Rumors and Misinformation

Ante la caída de sus números en las encuestas, el presidente Jair Bolsonaro se queja de un supuesto fraude en las elecciones del próximo año. Y, desde Estados Unidos, lo están asesorando.BRASILIA — La sala de conferencias estaba repleta, con más de 1000 personas vitoreando los ataques contra la prensa, los liberales y lo políticamente correcto. Donald Trump Jr. estaba presente y advertía que los chinos podrían entrometerse en las elecciones, también asistió un congresista de Tennessee que votó en contra de certificar las elecciones de 2020 y el presidente, quien se quejaba sobre el fraude electoral.En muchos sentidos, el evento de septiembre se parecía al CPAC, la conferencia política conservadora, durante la era Trump. Pero estaba ocurriendo en Brasil, la mayor parte era en portugués y el mandatario que estaba en el escenario era el líder populista de extrema derecha del país, Jair Bolsonaro.Recién salido de su asalto a los resultados de las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos, el expresidente Donald Trump y sus aliados están exportando su estrategia a la mayor democracia de América Latina, trabajando para apoyar la candidatura de Bolsonaro a la reelección el próximo año, y ayudando a sembrar dudas en el proceso electoral en caso de que pierda.Están tachando a sus rivales políticos de criminales y comunistas, construyendo nuevas redes sociales en las que pueda evitar las reglas de Silicon Valley contra la desinformación y amplificando sus afirmaciones de que las elecciones en Brasil estarán amañadas.Simpatizantes de Bolsonaro en Brasilia, en septiembreDado Galdieri para The New York TimesPara los ideólogos estadounidenses que impulsan un movimiento nacionalista de derecha, Brasil es una de las piezas más importantes del tablero mundial. Con 212 millones de habitantes, es la sexta nación más grande del mundo, la fuerza dominante en América del Sur y el hogar de una población abrumadoramente cristiana que sigue desplazándose hacia la derecha.Brasil también presenta una rica oportunidad económica, con abundantes recursos naturales que se han hecho más accesibles gracias al retroceso de las regulaciones de Bolsonaro, y un mercado cautivo para las nuevas redes sociales de derecha dirigidas por Trump y otros líderes.Para el presidente brasileño, que se encuentra cada vez más aislado en la escena mundial y es impopular en su país, el apoyo estadounidense es un impulso. El nombre de Trump es un grito de guerra para la nueva derecha brasileña y sus esfuerzos por socavar el sistema electoral estadounidense parecen haber inspirado y envalentonado a Bolsonaro y sus partidarios.Pero Brasil es un país profundamente dividido donde las instituciones que salvaguardan la democracia son más vulnerables a los ataques. La adopción de los métodos de Trump está añadiendo combustible a un polvorín político y podría desestabilizar al país, que cuenta con una historia de violencia política y gobiernos militares.“Bolsonaro ya está metiendo en la cabeza de la gente que no aceptará el resultado de las elecciones si pierde”, dijo David Nemer, un profesor brasileño que enseña en la Universidad de Virginia y estudia la extrema derecha del país. “En Brasil, eso se puede ir de las manos”.Steve Bannon, quien fue el principal estratega de Trump, ha dicho que el presidente Bolsonaro solo perderá si “las máquinas” roban las elecciones. Mark Green, representante republicano por Tennessee que ha impulsado leyes para combatir el fraude electoral, se reunió con legisladores en Brasil para discutir sobre las “políticas de integridad del voto”.Y uno de los hijos del presidente Bolsonaro, Eduardo Bolsonaro, dio quizás su presentación más elaborada sobre lo que dijo que eran elecciones brasileñas manipuladas en Sioux Falls, Dakota del Sur. En agosto, asistió a un evento organizado por Mike Lindell, el empresario de almohadas que está siendo demandado por difamar a los fabricantes de máquinas de votación.El hijo del presidente Bolsonaro, Eduardo Bolsonaro, durante las celebraciones del Día de la Independencia en São PauloVictor Moriyama para The New York TimesLas autoridades, incluyendo académicos, funcionarios electorales de Brasil y el gobierno de Estados Unidos, han dicho que no ha habido fraude en las elecciones de Brasil. Eduardo Bolsonaro ha insistido en que lo hubo. “Ellos dicen que no puedo probar que hubo fraude”, dijo en Dakota del Sur. “Así que, OK, no pueden demostrar que no lo hubo”.El círculo de Trump se ha acercado a otros líderes populistas de extrema derecha, incluso en Hungría, Polonia y Filipinas, y ha tratado de impulsar a los populistas de otros lugares. Pero los lazos son más fuertes, y lo que está en juego podría ser de una magnitud mayor, en Brasil.Los grupos de WhatsApp de los partidarios de Bolsonaro comenzaron a circular recientemente el tráiler de una nueva serie de Tucker Carlson, un presentador de Fox News que simpatiza con los disturbios del 6 de enero en el Capitolio, dijo Nemer. Estados Unidos, que es una democracia desde hace 245 años, resistió ese ataque. Brasil aprobó su constitución en 1988, tras dos décadas de dictadura militar.“Lo que me preocupa es la fragilidad de nuestras instituciones democráticas”, expresó Nemer.El interés estadounidense en Brasil no solo es político. Dos redes sociales conservadoras dirigidas por aliados de Trump, Gettr y Parler, están creciendo rápidamente aquí apoyándose en el miedo a la censura de las grandes empresas tecnológicas y convenciendo al presidente Bolsonaro para que publique en esas plataformas, lo que lo convierte en el único líder mundial que ha participado en esas redes. La propia red social de Trump, anunciada el mes pasado, está parcialmente financiada por un congresista brasileño alineado con el presidente Bolsonaro.Más allá de la tecnología, muchas otras empresas estadounidenses se han beneficiado de la apertura al comercio del presidente Bolsonaro, incluidas las de defensa, agricultura, espacio y energía.“Estamos convirtiendo la afinidad ideológica en intereses económicos”, dijo Ernesto Araujo, ministro de Relaciones Exteriores del presidente Bolsonaro hasta marzo.Los Trump, los Bolsonaro y Bannon no respondieron a las repetidas solicitudes de comentarios.El entonces presidente Trump recibió al presidente brasileño Jair Bolsonaro en una cena en Mar-a-Lago en marzo de 2020.T.J. Kirkpatrick para The New York TimesLas afirmaciones de fraude de Bolsonaro han preocupado a los funcionarios del gobierno de Biden, según dos funcionarios estadounidenses que hablaron bajo condición de anonimato. En agosto, Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional del presidente Biden, viajó a Brasil y aconsejó al presidente Bolsonaro que respetara el proceso democrático.En octubre, 64 miembros del Congreso le pidieron al presidente Biden un reajuste en la relación de Estados Unidos con Brasil, citando el empeño de Bolsonaro en políticas que amenazan el régimen democrático. En respuesta, el embajador de Brasil en Estados Unidos defendió al presidente Bolsonaro, diciendo que el debate sobre la seguridad electoral es normal en las democracias. “Brasil es y seguirá siendo uno de los países más libres del mundo”, dijo.Para el presidente Bolsonaro, el apoyo de los miembros del partido Republicano llega en un momento crucial. La pandemia ha ocasionado el fallecimiento de más de 610.000 brasileños, solo superada por las 758.000 muertes en Estados Unidos. El desempleo y la inflación han aumentado. Lleva dos años sin partido político. Y el Supremo Tribunal Federal y el Congreso de Brasil están llegando a conclusiones en investigaciones sobre él, sus hijos y sus aliados.A fines del mes pasado, una comisión del Congreso de Brasil recomendó que el presidente Bolsonaro fuera acusado de “crímenes contra la humanidad”, afirmando que dejó intencionadamente que el coronavirus arrasara en Brasil con el fin de lograr la inmunidad de rebaño. El panel culpó a su gobierno de más de 100.000 muertes.Minutos después de la votación, Trump emitió su apoyo. “Brasil tiene suerte de tener a un hombre como Jair Bolsonaro trabajando para ellos”, dijo en un comunicado. “¡Es un gran presidente y nunca defraudará a la gente de su gran país!”.Para el presidente brasileño, que cada vez está más aislado en la escena mundial y que lidia con la impopularidad en su país, el apoyo estadounidense es un impulso.Victor Moriyama para The New York Times‘El Donald Trump de Sudamérica’En 2018, el presidente Bolsonaro logró la victoria gracias a la misma ola populista que impulsó a Trump. Las comparaciones entre Bolsonaro, un paracaidista retirado del ejército con una inclinación por los insultos y los tuits fuera de lugar, y Trump fueron instantáneas.“Dicen que es el Donald Trump de Sudamérica”, dijo Trump en 2019. “Me cae bien”.Para muchos otros, Bolsonaro era alarmante. Como congresista y candidato, se había puesto poético con la dictadura militar de Brasil, que torturaba a sus rivales políticos. Dijo que sería incapaz de amar a un hijo gay. Y que una diputada rival era demasiado fea para ser violada.A los tres meses de su mandato, Bolsonaro visitó Washington. En su cena de bienvenida, la embajada brasileña lo sentó junto a Bannon. Más tarde, en la Casa Blanca, Trump y Bolsonaro llegaron a acuerdos que permitirían al gobierno brasileño gastar más con la industria de defensa de Estados Unidos y a las empresas estadounidenses lanzar cohetes desde Brasil.Junto al presidente Bolsonaro estaba su hijo, Eduardo. Diputado y ex policía, Eduardo Bolsonaro ya llevaba gorras de Trump y posaba con rifles de asalto en Facebook. Luego surgió como el principal enlace de Brasil con la derecha estadounidense, visitando Estados Unidos varias veces al año para reunirse con Trump, Jared Kushner, los principales senadores republicanos y un cuadro de expertos de extrema derecha y teóricos de la conspiración.Unas semanas después de que su padre fuera elegido, Eduardo Bolsonaro fue a la fiesta de cumpleaños de Bannon y fue tratado como “el invitado de honor”, dijo Márcio Coimbra, un consultor político brasileño que también estuvo allí.Dos meses más tarde, Bannon anunció que Eduardo Bolsonaro representaría a América del Sur en The Movement, un grupo nacionalista y populista que Bannon imaginaba haciéndose cargo del mundo occidental. En el comunicado de prensa, Bolsonaro dijo que iban a “reclamar la soberanía de las fuerzas elitistas globalistas progresistas”.Camioneros y otros partidarios de Bolsonaro en BrasiliaDado Galdieri para The New York Times‘No podemos permitir que nos silencien’Antes de la pandemia, el presidente Bolsonaro ya era un gran aliado de los negocios estadounidenses.Los gobiernos de Trump y Bolsonaro firmaron pactos para aumentar el comercio. Los inversores estadounidenses invirtieron miles de millones de dólares en empresas brasileñas. Y Brasil gastó más en importaciones estadounidenses, incluyendo combustible, plásticos y aviones.Ahora a una nueva clase de empresas se le hace agua la boca por Brasil: las redes sociales conservadoras.Gettr y Parler, dos clones de Twitter, han crecido rápidamente en Brasil prometiendo un enfoque de no intervención a las personas que creen que Silicon Valley está censurando las voces conservadoras. Uno de sus reclutas más destacados es el presidente Bolsonaro.El director ejecutivo de Gettr, Jason Miller, es el antiguo portavoz de Trump. Dijo que la actividad de Bolsonaro y sus hijos en su sitio ha sido un gran impulso para el negocio. La aplicación, que tiene cuatro meses de vida, ya cuenta con cerca de 500.000 usuarios en Brasil, o el 15 por ciento de su base, su segundo mayor mercado después de Estados Unidos. Gettr se anuncia en canales brasileños conservadores de YouTube. “Tenía a Brasil identificado desde el primer día”, dijo.Jason Miller, en el centro, con Steve Bannon y Raheem Kassam durante la grabación de un programa de radio en 2019Justin T. Gellerson para The New York TimesParler dijo que Brasil también es su segundo mercado más grande. Ambas empresas patrocinaron el CPAC en Brasil. “No podemos permitir que nos silencien”, dijo Candace Owens, una comentarista conservadora, en un video en el que presentaba a Parler en la CPAC.Understand the Claim of Executive Privilege in the Jan. 6. InquiryCard 1 of 8A key issue yet untested. More

With his poll numbers falling, President Jair Bolsonaro is already questioning the legitimacy of next year’s election. He has help from the United States.BRASÍLIA — The conference hall was packed, with a crowd of more than 1,000 cheering attacks on the press, the liberals and the politically correct. There was Donald Trump Jr. warning that the Chinese could meddle in the election, a Tennessee congressman who voted against certifying the 2020 vote, and the president complaining about voter fraud.In many ways, the September gathering looked like just another CPAC, the conservative political conference. But it was happening in Brazil, most of it was in Portuguese and the president at the lectern was Jair Bolsonaro, the country’s right-wing leader.Fresh from their assault on the results of the 2020 U.S. presidential election, former President Donald J. Trump and his allies are exporting their strategy to Latin America’s largest democracy, working to support Mr. Bolsonaro’s bid for re-election next year — and helping sow doubt in the electoral process in the event that he loses.They are branding his political rivals as criminals and communists, building new social networks where he can avoid Silicon Valley’s rules against misinformation and amplifying his claims that the election in Brazil will be rigged.Supporters of Mr. Bolsonaro in Brasília in September.Dado Galdieri for The New York TimesFor the American ideologues pushing a right-wing, nationalist movement, Brazil is one of the most important pieces on the global chess board. With 212 million people, it is the world’s sixth-largest nation, the dominant force in South America, and home to an overwhelmingly Christian population that continues to shift to the right.Brazil also presents a rich economic opportunity, with abundant natural resources made more available by Mr. Bolsonaro’s rollback of regulations, and a captive market for the new right-wing social networks run by Mr. Trump and others.For the Brazilian president, who finds himself increasingly isolated on the world stage and unpopular at home, the American support is a welcome boost. The Trump name is a rallying cry for Brazil’s new right and his efforts to undermine the U.S. electoral system appear to have inspired and emboldened Mr. Bolsonaro and his supporters.But Brazil is a deeply divided nation where the institutions safeguarding democracy are more vulnerable to attack. The adoption of Mr. Trump’s methods is adding fuel to a political tinderbox and could prove destabilizing in a country with a history of political violence and military rule.“Bolsonaro is already putting it into people’s heads that he won’t accept the election if he loses,” said David Nemer, a University of Virginia professor from Brazil who studies the country’s far right. “In Brazil, this can get out of hand.”Steve Bannon, Mr. Trump’s former chief strategist, has said President Bolsonaro will only lose if “the machines” steal the election. Representative Mark Green, a Tennessee Republican who has pushed laws combating voter fraud, met with lawmakers in Brazil to discuss “voting integrity policies.”And President Bolsonaro’s son, Eduardo Bolsonaro, gave perhaps his most elaborate presentation on what he said were manipulated Brazilian elections in Sioux Falls, S.D. He was at an August event hosted by Mike Lindell, the pillow executive being sued for defaming voting-machine makers.President Bolsonaro’s son, Eduardo Bolsonaro, during Independence Day celebrations in São Paulo.Victor Moriyama for The New York TimesAuthorities, including academics, Brazil’s electoral officials and the U.S. government, all have said that there has not been fraud in Brazil’s elections. Eduardo Bolsonaro has insisted there was. “I can’t prove — they say — that I have fraud,” he said in South Dakota. “So, OK, you can’t prove that you don’t.”Mr. Trump’s circle has cozied up to other far-right leaders, including in Hungary, Poland and the Philippines, and tried to boost rising nationalist politicians elsewhere. But the ties are the strongest, and the stakes perhaps the highest, in Brazil.WhatsApp groups for Bolsonaro supporters recently began circulating the trailer for a new series from Fox News host Tucker Carlson that sympathizes with the Jan. 6 Capitol riot, Mr. Nemer said. The United States, which has been a democracy for 245 years, withstood that attack. Brazil passed its constitution in 1988 after two decades under a military dictatorship.“What concerns me is how fragile our democratic institutions are,” Mr. Nemer said.The American interest in Brazil is not only political. Two conservative social networks run by allies of Mr. Trump, Gettr and Parler, are growing rapidly here by leaning into fears of Big Tech censorship and by persuading President Bolsonaro to post on their sites — the only world leader to do so. Mr. Trump’s own new social network, announced last month, is partially financed by a Brazilian congressman aligned with President Bolsonaro.Beyond tech, many other American companies have benefited from President Bolsonaro’s opening to trade, including those in defense, agriculture, space and energy.“We’re turning ideological affinity into economic interests,” said Ernesto Araújo, President Bolsonaro’s foreign minister until March.The Trumps, the Bolsonaros, Mr. Green and Mr. Bannon did not respond to repeated requests for comment.President Trump hosted Brazilian President Jair Bolsonaro at a dinner at Mar-a-Lago in March of 2020.T.J. Kirkpatrick for The New York TimesPresident Bolsonaro’s fraud claims have worried officials in the Biden administration, according to two U.S. officials who spoke on the condition of anonymity. In August, Jake Sullivan, President Biden’s national security adviser, traveled to Brazil and advised President Bolsonaro to respect the democratic process.In October, 64 members of Congress asked President Biden for a reset in the United States’ relationship with Brazil, citing President Bolsonaro’s pursuit of policies that threaten democratic rule. In response, Brazil’s ambassador to the United States defended President Bolsonaro, saying debate over election security is normal in democracies. “Brazil is and will continue to be one of the world’s freest countries,” he said.For President Bolsonaro, the Republicans’ support comes at a crucial moment. The pandemic has killed more than 610,000 Brazilians, second to only the 758,000 deaths in the United States. Unemployment and inflation have risen. He has been operating without a political party for two years. And Brazil’s Supreme Court and Congress are closing in on investigations into him, his sons and his allies.Late last month, a Brazil congressional panel recommended that President Bolsonaro be charged with “crimes against humanity,” asserting that he intentionally let the coronavirus tear through Brazil in a bid for herd immunity. The panel blamed his administration for more than 100,000 deaths.Minutes after the panel voted, Mr. Trump issued his endorsement. “Brazil is lucky to have a man such as Jair Bolsonaro working for them,” he said in a statement. “He is a great president and will never let the people of his great country down!”For the Brazilian president, who finds himself increasingly isolated on the world stage and unpopular at home, American support is a welcome boost. Victor Moriyama for The New York Times‘The Donald Trump of South America’In 2018, President Bolsonaro was carried to victory by the same populist wave that buoyed Mr. Trump. The comparisons between Mr. Bolsonaro, a former Army paratrooper with a penchant for insults and off-the-cuff tweets, and Mr. Trump were instant.“They say he’s the Donald Trump of South America,” Mr. Trump said in 2019. “I like him.”To many others, Mr. Bolsonaro was alarming. As a congressman and candidate, he had waxed poetic about Brazil’s military dictatorship, which tortured its political rivals. He said he would be incapable of loving a gay son. And he said a rival congresswoman was too ugly to be raped.Three months into his term, President Bolsonaro went to Washington. At his welcome dinner, the Brazilian embassy sat him next to Mr. Bannon. At the White House later, Mr. Trump and Mr. Bolsonaro made deals that would allow the Brazilian government to spend more with the U.S. defense industry and American companies to launch rockets from Brazil.Joining President Bolsonaro in Washington was his son, Eduardo. A congressman and former police officer, Eduardo Bolsonaro already was wearing Trump hats and posing with assault rifles on Facebook. He then emerged as Brazil’s chief liaison with the American right, visiting the United States several times a year to meet with Mr. Trump, Jared Kushner, top Republican senators and a cadre of far-right pundits and conspiracy theorists.A few weeks after his father was elected, Eduardo Bolsonaro went to Mr. Bannon’s birthday party and was treated as “the guest of honor,” said Márcio Coimbra, a Brazilian political consultant who was also there.Two months later, Mr. Bannon announced Eduardo Bolsonaro would represent South America in The Movement, a right-wing, nationalist group that Mr. Bannon envisioned taking over the Western world. In the news release, Eduardo Bolsonaro said they would “reclaim sovereignty from progressive globalist elitist forces.”Truck drivers and other supporters of Mr. Bolsonaro in Brasília.Dado Galdieri for The New York Times‘We cannot allow them to silence us’Before the pandemic, President Bolsonaro had been good for American business.The Trump and Bolsonaro administrations signed pacts to increase commerce. American investors plowed billions of dollars into Brazilian companies. And Brazil spent more on American imports, including fuel, plastics and aircraft.Now a new class of companies is salivating over Brazil: conservative social networks.Gettr and Parler, two Twitter clones, have grown rapidly in Brazil by promising a hands-off approach to people who believe Silicon Valley is censoring conservative voices. One of their most high-profile recruits is President Bolsonaro.Gettr’s chief executive, Jason Miller, is Mr. Trump’s former spokesman. He said that President Bolsonaro and his sons’ activity on his site has been a major boost for business. The four-month-old app already has nearly 500,000 users in Brazil, or 15 percent of its user base, its second-largest market after the United States. Gettr is now advertising on conservative Brazilian YouTube channels. “I had Brazil identified from day one,” he said.Jason Miller, center, with Steve Bannon and Raheem Kassam during the recording of a radio show in 2019.Justin T. Gellerson for The New York TimesParler said Brazil is also its No. 2 market. Both companies sponsored CPAC in Brazil. “We cannot allow them to silence us,” Candace Owens, the conservative pundit, said in a video pitching Parler at CPAC.Gettr is partly funded by Guo Wengui, an exiled Chinese billionaire who is close with Mr. Bannon. (When Mr. Bannon was arrested on fraud charges, he was on Mr. Guo’s yacht.) Parler is funded by Rebekah Mercer, the American conservative megadonor who was Mr. Bannon’s previous benefactor.Understand the Claim of Executive Privilege in the Jan. 6. InquiryCard 1 of 8A key issue yet untested. More