de que el Parlamento de Haití quedó vacío por falta de elecciones y Moïse gobernó por decreto.El presidente Donald Trump recibió a  Moïse y otros líderes caribeños en Mar-a-Lago en marzo de 2019.Tom Brenner para The New York TimesEl asesinato de Moïse este mes dejó un enorme vacío de liderazgo que desencadenó una lucha por el poder entre los pocos funcionarios electos que quedaban. Estados Unidos, que ha tenido una enorme influencia en Haití desde que invadió el país hace más de cien años, de repente, se vio instado a enviar a su ejército y a ayudar a arreglar el desorden.Sin embargo, en entrevistas con más de una decena de funcionarios actuales y anteriores un comentario se repitió con frecuencia: Washington tiene parte de la culpa, después de haber ignorado o prestado poca atención a las claras advertencias de que Haití se tambaleaba hacia el caos y de que tal vez haya empeorado las cosas al apoyar de manera abierta a Moïse.“Era predecible que ocurriera algo”, aseveró el senador de Vermont Patrick Leahy. “El mensaje que enviamos al apoyar a estas personas es que creemos que son representantes legítimos del pueblo haitiano. No lo son”.Los críticos afirman que la estrategia que Estados Unidos aplicó con Moïse se basó en un manual que este país ha usado en todo el mundo desde hace décadas, a menudo con serias consecuencias para la democracia y los derechos humanos: aliarse o tolerar por reflejo a líderes acusados de gobernar de manera dictatorial porque promueven los intereses estadounidenses o porque los funcionarios temen la inestabilidad en su ausencia.El control de Moïse sobre el poder se fortaleció de manera importante durante el mandato de Trump, quien profesó su admiración por varios autócratas extranjeros. Trump también se empeñó en mantener a los migrantes haitianos fuera de Estados Unidos (funcionarios estadounidenses recordaron haberlo escuchado decir que “todos tienen SIDA”). Según fuentes oficiales, si los funcionarios de Trump se centraron en la política haitiana, fue principalmente para reclutar al país en la campaña de Trump para derrocar a su némesis en la región: el líder de Venezuela, Nicolás Maduro.El presidente Nicolás Maduro de Venezuela en Caracas en 2018Palacio de Miraflores, vía ReutersLos funcionarios agregan que el gobierno de Biden llegó a la Casa Blanca en enero consumido por la pandemia y una oleada de migrantes en la frontera con México, lo que dejó poco espacio de maniobra para el tumulto que convulsiona a Haití. El nuevo gobierno dio continuidad a la política del gobierno de Trump, según la cual Moïse era el líder legítimo, postura que enfureció a algunos miembros del Congreso y que un alto funcionario de Biden ahora califica de error.“Moïse está siguiendo un curso de acción cada vez más autoritario”, dijo el representante Gregory Meeks, quien preside la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, en una declaración conjunta con otros dos demócratas a finales de diciembre en la que advirtió de una repetición de los “abusos antidemocráticos que el pueblo haitiano ha soportado” en el pasado.“No vamos a quedarnos de brazos cruzados mientras Haití se sumerge en el caos”, dijeron.En una carta enviada en febrero al Secretario de Estado Antony J. Blinken, ellos y otros legisladores pidieron a Estados Unidos que “rechazara sin ambigüedades” el intento de Moïse, que ya había gobernado por decreto durante un año, de mantenerse en el poder. Instaron al gobierno de Biden a impulsar “un gobierno de transición legítimo” para ayudar a los haitianos a determinar su propio futuro y salir de “un torrente de crisis económica, de salud pública y política”.No obstante, el principal asesor de Biden para América Latina, Juan González, declaró que en ese momento el gobierno no quería dar la impresión de que quería imponer cómo debía resolverse la crisis.El congresista Gregory Meeks durante una audiencia del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes después de la comparecencia del secretario de Estado Antony Blinken en marzo.Foto de consorcio por Ken Cedeno“Hacer que la balanza se inclinara de esa manera podría llevar a un país que ya estaba en una situación muy inestable a la crisis”, afirmó González.Las anteriores intervenciones políticas y militares de Estados Unidos en Haití hicieron poco por resolver los problemas del país y en ocasiones los generaron o agravaron. “La solución a los problemas de Haití no está en Washington, sino en Puerto Príncipe”, la capital de Haití, dijo González, por lo que el gobierno de Biden pidió que se celebraran elecciones antes de que Moïse dejara el cargo.“El cálculo que hicimos fue que la mejor decisión era centrarse en las elecciones para tratar de utilizarlas como una forma de impulsar una mayor libertad”, añadió.A decir de los críticos, la realidad es que el gobierno de Biden ya había inclinado la balanza al apoyar de manera pública el argumento de Moïse de que le quedaba un año más en el cargo, lo que le permitiría presidir la redacción de una nueva Constitución que podría aumentar de manera significativa las facultades del presidente.Moïse no es el primer gobernante acusado de ser un autócrata que cuenta con el apoyo de Washington; ni siquiera es el primero en Haití. Dos generaciones de brutales dictadores haitianos de la familia Duvalier forman parte de una larga lista de autócratas de todo el Caribe, América Latina, el Medio Oriente y otros lugares que recibieron el apoyo decidido de Estados Unidos, en particular como aliados contra el comunismo.“Puede que sea un desgraciado, pero ese desgraciado está con nosotros”, se dice que declaró el presidente Franklin Delano Roosevelt sobre uno de ellos (aunque las versiones varían sobre si el presidente se refería a los dictadores apoyados por Estados Unidos en Nicaragua o en la República Dominicana).Los partidarios de los exdictadores sostienen fotos de Francois “Papa Doc” Duvalier y Jean-Claude “Baby Doc” Duvalier durante una audiencia judicial en Puerto Príncipe en 2013.Dieu Nalio Chery/Associated PressEl debate sobre cómo presionar a los aliados autócratas para que realicen reformas democráticas ha continuado durante gobiernos demócratas y republicanos. Después de que la amenaza del expansionismo comunista se desvaneció, los gobiernos estadounidenses se preocuparon más por la inestabilidad que creaba crisis para Estados Unidos, como la oleada de migrantes que llegaban a sus costas o el aumento del extremismo violento.Elliott Abrams, funcionario de relaciones exteriores en varios gobiernos republicanos y representante especial en Venezuela durante el gobierno de Trump, argumentó que Washington debe apoyar la democracia cuando sea posible, pero a veces tiene pocas alternativas cuando se trata de autócratas.“En Haití, nadie ha desarrollado una buena fórmula para construir una democracia estable y Estados Unidos lo ha intentado desde que los marines desembarcaron allí hace cien años”, aseveró.Al principio del mandato de Trump, Omarosa Manigault Newman, ex coprotagonista de “El Aprendiz” y luego asesora del presidente, comenzó a presionar a Trump y a sus asesores para que se comprometieran con Haití y apoyaran a Moïse.Funcionarios del gobierno se mostraron cautelosos. Haití apoyó a Venezuela en dos reuniones de la Organización de Estados Americanos en 2017, lo cual convirtió a Moïse en lo que un funcionario calificó de enemigo de Estados Unidos y echó por tierra sus esfuerzos para organizar una visita de Estado a Estados Unidos.“Creía que una visita de Estado entre Trump y Moïse habría sido una muestra contundente del apoyo de Estados Unidos a Haití en un momento de agitación civil”, dijo Newman, quien agregó en otra declaración: “Jovenel era un buen amigo y estaba comprometido a ser un agente del cambio para su amado Haití”.Moïse poco después de tomar posesión como presidente en febrero de 2017.Dieu Nalio Chery/Associated PressEl episodio subrayó hasta qué punto algunos altos funcionarios de Trump consideraban a Haití como una pieza más de su estrategia hacia Venezuela. Y a los ojos de algunos legisladores, Trump no iba a sentir empatía por los problemas de Haití.“Todos somos conscientes de su percepción de la nación, cuando hizo referencia a los países de mierda”, comentó la representante republicana de Nueva York Yvette Clarke, quien copreside el caucus de Haití de la Cámara de Representantes.Para 2019, las protestas en todo Haití se volvieron violentas cuando los manifestantes que exigían la destitución de Moïse se enfrentaron a la policía, quemaron automóviles y marcharon hacia el palacio nacional. La actividad de las pandillas se volvió cada vez más descarada y los secuestros se dispararon a un promedio de cuatro a la semana.Trump y sus asesores mostraron escasos signos públicos de preocupación. A principios de 2019, Trump recibió a Moïse en su club Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida, como parte de una reunión con los líderes del Caribe que se habían alineado contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.Al año siguiente, las prácticas antidemocráticas de Moïse se agravaron lo suficiente como para llamar la atención del Secretario de Estado Mike Pompeo, quien advirtió en una declaración que Moïse no debía retrasar las elecciones parlamentarias.Un oficial de policía haitiano dirige su arma hacia los manifestantes que pedían la renuncia del presidente Moïse en Puerto Príncipe en 2019.Rebecca Blackwell/Associated PressSin embargo, salvo algunas declaraciones, el gobierno de Trump hizo poco para impulsar la cuestión, dijeron los funcionarios.“Nadie hizo nada para abordar las debilidades subyacentes, institucionales y democráticas” en los últimos años, afirmó Peter Mulrean, quien se desempeñó como embajador estadounidense en Haití entre 2015 y 2017. “Y, por lo tanto, no deberíamos sorprendernos realmente de que la situación se haya desbordado de nuevo”.Después de que Biden resultó electo, los legisladores y funcionarios en Washington retomaron el tema con nueva urgencia. Moïse, quien llegó al cargo tras una votación empañada por la escasa participación y las acusaciones de fraude, llevaba un año gobernando por decreto debido a que el mandato de casi todos los miembros del Parlamento había expirado y nunca se celebraron elecciones para sustituirlos.Moïse ganó un mandato de cinco años en 2016, pero no tomó posesión sino hasta 2017 en medio de acusaciones de fraude, por lo que argumentó que debía permanecer en el cargo hasta 2022. Los defensores de la democracia en Haití y en el extranjero manifestaron su descontento, pero el 5 de febrero, el gobierno de Biden se pronunció y apoyó el reclamo de Moïse de permanecer un año más en el poder. Y no fue el único: organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos adoptaron la misma postura.Puerto Príncipe al atardecer esta semanaFederico Rios para The New York TimesPosteriormente, Blinken criticó que Moïse gobernara por decreto y convocó a que hubiera “elecciones de verdad libres y justas este año”. No obstante, el gobierno de Biden nunca se retractó de su postura pública de apoyar el reclamo de Moïse de permanecer en el cargo, una decisión que según el representante Andy Levin, quien copreside el Caucus de Haití de la Cámara de Representantes, ayudó a que el presidente haitiano mantuviera su control sobre el país y a que continuara su declive antidemocrático.“Es una tragedia que haya podido permanecer allí”, dijo Levin.El gobierno de Biden ha rechazado los llamados de las autoridades haitianas para que envíe al ejército a ayudar a estabilizar el país y así evitar más disturbios. Hace poco, un grupo de funcionarios estadounidenses visitó el país para reunirse con las distintas facciones que se disputan el poder e instarlas a “unirse en un amplio diálogo político”, comentó González.Los estadounidenses habían planeado visitar el puerto para evaluar sus necesidades de seguridad, pero decidieron no hacerlo tras enterarse de que las pandillas se habían apoderado de la zona y bloqueaban la entrega de combustible.“¿Cómo podemos celebrar elecciones en Haití cuando los miembros de las pandillas controlan el 60 por ciento del territorio?”, preguntó Pierre Esperance, director ejecutivo de la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos de Haití. “Serán las pandillas las que organicen las elecciones”.David Kirkpatrick colaboró con este reportaje. More