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Haley quiere que la respalden por su experiencia, no por su género

La aspirante a la nominación republicana sería la primera mujer en llegar a la Casa Blanca. Hasta ahora ha evitado presentarse de una forma que espante a algunos votantes.

Dentro de la bodega de una lujosa cadena de tiendas departamentales al este de Iowa, Michele Barton, vestida con una camiseta blanca engalanada con el rótulo de “Mujeres por Nikki” en letras de color rosa brillante, reflexionaba emocionada sobre la posibilidad de llevar a la primera mujer a la Casa Blanca.

Sin embargo, Barton, de 52 años, una madre de cuatro hijos y republicana de toda la vida, se apresuró a insistir en que no apoyaba a Nikki Haley por ser mujer.

“Creo que es la candidata correcta”, opinó el miércoles mientras esperaba que Haley apareciera en un evento del ayuntamiento en Davenport. “Solo resulta que es mujer”.

Es un estribillo familiar que repiten algunas de las simpatizantes más entusiastas de Haley, quienes, como la candidata misma, le restan importancia a su género en la contienda presidencial de 2024, aunque celebran el carácter potencialmente histórico de su candidatura.

Haley está haciendo este acto de equilibrismo en un momento notable de la política estadounidense. Su ascenso en las encuestas y las complicaciones del gobernador de Florida, Ron DeSantis, implican que el candidato republicano con más esperanzas de impulsar al partido más allá del expresidente Donald Trump —quien tiene un largo historial de comentarios misóginos y acusaciones de conducta sexual inadecuada— bien podría ser una mujer.

A lo largo de su campaña, Haley ha procurado ser muy cautelosa al hablar de su género. Enfatiza elementos originales de su vida y carrera que la hacen destacar en un terreno que por lo demás está dominado por candidatos masculinos, pero evita tocar políticas de identidad que puedan disgustar a la base de votantes conservadores que necesita para ganar la nominación, los cuales en su mayoría son blancos y canosos.

“No quiero ser solo una mujer”, le comentó a Charlamagne Tha God en “The Daily Show” el mes pasado. “No quiero ser solo india. No quiero ser solo madre. No quiero ser solo republicana. No quiero ser solo todas esas cosas. Soy más que eso. Y creo que todas las personas son más que eso”.

Su discurso político incluye referencias a sus experiencias como esposa de un militar y como madre. Sus réplicas concisas a los rivales invocan sus tacones de 10 centímetros. Su lista de canciones para cerrar los actos municipales incluye “Woman in the White House”, de Sheryl Crow.

Un acto de campaña de Haley en Iowa el mes pasado. Cuando Haley menciona que fue la primera mujer y la primera persona de color en ocupar el cargo de gobernadora de Carolina del Sur, lo hace en gran parte para argumentar que Estados Unidos no está “podrido” ni es “racista”.Jordan Gale para The New York Times

No obstante, Haley, hija de inmigrantes indios, casi nunca, o nunca, menciona de manera directa que aspira a romper el techo de cristal más alto en la política estadounidense. (En el video de su anuncio de campaña, señaló que no creía en esos límites).

En la campaña electoral en los estados de Iowa y Nuevo Hampshire, donde se vota primero, casi no menciona su género, lo cual para sus aliados podría ser una ventaja potente para ganarse a los votantes con estudios universitarios y a las mujeres de los suburbios en unas elecciones generales, si venciera a Trump en las primarias.

Chris Cournoyer, senadora por Iowa y presidenta de la campaña de Haley en ese estado, declaró que estos sectores demográficos también podrían ayudarla a ser más competitiva en el estado, donde ha quedado detrás de Trump en las encuestas por un amplio margen y, hasta hace poco, también iba a la zaga de DeSantis.

“He oído decir a muchas mujeres independientes, a muchas mujeres demócratas, que van a cambiar de partido para votar por ella el 15 de enero”, comentó Cournoyer.

Aunque suele mencionar su victoria histórica, pues se convirtió en la primera mujer y la primera persona de color en ocupar el cargo de gobernadora de Carolina del Sur, Haley lo hace sobre todo para argumentar que Estados Unidos no está “podrido” ni es “racista”.

Su evento del miércoles en la bodega de Von Maur en Davenport se pudo haber promocionado como uno de Mujeres por Nikki, pero, aparte de tres camisetas de la coalición expuestas cerca de la entrada, en el lugar había pocas señales de los grupos de base conformados solo por mujeres que han ayudado a difundir su mensaje.

Los estrategas republicanos y los especialistas en estudios de género afirman por igual que el enfoque relativamente moderado de Haley en materia de género tiene sentido: el camino de las mujeres hacia los altos cargos suele estar lleno de dobles raseros y prejuicios de género, independientemente del partido o la ideología del candidato. Pero puede ser especialmente difícil para las mujeres republicanas. Los votantes conservadores tienden a albergar opiniones tradicionales sobre la feminidad al tiempo que esperan que las candidatas parezcan “duras”.

Un informe reciente del Centro de Mujeres Estadounidenses y Política de la Universidad de Rutgers reveló que los republicanos eran menos propensos que los demócratas a ver obstáculos claros a la representación política de las mujeres, a apoyar esfuerzos particulares para aumentar la diversidad en la política y a presionar a los líderes de los partidos para que adopten estrategias que amplíen la cantidad de mujeres en el poder.

Kelly Dittmar, quien, como directora del centro trabajó en el informe y ha analizado las propuestas políticas de Haley, dijo que le parecía que había paralelos entre las campañas de Haley a la gobernación y a la presidencia. En ambas, los anuncios de Haley dicen que es “nueva” y “distinta”, lo que ofrece a los votantes pistas sobre su raza y su género pero, dijo Dittmar, les permite interpretar estas palabras a su antojo.

“Es al mismo tiempo estratégico y coherente con la identidad conservadora de ella”, dijo Dittmar, y añadió que como candidata a la gobernación Haley rechazó los pedidos de sus votantes que querían que se comprometiera a nombrar el mismo número de hombres y mujeres en su gestión.

Ninguna mujer ha conseguido la nominación presidencial del Partido Republicano a la presidencia, y ni siquiera a una primaria presidencial estatal del partido y Haley solo es la quinta republicana destacada en buscar la nominación de su partido. Carly Fiorina, la ex directora ejecutiva de Hewlett-Packard, fue la última que lo intentó, en 2016, y en su campaña el asunto del género era clave.

Con su enfoque mesurado, Haley ha intentado apoyarse en su experiencia de política exterior y ejecutiva, desafiar las ideas erróneas sobre las mujeres y la posibilidad de ser elegidas, y posicionarse como una de las mensajeras más eficaces de su partido en materia de aborto, a pesar de haber aprobado algunas de las restricciones antiabortistas más duras del país como gobernadora de Carolina del Sur. Hace poco declaró que, como gobernadora, habría autorizado una prohibición del aborto a las seis semanas.

El camino de las mujeres a los altos cargos públicos a menudo está lleno de dobles raseros y sesgos de género, sin importar el partido o la ideología. En especial, los votantes conservadores tienden a tener opiniones tradicionales sobre la feminidad. Sophie Park/Getty Images

Ese enfoque le ha granjeado el apoyo de algunas de sus seguidoras más leales que, a menudo, también hacen trabajo voluntario no remunerado: son mujeres dispuestas a conducir durante horas para ir a instalar sillas, recabar información de contacto de los asistentes y animar su esfuerzo. Los líderes de campaña dicen que ya hay capítulos de Mujeres por Nikki en los 50 estados del país. En eventos recientes en Iowa, al menos dos mujeres le pidieron que reafirmara su postura sobre el aborto, a pesar de que ya la habían escuchado, con el fin de que otras de las asistentes también la escucharan.

“No creo que los muchachos sepan hablar de esto de forma adecuada”, dijo en ambas ocasiones.

Y, a pesar de todo, el tema del género ha sido ineludible. En el cuarto debate presidencial republicano, el emprendedor Vivek Ramaswamy lanzó ataques de género, en los que la acusó de beneficiarse de la “política de la identidad”, mientras el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie fue en la otra dirección para defenderla, una maniobra que para algunos de los partidarios de Haley fue tan solo una actuación para quedar como su salvador. Y, luego está Trump, quien la llama “cerebro de pájaro” y sigue siendo popular entre las mujeres republicanas.

Una encuesta de The New York Times y la universidad Siena College publicada este mes reveló que el 63 por ciento de las votantes en las primarias republicanas apoyaba a Trump. Haley obtuvo un 12 por ciento de apoyo de ese grupo. Otras encuestas la muestran con un mayor apoyo entre los hombres que entre las mujeres. Sin embargo, en enfrentamientos hipotéticos, Haley ha vencido al presidente Joe Biden por el margen más amplio de todos los aspirantes republicanos, pues casi dividió los votos de las mujeres con él.

“Nikki tiene una elegibilidad poderosa contra Biden, pero necesita encontrar una elegibilidad poderosa contra Trump”, opinó Sarah Longwell, una estratega republicana que ha trabajado para derrotar a Trump. “En este momento, los votantes simplemente no creen que ella pueda hacerlo, así que debe cambiar esa percepción”.

En un evento reciente celebrado en Agency, Iowa, tal vez Haley reflejó mejor su propuesta al responder a una pregunta de una posible votante. Tras escuchar a Haley en la bodega de una empresa de semillas de maíz, Sarah Keith, una ingeniera química de 28 años, quiso saber qué haría la candidata para atraer a más mujeres al partido, en particular quienes están descontentas con la agenda liberal.

“Hablan de los problemas de las mujeres”, respondió Haley, para referirse a los demócratas y definiendo esas inquietudes como las mismas que le preocupan a la mayoría de los votantes, incluidas la economía y la seguridad nacional. “Creo que las mujeres están hartas. Creo que todo el mundo está harto del ruido y quiere ver resultados”.

Jazmine Ulloa es reportera de política nacional para el Times y cubre la campaña presidencial de 2024. Reside en Washington. Más de Jazmine Ulloa



Source: Elections - nytimes.com


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