En la carrera hacia el futuro, la historia sufre un nuevo asedio
Una ola de revisionismo engañoso se ha convertido en una epidemia tanto en las autocracias como en las democracias. Ha sido notablemente efectiva… y contagiosa.En Rusia, una organización dedicada a recordar los abusos de la era soviética se enfrenta a la liquidación ordenada por el Estado mientras el Kremlin impone en su lugar una historia nacional aséptica.En Hungría, el gobierno expulsó o asumió el control de las instituciones educativas y culturales y las utiliza para fabricar un patrimonio nacional xenófobo alineado con su política etnonacionalista.En China, el Partido Comunista en el poder usa abiertamente los libros de texto, las películas, los programas de televisión y las redes sociales para escribir una nueva versión de la historia china que se adapte mejor a las necesidades del partido.Y en Estados Unidos, Donald Trump y sus aliados siguenpromoviendo una falsa versión de las elecciones de 2020, en la que aseguran que los demócratas manipularon los votos y afirman que el ataque del 6 de enero para interrumpir la certificación del presidente Joe Biden fue en su mayoría un acto pacífico o escenificado por los opositores de Trump.Unos revoltosos se enfrentaron a las fuerzas del orden del Capitolio de EE. UU. el 6 de enero de 2021.Erin Schaff/The New York TimesLa historia se reescribe todo el tiempo, ya sea por los académicos que actualizan sus supuestos, los activistas que reformulan el registro o los políticos que manipulan la memoria colectiva para sus propios fines.Pero una oleada de revisiones históricas falsas o engañosas de manera flagrante, tanto por parte de gobiernos democráticos como autoritarios, puede estar amenazando el ya debilitado sentido de un relato compartido y aceptado sobre el mundo.Los académicos creen que esta tendencia refleja algunas de las fuerzas que definen el siglo. Sociedades polarizadas y receptivas a las falsedades que afirman la identidad. El colapso de la fe en las instituciones centrales o en los árbitros de la verdad. El auge del nacionalismo. Tiranos cada vez más astutos. Líderes elegidos que giran cada vez más hacia el antiliberalismo.Como resultado, “deberíamos ser más propensos a ver el tipo de revisionismo histórico” impulsado por estos líderes, señaló Erica Frantz, politóloga de la Universidad Estatal de Michigan.Understand the Jan. 6 InvestigationBoth the Justice Department and a House select committee are investigating the events of the Capitol riot. Here’s where they stand:Inside the House Inquiry: From a nondescript office building, the panel has been quietly ramping up its sprawling and elaborate investigation.Criminal Referrals, Explained: Can the House inquiry end in criminal charges? These are some of the issues confronting the committee.Garland’s Remarks: Facing pressure from Democrats, Attorney General Merrick Garland vowed that the D.O.J. would pursue its inquiry into the riot “at any level.”A Big Question Remains: Will the Justice Department move beyond charging the rioters themselves?En algunos lugares, los objetivos son ambiciosos: rediseñar una sociedad, empezando por su comprensión más básica de su patrimonio colectivo. Para subrayar la importancia de este proceso, el líder de China, Xi Jinping, repite la frase de un erudito confuciano del siglo XIX: “Para destruir un país, primero hay que erradicar su historia”.Victoria Park en Hong Kong el 4 de junio de 2020Lam Yik Fei para The New York TimesEl lugar estaba vacío el 4 de junio de 2021Lam Yik Fei para The New York TimesPero, a menudo y al parecer, el objetivo es más a corto plazo: provocar la rabia o el orgullo de manera que los ciudadanos se unan a la agenda del líder.Las mentiras electorales de Trump parecen ser un ejemplo de éxito. Han escindido el sentido compartido de la realidad de los estadounidenses de manera que podrían fortalecer a los aliados de Trump y justificar los esfuerzos para controlar la maquinaria de futuras elecciones. Si las tendencias globales que permiten tales tácticas continúan, puede que vengan más casos parecidos.Integrantes del Ejército Juvenil de Rusia practicaban el montaje de rifles, técnicas de primeros auxilios y artes marciales el mes pasado en Noginsk, cerca de Moscú.Sergey Ponomarev para The New York TimesUn mundo cambianteLa manera en que los gobiernos tienden a gobernar es uno de los cambios más importantes de esta tendencia.Un reciente artículo académico afirma que el autoritarismo “está sufriendo una transformación”, con lo que resume la opinión cada vez más extendida entre los académicos.Desde la Primavera Árabe y los levantamientos de la “revolución de colores” de hace una década, los dictadores han dejado de hacer hincapié en la represión por la fuerza bruta (aunque esto también sigue ocurriendo) y han adoptado técnicas más sutiles, como la manipulación de la información o la generación de divisiones, con el objetivo de prevenir la disidencia en lugar de suprimirla.Entre otros cambios, se sustituye la estruendosa prensa estatal por una serie de llamativos medios de comunicación alineados con el Estado y bots en las redes sociales, lo que crea la falsa sensación de que la narrativa oficial no se impone desde lo alto, sino que surge de forma orgánica.La propaganda más sofisticada, cuyo objetivo es la persuasión en lugar de la coerción, se manifiesta a menudo como un tipo particular de reescritura histórica. En lugar de limitarse a eliminar a los funcionarios desfavorecidos o los errores del gobierno, cultiva el orgullo nacional y el agravio colectivo con el fin de congregar a los ciudadanos.Por ejemplo, el Kremlin ha manipulado los recuerdos de la Unión Soviética y de su caída para convertirlos en una memoria de grandeza y asedio de la herencia rusa, justificando la necesidad de un líder más fuerte como Vladimir Putin y alentando a los rusos a apoyarlo con gratitud.Esto también se manifiesta en pequeñas formas. Putin ha insistido, falsamente, en que la OTAN prometió nunca extenderse al este de Alemania, justificando así la reciente agresión a Ucrania como una necesidad defensiva.Las democracias cambian también de modos dramáticos y los líderes se vuelven cada vez menos liberales y emplean más mano dura.Las crecientes divisiones sociales, junto con la creciente desconfianza popular hacia los expertos y las instituciones, a menudo contribuyen a encumbrar a esos líderes en primer lugar.Esto puede ser una fuente de apoyo para un líder dispuesto a desechar la historia oficial y sustituirla por algo más cercano a lo que sus partidarios quieren oír. Y da a esos líderes otro incentivo: justificar la toma de poder como algo esencial para derrotar a los enemigos externos o internos.Por ejemplo, Viktor Orbán, el primer ministro húngaro, hizo una revisión de la historia de Hungría para convertirla en una víctima inocente de los nazis y los comunistas, que logró salvarse gracias a su guía patriótica. De este modo, defiende el escepticismo hacia la inmigración como la continuación de una gran batalla nacional, que también le exige suprimir a los rivales, a los críticos y a las instituciones independientes.El presidente Donald J. Trump dijo en 2020 que promovería un nuevo plan de estudios escolar “pro estadounidense”.Oliver Contreras para The New York TimesPor qué funciona el revisionismo históricoSegún las investigaciones, la propaganda más eficaz de cualquier tipo, suele centrarse en una apelación a la identidad de algún grupo, como la raza o la religión.Hay un experimento famoso: a la gente se le da un examen, se le dice su puntuación y luego se le pide que califique la objetividad del examen. Las personas a las que se les dice que han obtenido una buena puntuación tienden a calificar la prueba de justa y rigurosa. Las personas a las que se les dice que han obtenido una mala puntuación son más propensas a considerar que el examen es tendencioso o inexacto.Key Figures in the Jan. 6 InquiryCard 1 of 10The House investigation. More