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    They Legitimized the Myth of a Stolen Election — and Reaped the Rewards

    A majority of House Republicans last year voted to challenge the Electoral College and upend the presidential election. A majority of House Republicans last year voted to challenge the Electoral College and upend the presidential election. That action, signaled ahead of the vote in signed petitions, would change the direction of the party. That action, […] More

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    Lula y Bolsonaro protagonizarán la elección presidencial brasileña más polarizada de los últimos años

    Los brasileños que votarán el domingo elegirán entre dos titanes políticos, con planes e ideologías muy distintas.RÍO DE JANEIRO — Durante la última década, Brasil ha pasado de una crisis a otra: la destrucción del medioambiente, una recesión económica, una presidenta destituida, dos presidentes encarcelados y una pandemia que mató a más personas que en cualquier otro lugar fuera de Estados Unidos.El domingo, los brasileños votarán por su próximo presidente, con la esperanza de impulsar al mayor país de América Latina hacia un futuro más estable y brillante, y decidirán entre dos hombres que están profundamente vinculados a su tumultuoso pasado.Esta elección es considerada como una de las más importantes del país en décadas, según los historiadores brasileños, en parte porque puede estar en riesgo la salud de la cuarta democracia más grande del mundo.El presidente en el poder, Jair Bolsonaro, es un populista de extrema derecha cuyo primer mandato ha destacado por su agitación y sus constantes ataques al sistema electoral. Ha despertado la indignación en su país y la preocupación en el extranjero por sus políticas que aceleraron la deforestación de la selva amazónica, su apuesta por medicamentos no probados en lugar de las vacunas contra la COVID-19 y sus duros ataques a rivales políticos, jueces, periodistas y profesionales de la salud.El contrincante, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, es un izquierdista apasionado que supervisó el auge de Brasil durante la primera década de este siglo, pero que luego fue a la cárcel acusado de corrupción. Esos cargos fueron posteriormente retirados, y ahora, tras liderar las encuestas durante meses, el hombre conocido simplemente como Lula está a punto de completar una sorprendente resurrección política.Son quizás las dos figuras más conocidas y más polarizadas de este país de 217 millones de habitantes, y durante más de un año han estado presentando a los votantes visiones muy diferentes para la nación, cuya economía ha sido golpeada por la pandemia y la inflación mundial.Bolsonaro, de 67 años, quiere vender la compañía petrolera estatal de Brasil, abrir la Amazonía a la minería, relajar las regulaciones sobre las armas e introducir valores más conservadores. Da Silva, de 76 años, promete aumentar los impuestos a los ricos para ampliar los servicios para los pobres, lo que incluye ampliar la red de seguridad social, aumentar el salario mínimo y alimentar y dar vivienda a más personas.Partidarios de Bolsonaro en Río de Janeiro. Bolsonaro ha insinuado que la única forma en que cree que perdería las elecciones es si se las roban.Dado Galdieri para The New York TimesEl eslogan de la campaña de Bolsonaro es “Dios, familia, patria y libertad”, mientras que Da Silva ha construido su discurso en torno a la promesa de garantizar que todos los brasileños puedan disfrutar de tres comidas al día, incluyendo, ocasionalmente, un corte de carne superior y una cerveza fría en un asado familiar.Sin embargo, en lugar de sus planes para el futuro, gran parte de la carrera ha girado en torno al pasado de cada candidato. Los brasileños se han alineado en uno u otro bando, basándose en gran parte en su oposición a uno de los candidatos, en lugar de su apoyo a ellos.“La palabra principal en esta campaña es rechazo”, dijo Thiago de Aragão, director de estrategia de Arko Advice, una de las mayores consultoras políticas de Brasil. “Estas elecciones son una demostración de cómo los votantes de un país polarizado se unifican en torno a lo que odian en lugar de lo que aman”.La atención del domingo —cuando un total de 11 candidatos presidenciales estarán en la boleta— no solo estará en los recuentos de votos, sino en lo que sucederá después de que se anuncien los resultados.Bolsonaro lleva meses poniendo en duda la seguridad del sistema de votación electrónica de Brasil, afirmando sin pruebas que es vulnerable al fraude y que los partidarios de Da Silva están planeando amañar la votación. Bolsonaro ha dicho, en efecto, que la única manera de que pierda es que le roben las elecciones.Inspectores del Tribunal Superior Electoral empacan las máquinas de votación después de probarlas en São Paulo. En las últimas semanas, el ejército y los funcionarios electorales acordaron un cambio en la forma en que prueban las máquinas, que según Bolsonaro no son confiables.Victor Moriyama para The New York Times“Tenemos tres alternativas para mí: la cárcel, la muerte o la victoria”, dijo a sus partidarios en enormes mítines el año pasado. “Díganles a los bastardos que nunca seré apresado”.A principios de este año, los militares comenzaron a cuestionar el sistema electoral junto con Bolsonaro, lo que suscitó la preocupación de que las fuerzas armadas podrían respaldar al presidente si se niega a admitir la derrota.Pero en las últimas semanas, los militares y los funcionarios electorales acordaron un cambio en las pruebas de las máquinas de votación y los líderes militares dicen que ahora están satisfechos con la seguridad del sistema. Los militares no apoyarían ningún esfuerzo de Bolsonaro para impugnar los resultados, según dos altos funcionarios militares que hablaron de forma anónima debido a las reglas que impiden a los funcionarios militares hablar de política. Algunos generales de alto rango también han intentado recientemente persuadir a Bolsonaro para que se rinda si pierde, según uno de los oficiales.Sin embargo, Bolsonaro no parece estar satisfecho. El miércoles, su partido político publicó un documento de dos páginas en el que afirmaba, sin pruebas, que los empleados y contratistas del gobierno tenían el “poder absoluto de manipular los resultados de las elecciones sin dejar rastro”. Los funcionarios electorales respondieron que las afirmaciones “son falsas y deshonestas” y “un claro intento de obstaculizar y perturbar” las elecciones.Bolsonaro quiere permitir más actividades mineras en la Amazonía y dice que quiere instaurar valores más conservadores.Victor Moriyama para The New York TimesEl jueves, en el último debate antes de la votación del domingo, otra candidata le preguntó directamente a Bolsonaro si aceptaría los resultados de las elecciones. No contestó, sino que insultó a la candidata, diciendo que solamente lo desafiaba porque no le había dado trabajo. (A continuación, ella le preguntó si estaba vacunado contra la COVID-19 —su gobierno consideró que su estado de vacunación era un asunto clasificado— y él respondió de forma similar).Da Silva ha mantenido una ventaja dominante en las encuestas desde el año pasado. Si ningún candidato supera el 50 por ciento de los votos el domingo, los dos primeros competirán en una segunda vuelta el 30 de octubre. Parecía que Bolsonaro y da Silva acabarían en otro enfrentamiento, pero el reciente aumento de las cifras de las encuestas de Da Silva sugiere que podría ganar directamente el domingo.Una victoria de Da Silva continuaría un cambio hacia la izquierda en América Latina, con seis de las siete naciones más grandes de la región eligiendo líderes de izquierda desde 2018. También sería un gran golpe para el movimiento global del populismo de derecha que se ha extendido en la última década. El expresidente Donald Trump es un aliado clave de Bolsonaro y ha respaldado al presidente brasileño.Un mitin de campaña de Lula da Silva en Río de Janeiro. Si no gana las elecciones en la primera ronda, habrá una segunda vuelta el 30 de octubre.Dado Galdieri para The New York TimesLas encuestas sugieren que si Da Silva gana la presidencia en la primera vuelta del domingo solo sería por un estrecho margen, lo que crearía una oportunidad para que Bolsonaro y sus partidarios argumenten que los resultados se deben a un fraude electoral.Líderes políticos y analistas creen que las instituciones democráticas de Brasil están preparadas para resistir cualquier esfuerzo de Bolsonaro para impugnar los resultados de las elecciones, pero el país se prepara para la violencia. El 75 por ciento de los partidarios de Bolsonaro dijeron a la encuestadora más prominente de Brasil en julio que tenían “poco” o ningún apoyo para los sistemas de votación.“Lo único que puede quitarle la victoria a Bolsonaro es el fraude”, dijo Luiz Sartorelli, de 54 años, un vendedor de software en São Paulo. Enumeró varias teorías de la conspiración sobre un fraude pasado como prueba. “Si quieres la paz, a veces tienes que prepararte para la guerra”.Las elecciones también podrían tener importantes consecuencias medioambientales a nivel mundial. El 60 por ciento de la Amazonía se encuentra dentro de Brasil, y la salud de la selva tropical es fundamental para frenar el calentamiento global y preservar la biodiversidad.Bolsonaro ha provocado indignación en el país y preocupación en el mundo por las políticas que aceleraron la deforestación en la selva amazónica.Victor Moriyama para The New York TimesBolsonaro ha relajado las regulaciones sobre la tala y la minería en la Amazonía y ha recortado los fondos federales y el personal de las agencias que hacen cumplir las leyes destinadas a proteger a las poblaciones indígenas y el medio ambiente.En su campaña, ha prometido aplicar estrictamente la normativa medioambiental. Al mismo tiempo, ha puesto en duda las estadísticas que muestran el aumento de la deforestación y ha dicho que Brasil debe ser capaz de aprovechar sus recursos naturales.Da Silva prometió acabar con toda la minería ilegal y la deforestación en la Amazonia y ha dicho que animará a los agricultores y ganaderos a utilizar las tierras no ocupadas que ya han sido deforestadas.Con una ventaja constante en las encuestas, Da Silva ha llevado a cabo una campaña excesivamente reacia a los riesgos. Ha rechazado muchas solicitudes de entrevistas y, la semana pasada, no acudió a un debate.Lula da Silva ha prometido aumentar los impuestos a los ricos para ampliar los servicios a los pobres.Dado Galdieri para The New York TimesPero se presentó en el debate del jueves, en el que Bolsonaro lo empezó a atacar inmediatamente. Llamó a Da Silva “mentiroso, exconvicto y traidor”. Afirmó que la izquierda quería sexualizar a los niños y legalizar las drogas. Y trató de relacionar a Da Silva con un asesinato sin resolver de hace 20 años. “El futuro de la nación está en juego”, dijo a los votantes.Da Silva dijo que el presidente mentía. “Usted tiene una hija de 10 años viendo esto”, dijo. “Sea responsable”.André Spigariol More

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    Brazil Faces Big Vote in Presidential Election: Bolsonaro vs. Lula.

    Brazilians voting for president on Sunday will choose between two political titans in a contest seen as a major test for one of the world’s largest democracies.RIO DE JANEIRO — For the past decade, Brazil has lurched from one crisis to the next: environmental destruction, an economic recession, one president impeached, two presidents imprisoned and a pandemic that killed more people than anywhere else outside the United States.On Sunday, Brazilians will cast their ballots for their next president, hoping to push Latin America’s largest country toward a more stable and brighter future — by deciding between two men who are deeply tied to its tumultuous past.The election is widely regarded as the nation’s most important vote in decades, historians in Brazil say, in part because the health of one of the world’s biggest democracies may be at stake.The incumbent, President Jair Bolsonaro, is a far-right populist whose first term has stood out for its turmoil and his constant attacks on the electoral system. He has drawn outrage at home and concern abroad for policies that accelerated deforestation in the Amazon rainforest, for his embrace of unproven drugs over Covid-19 vaccines and for his harsh attacks on political rivals, judges, journalists and health professionals.The challenger, former President Luiz Inácio Lula da Silva, is a left-wing firebrand who oversaw Brazil’s boom during the first decade of this century, but then went to prison on corruption charges. Those charges were later thrown out, and now, after leading in polls for months, the man simply known as “Lula” is poised to complete a stunning political resurrection.They are perhaps the two best-known, and most polarizing, figures in this nation of 217 million people, and for more than a year, they have been pitching voters on starkly different visions for the country, whose economy has been battered by the pandemic and global inflation.Mr. Bolsonaro, 67, wants to sell Brazil’s state-owned oil company, open the Amazon to more mining, loosen regulations on guns and usher in more conservative values. Mr. da Silva, 76, promises to raise taxes on the rich to expand services for the poor, including widening the social safety net, increasing the minimum wage, and feeding and housing more people.Supporters of Mr. Bolsonaro in Rio de Janiero. Mr. Bolsonaro has implied that the only way he believes he would lose the election is if it were stolen from him.Dado Galdieri for The New York TimesMr. Bolsonaro’s campaign slogan is “God, family, homeland and liberty,” while Mr. da Silva has built his pitch around a pledge to ensure that all Brazilians can enjoy three meals a day, including, occasionally, a top cut of meat and a cold beer at a family barbecue.Yet, instead of their plans for the future, much of the race has revolved around each candidate’s past. Brazilians have lined up on either side based in large part on their opposition to one of the candidates, instead of their support for them.“The major word in this campaign is rejection,” said Thiago de Aragão, strategy director at Arko Advice, one of Brazil’s largest political consultancies. “This election is a demonstration of how voters in a polarized country unify themselves around what they hate instead of what they love.”The focus on Sunday — when a total of 11 presidential candidates will be on the ballot — will not just be on the vote tallies, but also on what will happen after the results are announced.Mr. Bolsonaro has been casting doubt on the security of Brazil’s electronic voting system for months, claiming without evidence that it is vulnerable to fraud and that Mr. da Silva’s supporters are planning to rig the vote. Mr. Bolsonaro has, in effect, said that the only way he would lose is if the election were stolen from him.Electoral Court inspectors packing up voting machines after testing them in São Paulo. In recent weeks, the military and election officials agreed to a change in how they test the machines, which Mr. Bolsonaro has claimed are unreliable.Victor Moriyama for The New York Times“We have three alternatives for me: Prison, death or victory,” he told supporters at enormous rallies last year. “Tell the bastards I’ll never be arrested.”Earlier this year, the military began challenging the election system alongside Mr. Bolsonaro, raising concerns that the armed forces could back the president if he refuses to concede.But in recent weeks, the military and election officials agreed on a change to tests of the voting machines, and military leaders say they are now satisfied with the system’s security. The military would not support any efforts by Mr. Bolsonaro to challenge the results, according to two senior military officials who spoke anonymously because of rules against military officials discussing politics. Some senior generals have also recently tried to persuade Mr. Bolsonaro to concede if he loses, according to one of the officials.Mr. Bolsonaro, however, still does not seem satisfied. On Wednesday, his political party released a two-page document claiming, without evidence, that some government employees and contractors had the “absolute power to manipulate election results without leaving a trace.” Election officials fired back that the claims “are false and dishonest” and “a clear attempt to hinder and disrupt” the election.Mr. Bolsonaro wants to open the Amazon to more mining and says he wants to usher in more conservative values.Victor Moriyama for The New York TimesOn Thursday, at the final debate before Sunday’s vote, Mr. Bolsonaro was asked directly by another candidate if he would accept the election results. He did not answer. Instead, he insulted the candidate, saying she was only challenging him because he fired her friends from government jobs. (She then asked if he was vaccinated for Covid-19 — his government deemed his vaccine status to be classified — and he responded similarly.)Mr. da Silva has held a commanding lead in the polls since last year. If no candidate exceeds 50 percent of the vote on Sunday, the top two finishers will compete in a runoff on Oct. 30. It had appeared that Mr. Bolsonaro and Mr. da Silva would end up in another showdown then, but a recent surge in Mr. da Silva’s poll numbers suggests that he could win outright on Sunday.A victory for Mr. da Silva would continue a leftward shift in Latin America, with six of the region’s seven largest nations electing leftist leaders since 2018. It also would be a major blow to the global movement of right-wing populism that has spread in the last decade. Former President Donald J. Trump is a key ally of Mr. Bolsonaro and has endorsed the Brazilian president.A campaign rally for Mr. da Silva in Rio de Janiero. If he does not win next week’s election outright, there will be a runoff on Oct. 30.Dado Galdieri for The New York TimesPolls suggest that if Mr. da Silva wins the presidency in Sunday’s first round it would only be by a slim margin, creating an opening for Mr. Bolsonaro and his supporters to argue that voter fraud accounted for the results.Political leaders and analysts believe that Brazil’s democratic institutions are prepared to withstand any effort by Mr. Bolsonaro to dispute the election’s results, but the nation is bracing for violence. Seventy-five percent of Mr. Bolsonaro’s supporters told Brazil’s most prominent pollster in July that they had “little” or no support for the voting systems.“The only thing that can take victory from Bolsonaro is fraud,” said Luiz Sartorelli, 54, a software salesman in São Paulo. He listed several conspiracy theories about past fraud as proof. “If you want peace, sometimes you need to prepare for war.”The election could also have major global environmental consequences. Sixty percent of the Amazon lies within Brazil, and the health of the rainforest is critical to stemming global warming and preserving biodiversity.Mr. Bolsonaro has drawn outrage at home and concern abroad for policies that accelerated deforestation in the Amazon rainforest.Victor Moriyama for The New York TimesMr. Bolsonaro has loosened regulations on logging and mining in the Amazon, and slashed federal funds and staffing for the agencies that enforce laws intended to protect Indigenous populations and the environment.In his campaign, he has promised to strictly enforce environmental regulations. At the same time, he has cast doubt on statistics that show soaring deforestation and has said that Brazil must be able to take advantage of its natural resources.Mr. da Silva has pledged to end all illegal mining and deforestation in the Amazon, and said that he would encourage farmers and ranchers to use unoccupied land that has already been deforested.With a steady lead in the polls, Mr. da Silva has run an exceedingly risk-averse campaign. He has declined many interview requests and, last week, he skipped a debate.Mr. da Silva has promised to raise taxes on the rich to expand services for the poor.Dado Galdieri for The New York TimesBut he did show up at Thursday’s debate, where Mr. Bolsonaro immediately started swinging. He called Mr. da Silva a “liar, ex-convict and traitor.” He claimed the left wanted to sexualize children and legalize drugs. And he tried to connect Mr. da Silva to a 20-year-old unsolved murder. “The future of the nation is at stake,” he told voters.Mr. da Silva said the president was lying. “You have a 10-year-old daughter watching this,” he said. “Be responsible.”André Spigariol and Flávia Milhorance contributed reporting. More

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    Activists Flood Election Offices With Challenges

    Activists driven by false theories about election fraud are working to toss out tens of thousands of voter registrations and ballots in battleground states, part of a loosely coordinated campaign that is sowing distrust and threatening further turmoil as election officials prepare for the November midterms.Groups in Georgia have challenged at least 65,000 voter registrations across eight counties, claiming to have evidence that voters’ addresses were incorrect. In Michigan, an activist group tried to challenge 22,000 ballots from voters who had requested absentee ballots for the state’s August primary. And in Texas, residents sent in 116 affidavits challenging the eligibility of more than 6,000 voters in Harris County, which is home to Houston and is the state’s largest county.The recent wave of challenges have been filed by right-wing activists who believe conspiracy theories about fraud in the 2020 presidential election. They claim to be using state laws that allow people to question whether a voter is eligible. But so far, the vast majority of the complaints have been rejected, in many cases because election officials found the challenges were filed incorrectly, rife with bad information or based on flawed data analysis.Republican-aligned groups have long pushed to aggressively cull the voter rolls, claiming that inaccurate registrations can lead to voter fraud — although examples of such fraud are exceptionally rare. Voting rights groups say the greater concern is inadvertently purging an eligible voter from the rolls.The new tactic of flooding offices with challenges escalates that debate — and weaponizes the process. Sorting through the piles of petitions is costly and time-consuming, increasing the chances that overburdened election officials could make mistakes that could disenfranchise voters. And while election officials say they’re confident in their procedures, they worry about the toll on trust in elections. The challenge process, as used by election deniers, has become another platform for spreading doubt about the security of elections.“It’s a tactic to distract and undermine the electoral process,” said Dele Lowman Smith, chairwoman of the DeKalb County Board of Elections in Georgia. Her county is among several in Georgia that have had to hold special meetings just to address the challenges. The state’s new Republican-backed election law requires that each challenge receive a hearing, and the process was taking up too much time in regular board meetings.The activists say they are exercising their right to ensure that voter rolls are accurate.“If a citizen is giving you information, wouldn’t you want to check it and make sure it’s right?” said Sandy Kiesel, the executive director of Election Integrity Fund and Force, a group involved in challenges in Michigan.But in private strategy and training calls, participants from some groups have talked openly about more political aims, saying they believe their work will help Republican candidates. Some groups largely target voters in Democratic, urban areas.It is not unusual for voter rolls to contain errors — often because voters have died or moved without updating their registrations. But states typically rely on systematic processes outlined in state and federal law — not on lists provided by outside groups — to clean up the information.Still, groups have submitted challenges before. True the Vote, a Texas group behind the misinformation-laden film “2,000 Mules,” challenged more than 360,000 voters in Georgia before Senate runoff elections in 2021.The State of the 2022 Midterm ElectionsWith the primaries over, both parties are shifting their focus to the general election on Nov. 8.A Focus on Crime: In the final phase of the midterm campaign, Republicans are stepping up their attacks about crime rates, but Democrats are pushing back.Pennsylvania Governor’s Race: Doug Mastriano, the Trump-backed G.O.P. nominee, is being heavily outspent and trails badly in polling. National Republicans are showing little desire to help him.Megastate G.O.P. Rivalry: Against the backdrop of their re-election bids, Gov. Greg Abbott of Texas and Gov. Ron DeSantis of Florida are locked in an increasingly high-stakes contest of one-upmanship.Rushing to Raise Money: Senate Republican nominees are taking precious time from the campaign trail to gather cash from lobbyists in Washington — and close their fund-raising gap with Democratic rivals.The new tactics and types of challenges have spread wildly since, as a broad movement has mobilized around former President Donald J. Trump’s lies that the election was stolen. An influential think tank with close Trump ties, the Conservative Partnership Institute, has distributed a playbook that instructs local groups on how to vet voter rolls. Another national group, the America Project, backed by Michael Flynn and Patrick Byrne, influential members in the election denial movement, have helped fund a Georgia outfit that has challenged ballots across the state. America Project’s support was first reported by Bloomberg News.In mid-September, another Georgia group, Greater Georgia, co-sponsored a Zoom training session about how to file challenges with roughly a dozen activists. The group, which was founded by former Senator Kelly Loeffler, said the goal was protecting “election integrity.”The areas it focused on — counties in the metro Atlanta area — have the highest concentration of Democratic voters in the state. The leader of the training, Catherine McDonald, who works for the Voter Integrity Project, told participants she believed Jon Ossoff and Raphael Warnock, both Democrats, won their Senate races in 2021 in part because judges refused to hear cases challenging what she considered illegal voting.“There were more than enough illegal votes,” Ms. McDonald said at the outset of the training, according to a transcript of the event obtained by The New York Times. “None of the judges in Fulton or DeKalb would take the case.”Greater Georgia declined to comment on the training.Thousands of voters have been challenged in Georgia’s Gwinnett County.Nicole Craine for The New York TimesOf the challenges brought in Gwinnett County in Georgia, 15,000 to 20,000 were rejected, while a further 16,000 or so remained undecided. In many cases, the methodology was found to be flawed or misguided. In Forsyth County, Ga., 6 percent of the 17,000 voters challenged were removed from the rolls, according to county records, after election officials determined that the submissions either did not meet necessary requirements or were factually incorrect.In Michigan, the secretary of state’s office said an attempt to challenge 22,027 ballots at once was invalid — state law says challenges must be submitted one at a time rather than in bulk, Jonathan Brater, director of the state’s Bureau of Elections, wrote in a letter to local officials..css-1v2n82w{max-width:600px;width:calc(100% – 40px);margin-top:20px;margin-bottom:25px;height:auto;margin-left:auto;margin-right:auto;font-family:nyt-franklin;color:var(–color-content-secondary,#363636);}@media only screen and (max-width:480px){.css-1v2n82w{margin-left:20px;margin-right:20px;}}@media only screen and (min-width:1024px){.css-1v2n82w{width:600px;}}.css-161d8zr{width:40px;margin-bottom:18px;text-align:left;margin-left:0;color:var(–color-content-primary,#121212);border:1px solid var(–color-content-primary,#121212);}@media only screen and (max-width:480px){.css-161d8zr{width:30px;margin-bottom:15px;}}.css-tjtq43{line-height:25px;}@media only screen and (max-width:480px){.css-tjtq43{line-height:24px;}}.css-x1k33h{font-family:nyt-cheltenham;font-size:19px;font-weight:700;line-height:25px;}.css-ok2gjs{font-size:17px;font-weight:300;line-height:25px;}.css-ok2gjs a{font-weight:500;color:var(–color-content-secondary,#363636);}.css-1c013uz{margin-top:18px;margin-bottom:22px;}@media only screen and (max-width:480px){.css-1c013uz{font-size:14px;margin-top:15px;margin-bottom:20px;}}.css-1c013uz a{color:var(–color-signal-editorial,#326891);-webkit-text-decoration:underline;text-decoration:underline;font-weight:500;font-size:16px;}@media only screen and (max-width:480px){.css-1c013uz a{font-size:13px;}}.css-1c013uz a:hover{-webkit-text-decoration:none;text-decoration:none;}How Times reporters cover politics. We rely on our journalists to be independent observers. So while Times staff members may vote, they are not allowed to endorse or campaign for candidates or political causes. This includes participating in marches or rallies in support of a movement or giving money to, or raising money for, any political candidate or election cause.Learn more about our process.Mr. Brater highlighted other issues with the group’s work. The activists used the U.S. Postal Service’s change of address system as evidence indicating a voter’s registration isn’t valid. But many people in that system, including students and members of the military, are still eligible to vote at their previous address, he wrote. Other challenges were based on a glitch that listed Jan. 1, 1900, as a place-holder registration date for people registered before new software was introduced.In interviews with The Times, leaders with the group behind the effort, Election Integrity Fund and Force, said they did not have clear evidence that the voters listed were ineligible. They were simply prompting elections officials to make a closer examination of some potential errors, they said.They weren’t aware of any voters removed from the rolls as a result, they said.Election Integrity Fund and Force has been working in Michigan since the 2020 election, promoting skepticism about the election’s legitimacy. This month, it sued the governor and secretary of state in an attempt to decertify President Biden’s win in the state. It has also sent volunteers knocking on doors to survey residents about the registered voters in their homes. They presented their results to election officials as evidence of problems with the voter rolls.But officials who reviewed the group’s findings said they were riddled with errors and leaps in logic. “They don’t have a grasp of how things actually work,” said Lisa Brown, the county clerk for Oakland County in the Detroit suburbs.Ms. Brown said a colleague found a friend on the group’s list of problematic registrations because the friend forwards her mail. “She’s a snowbird. So, yeah, she forwards her mail to Florida when she’s down there, but she still lives here,” Ms. Brown said.Ms. Kiesel, the group’s executive director, said her group planned to send lists of names to Michigan election officials before the November election. The lists will also go to poll workers, she said.If voters are challenged at polling places, their ballots would be immediately counted. But the ballots would also be marked and could be reviewed later if a candidate or group sued, officials said.Ms. Kiesel has shared her group’s plans with various coalitions of election activists in Michigan, including one with ties to the Conservative Partnership Institute, according to audio of conference calls obtained by The Times. A lawyer who aided Mr. Trump in his effort to overturn the 2020 results, Cleta Mitchell, is leading the institute’s effort to organize activists.“We learned a lot by the challenges,” Ms. Kiesel said on one call with the coalition in August. “We need people to help us to do the same thing in the November election.”Election workers checking voter registrations in Lansing, Mich., on Election Day in 2020.John Moore/Getty ImagesChris Thomas, a former elections director for Michigan now working as a consultant for Detroit, said he did not expect the challenges to succeed. But one concern is that activists will use rejections to sow doubt about the legitimacy of elections if they don’t like the results.“They can’t get over the fact they lost,” Mr. Thomas said. “They are just going to beat the system into the ground.”Another canvassing operation fanned out across Harris County, Texas, over the summer. Volunteers with the Texas Election Network, a group with ties to the state Republican Party, went door to door, clipboards in hand, to ask residents if they were the voters registered at those addresses. The canvassing effort was first reported by The Houston Chronicle.Soon after, 116 affidavits challenging the registration of thousands of voters were filed with the Harris County Election Office, according to data obtained through an open records request by The New York Times. Each affidavit, sent by individual citizens, was written exactly the same.“I have personal knowledge that the voters named in this affidavit do not reside at the addresses listed on their voter registration records,” the affidavits said. “I have personally visited the listed addresses. I have personally interviewed persons actually residing at these addresses.”Each affidavit failed to meet the state’s standards, and after a quick investigation, all were rejected by the election administrator of Harris County. More

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    ¿El máximo tribunal de Brasil se extralimita en su defensa de la democracia?

    El principal contrapeso al poder del presidente Jair Bolsonaro ha sido el Supremo Tribunal Federal de Brasil. Ahora muchos temen que el organismo se convierta en una amenaza.RÍO DE JANEIRO — El chat grupal en WhatsApp era una especie de vestidor de gimnasio para decenas de los más grandes empresarios de Brasil. Estaba un magnate de centros comerciales, el fundador de una tienda de ropa para surfear y el multimillonario de la tienda departamental más conocida de Brasil. Se quejaban de la inflación, enviaban memes y, a veces, compartían opiniones incendiarias.El Times More

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    The Midterm Election’s Most Dominant Toxic Narratives

    Ballot mules. Poll watch parties. Groomers.These topics are now among the most dominant divisive and misleading narratives online about November’s midterm elections, according to researchers and data analytics companies. On Twitter, Facebook, Reddit, Truth Social and other social media sites, some of these narratives have surged in recent months, often accompanied by angry and threatening rhetoric.The effects of these inflammatory online discussions are being felt in the real world, election officials and voting rights groups said. Voters have flooded some local election offices with misinformed questions about supposedly rigged voting machines, while some people appear befuddled about what pens to use on ballots and whether mail-in ballots are still legal, they said.“Our voters are angry and confused,” Lisa Marra, elections director in Cochise County, Ariz., told a House committee last month. “They simply don’t know what to believe.”The most prevalent of these narratives fall into three main categories: continued falsehoods about rampant election fraud; threats of violence and citizen policing of elections; and divisive posts on health and social policies that have become central to political campaigns. Here’s what to know about them.Misinformation about the 2020 election, left, has fueled the “Stop the Steal” movement, center, and continues to be raised at campaign events for the midterms, right.From left, Amir Hamja for The New York Times, Gabriela Bhaskar for The New York Times, Ash Ponders for The New York Times Election FraudFalse claims of election fraud are commanding conversation online, with former President Donald J. Trump continuing to protest that the 2020 presidential election was stolen from him.Voter fraud is rare, but that falsehood about the 2020 election has become a central campaign issue for dozens of candidates around the country, causing misinformation and toxic content about the issue to spread widely online.“Stolen election” was mentioned 325,589 times on Twitter from June 19 to July 19, a number that has been fairly steady throughout the year and that was up nearly 900 percent from the same period in 2020, according to Zignal Labs, a media research firm.On the video-sharing site Rumble, videos with the term “stop the steal” or “stolen election” and other claims of election fraud have been among the most popular. In May, such posts attracted 2.5 million viewers, more than triple the total from a year earlier, according to Similarweb, a digital analytics firm.More recently, misinformation around the integrity of voting has metastasized. More conspiracy theories are circulating online about individuals submitting fraudulent ballots, about voting machines being rigged to favor Democrats and about election officials switching the kinds of pens that voters must use to mark ballots in order to confuse them.The State of the 2022 Midterm ElectionsWith the primaries over, both parties are shifting their focus to the general election on Nov. 8.Inflation Concerns Persist: In the six-month primary season that has just ended, several issues have risen and fallen, but nothing has dislodged inflation and the economy from the top of voters’ minds.Herschel Walker: The Republican Senate candidate in Georgia claimed his business donated 15 percent of its profits to charities. Three of the four groups named as recipients say they didn’t receive money.North Carolina Senate Race: Are Democrats about to get their hearts broken again? The contest between Cheri Beasley, a Democrat, and her G.O.P. opponent, Representative Ted Budd, seems close enough to raise their hopes.Echoing Trump: Six G.O.P. nominees for governor and the Senate in critical midterm states, all backed by former President Donald J. Trump, would not commit to accepting this year’s election results.These conspiracy theories have in turn spawned new terms, such as “ballot trafficking” and “ballot mules,” which is used to describe people who are paid to cast fake ballots. The terms were popularized by the May release of the film “2000 Mules,” a discredited movie claiming widespread voter fraud in the 2020 election. From June 19 to July 19, “ballot mules” was mentioned 17,592 times on Twitter; it was not used before the 2020 election, according to Zignal.In April, the conservative talk show host Charlie Kirk interviewed the stars of the film, including Catherine Engelbrecht of the nonprofit voting group True the Vote. Mr. Kirk’s interview has garnered more than two million views online.“A sense of grievance is already in place,” said Kyle Weiss, a senior analyst at Graphika, a research firm that studies misinformation and fake social media accounts. The 2020 election “primed the public on a set of core narratives, which are reconstituting and evolving in 2022.”.css-1v2n82w{max-width:600px;width:calc(100% – 40px);margin-top:20px;margin-bottom:25px;height:auto;margin-left:auto;margin-right:auto;font-family:nyt-franklin;color:var(–color-content-secondary,#363636);}@media only screen and (max-width:480px){.css-1v2n82w{margin-left:20px;margin-right:20px;}}@media only screen and (min-width:1024px){.css-1v2n82w{width:600px;}}.css-161d8zr{width:40px;margin-bottom:18px;text-align:left;margin-left:0;color:var(–color-content-primary,#121212);border:1px solid var(–color-content-primary,#121212);}@media only screen and (max-width:480px){.css-161d8zr{width:30px;margin-bottom:15px;}}.css-tjtq43{line-height:25px;}@media only screen and (max-width:480px){.css-tjtq43{line-height:24px;}}.css-x1k33h{font-family:nyt-cheltenham;font-size:19px;font-weight:700;line-height:25px;}.css-ok2gjs{font-size:17px;font-weight:300;line-height:25px;}.css-ok2gjs a{font-weight:500;color:var(–color-content-secondary,#363636);}.css-1c013uz{margin-top:18px;margin-bottom:22px;}@media only screen and (max-width:480px){.css-1c013uz{font-size:14px;margin-top:15px;margin-bottom:20px;}}.css-1c013uz a{color:var(–color-signal-editorial,#326891);-webkit-text-decoration:underline;text-decoration:underline;font-weight:500;font-size:16px;}@media only screen and (max-width:480px){.css-1c013uz a{font-size:13px;}}.css-1c013uz a:hover{-webkit-text-decoration:none;text-decoration:none;}How Times reporters cover politics. We rely on our journalists to be independent observers. So while Times staff members may vote, they are not allowed to endorse or campaign for candidates or political causes. This includes participating in marches or rallies in support of a movement or giving money to, or raising money for, any political candidate or election cause.Learn more about our process.The security of ballot drop boxes, left; the search for documents at Mar-a-Lago, center; and the role of the F.B.I., right, are being widely discussed online in the context of the midterm elections. From left, Marco Garcia for The New York Times, Saul Martinez for The New York Times, Kenny Holston for The New York TimesCalls to ActionOnline conversations about the midterm elections have also been dominated by calls for voters to act against apparent election fraud. In response, some people have organized citizen policing of voting, with stakeouts of polling stations and demands for information about voter rolls in their counties. Civil rights groups widely criticize poll watching, which they say can intimidate voters, particularly immigrants and at sites in communities of color.From July 27 to Aug. 3, the second-most-shared tweet about the midterms was a photo of people staking out a ballot box, with the message that “residents are determined to safeguard the drop boxes,” according to Zignal. Among those who shared it was Dinesh D’Souza, the creator of “2000 Mules,” who has 2.4 million followers on Twitter.In July, Seth Keshel, a retired Army captain who has challenged the result of the 2020 presidential election, shared a message on Telegram calling for “all-night patriot tailgate parties for EVERY DROP BOX IN AMERICA.” The post was viewed more than 70,000 times.Anger toward the F.B.I. is also reflected in midterm-related conversations, with a rise in calls to shut down or defund the agency after last month’s raid of Mr. Trump’s Florida residence, Mar-a-Lago.“Abolish FBI” became a trending hashtag across social media, mentioned 122,915 times on Twitter, Facebook, Reddit and news sites from July 1 to Aug. 30, up 1,990 percent from about 5,882 mentions in the two months before the 2020 election, according to Zignal.In a video posted on Twitter on Sept. 20, Representative Andrew Clyde, Republican of Georgia, implied that he and others would take action against the F.B.I. if Republicans won control of Congress in November.“You wait till we take the House back. You watch what happens to the F.B.I.,” he said in a video captured by a left-leaning online show, “The Undercurrent,” and shared more than 1,000 times on Twitter within a few hours. Mr. Clyde did not respond to a request for comment.Representative Marjorie Taylor Greene of Georgia, center, is among the politicians who have spread misinformation about gay and transgender people, a report said.From left: Todd Heisler/The New York Times, Stefani Reynolds for The New York Times, Todd Heisler/The New York TimesHot-Button IssuesSome online conversations about the midterms are not directly related to voting. Instead, the discussions are centered on highly partisan issues — such as transgender rights — that candidates are campaigning on and that are widely regarded as motivating voters, leading to a surge of falsehoods.A month after Florida passed legislation that prohibits classroom discussion or instruction about sexual orientation and gender identity, which the Republican governor, Ron DeSantis, signed into law in March, the volume of tweets falsely linking gay and transgender individuals to pedophilia soared, for example.Language claiming that gay people and transgender people were “grooming” children for abuse increased 406 percent on Twitter in April, according to a study by the Human Rights Campaign and the Center for Countering Digital Hate.The narrative was spread most widely by 10 far-right figures, including midterm candidates such as Representatives Lauren Boebert of Colorado and Marjorie Taylor Greene of Georgia, according to the report. Their tweets on “grooming” misinformation were viewed an estimated 48 million times, the report said.In May, Ms. Boebert tweeted: “A North Carolina preschool is using LGBT flag flashcards with a pregnant man to teach kids colors. We went from Reading Rainbow to Randy Rainbow in a few decades, but don’t dare say the Left is grooming our kids!” The tweet was shared nearly 2,000 times and liked nearly 10,000 times.Ms. Boebert and Ms. Taylor Greene did not respond to requests for comment.On Facebook and Instagram, 59 ads also promoted the narrative that the L.G.B.T.Q.+ community and allies were “grooming” children, the report found. Meta, the owner of Facebook and Instagram, accepted up to $24,987 for the ads, which were served to users over 2.1 million times, according to the report.Meta said it had removed several of the ads mentioned in the report.“The repeated pushing of ‘groomer’ narratives has resulted in a wider anti-L.G.B.T. moral panic that has been influencing state and federal legislation and is likely to be a significant midterm issue,” said David Thiel, the chief technical officer at the Stanford Internet Observatory, which studies online extremism and disinformation. More

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    Cómo fue que cuentas rusas ayudaron a desmantelar la Marcha de las Mujeres

    Linda Sarsour despertó el 23 de enero de 2017, entró a internet y sintió náuseas.El fin de semana anterior, había ido a Washington para estar al frente de la Marcha de las Mujeres, una movilización contra el entonces presidente Donald Trump que superó todas las expectativas. Las multitudes se habían congregado antes del amanecer y para cuando ella subió al escenario, se extendían a lo lejos.Más de cuatro millones de personas de todo Estados Unidos habían participado, según cálculos posteriores de los expertos, que decían que esta marcha era una de las protestas de un solo día más grandes en la historia del país.Pero luego algo cambió, al parecer de la noche a la mañana. Lo que ella vio en Twitter ese lunes fue un torrente de quejas centradas en ella. En sus 15 años de activista, en su mayoría defendiendo los derechos de las personas musulmanas, había enfrentado respuestas negativas, pero esto era de otra magnitud. Una pregunta comenzó a formarse en su mente: ¿realmente me odian tanto?Esa mañana, sucedían cosas que Sarsour no podía ni imaginarse.A casi 6500 kilómetros de distancia, organizaciones vinculadas con el gobierno ruso habían asignado equipos para actuar en contra de la Marcha de las Mujeres. En los escritorios de las anodinas oficinas de San Petersburgo, los redactores estaban probando mensajes en las redes sociales que criticaban el movimiento de la Marcha de las Mujeres, haciéndose pasar por estadounidenses comunes y corrientes.Publicaron mensajes como mujeres negras que criticaban el feminismo blanco, mujeres conservadoras que se sentían excluidas y hombres que se burlaban de las participantes como mujeres quejumbrosas de piernas peludas. Pero uno de los mensajes funcionó mejor con el público que cualquier otro.En él se destacaba un elemento de la Marcha de las Mujeres que, en principio, podría parecer un simple detalle: entre las cuatro copresidentas del evento estaba Sarsour, una activista palestinoestadounidense cuyo hiyab la señalaba como musulmana practicante.Linda Sarsour, una de las líderes de la Marcha de las Mujeres, en enero de 2017. A los pocos días, los troles rusos la atacaron en internet.Theo Wargo/Getty ImagesDurante los 18 meses siguientes, las fábricas rusas de troles y su servicio de inteligencia militar se esforzaron por desacreditar el movimiento mediante la difusión de relatos condenatorios, a menudo inventados, en torno a Sarsour, cuyo activismo la convirtió en un pararrayos para la base deTrump y también para algunos de sus más ardientes opositores.Ciento cincuenta y dos cuentas rusas distintas produjeron material sobre ella. Los archivos públicos de las cuentas de Twitter que se ha comprobado que son rusas contienen 2642 tuits sobre Sarsour, muchos de los cuales llegaron a grandes audiencias, según un análisis de Advance Democracy Inc., una organización sin fines de lucro y apartidista que realiza investigaciones y estudios de interés público.Muchas personas conocen la historia sobre cómo se fracturó el movimiento de la Marcha de las Mujeres, que dejó cicatrices perdurables en la izquierda estadounidense.Una coalición frágil al principio, entró en crisis por la asociación de sus copresidentas con Louis Farrakhan, el líder de la Nación del Islam, ampliamente condenado por sus declaraciones antisemitas. Cuando esto salió a la luz, los grupos progresistas se distanciaron de Sarsour y de las copresidentas de la marcha, Carmen Pérez, Tamika Mallory y Bob Bland, y algunos pidieron que dimitieran.Pero también hay una historia que no se ha contado, que solo apareció años después en la investigación académica, de cómo Rusia se insertó en este momento.Durante más de un siglo, Rusia y la Unión Soviética trataron de debilitar a sus adversarios en Occidente al avivar las tensiones raciales y étnicas. En la década de 1960, oficiales de la KGB con base en Estados Unidos pagaron a agentes para que pintaran esvásticas en las sinagogas y profanaran los cementerios judíos. Falsificaron cartas racistas, supuestamente de supremacistas blancos, a diplomáticos africanos.No inventaron estas divisiones sociales, Estados Unidos ya las tenía. Ladislav Bittman, quien trabajó para la policía secreta en Checoslovaquia antes de desertar a Estados Unidos, comparó los programas de desinformación soviéticos con un médico malvado que diagnostica con pericia las vulnerabilidades del paciente y las explota, “prolonga su enfermedad y lo acelera hasta una muerte prematura en lugar de curarlo”.Hace una década, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, supervisó un renacimiento de estas tácticas, con el fin de socavar las democracias de todo el mundo desde las sombras.Las redes sociales proporcionaban ahora una forma fácil de alimentar las ideas en el discurso estadounidense, algo que, durante medio siglo, la KGB había luchado por hacer. Y el gobierno ruso canalizó secretamente más de 300 millones de dólares a partidos políticos en más de dos docenas de países en un esfuerzo por influir en sus políticas a favor de Moscú desde 2014, según una revisión de la inteligencia estadounidense hecha pública la semana pasada.El efecto que estas intrusiones tuvieron en la democracia estadounidense es una cuestión que nos acompañará durante años. Las redes sociales ya estaban amplificando los impulsos políticos de los estadounidenses, dejando tras de sí un rastro de comunidades dañadas. La confianza en las instituciones estaba disminuyendo y la rabia aumentaba en la vida pública. Estas cosas habrían sido ciertas aun sin la interferencia rusa.Pero rastrear las intrusiones rusas durante los meses que siguieron a esa primera Marcha de las Mujeres es ser testigo de un persistente esfuerzo por empeorarlas todas.Después de las elecciones de 2016, la operación de desinformación rusa de la Agencia de Investigación de Internet cambió el enfoque de Donald Trump y Hillary Clinton a objetivos más amplios de Estados Unidos.James Hill para The New York Times‘Refrigeradores y clavos’A principios de 2017, la operación de troleo se encontraba en su fase imperial y rebosaba confianza.Las cuentas de la Agencia de Investigación de Internet, una organización cuya sede se encuentra en San Petersburgo y es controlada por un aliado de Putin, se había ufanado de impulsar a Trump a la victoria. Ese año, el presupuesto del grupo casi se había duplicado, según comunicaciones internas hechas públicas por los fiscales estadounidenses. Pasó más de un año antes de que las plataformas de las redes sociales realizaran una amplia purga de cuentas de títeres respaldados por Rusia.Para los troles, era una hora clave.En estas condiciones propicias, sus objetivos pasaron de la política electoral a algo más general: la meta de agudizar las fisuras en la sociedad estadounidense, dijo Alex Iftimie, un exfiscal federal que trabajó en un caso de 2018 contra un administrador del Proyecto Lakhta, que supervisaba la Agencia de Investigación de Internet y otras operaciones de troleo ruso.“Ya no se trataba exclusivamente de Trump y Clinton”, dijo Iftimie, ahora socio de Morrison Foerster. “Era más profundo y más siniestro y más difuso en su enfoque de explotar las divisiones dentro de la sociedad en cualquier número de niveles diferentes”.Había una rutina: al llegar a su turno, los trabajadores escudriñaban los medios de comunicación de los márgenes ideológicos, de la extrema izquierda y de la extrema derecha, en busca de contenido extremo que pudieran publicar y amplificar en las plataformas, alimentando las opiniones extremas en las conversaciones principales.Artyom Baranov, quien trabajó en una de las filiales del Proyecto Lakhta de 2018 a 2020, concluyó que sus compañeros de trabajo eran, en su mayoría, personas que necesitaban el dinero, indiferentes a los temas sobre los que se les pedía que escribieran.“Si se les asignaba un texto sobre refrigeradores, escribían sobre refrigeradores, o, digamos, sobre clavos, escribían sobre clavos”, dijo Baranov, uno de un puñado de antiguos troles que han hablado públicamente sobre sus actividades. Pero en lugar de refrigeradores y clavos, era “Putin, Putin, luego Putin, y luego sobre Navalny”, en referencia a Alekséi Navalny, el líder de la oposición encarcelado.El trabajo no consistía en exponer argumentos, sino en provocar una reacción visceral y emocional, idealmente de “indignación”, explicó Baranov, psicoanalista de formación, a quien se le asignó escribir publicaciones en línea sobre política rusa. “La tarea es hacer una especie de explosión, causar controversia”, agregó.Cuando una publicación lograba enfurecer a un lector, dijo, un compañero de trabajo comentaba a veces, con satisfacción, Liberala razorvala. Un liberal fue destrozado. “No se trataba de discutir hechos o dar nuevos argumentos”, dijo. “Siempre es una forma de hurgar en los trapos sucios”.El feminismo era un objetivo obvio, porque se consideraba una “agenda occidental” y hostil a los valores tradicionales que representaba Rusia, dijo Baranov, quien habló de su trabajo con la esperanza de advertir a las personas de que fueran más escépticas con el material que hay en línea. Desde hace meses, las cuentas rusas que pretenden pertenecer a mujeres negras han estado investigando las divisiones raciales dentro del feminismo estadounidense:“El feminismo blanco parece ser la tendencia más estúpida del 2k16”“Mira cómo Muhammad Ali calla a una feminista blanca que critica su arrogancia”“No tengo tiempo para tu basura de feminista blanca”“Por qué las feministas negras no le deben su apoyo a Hillary Clinton”“UN POCO MÁS FUERTE PARA LAS FEMINISTAS BLANCAS DE ATRÁS”En enero de 2017, mientras se acercaba la Marcha de las Mujeres, probaron distintos enfoques con distintas audiencias, como lo habían hecho previo a las elecciones presidenciales de 2016. Publicaban como mujeres trans resentidas, mujeres pobres y mujeres contra el aborto. Desacreditaban a quienes marchaban por ser peones del multimillonario judío George Soros.Y se burlaron de las mujeres que planeaban participar, a menudo en términos crudamente sexuales. En coordinación, a partir del 19 de enero, 46 cuentas rusas lanzaron 459 sugerencias originales para #RenameMillionWomenMarch, un hashtag creado por un conductor de pódcast de derecha de Indiana:La Marcha de: ¿Por qué nadie me quiere?La marcha de las mujeres fuertes que se hacen las víctimas constantementeLa Marcha de la Solitaria Señora de los GatosEl campamento de los cólicosLa Convención de Mujeres BarbudasViejas rotas arengandoEl camino de las lágrimas liberalesEl festival de las perras de Coyote UglyMientras tanto, otra línea de mensajes más efectiva se desarrollaba.Sarsour recordó el abrumador torrente de ataques. “Imagínese que todos los días al levantarse son un monstruo”, dijo.Brad Ogbonna/Redux‘Fue como una avalancha’Como una de las cuatro copresidentas de la Marcha de las Mujeres, Sarsour llegó con un historial, y con carga.Sarsour, hija de un tendero palestinoestadounidense de Crown Heights, en Nueva York, se había convertido en la voz de los derechos de los musulmanes después de los atentados del 11 de septiembre. En 2015, cuando tenía 35 años, un perfil del New York Times la ungió —“una chica de Brooklyn con hiyab”— como algo raro: una potencial candidata araboestadounidense a un cargo de elección pública.En 2016, el senador Bernie Sanders la invitó a un evento de campaña, un sello de aprobación de uno de los progresistas más influyentes del país. Eso molestó a los políticos pro-Israel en Nueva York, que señalaron su apoyo al movimiento de boicot, desinversión y sanciones, que busca asegurar los derechos de los palestinos aislando a Israel. Los críticos del movimiento sostienen que amenaza la existencia de Israel.Rory Lancman, entonces concejal de la ciudad del barrio de Queens, recuerda su inquietud cada vez mayor cuando ella comenzó a aparecer con regularidad en los eventos en los que se apoyaban causas de izquierda no relacionadas con Israel, como los salarios justos, donde, en su opinión, “su verdadera agenda estaba tratando de casar una agenda antiisraelí con diferentes causas progresistas”.Para Lancman, demócrata, la noticia de que Sarsour era una de las líderes de la Marcha de las Mujeres le pareció “desgarrador —esa es la palabra—, que el antisemitismo se tolere y racionalice en espacios progresistas”.Eso era la política de siempre, y Sarsour estaba acostumbrada a ello: la larga disputa entre los demócratas sobre las implicaciones de criticar a Israel.Pero 48 horas después de la marcha, hubo un cambio de tono en línea, con el surgimiento de publicaciones que describían a Sarsour como una yihadista radical que se había infiltrado en el feminismo estadounidense. Sarsour lo recuerda muy bien, porque se despertó con un mensaje de texto preocupado de una amiga y fue en Twitter para descubrir que era tendencia.No todas las respuestas negativas fueron orgánicas. Esa semana, las cuentas rusas de amplificación comenzaron a circular publicaciones centradas en Sarsour, muchas de las cuales eran incendiarias y se basaban en falsedades, ya que afirmaban que era una islamista radical: “Una musulmana que odiaba a los judíos y estaba a favor del Estado Islámico y en contra de Estados Unidos”, a la que “se había visto mostrando el cartel del Estado Islámico”.Algunas de estas publicaciones fueron vistas por muchas personas. A las 7 p. m. del 21 de enero, una cuenta de la Agencia de Investigación de Internet identificada como @TEN_GOP, un supuesto estadounidense de derecha originario del sur del país, tuiteó que Sarsour estaba a favor de imponer sharía o ley islámica en Estados Unidos, haciendo eco de una popular teoría de la conspiración antimusulmana que Trump había ayudado a popularizar en la campaña.Este mensaje cobró impulso y acumuló 1686 respuestas, se retuiteó 8046 veces y obtuvo 6256 “me gusta”. Al día siguiente, casi de manera simultánea, un pequeño ejército de 1157 cuentas de derecha retomó la narrativa y publicó 1659 mensajes sobre el tema, según un análisis realizado por la empresa de análisis online Graphika en nombre del Times.Vladimir Barash, jefe científico de Graphika, dijo que el patrón de interferencia era “estratégicamente similar” a la actividad de los troles en las vastas protestas anti-Putin de 2011 y 2012, con cuentas falsas “tratando de secuestrar la conversación de manera similar, a veces con éxito”.“Hay algunas pruebas circunstanciales de que aprendieron en un contexto doméstico y luego trataron de replicar su éxito en un contexto extranjero”, dijo Barash.Las cosas estaban cambiando sobre el terreno en Nueva York. En la Asociación Árabe Estadounidense de Nueva York, la organización sin fines de lucro de defensa a los migrantes que Sarsour dirigía en Bay Ridge, comenzó a llegar una gran cantidad de correo de odio: tarjetas postales, reclamos escritos a mano en papel de cuaderno, su foto impresa y desfigurada con equis rojas.“Se trataba de un nivel totalmente nuevo, y se sentía extraño, porque venía de todo el país”, dijo Kayla Santosuosso, entonces subdirectora de la organización sin fines de lucro, que recuerda haber llevado el correo a Sarsour en cajas de zapatos. Sarsour, a quien preocupaba haberse convertido en “un lastre”, renunció a su puesto en febrero de ese año.Para la primavera, la respuesta contra Sarsour se había convertido en un espectáculo de política divisoria. “Era como una avalancha”, dijo. “Como si estuviera nadando en ella todos los días. Era como si nunca saliera de ella”.Cuando fue invitada a dar el discurso de graduación de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY, por su sigla en inglés), el furor comenzó con semanas de antelación. Llamó la atención del polemista de extrema derecha Milo Yiannopoulos, quien viajó a Nueva York para una protesta que atrajo, como escribió un reportero del Times, “una extraña mezcla, incluyendo judíos y sionistas de derecha, comentaristas como Pamela Geller y algunos miembros de la extrema derecha”.“Linda Sarsour es una bomba de relojería del horror progresista, amante de la sharia, que odia a los judíos”, dijo Yiannopoulos a la multitud.Sarsour recuerda el momento previo al discurso de graduación como particularmente estresante. A medida que se acercaba, tuvo visiones de una figura que salía de las sombras para matarla, “alguna pobre persona desquiciada que se consumía en los rincones oscuros de internet, que sería alimentada por el odio”.Las cuentas de los troles rusos formaron parte de ese clamor; desde más de un mes antes de su discurso, un puñado de cuentas de amplificación gestionadas por la mayor agencia de inteligencia militar de Rusia, el GRU, hicieron circular expresiones de indignación por su elección, a menudo con el hashtag #CancelSarsour.Cuando Yiannopoulos habló, @TEN_GOP tuiteó las frases más jugosas —la línea “bomba de relojería del horror progresista”— y acumuló 3954 retuits y 5967 likes.Pronunció su discurso de graduación sin incidentes. Después, parece ser que los troles esperaron que dijera o hiciera algo divisorio. Y eso sucedió a principios de julio cuando, envalentonada tras su aparición en la CUNY, exhortó a la audiencia musulmana fuera de Chicago a rebelarse contra las políticas injustas del gobierno, que describió como “la mejor forma de yihad”.En el islam, la palabra “yihad” puede denotar cualquier lucha virtuosa, pero en el contexto político estadounidense es inextricable del concepto de guerra santa. Un político más pragmático podría haber evitado utilizarla, pero Sarsour se sentía como la de antes. “Así es como soy en la vida real”, dijo. “Soy de Brooklyn y soy palestina. Es mi personalidad”.Para los troles rusos, era una oportunidad.La semana siguiente, las cuentas rusas aumentaron de manera considerable su volumen de mensajes sobre Sarsour y produjeron 184 publicaciones en un solo día, según Advance Democracy Inc.Una vez más, el público respondió: cuando @TEN_GOP tuiteó: “Linda Sarsour pide abiertamente a los musulmanes que hagan la yihad contra Trump, por favor, investiguen este asunto”, recibió 6222 retuits y 6549 me gusta. Las cuentas mantuvieron un intenso enfoque en ella durante el mes de julio, cuando produjeron 894 publicaciones durante el mes siguiente y continuaron hasta el otoño, descubrió el grupo.Y una vez más, la reacción se extendió por las redes sociales. Los manifestantes acamparon frente al restaurante de parrilla kosher donde su hermano, Mohammed, trabajaba como gerente, exigiendo que fuera despedido. Dejó el trabajo y, finalmente, Nueva York.Su madre abrió un paquete que le llegó por correo y gritó: era un extraño libro autopublicado, titulado A Jihad Grows in Brooklyn, que pretendía ser la autobiografía de Sarsour y estaba ilustrado con fotografías familiares.“Digo, imagínense que todos los días al levantarse son un monstruo”, comentó Sarsour”.Los grupos progresistas se distanciaron de Sarsour, a la izquierda, y de sus compañeras copresidentas de la marcha, Tamika Mallory y Carmen Pérez.Erin Scott/ReutersA la caza de fantasmasResulta enloquecedoramente difícil decir con certeza qué efecto han tenido las operaciones de influencia rusas en Estados Unidos, porque cuando se afianzaron se apoyaron en divisiones sociales reales. Una vez introducidas en el discurso estadounidense, el rastro ruso desaparece, como el agua que se ha añadido a una piscina.Esto crea un enigma para los especialistas en desinformación, muchos de los cuales dicen que se ha exagerado el impacto de las intervenciones rusas. Después de las elecciones presidenciales de 2016, culpar a Rusia de los resultados no deseados se convirtió en “la salida emocional”, dijo Thomas Rid, autor de Desinformación y guerra política: historia de un siglo de falsificaciones y engaños.“Te juegan una mala pasada”, dijo Rid, profesor de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins. “Te conviertes en un idiota útil si ignoras las operaciones de información eficaces. Pero también si la ensalzas contando una historia, si la haces más poderosa de lo que es. Es un truco”.Las divisiones al interior de la Macha de las Mujeres ya existían.Las discusiones intestinas sobre la identidad y el antisemitismo habían tensado al grupo desde sus primeros días, cuando una de sus organizadoras, Vanessa Wruble, quien es judía, fue expulsada después de lo que describió como tensas conversaciones con Pérez y Mallory sobre el papel de los judíos en el racismo estructural. Pérez y Mallory han rebatido esa versión.Y la incomodidad con Sarsour había disminuido el entusiasmo entre algunos progresistas judíos, dijo Rachel Timoner, la rabina principal de la Congregación Beth Elohim en Park Slope, Brooklyn.Recordó haber salido en defensa de Sarsour contra los ataques “racistas e islamófobos”, solo para descubrir, cada vez, que surgía una nueva tormenta de fuego, a menudo como resultado de algo inflamatorio y “en última instancia indefendible” que Sarsour había dicho.A medida que pasaban los meses, dijo la rabina Timoner, los judíos comenzaron a preguntarse si estaban siendo excluidos de los movimientos progresistas.En 2018, se desató una nueva crisis interna por la asistencia de Mallory al Día del Salvador, una reunión anual de la Nación del Islam encabezada por Farrakhan.Mallory creció en Harlem, donde muchos veían positivamente a la Nación del Islam y a su fundador, como cruzados contra la violencia urbana. La presionaron para que rechazara a Farrakhan, a lo que se negó, aunque dijo que no compartía sus posturas antisemitas. Después del asesinato del padre de su hijo, explicó: “Fueron las mujeres de la Nación del Islam quienes me apoyaron”.“Siempre las he llevado cerca de mi corazón por esa razón”, dijo.Después de eso, el tejido de la coalición se rompió, de manera lenta y dolorosa. Sarsour y Perez se mantuvieron al lado de Mallory, y en poco tiempo, los grupos progresistas comenzaron a distanciarse de las tres. Bajo una intensa presión para que dejaran de ser las líderes, Sarsour, Perez y una tercera copresidenta, Bland, lo hicieron en 2019, un movimiento que, según dicen, estaba planeado desde hace tiempo.Las cuentas rusas aumentaron su producción en torno a Farrakhan y las lideresas de la Marcha de las Mujeres esa primavera, con 10 a 20 publicaciones al día, pero no hay pruebas de que fueran un motor principal de la conversación.Más o menos en ese momento, perdemos de vista la mayoría de los mensajes rusos. En el verano de 2018, Twitter suspendió 3841 cuentas vinculadas a la Agencia de Investigación de Internet y conservó 10 millones de sus tuits para que pudieran ser estudiados por los investigadores. Unos meses después, la plataforma suspendió y guardó el trabajo de 414 cuentas producidas por el GRU, la agencia de inteligencia militar.Con ello, se silenció un coro de voces que, durante años, habían ayudado a dar forma a las conversaciones estadounidenses sobre Black Lives Matter, la investigación de Mueller y los jugadores de la NFL arrodillados durante el himno nacional. El registro de los mensajes en torno a la Marcha de las Mujeres también se rompe ahí, congelado en el tiempo.La explotación rusa de Sarsour como figura divisoria debe entenderse como parte de la historia de la Marcha de las Mujeres, dijo Shireen Mitchell, una analista de tecnología que ha estudiado la interferencia rusa en el discurso afroestadounidense en línea.Ella comentó que las campañas rusas eran expertas en sembrar ideas que fluían hacia el discurso principal, después de lo cual, agregó, podían “solo sentarse y esperar”.“Es la preparación de todo eso, empezando por el principio”, dijo Mitchell, fundadora de Stop Online Violence Against Women. “Si esos miles de tuits causan una división entre los grupos que importan, si abren y permiten esa división, ya no es una grieta. Se convierte en un valle”.Otros consideraron que el papel de Rusia era marginal y entraba en los límites de un debate estadounidense necesario.“Es una pena que Linda Sarsour haya dañado ese movimiento intentando inyectar en él ideas nocivas que no tenían razón de ser en la Marcha de las Mujeres”, dijo Lancman, el exconcejal. “Por desgracia”, añadió, los rusos “parecen muy adeptos a explotar esas fisuras”.La rabina Timoner sonaba triste, al recordar todo lo que había pasado. Las heridas que se abrieron entre los progresistas aquel año nunca han terminado de cicatrizar, dijo.“Hay mucho dolor judío aquí”, dijo. “Esos bots rusos estaban hurgando en ese dolor”.La Marcha de las Mujeres continuó bajo un nuevo liderazgo, pero durante los meses de controversia, muchas mujeres que habían sido impulsadas por la primera marcha se alejaron.“No puedo recordar todas las historias negativas, solo recuerdo que había muchas”, dijo Jennifer Taylor-Skinner, una mujer de Seattle que, después de la marcha de 2017, dejó su trabajo en Microsoft y fundó The Electorette, un pódcast orientado a las mujeres progresistas. Ella nunca ha recuperado ese sentimiento de unidad.“Solo de pensarlo, todavía me siento un poco desvinculada de cualquier movimiento central”, dijo. “Aquí se estaba formando una posible coalición que se ha roto”.Una réplicaSarsour, de 42 años, había regresado a su oficina en Bay Ridge la primavera pasada, cinco años después de la primera Marcha de las Mujeres, cuando se enteró, por un reportero, de que había sido víctima del gobierno ruso.En la actualidad, rara vez la invitan a las plataformas nacionales y, cuando lo hacen, suele haber protestas. El rumor que había en torno a ella como futura candidata política se ha calmado. Sabe cómo se la ve, como una figura polarizadora. Se ha adaptado a esta realidad, y se ve a sí misma más como una activista, en el molde de Angela Davis.“Nunca voy a conseguir un trabajo de verdad” en una organización sin fines de lucro o corporación importante, comentó. “Ese es el tipo de impacto que estas cosas tienen en nuestras vidas”.Los datos sobre los mensajes rusos relacionados con la Marcha de las Mujeres aparecieron por primera vez a finales del año pasado en una revista académica, donde Samantha R. Bradshaw, experta en desinformación de la American University, revisó la injerencia del Estado en los movimientos feministas.Ella y su coautora, Amélie Henle, descubrieron un patrón de mensajes por parte de influentes cuentas de amplificadores que buscaban desmovilizar el activismo de la sociedad civil, impulsando las críticas interseccionales al feminismo y atacando a los organizadoras.Los movimientos, sostiene Bradshaw, son estructuras frágiles, que a menudo no están preparadas para hacer frente a campañas de sabotaje con buenos recursos y respaldadas por el Estado, especialmente cuando se combinan con algoritmos que promueven contenidos negativos. Pero los movimientos sociales saludables son esenciales para las democracias, dijo.“No vamos a tener una esfera pública robusta si nadie quiere organizar protestas”, dijo.Sarsour no es una académica, pero lo entendió bastante bien.“Señor, ten piedad”, dijo, al echar un vistazo a las conclusiones de Bradshaw.Sarsour trató de entenderlo: todo ese tiempo, el gobierno ruso la tenía en la mira. Hacía tiempo que creía saber de dónde venían sus críticos: la derecha estadounidense y los partidarios de Israel. Nunca se le ocurrió que pudieran provenir de un gobierno extranjero.“Pensar que Rusia va a usarme es mucho más peligroso y siniestro”, comentó. “Me pregunto cómo se beneficia Rusia de aprovechar mi identidad para debilitar movimientos contra Trump en Estados Unidos, me parece”, hizo un pausa. “Es solo que… vaya”.Entender lo que hicieron los troles rusos no cambiaría su posición.Aun así, la ayudó a entender esa época de su vida, en la que había estado en el centro de una tormenta. No eran únicamente sus compatriotas los que la odiaban. No fueron solamente sus aliados los que la repudiaron. Eso había pasado. Pero no era toda la historia.Llamó a Mallory.“No estábamos locas”, dijo.Aaron Krolik More

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    Social Media Companies Still Boost Election Fraud Claims, Report Says

    The major social media companies all say they are ready to deal with a torrent of misinformation surrounding the midterm elections in November.A report released on Monday, however, claimed that they continued to undermine the integrity of the vote by allowing election-related conspiracy theories to fester and spread.In the report, the Stern Center for Business and Human Rights at New York University said the social media companies still host and amplify “election denialism,” threatening to further erode confidence in the democratic process.The companies, the report argued, bear a responsibility for the false but widespread belief among conservatives that the 2020 election was fraudulent — and that the coming midterms could be, too. The report joins a chorus of warnings from officials and experts that the results in November could be fiercely, even violently, contended.“The malady of election denialism in the U.S. has become one of the most dangerous byproducts of social media,” the report warned, “and it is past time for the industry to do more to address it.”The State of the 2022 Midterm ElectionsWith the primaries over, both parties are shifting their focus to the general election on Nov. 8.Echoing Trump: Six G.O.P. nominees for governor and the Senate in critical midterm states, all backed by former President Donald J. Trump, would not commit to accepting this year’s election results.Times/Siena Poll: Our second survey of the 2022 election cycle found Democrats remain unexpectedly competitive in the battle for Congress, while G.O.P. dreams of a major realignment among Latino voters have failed to materialize.Ohio Senate Race: The contest between Representative Tim Ryan, a Democrat, and his Republican opponent, J.D. Vance, appears tighter than many once expected.Pennsylvania Senate Race: In one of his most extensive interviews since having a stroke, Lt. Gov. John Fetterman, the Democratic nominee, said he was fully capable of handling a campaign that could decide control of the Senate.The major platforms — Facebook, Twitter, TikTok and YouTube — have all announced promises or initiatives to combat disinformation ahead of the 2022 midterms, saying they were committed to protecting the election process. But the report said those measures were ineffective, haphazardly enforced or simply too limited.Facebook, for example, announced that it would ban ads that called into question the legitimacy of the coming elections, but it exempted politicians from its fact-checking program. That, the report says, allows candidates and other influential leaders to undermine confidence in the vote by questioning ballot procedures or other rules.In the case of Twitter, an internal report released as part of a whistle-blower’s complaint from a former head of security, Peiter Zatko, disclosed that the company’s site integrity team had only two experts on misinformation.The New York University report, which incorporated responses from all the companies except YouTube, called for greater transparency in how companies rank, recommend and remove content. It also said they should enhance fact-checking efforts and remove provably untrue claims, and not simply label them false or questionable.A spokeswoman for Twitter, Elizabeth Busby, said the company was undertaking a multifaceted approach to ensuring reliable information about elections. That includes efforts to “pre-bunk” false information and to “reduce the visibility of potentially misleading claims via labels.”In a statement, YouTube said it agreed with “many of the points” made in the report and had already carried out many of its recommendations.“We’ve already removed a number of videos related to the midterms for violating our policies,” the statement said, “and the most viewed and recommended videos and channels related to the election are from authoritative sources, including news channels.”TikTok did not respond to a request for comment.There are already signs that the integrity of the vote in November will be as contentious as it was in 2020, when President Donald J. Trump and some of his supporters refused to accept the outcome, falsely claiming widespread fraud.Inattention by social media companies in the interim has allowed what the report describes as a coordinated campaign to take root among conservatives claiming, again without evidence, that wholesale election fraud is bent on tipping elections to Democrats.“Election denialism,” the report said, “was evolving in 2021 from an obsession with the former president’s inability to accept defeat into a broader, if equally baseless, attack on the patriotism of all Democrats, as well as non-Trump-loving Republicans, and legions of election administrators, many of them career government employees.” More