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    En Ecuador debemos vencer al caudillismo

    AdvertisementContinue reading the main storyOpiniónSupported byContinue reading the main storyComentarioEn Ecuador debemos vencer al caudillismoLas elecciones ecuatorianas aún no están definidas. Los dos candidatos que buscan un lugar en la segunda vuelta, y representan a la derecha y la izquierda, deben ver que en estos comicios se juega más que un enfrentamiento ideológico: lo que está en la línea es el regreso de un proyecto autoritario.Los dos candidatos a la presidencia de Ecuador que se disputan el segundo lugar en el balotaje, a celebrarse en abril. A la izquierda, Yaku Pérez, el candidato de la izquierda indígena; a la derecha, Guillermo Lasso, candidato de la derecha.Credit…Jose Jacome/EPA vía ShutterstockEs periodista ecuatoriana.15 de febrero de 2021 a las 11:34 ETLas elecciones de Ecuador aún no están definidas. Los candidatos que se disputan su pase a la segunda vuelta, que será en abril, acordaron un recuento parcial de los votos.Es una novedad inusual en la política de mi país: dialogar, negociar y conciliar han sido palabras ajenas al diccionario de nuestra democracia por mucho tiempo. Los últimos cuatro años han sido una saga melodramática de disputa entre el presidente Lenín Moreno y su antiguo aliado y jefe, el expresidente Rafael Correa. Y antes, experimentamos los diez años de correísmo, caracterizados por polarización y caudillismo.Así que cuando, al final del largo escrutinio inicial, Guillermo Lasso —el exbanquero de derecha que busca la presidencia por tercera vez y que terminó con una ventaja de más de 33.000 votos—, accedió a un diálogo con Yaku Pérez —el candidato de la izquierda indígena— y aceptaron un recuento, fue una sorpresa. Una buena señal que no debería esfumarse, especialmente después del cruce de trinos de ambos durante el fin de semana que apunta a desconocer lo acordado. No solo deberían respetar su inusual acuerdo, que es tan buena noticia en Ecuador, sino que deberían saber que una posible alianza los ayudaría a vencer al candidato que impulsa el correísmo.El recuento es una medida deseable en un país en donde el sistema electoral ha estado en entredicho y la palabra “fraude” ha sido recurrente en los procesos electorales. Hace cuatro años, el propio Lasso puso en duda la transparencia del Consejo Nacional Electoral cuando impugnó los resultados. Ahora, tras las votaciones del 7 de febrero, la palabra fue pronunciada por Pérez, quien parecía que pasaría a la segunda vuelta con Andrés Arauz, el aspirante que apoya Correa.Los seguidores de Pérez, igual que los partidarios de Lasso hace cuatro años, ya empezaban a pasear su descontento en las calles del país. Pero al final de la semana pasada, ambos candidatos acordaron el recuento del 100 por ciento de los votos en Guayas, la provincia con más inconsistencias, y el 50 por ciento de los votos en 16 de las 24 provincias del Ecuador.Al final, tanto Lasso como Pérez, igual que muchos ecuatorianos, deben ver que en estas elecciones se juega más que un enfrentamiento entre izquierda y derecha. Lo que se juega es el regreso del correísmo. Aunque Correa no estaba en la papeleta él y su movimiento están cerca del poder otra vez. A Lasso y a Pérez no se les puede pedir que tengan coincidencias ideológicas, pero sí que reconozcan que hay un rival mayor, el hombre fuerte que dominó la vida política ecuatoriana por una década.Correa llegó al poder en 2007 como el presidente de una izquierda que prometía redistribuir la riqueza. Yo, como muchos ecuatorianos, coincidimos con su lista de prioridades: igualdad, combate a la pobreza y lucha contra la corrupción y las élites. Su mandato fue parte de la marea rosada, la tendencia regional en la que varios mandatarios izquierdistas ganaron elecciones y aprovecharon el auge de los precios de las materias primas para instaurar políticas de enorme gasto público que les aseguraron una amplia base popular.Correa no aprovechó los tiempos de bonanza para generar cambios estructurales que disminuyeran la pobreza a largo plazo; limitó la independencia de las instituciones democráticas ecuatorianas, asedió a la prensa independiente y limitó la autonomía de la justicia. Su larga estadía en el poder le permitió afianzar su poder y lograr que buena parte de la vida política dependiera de él.El movimiento con espíritu caudillista que lideró Correa desconoció muchas de las banderas que enarbolan los dos candidatos que ahora pelean por un lugar en el balotaje: la defensa del medioambiente, la lucha de las mujeres por la igualdad, el sentir de las comunidades indígenas acosadas por el extractivismo, los reclamos de las cámaras de producción, el papel de las entidades bancarias. Lo ideal sería que quien llegue a la segunda vuelta (Lasso o Pérez) encuentre la manera de sumar a su plataforma algunas de las promesas de su contrincante.El candidato que finalmente enfrente a Arauz también tiene que encontrar la manera de incluir a las personas que esta vez asistieron a las urnas para buscar el regreso de Correa. No se trata de ecuatorianos desmemoriados, como han dicho algunos. Al contrario, tienen mucha memoria de lo que recibieron durante los diez años del correísmo, como esos aproximadamente 1,9 millones de ecuatorianos que salieron de la pobreza porque recibieron transferencias monetarias durante los años de su gobierno.Los candidatos y nosotros debemos entender que tenemos la oportunidad de romper con ese pasado autoritario que desmanteló la institucionalidad democrática del país.Digo esto porque yo misma he estado ausente de las últimas elecciones. La última vez que voté fue para validar la Constitución de Correa en 2008, que fue una cosa en el papel y otra en la práctica. Fue ese cambio constitucional el que amparó a Correa para extender los límites presidenciales y desde entonces comenzó a hacer más claro que pretendía limitar los pocos contrapesos que existían al poder del ejecutivo.De ahí en adelante, solo la “traición” de uno de los suyos pudo pararlo. Moreno, quien ganó las elecciones presidenciales hace cuatro años bajo la sombra de Correa, de quien fue vicepresidente y aliado cercano, se distanció de su mentor y permitió la apertura de procesos judiciales en contra del expresidente, actualmente acusado de corrupción y autoexiliado en Bélgica.Con la caída de los precios del petróleo, a Moreno le resultó difícil mantener las políticas populistas de su antecesor. Sus éxitos como presidente han sido pírricos y quizás más retóricos que tangibles (como su promesa de “Casas para todos”: prometió entregar más de 300.000 viviendas y, según un escueto informe de la página web oficial, se han construido solo 1397 casas). En cambio, se acercó a la clase empresarial e impuso una política de austeridad económica que lo acerca más a un conservador que a un izquierdista.Entre Correa y Moreno ya suman un periodo de 14 años y no nos ha ido bien ni con la izquierda populista de Correa ni con la moderación de centroderecha que trajo Moreno. Así que ahora, con el candidato de correísmo como favorito, los aspirantes que pelean por estar en el balotaje tienen una alternativa a favor de Ecuador.A Pérez y Lasso no se les pide que dejen de responder a sus bases, pero sí que piensen que hay un país que necesita rehacerse alejado de un movimiento con señas hegemónicas. Todos debemos empezar a usar palabras como concesión, diálogo y acuerdo, incluso con candidatos que no representan lo que queremos, pero que prometen más democracia.Y en democracia todos debemos escucharnos. Hay propuestas de Pérez que en el papel aún no tienen sustento y que podrían hallarlo al cruzarlas con las ideas de Lasso. Un ejemplo es la necesidad de financiamiento de proyectos de reactivación agrícola que plantea el candidato indígena que bien se pueden unir a los créditos agropecuarios que ofrece Lasso al 1 por ciento de interés y a 30 años plazo. También hay coincidencias en temas de ética y educación. Somos los votantes los que tememos cruzar ciertas líneas.A buena parte de los simpatizantes de Pérez —1.795.046 personas en el primer conteo— les costará votar por el hombre que representa el capital financiero. Igualmente a muchos de los votantes de Lasso —1.828.383— les costará votar por un indígena. Pero ya va siendo hora de pensar en un solo país y recordar que tenemos herramientas para fiscalizar a los que hemos votado. Entre los dos sumaron más votos que Arauz y haciendo concesiones podrían unir a dos sectores muy distintos, pero ambos abandonados o atacados por el correísmo.Ya habrá tiempo de pedir que los derechos ganados se mantengan y de reclamar los que hacen falta (como el aborto). Pero ahora necesitamos que el recuento de votos termine y los candidatos que se disputan esos votos asuman el resultado final y lleguen a acuerdos para enfrentar al enemigo mayor.Soraya Constante es periodista ecuatoriana independiente; ha publicado en Univisión Noticias, Vice News y El País.AdvertisementContinue reading the main story More

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    Las elecciones presidenciales en Ecuador son un referendo del pasado

    Aunque Rafael Correa, expresidente de Ecuador, se encuentra en el exilio, aún ejerce una gran influencia en la política del país.Credit…Daniel Berehulak para The New York TimesLas elecciones presidenciales en Ecuador son un referendo del pasadoEl país, que enfrenta los embates de la pandemia y una persistente recesión económica, ve cómo el debate político gira en torno a un líder que ya gobernó.Aunque Rafael Correa, expresidente de Ecuador, se encuentra en el exilio, aún ejerce una gran influencia en la política del país.Credit…Daniel Berehulak para The New York TimesSupported byContinue reading the main storyJosé María León Cabrera, Anatoly Kurmanaev y 7 de febrero de 2021 a las 07:15 ETRead in EnglishQUITO — El domingo, Ecuador celebra una elección presidencial, pero el nombre que repiten muchos votantes no aparece en la boleta.Aquí, en Ciudad Bicentenario, un pulcro proyecto de vivienda en las cuestas andinas de Quito, la capital, la mayoría tienen la esperanza puesta en que Rafael Correa les ayude a superar las crisis que trajeron la pandemia y la recesión.Correa, el carismático expresidente, gobernó al país durante un auge económico a principios de siglo que ayudó a muchos líderes izquierdistas en América Latina a sacar de la pobreza a millones de personas y a construir una perdurable base popular.La ola izquierdista ya amainó; la mayoría de sus líderes fueron acusados de corrupción y de extralimitarse en su poder. El mismo Correa fue encontrado culpable de cohecho agravado, enfrenta 35 investigaciones penales y tiene prohibido volver a postular a la presidencia.Pero, como otros líderes poderosos de la llamada marea rosada, sigue teniendo peso en el panorama político de Ecuador, algo que polariza a la nación y hace que el debate esté enfocado en su legado en lugar de en la realidad actual que vive Ecuador.Desde el exilio, Correa impulsó la candidatura de Andrés Arauz, un economista poco conocido de 35 años, para que se postulara por su movimiento, conocido como correísmo. Eso catapultó a Arauz al frente de la contienda a pesar de que algunos de sus seguidores apenas si conocen su nombre.María Obando, una pensionada de 65 años de Ciudad Bicentenario dijo que votaría “por mi Rafaelito”. Al recordarle que Correa no participa en la elección, respondió: “Da lo mismo. Por el de él”.Ciudad Bicentenario se construyó durante el gobierno de Correa y alberga a 1200 familias en Quito. Credit…Johis Alarcón para The New York TimesLabores de jardinería en Ciudad Bicentenario. Correa ganó muchos seguidores al lograr estabilidad para una nación que solía vivir convulsionada política y económicamente. Credit…Johis Alarcón para The New York TimesArauz se enfrenta a Guillermo Lasso, un exbanquero, a Yaku Pérez, líder ambientalista indígena, y a otros 13 candidatos.Más de un tercio de los electores dicen que votarán por Arauz, lo que lo ubica alrededor de ocho puntos porcentuales por delante de Lasso, dentro del margen de una victoria contudente de primera vuelta en las votaciones del domingo, según un reporte del 28 de enero que promediaba las encuestas compilado por Cálculo Electoral, un grupo de investigación ecuatoriano. (Arauz podría ganar directamente con el 40 por ciento de los votos si aventaja por 10 puntos a su rival más cercano).El atractivo perdurable de Correa podría seguir una tendencia regional que ha visto cómo los votantes abatidos por la recesión económica en Argentina y Bolivia devolvieron al poder a los partidos de líderes populistas de izquierda asociados con épocas de mayor bienestar y gasto social.“Como proyecto político, queremos que vuelvan esas políticas que tanto bienestar dieron”, dijo Correa en una entrevista. Dijo que le había notificado personalmente a Arauz que sería el candidato de su movimiento y que sigue “en contacto permanente” con él. Incluso, como prueba de su cercanía, mostró en su teléfono los intercambios en un grupo de Whatsapp que dijo que incluía a su protegido.Correa, el presidente que más tiempo gobernó el país desde que este superó una dictadura militar en 1979, se ganó la fidelidad de muchos al conseguir estabilidad para un país que estuvo plagado de convulsión política y económica.Repartió parte de las ganancias petroleras del país en ayudas en efectivo a los pobres y construyó escuelas, carreteras y viviendas muy subsidiadas, como las hileras de departamentos de tres pisos en Ciudad Bicentenario.Pero después de que los precios del petróleo se desplomaron en 2014, la economía básicamente se paralizó y la pandemia terminó de empujar el estancamiento a una crisis devastadora. La actividad económica se contrajo alrededor de 9 por ciento el año pasado cuando el coronavirus dejó cientos de cadáveres dispersos por las calles de Guayaquil, la segunda ciudad más grande de Ecuador.Andrés Arauz, a la cabeza en las encuestas y protegido de Correa, durante un evento de campaña en Quito la semana pasada. Credit…Rodrigo Buendia/Agence France-Presse — Getty ImagesRosario Carrera, izquierda, y Andrea Encalada, lideresas comunitarias de Ciudad Bicentenario.Credit…Johis Alarcón para The New York TimesLa larga sombra política de Correa en Ecuador demuestra el modo en que los líderes populares sudamericanos siguen ejerciendo su poder incluso después de concluidos sus mandatos, a menudo gracias a una base duradera.El expresidente de Bolivia Evo Morales, quien abandonó el cargo por la presión de los militares luego de que buscó elegirse para un cuarto mandato, ha seguido eligiendo a los candidatos de su partido después de volver del exilio en noviembre. En Argentina, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner ha continuado ejerciendo una gran influencia en su partido después de volver a la vida pública como vicepresidenta en 2019.En el vecino Perú, donde las elecciones presidenciales se llevarán a cabo en abril, la hija del expresidente Alberto Fujimori, ahora en prisión, es candidata y va en segundo lugar según algunos sondeos, a pesar de que la contienda sigue muy volátil.Y en Cuba, Nicaragua y Venezuela, líderes que alguna vez fueron populares, o sus protegidos, han esquivado procesos electorales libres y justos para perpetuar su mandato.El sucesor de Correa y su anterior vicepresidente, Lenín Moreno, desea que Ecuador rompa ese molde, al argumentar que los líderes que se aferran tanto al poder no son saludables para la democracia.“La eternalización en el poder lastimosamente provoca que la gente que lo ejerce adquiera siniestralidades, que en más de una ocasión lindan con la corrupción y hasta con los crímenes de lesa humanidad”, dijo Moreno en una entrevista durante su visita a Washington el mes pasado. “Al momento en que termina su periodo tiene que decir: ‘Ya no más’”.Después de ganar las elecciones en 2017, Moreno rompió con su antiguo aliado y revirtió radicalmente el camino del país: abandonó el populismo de izquierda de Correa y su retórica antiimperialista en favor de una política económica conservadora y lazos más estrechos con Washington.Moreno también dijo que había intentado reconstruir las instituciones democráticas, dañadas por lo que él llamó el desdén hacia las reglas de su antecesor. Supervisó la reestructuración de la corte más alta del país para hacerla más independiente, renegoció la deuda de Ecuador y detuvo los ataques del gobierno a la prensa, aseguró.“Lo que ellos armaron, lastimosamente perdió el rumbo”, dijo Moreno en referencia al gobierno anterior.Moreno decidió no reelegirse y volvió a instituir los límites al mandato presidencial que Correa había eliminado. Su gobierno también llevó a cabo investigaciones de corrupción que resultaron en la condena del expresidente y la encarcelación de ocho de sus ministros. Pero la austeridad de las medidas de Moreno lo volvieron muy impopular, lo que ha hecho que muchos ecuatorianos anhelen el regreso de Correa.José Fernández, pensionado en Ciudad Bicentenario, dijo que el candidato que Correa apoya enfrenta una difícil situación. Credit…Johis Alarcón para The New York TimesUn afiche a favor de Correa en una ventana en Ciudad Bicentenario. Aunque su nombre no aparece en la boleta, muchos votantes lo tienen presente.Credit…Johis Alarcón para The New York TimesCorrea dijo que los cargos de corrupción en su contra eran políticos y dijo que Moreno era “el peor traidor de la historia del Ecuador”. Dijo que las medidas de austeridad económica deberían eliminarse y que había que reemplazar a los magistrados que Moreno nombró. El presidente y el fiscal general que lo investiga, dijo Correa, terminarían en la cárcel.Esa política radical muestra el costo de los liderazgos prolongados en América Latina, como el de Correa, dijo Risa Grais-Targow, analista en la consultora Eurasia Group, una consultora de política de riesgo.“Todo se convierte en un referéndum sobre Correa”, dijo. “El resultado son estas oscilaciones constantes, en las que los líderes cambian el sistema según les conviene antes de que sus sucesores intenten deshacerlo”.Estas oscilaciones socavan la estabilidad económica y la confianza de los inversionistas, lo que hace que el avance del país sea más difícil, dijo Grais-Targow.Correa dijo que seguiría viviendo en Bélgica, a donde se mudó con su esposa de nacionalidad belga después de dejar el cargo, pero defendió la persistencia de sus ambiciones políticas. Dijo que iba a asesorar a Arauz si llega al poder, y aseguró estar “en perfecta sincronía” con el candidato.“¿Cuál sería el problema?”, dijo Correa cuando se le preguntó si volvería a postular en el futuro. “Los liderazgos son deseables, ningún país se ha desarrollado sin liderazgo”.Los analistas políticos dicen que quien gane la elección tendría dificultades para cumplir la promesa de una pronta recuperación. Las arcas del país están vacías y gran parte de las exportaciones petroleras se emplean para pagarle a China los préstamos.“La situación no es igual, la economía no está igual”, dijo José Fernández, un pensionado de Ciudad Bicentenario, refiriéndose a los años de auge correísta. “La va a tener difícil”.No obstante, planea votar por Arauz porque ofrece la mayor posibilidad de repetir el éxito económico de Correa.“Mire, si el economista Arauz hace exactamente lo que le diga el economista Correa, le va a ir bien”.Nayeli Carcelén y su familia fueron beneficiarios del programa de vivienda de Correa. Aún no decide su voto. Credit…Johis Alarcón para The New York TimesJosé María León Cabrera More

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    Ecuador’s Presidential Election Is a Referendum on the Past

    Although Rafael Correa, the former president of Ecuador, is in exile, he still exerts great influence over the country’s politics.Credit…Daniel Berehulak for The New York TimesEcuador’s Presidential Election Is a Referendum on the PastThe country, facing a pandemic and an entrenched recession, is seeing political debate revolve around the legacy of a long-gone leader.Although Rafael Correa, the former president of Ecuador, is in exile, he still exerts great influence over the country’s politics.Credit…Daniel Berehulak for The New York TimesSupported byContinue reading the main storyJosé María León Cabrera, Anatoly Kurmanaev and Feb. 7, 2021, 7:00 a.m. ETLeer en españolQUITO, Ecuador — Ecuador is holding a presidential election on Sunday, but the name on many voters’ lips is not on the ballot.Here in Ciudad Bicentenario, a neat housing project on the Andean slopes of the capital, Quito, it is on Rafael Correa that most hang their hopes of overcoming the overlapping crises brought on by a pandemic and a recession.A charismatic former president, Mr. Correa governed during an economic boom in the 2000s that helped many left-wing leaders in Latin America lift millions out of poverty and build a lasting popular following.The leftist wave has since subsided; most of its leaders were accused of corruption and authoritarian overreach. Mr. Correa himself was convicted of graft, faces another 35 criminal investigations and is barred from running again.But he, like other powerful leaders of the so-called Pink Wave, continues to loom large over the political landscape, polarizing the country and focusing debate on his legacy rather than on the reality facing Ecuador today.From exile, Mr. Correa championed the candidacy of Andrés Arauz, 35, a little-known economist, as the standard-bearer of his political movement, known as the Correismo. The backing catapulted Mr. Arauz to the front of the presidential race, although some of his supporters barely know his name.“I’m voting for my Rafaelito,” said María Obando, a 65-year-old pensioner from Ciudad Bicentenario, using an affectionate diminutive of Mr. Correa’s first name. When reminded that Mr. Correa is not running, she said: “It doesn’t matter, I’ll vote for his guy.”Ciudad Bicentenario was built during Mr. Correa’s administration, housing up to 1,200 families in Quito.Credit…Johis Alarcón for The New York TimesWatering a garden in Ciudad Bicentenario. Mr. Correa earned the allegiance of many by bringing stability to a nation once rife with political and economic turmoil.Credit…Johis Alarcón for The New York TimesMr. Arauz is running against Guillermo Lasso, a former banker; Yaku Pérez, an Indigenous environmental activist; and 13 other candidates.More than a third of voters say they plan to cast their ballots for Mr. Arauz, putting him about eight percentage points ahead of Mr. Lasso and within striking distance of an outright victory in the first round of voting on Sunday, according to a Jan. 28 polling average compiled by Electoral Calculus, an Ecuadorean research group. (Mr. Arauz could win outright with 40 percent of the vote if he is 10 points ahead of his closest rival.)Mr. Correa’s enduring appeal could continue a regional trend that has seen recession-fatigued voters in Argentina and Bolivia return to power the parties of leftist populists associated with better days and social spending.“We, as a political project, want the return of the policies that produced so much well-being,” Mr. Correa said in an interview. He said that he personally told Mr. Arauz he had been chosen as the movement’s candidate and that he stays in “permanent contact” with him — displaying a WhatsApp group that he said includes his protégé as evidence of that connection.Mr. Correa, the country’s longest-serving president since it emerged from military dictatorship in 1979, earned the allegiance of many by bringing stability to a nation once rife with political and economic turmoil.He handed some of the country’s oil revenue out in cash grants to the poor, and he built schools, roads and heavily subsidized housing, like the rows of three-story apartment blocks in Ciudad Bicentenario.But the economy largely ground to a halt after oil prices fell in 2014, and the pandemic tipped stagnation into a crippling crisis. Economic activity shrank by an estimated 9 percent last year, when the coronavirus left hundreds of dead bodies on the streets of Ecuador’s second-largest city, Guayaquil.Andres Arauz, the front-runner in the polls and Mr. Correa’s protege, campaigning in Quito last week.Credit…Rodrigo Buendia/Agence France-Presse — Getty ImagesRosario Carrera, left, and Andrea Encalada, community leaders of Ciudad Bicentenario.Credit…Johis Alarcón for The New York TimesThe long political shadow cast by Mr. Correa on Ecuador underlines how popular South American leaders continue exerting power long after their time is officially up, often propped up by an enduring following.Former President Evo Morales of Bolivia, who stepped down under military pressure after seeking a fourth term, has continued picking candidates for his party since returning from exile in November. In Argentina, former President Cristina Fernández de Kirchner continues to exert influence over her party since returning to office as vice president in 2019.In neighboring Peru, where presidential elections will be held in April, the daughter of the jailed authoritarian former president Alberto Fujimori is running second in some campaign polls, although the race remains volatile.And in Cuba, Nicaragua and Venezuela, once popular leaders or their protégés have sidestepped free and fair elections altogether to perpetuate their rule.Mr. Correa’s successor and his former vice president, Lenín Moreno, wants to see Ecuador break that mold, arguing that leaders with too tight a grip on power are unhealthy for democracies.“The eternalizing of power, unfortunately, leads those who wield it to acquire malice, which in more than one occasion has ended in corruption and even crimes against humanity,” Mr. Moreno said in an interview during his visit to Washington last month. “When your period ends a leader has to say, ‘Right, enough.’”After winning election in 2017, Mr. Moreno broke with his former ally and radically reversed the nation’s course, abandoning Mr. Correa’s leftist populism and anti-imperialist rhetoric for a conservative economic policy and closer ties to Washington.Mr. Moreno said he also sought to rebuild the democratic institutions damaged by what he called his predecessor’s disdain for the rules. He oversaw the restructuring of the top court to make it more independent, renegotiated the national debt and stopped official attacks on the news media.“What they built, unfortunately had lost direction,” Mr. Moreno said, referring to the previous administration.Mr. Moreno chose not to seek re-election, and reinstated presidential term limits abolished by Mr. Correa. His administration also undertook the corruption investigations that resulted in the former president’s conviction and the jailing of eight of his ministers. But Mr. Moreno’s austerity measures made him highly unpopular, leaving many Ecuadorians clamoring for Mr. Correa’s return.José Fernández, a pensioner in Ciudad Bicentenario, said Mr. Correa’s protege faces a tough fight. “The situation is not the same, the economy is not the same.” Credit…Johis Alarcón for The New York TimesA poster for Mr. Correa in a window at Ciudad Bicentenario. He’s on many voters’ minds, though he is not on the ballot.Credit…Johis Alarcón for The New York TimesMr. Correa said the corruption charges against him were political and called Mr. Moreno “the worst traitor in Ecuador’s history.” He said the economic austerity measures should be scrapped and the top judges installed by Mr. Moreno replaced. The president and the attorney general investigating him, Mr. Correa said, would ultimately end up in jail.Such all-or-nothing politics reflect the costs of lingering Latin American leaders such as Mr. Correa, said Risa Grais-Targow, an analyst at Eurasia Group, a political risk consultancy.“Everything becomes a referendum on Correa,” she said. “The results are these constant swings back and forth, with leaders changing the system as they see fit before their successors try to undo it.”These swings undermine economic stability and investor confidence, making it harder for the nation to advance, Ms. Grais-Targow said.Mr. Correa said he would continue living in Belgium, where he moved with his Belgian wife after leaving office, but defended his enduring political ambitions. He said he would advise Mr. Arauz if he wins office, claiming to be “in perfect synchrony” with the candidate.“What would be the problem?” Mr. Correa said when asked if he would run for office in the future. “Leaderships are desirable, no country has developed without leadership.”Political analysts say whoever wins the election will struggle to meet promises of a speedy recovery. The national coffers are empty, and the bulk of the country oil exports go to China as repayment on Chinese loans.“The situation is not the same, the economy is not the same,” said José Fernández, a pensioner in Ciudad Bicentenario, referring to Mr. Correa’s boom years. “It’s going to be tough.”Still, he plans to vote for Mr. Arauz, because he offers the biggest hope of repeating Mr. Correa’s economic success.“Look, if this guy does exactly what Mr. Correa tells him to, he’ll do fine.”Nayeli Carcelén and her family benefited from Mr. Correa’s housing program. She is still deciding whom to support.Credit…Johis Alarcón for The New York TimesJosé María León Cabrera reported from Quito, Anatoly Kurmanaev from Caracas, Venezuela and Natalie Kitroeff from Mexico City.AdvertisementContinue reading the main story More

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    El ‘sálvese quien pueda’ electoral no sacará a Ecuador de la crisis

    AdvertisementContinue reading the main storyOpiniónSupported byContinue reading the main storyPeriscopio electoralEl ‘sálvese quien pueda’ electoral no sacará a Ecuador de la crisisLa campaña electoral en Ecuador ha revelado el estado actual del país: se vive un espíritu de resignación y apatía.Una mujer ve una pancarta de la campaña de Guillermo Lasso en Quito, la capital de Ecuador, el 11 de enero de 2021Credit…Jose Jacome/EPA vía ShutterstockEs escritor ecuatoriano.15 de enero de 2021QUITO — Ecuador está ya adentrado en el ciclo electoral. El 7 de febrero serán las elecciones generales —en las que se elegirá al nuevo presidente y a los miembros de la Asamblea Nacional— y el camino para llegar a ellas ha sido revelador. Nos ha mostrado el estado actual del país: con las elecciones a la puerta, y en medio de un panorama económico y de salud desolador, en Ecuador se vive un espíritu de resignación.El año pasado se filtró un video donde uno de los candidatos a la presidencia, el conservador Guillermo Lasso, hablaba sobre sus rivales y se presentaba como la única alternativa libre de las taras de los partidos tradicionales. Al referirse al posible voto por Álvaro Noboa, un empresario millonario que ha sido seis veces candidato a la presidencia, Lasso soltó una mala palabra: “Tampoco podemos decir […]: ‘Vota por Álvaro, ya, qué chuchas’”. Ese “ya, qué chuchas” significa “ya nada importa”. Sin alternativas políticas con plataformas claras en medio de una sobreoferta de opciones en la boleta, la frase accidentalmente condensa el espíritu de la democracia en Ecuador rumbo a las elecciones: apatía, escepticismo y desgaste.Pero los ecuatorianos no debemos permitir que líderes con propuestas disparatadas (o sin plataformas realistas) guíen nuestro destino. Debemos hacer a un lado el voto de “ya nada importa” y adoptar una actitud proactiva y ciudadana frente a los grandes desafíos de nuestro futuro inmediato.Para finales de diciembre se habían inscrito 16 binomios —el mayor número desde el retorno del Ecuador a la democracia— de los cuales solo tres tienen posibilidades numéricas de llegar a la presidencia o, al menos, a una segunda vuelta: la fórmula del conservador Guillermo Lasso, la del correísta Andrés Arauz y la de Yaku Pérez Guartambel, por Pachakutik —el brazo político del movimiento indígena ecuatoriano—. Las otras candidaturas no superan el 2 por ciento de la intención del voto y, sin embargo, no lucen dispuestas a formar frentes unidos o alianzas estratégicas ni a deponer sus campañas. Le hacen la vista gorda a la opinión popular: algunas encuestas indican que hasta un 37 por ciento de los electores planea anular su voto o votar en blanco.Aunque finalmente Noboa —quien se había convertido desde hace años en un chiste nacional — no logró ser candidato, llegó a disputarse los primeros lugares en intención de voto después de su anuncio. Sus propuestas ingenuas y su extravagancia para muchos lucían menos desalentadoras que las otras candidaturas. Lo suficiente, al menos, para convencerlo de intentar lanzarse.Pese a que hay 16 candidaturas, en Ecuador no existen 16 visiones de país. Tampoco hay una contienda de ideas y proyectos, sino la “ley del sálvese quien pueda” entre la clase política y la indiferencia de una parte de la población (aunque el 90 por ciento de los encuestados en un sondeo opina que el rumbo del país está equivocado). El voto “ya, qué chuchas” es una advertencia de lo que sucede cuando la democracia y sus instituciones pierden credibilidad. Una cultura democrática débil cede terreno, voz y legitimidad a las propuestas más estridentes y demagógicas. Es un peligro real ante el que estamos ahora los ecuatorianos.La falta de alternativas se puede traducir en una democracia frágil en medio de un escenario poco favorable: con el desafío sanitario de la pandemia y la economía profundamente golpeada en 2020. Según el Banco Mundial, la ecuatoriana fue la tercera economía que más decreció de Sudamérica el año pasado.La frase que le endilgó Lasso al voto por Noboa se convirtió en un espejo para Ecuador. Por un lado, refleja una disputa entre las fuerzas políticas dominantes de los últimos diez años y, por otro, el caos. Y, entre los ciudadanos, un cierto aire de apatía reflejado en el voto nulo y el escepticismo.¿Cómo votarán, entonces, los ecuatorianos? La opción de la alternativa menos mala ha sido una constante en los últimos años, con políticos que se aprovechan de cuán baja está la barra de expectativas: incluso hay un candidato rechazado por su propio partido. Por una parte nuestros políticos tienen que profesionalizarse, y, por otra, los ciudadanos tendríamos que reclamar mejores opciones políticas. Para ambos casos, debemos librarnos del “ya qué chuchas”.En estos meses de campaña, hemos visto que las tres candidaturas más viables caen en la demagogia. Los correístas se han centrado en la promesa mesiánica —y sin sustento económico alguno— de regalar mil dólares a un millón de personas. Lasso, miembro del Opus Dei, en los últimos meses ofreció legalizar el porte de armas en el sector rural. Y el tercer candidato, Yaku Pérez, ha prometido un gobierno ambientalista que, al mismo tiempo, recuperaría el subsidio a los combustibles.Hay mucho en juego como para aceptar estas propuestas desarticuladas: Ecuador deberá navegar los siguientes años en la realidad pospandémica con una región en crisis y con desafíos de vacunación enormes. También tendrá que sentar las bases para resolver nuestros grandes problemas históricos, de la consolidación de nuestra democracia (recordemos que hace solo unos años dominó en el país un gobierno con espíritu caudillista) y la erradicación de la corrupción (no con promesas al aire, sino con cambios estructurales, transparencia y ejercicios independientes de rendición de cuentas).Los partidos son, en teoría, herramientas de participación ciudadana pero se convierten en obstáculos cuando están así de desconectados con la realidad nacional. De modo que hay un reto doble para la nación: por un parte, los partidos políticos deben replantear sus agendas y plataformas y conectarse de nuevo con la complicada realidad del país (y de la región). Y, por otra parte, los ciudadanos debemos eliminar el queimportismo y la apatía para reclamar una clase política profesional que haga a un lado la improvisación y opte por el compromiso democrático.Cuando el futuro de un país y su estabilidad democrática (después de años de atropellos institucionales) está en la línea, a todos debe importarnos quién llega al Palacio del Carondelet.Iván Ulchur-Rota es escritor y comediante en Ecuador.AdvertisementContinue reading the main story More