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    Para los demócratas, estos son los votantes clave en Texas

    Una nueva y ambiciosa campaña pretende atraer a los jóvenes texanos que no están registrados para votar o no acuden a las urnas sistemáticamente.HOUSTON — Cristina Tzintzún-Ramirez está convencida de saber cuál es el secreto para que Texas se convierta en un estado demócrata.La juventud.Cuando se postuló para dirigir NextGen America, un grupo liberal respaldado por el multimillonario y excandidato a la presidencia Tom Steyer, ella dejó en claro dos cosas: que no iba a salir de Austin y que la organización tendría que invertir tiempo y dinero en Texas.Además, se enfocó en un número mágico: 631.000 votos, que fue el margen de triunfo con el que los republicanos ganaron el estado en 2020.Ahora, NextGen tiene como meta dos millones de votantes en Texas: 1,1 millón de electores de entre 18 y 30 años de edad que están registrados para votar pero que no acudido a las urnas de manera sistemática en las últimas elecciones; otros 277.000 electores jóvenes que no votaron en 2020; y 565.000 personas que han identificado como “progresistas jóvenes” que no están registrados. Si solo una tercera parte del total saliera a votar —aproximadamente 633.000 personas—, sería suficiente para que los demócratas superaran el margen de los republicanos.“Hay una enorme cantidad de jóvenes que aún no se registran para votar, así que tenemos que lograr que crean en su propio poder”, señaló Tzintzún-Ramirez, quien es la presidenta actual de NextGen y ha trabajado en la política de Texas durante más de 15 años. “La gente pensaba que la demografía bastaba, pero en realidad tenemos que salir y convencer a esa población de que vote”.Esta organización está pensando gastar casi 16 millones de dólares en Texas durante los próximos dos años para registrar a nuevos electores y llevarlos a las casillas en las elecciones intermedias de 2022. El proyecto representa una parte del gasto más importante de los demócratas en Texas y tiene como objetivo captar a los jóvenes, un grupo que el partido espera que sirva para poner fin al control republicano en ese estado.No obstante, los demócratas tienen que subir una cuesta muy escarpada. La meta de ganar Texas, el estado del país más grande controlado por los republicanos, se les ha escapado desde hace mucho tiempo: su partido ha gastado muy poco o nada, la manipulación partidista les dificulta ganar las elecciones y la cámara estatal lidera con eficacia el flanco derecho de los republicanos.Además, con singular entusiasmo, los republicanos siguen haciendo circular el dinero en ese estado: el gobernador Greg Abbott recaudó casi 19 millones de dólares solo en los últimos diez días de junio, mucho más dinero del que NextGen piensa gastar en el estado durante los próximos dos años. Varios de los cheques para el gobernador fueron por un millón de dólares, algo que ocurre de manera habitual en el caso de los republicanos de Texas, donde no existen límites de donación en las contiendas estatales.“El dinero no lo es todo, pero es mucho mejor que nada”, comentó Julián Castro, exalcalde de San Antonio y excandidato a la presidencia. “Es primordial aumentar las cifras, cuando hay tantos votantes poco asiduos; registrar votantes cuesta dinero”.Cristina Tzintzún-Ramirez cree que a los jóvenes los motivan más los temas que los candidatos en sí.Annie Mulligan para The New York TimesTzintzún-Ramirez piensa que a los jóvenes los motivan más los temas que los candidatos en sí y que el trabajo del grupo complementará cualquier gasto en las campañas. La mayor parte de estas, señaló, se enfocan en los electores con los que ya cuentan o en los indecisos, y “movilizar a los jóvenes no es parte de la ecuación y no es rentable para la mayoría de las campañas”.Según el Centro para la Información y la Investigación sobre Educación Cívica de la Universidad Tufts, el año pasado, aproximadamente el 50 por ciento de las personas menores de 30 años votaron en las elecciones presidenciales, un aumento del 11 por ciento en comparación con 2016. La información del censo muestra que Texas es el segundo estado más grande del país y que su población también es una de las más jóvenes y diversas. En la última década, la gente de color representó el 95 por ciento del crecimiento estatal y, ahora, los texanos blancos conforman menos del 40 por ciento de la población del estado.Tal vez no sea suficiente inundar de dinero el estado en un momento en que el Partido Demócrata de Texas enfrenta obstáculos importantes: una disminución del entusiasmo entre los electores, actitudes políticas cambiantes, restricciones de votación más estrictas y una reestructuración de los distritos que favorece a los republicanos. Además, aunque desde hace mucho tiempo la demografía se ha considerado una ventaja para los demócratas conforme el estado se vuelve más diverso, en las últimas elecciones, una cantidad considerable de electores latinos de la zona fronteriza decidieron votar por el Partido Republicano.Para los republicanos, quienes creen que el discurso de darle la vuelta a las votaciones en el estado no es más que propaganda demócrata, esas donaciones de siete cifras para su propio partido reflejan un entusiasmo hacia el Partido Republicano.“Desde luego que el dinero influye, pero los demócratas han afirmado una y otra vez que Texas estaba a punto de volverse demócrata y vieron truncadas sus esperanzas”, comentó el senador Ted Cruz, quien criticó a Beto O’Rourke en su contienda por el Senado en 2018 por atraer tantas donaciones de los liberales de otras partes del país.La dificultad para los demócratas se puso de manifiesto durante un mitin que dio inicio a los esfuerzos de registro de votantes de NextGen en la Universidad de Houston. En el evento subieron al escenario varios líderes demócratas, uno tras otro, en un intento de convencer a la pequeña multitud del poder que tienen los jóvenes votantes.Pero al final, cuando Sheila Jackson Lee y Al Green, dos congresistas negros, subieron al escenario, quedaron claros los límites de ese poder.Los republicanos que elaboraron el borrador de un nuevo mapa del Congreso fusionaron sus dos distritos en uno solo, lo que plantea la posibilidad de que dos de los integrantes más veteranos de la delegación demócrata del Congreso del estado se vean obligados a competir entre sí. Jackson Lee y Green se han opuesto al nuevo mapa, al decir que parece ser discriminatorio.“Vamos a tener que pelear”, dijo Green en una entrevista. “Habrá que protestar. Eso requerirá energía. Se necesitarán recursos. Y los conseguiremos”.El multimillonario y excandidato presidencial Tom Steyer fundó NextGen en 2013.Annie Mulligan para The New York TimesDesde hace mucho tiempo, Texas —donde hay más de 650.000 millonarios, más que en cualquier otro estado, a excepción de California— ha sido una especie de cajero automático para los candidatos de ambos partidos en otras partes del país, casi siempre en detrimento de los candidatos locales.Apenas hace ocho años, cuando Paul Sadler contendió por un escaño en el Senado contra Cruz, que en ese entonces apenas empezaba, los demócratas del país casi no hicieron nada para apoyar su campaña, afirmó. Cruz recaudó más de 14 millones de dólares. Sadler no llegó ni siquiera a un millón de dólares.“No tuvieron ninguna participación”, comentó el exlegislador estatal Sadler acerca de los grupos demócratas a nivel nacional. “Tomaron el mapa y eliminaron a Texas por completo. Me decepcioné muchísimo. Ni siquiera lo intentaban”.Más bien, los dirigentes demócratas de todo el país trataron a Texas como si fuera una alcancía y recaudaron dinero de donantes que vivían ahí para las campañas de otros estados. “Nadie creía que Texas podría ganarse, pero ahora es un lugar diferente”, señaló.De hecho, en las elecciones presidenciales de la última década, se han reducido o se han mantenido igual los márgenes del Partido Republicanos en Texas. En 2012, Mitt Romney ganó Texas con 57 por ciento de los votos. Donald Trump recibió 52 por ciento de los votos en 2016 y una vez más en 2020.El gasto demócrata ha crecido al mismo tiempo en los últimos ciclos: mientras que unos 75 millones de dólares se destinaron a los candidatos demócratas en el estado en 2016, aproximadamente 213 millones de dólares se destinaron a los candidatos demócratas en 2020. Esa cifra de 2020 seguía siendo empequeñecida por los 388 millones de dólares gastados en candidatos republicanos, según Open Secrets, que rastrea el gasto político en todo el país.Debido al tamaño de Texas, tanto demócratas como republicanos gastan más dinero allí que en casi cualquier otro estado del país. Pero el porcentaje gastado en candidatos demócratas es uno de los más bajos del país. Aproximadamente el 35 por ciento de todo el gasto político en Texas se destina a los demócratas, según Open Secrets. En Wisconsin, un estado clave en las elecciones, el 49 por ciento se destina a los demócratas.Ya ha habido algunos intentos de inversión de alto nivel en el estado: la campaña de Michael Bloomberg gastó varios millones de dólares a favor de Joe Biden durante las primarias presidenciales de 2020. En 2014, Battleground Texas, un esfuerzo liderado por exasesores de Barack Obama, gastó millones solo para que todos los demócratas perdieran en las elecciones estatales.Rafael Anchia, un legislador demócrata estatal de Dallas, quien preside el Comité Legislativo Mexicoestadounidense, señaló que la campaña de O’Rourke fue el único esfuerzo reciente de los demócratas a nivel estatal con un presupuesto lo suficientemente alto como para cubrir todo el estado. Anchia afirmó que, al igual que otros demócratas de Texas, ha defendido ante los donantes del país que ese estado podría ser competitivo.“Texas ya no se considera una quimera”, comentó. “Tiene una población parecida a la de California, pero ha sido un estado de baja participación y de bajas votaciones”.Claudia Yoli Ferla, directora ejecutiva de MOVE Texas, anima a los asistentes en un evento de NextGen en Houston.Annie Mulligan para The New York TimesQuizás uno de los obstáculos más difíciles que hay que superar sea la apatía. En una reunión de planificación de NextGen en McAllen, en la frontera con México, varios estudiantes dijeron que su mayor reto sería convencer a sus compañeros para que votaran.“Para la gente, la política es un tema incómodo o algo que en realidad no le afecta en absoluto”, comentó Rebecca Rivera, una estudiante de 21 años de la Universidad de Texas en el Valle del Río Grande. “Han perdido la confianza en el gobierno o, para empezar, nunca la tuvieron en realidad”.Jennifer Medina es reportera de política estadounidense que cubrió la campaña presidencial de Estados Unidos de 2020. Originaria del sur de California, anteriormente pasó varios años reportando sobre la región para la sección National. @jennymedina More

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    Why Democrats Say Young Voters Are Crucial to Flipping Texas

    Young people who are unregistered or do not vote consistently are the focus of an ambitious new push to turn Texas blue, a long-elusive goal for Democrats.HOUSTON — Cristina Tzintzún-Ramirez is convinced she knows the secret to turning Texas blue.Young people.When she applied to lead NextGen America, a liberal group backed by the billionaire and former presidential candidate Tom Steyer, she made two things clear. She was not leaving Austin, and the organization would have to spend time and money in Texas.And she was focused on a magic number: 631,000 votes. That was the margin of victory for Republicans in the state in 2020.Now, NextGen is targeting nearly 2 million voters in Texas: 1.1 million voters between the ages of 18 and 30 who are registered to vote but have not cast ballots consistently in recent elections; another 277,000 young voters who did not vote in 2020; and 565,000 people they have identified as “young progressives” who are unregistered. If just a third of the total turns out to vote — roughly 633,000 people — it would be enough for Democrats to overcome the Republican margin.“We have a huge number of young people who are not yet registered to vote, so we need to make them believe in their own power,” said Ms. Tzintzún-Ramirez, who is now the president of NextGen and who has worked in Texas politics for more than 15 years. “People believed demography is destiny, but we actually have to go out and convince those people to vote.”The organization is planning to spend nearly $16 million in Texas over the next two years to register new voters and get them to the polls in the 2022 midterm elections. The project marks some of the most significant Democratic spending in Texas that targets the young people the party hopes will help it break the Republican grip on the state.But Democrats have a steep hill to climb. The goal of flipping Texas, the country’s largest Republican-controlled state, has long eluded Democrats, after years of their party spending little to nothing, partisan gerrymandering making it more difficult for them to win elections and a statehouse that is effectively leading the Republican right flank.And Republicans enthusiastically keep the money flowing freely in the state: Gov. Greg Abbott raised nearly $19 million during the last 10 days of June alone, more money than NextGen plans to spend in the state in the next two years. Several of those checks to the governor were for $1 million, a regular occurrence for Republicans in Texas, where there are no donation limits in statewide races.“Money is not everything, but it’s a lot better than nothing,” said Julián Castro, the former mayor of San Antonio and a former presidential candidate. “It’s crucial to getting the numbers up, when you have so many people who are infrequent voters — voter registration drives cost money.”Cristina Tzintzún-Ramirez believes that young people are more motivated by issues than by individual candidates.Annie Mulligan for The New York TimesMs. Tzintzún-Ramirez believes that young people are more motivated by issues than by individual candidates, and that the work of the group will supplement any campaign spending. Most campaigns, Ms. Tzintzún-Ramirez said, focus on reliable voters or swing voters, and “mobilizing young people doesn’t fit into that equation and simply isn’t cost effective for most campaigns.”Last year, roughly 50 percent of people under the age of 30 voted in the presidential election, an 11-point increase from 2016, according to the Center for Information and Research on Civic Learning and Engagement at Tufts University. Texas is the second-largest state in the country, and its population is also one of the youngest and most diverse, census data shows. People of color accounted for 95 percent of the state’s growth in the last decade, and white Texans now make up less than 40 percent of the state’s population.Flooding the state with money may not be enough at a time when the Democratic Party in Texas faces significant hurdles — flagging voter enthusiasm, shifting political attitudes, tighter voting restrictions and redistricting that favors Republicans. And while demographics have long been seen as a boon to Democrats as the state grows more diverse, a significant number of Hispanic voters near the border swung toward Republicans in the last election.For Republicans who believe the talk of flipping the state is nothing but Democratic hype, those seven-figure donations to their own party reflect the enthusiasm for the G.O.P.“Money certainly makes a difference, but Democrats have over and over again claimed that Texas was on the verge of turning blue only to have their hopes dashed,” said Senator Ted Cruz, who criticized Beto O’Rourke in their 2018 Senate race for attracting so many donations from liberals in other parts of the country.The difficulty for Democrats was on full display during a rally kicking off NextGen’s voter registration efforts at the University of Houston, where one Democratic leader after another took the stage to convince the small crowd of young voters’ power.But by the end, when Sheila Jackson Lee and Al Green, two Black members of Congress, took the stage, the limits of that power became clear.The Republicans who drew the draft of a new congressional map merged their two districts into one — raising the possibility that two of the longest-serving members of the state’s Democratic congressional delegation may be forced to run against each other. Ms. Jackson Lee and Mr. Green have objected to the redrawn map, saying it appears to be discriminatory.“We are going to have to fight,” Mr. Green said in an interview. “That will take protest. That will take energy. That will take resources. And we will get them.” Tom Steyer, the billionaire and former presidential candidate, founded NextGen in 2013. Annie Mulligan for The New York TimesTexas — with more than 650,000 millionaires, more than any other state except California — has long been a kind of A.T.M. for candidates from both parties in other parts of the country, often to the detriment of local candidates.Just eight years ago, when Paul Sadler ran for the Senate seat against Mr. Cruz, then a newcomer, national Democrats did next to nothing to support his campaign, he said. Mr. Cruz raised more than $14 million. Mr. Sadler never even reached $1 million.“They played absolutely no role,” Mr. Sadler, a former state legislator, said of national Democratic groups. “They took the map and wrote off Texas completely. I was extraordinarily disappointed. They wouldn’t even try.”Instead, he said, national Democratic leaders treated Texas like a piggy bank, raising money from donors who lived there for campaigns in other states. “Nobody believed Texas could be won, but it is a different place today,” he said.Indeed, the margins for Republicans have shrunk or stayed the same in presidential elections in Texas over the last decade. In 2012, Republican Senator Mitt Romney won Texas with 57 percent of the vote. In 2016, Donald J. Trump earned 52 percent. Last year, Mr. Trump again won 52 percent.Democratic spending has at the same time grown over the last several cycles: While about $75 million went to Democratic candidates in the state in 2016, roughly $213 million went to Democratic candidates in 2020. That 2020 number was still dwarfed by the $388 million spent on Republican candidates, according to Open Secrets, which tracks political spending across the country.Because of Texas’ size, both Democrats and Republicans spend more money there than in nearly any other state in the country. But the percentage spent on Democratic candidates is one of the lowest in the country. Roughly 35 percent of all political spending in Texas goes toward Democrats, according to Open Secrets. In Wisconsin, a key swing state in every election, 49 percent goes toward Democrats.There have been some high-profile attempts at investing in the state before: Michael R. Bloomberg’s campaign spent several million dollars for Joe Biden during the 2020 presidential primary. In 2014, Battleground Texas, an effort led by former Obama aides, spent millions — only to have every Democrat lose in statewide elections.Rafael Anchia, a Democratic state lawmaker from Dallas who is the chairman of the Mexican American Legislative Caucus, said Mr. O’Rourke’s campaign was the only statewide Democratic effort in recent memory with a large enough budget to reach across the state. Mr. Anchia said that like other Texas Democrats, he has made the case to national funders that the state could be competitive.“No longer is Texas considered this fool’s gold,” he said. “It has demographics similar to California’s but has been a low-turnout, low-voting state.”Claudia Yoli Ferla, executive director of MOVE Texas, rallies the crowd at a NextGen event in Houston.  Annie Mulligan for The New York TimesOne of the most difficult hurdles to overcome may be apathy. At a NextGen organizing meeting in McAllen, along the Mexican border, several students said their biggest challenge would be convincing their peers to vote at all.“People see politics as this uncomfortable conversation, or something that really doesn’t impact them at all,” said Rebecca Rivera, 21, a student at the University of Texas Rio Grande Valley. “They have lost their faith in government, or didn’t ever really have it to begin with.” More