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    Two Futures Face Off in Brazil

    Rachelle Bonja and Liz O. Baylen and Chelsea Daniel, Dan Powell and Listen and follow The DailyApple Podcasts | Spotify | StitcherVoters in Brazil on Sunday will choose between two larger-than-life, populist candidates in a presidential race that is widely seen as the nation’s — and Latin America’s — most important election in decades.Who are the candidates, and why is the future of Brazilian democracy also on the ballot?On today’s episodeJack Nicas, the Brazil bureau chief for The New York Times.Voters in Brazil on Sunday will choose between two candidates who have very different visions for the country.Victor Moriyama for The New York TimesBackground readingThe contest — a matchup between Brazil’s two biggest political heavyweights — could swing either way and promises to prolong what has already been a bruising battle that has polarized the nation and tested the strength of its democracy.For the past decade, Brazil has lurched from one crisis to the next. Brazilians will decide between two men who are deeply tied to its tumultuous past.There are a lot of ways to listen to The Daily. Here’s how.We aim to make transcripts available the next workday after an episode’s publication. You can find them at the top of the page.Jack Nicas contributed reporting.The Daily is made by Lisa Tobin, Rachel Quester, Lynsea Garrison, Clare Toeniskoetter, Paige Cowett, Michael Simon Johnson, Brad Fisher, Chris Wood, Jessica Cheung, Stella Tan, Alexandra Leigh Young, Lisa Chow, Eric Krupke, Marc Georges, Luke Vander Ploeg, M.J. Davis Lin, Dan Powell, Dave Shaw, Sydney Harper, Robert Jimison, Mike Benoist, Liz O. Baylen, Asthaa Chaturvedi, Rachelle Bonja, Diana Nguyen, Marion Lozano, Corey Schreppel, Anita Badejo, Rob Szypko, Elisheba Ittoop, Chelsea Daniel, Mooj Zadie, Patricia Willens, Rowan Niemisto, Jody Becker, Rikki Novetsky, John Ketchum, Nina Feldman, Will Reid, Carlos Prieto, Sofia Milan, Ben Calhoun and Susan Lee.Our theme music is by Jim Brunberg and Ben Landsverk of Wonderly. Special thanks to Sam Dolnick, Paula Szuchman, Lisa Tobin, Larissa Anderson, Cliff Levy, Lauren Jackson, Julia Simon, Mahima Chablani, Desiree Ibekwe, Wendy Dorr, Elizabeth Davis-Moorer, Jeffrey Miranda, Renan Borelli, Maddy Masiello and Nell Gallogly. More

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    Brazil’s Presidential Election Will Determine the Planet’s Future

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    Las encuestas electorales en Brasil se equivocaron, y ahora Bolsonaro quiere penalizar a las que fallen

    El presidente Jair Bolsonaro y los legisladores conservadores de Brasil quieren ilegalizar la publicación de encuestas que no coinciden con los resultados de las elecciones.BRASILIA — Este mes se celebró la primera vuelta de las elecciones en Brasil, que han sido observadas con detenimiento, y las encuestas mostraron un pronóstico errado porque subestimaron el apoyo con el que cuenta el presidente en funciones, Jair Bolsonaro, un líder de extrema derecha, y otros candidatos conservadores de todo el país.Muchos integrantes de la derecha se pusieron furiosos y criticaron las encuestas por estar desconectadas del electorado brasileño.Esa reacción no fue ninguna sorpresa. Lo que pasó después, sí lo fue.A instancias de Bolsonaro, algunos líderes políticos brasileños ahora buscan tipificar como delito las predicciones incorrectas de una elección.La Cámara de Diputados de Brasil ha acelerado un proyecto de ley que penalizaría la publicación de una encuesta que luego se compruebe que estuvo fuera de su margen de error. Se prevé que la Cámara Baja, controlada por aliados de Bolsonaro, vote para aprobar la medida en los próximos días.El contenido y destino finales de la propuesta de ley aún no están claros. Los líderes legislativos han insinuado que podrían cambiar algunos aspectos de la legislación, y las posibilidades de que se apruebe en el Senado, donde los oponentes a Bolsonaro son mayoría, parecen mucho menos certeras.Sin embargo, independientemente del futuro de esa propuesta, tanto ese proyecto como otras iniciativas para investigar a las encuestadoras por sus recientes errores de cálculo forman parte de una narrativa más amplia, sin evidencias, promovida por Bolsonaro y sus aliados, según la cual la clase política y la izquierda de Brasil tratan de amañar las elecciones en su contra.Mientras Brasil se prepara para votar en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el 30 de octubre, las encuestas siguen mostrando que Bolsonaro está rezagado detrás de su rival de izquierda, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, aunque la contienda luce cada vez más cerrada.Luiz Inácio Lula da Silva celebrando los resultados de la primera vuelta de las elecciones en São Paulo, a principios de este mes.Victor Moriyama para The New York TimesPor su parte, Bolsonaro optó por tildar a las empresas encuestadoras de “mentirosas” y denunciar que sus errores cambiaron hasta tres millones de votos a favor de Da Silva en la primera ronda electoral, y ha abogado para que las firmas enfrenten consecuencias. “No es por haberse equivocado, ¿OK? Una cosa es cometer un error”, puntualizó. “Es por los delitos que cometieron”.Bolsonaro no ha aclarado qué delitos considera que se cometieron.La Asociación Brasileña de Empresas Encuestadoras declaró en un comunicado que estaba “ofendida” por los intentos de criminalizar las encuestas que arrojan pronósticos equivocados.“Iniciar este tipo de investigación durante el periodo de campaña para la segunda vuelta electoral, cuando las encuestadoras están realizando su trabajo, demuestra otro intento flagrante de obstruir la investigación científica”, aseveró el grupo.Las firmas encuestadoras agregaron que su trabajo no era predecir elecciones, sino brindar un panorama general de las intenciones de los electores en el momento en que se realiza una encuesta.El proyecto de ley en el Congreso no es el único recurso que se ha entablado contra las encuestadoras. A petición de la campaña de Bolsonaro, el ministro de Justicia y Seguridad Pública de Brasil le ordenó a la policía federal que abriera una investigación contra las encuestadoras por los sondeos que realizaron antes de la primera ronda electoral. Además, la agencia federal antimonopolio de Brasil inició sus propias pesquisas sobre las principales instituciones encuestadoras de la nación por posible colusión.Alexandre de Moraes, juez del Supremo Tribunal Federal y director del tribunal electoral del país, no tardó en ordenar la suspensión de ambas investigaciones, tras señalar que carecían de jurisdicción y parecían cumplir las órdenes políticas del presidente. A su vez, Moraes le ordenó al tribunal electoral de Brasil investigar si Bolsonaro trataba de usar de manera indebida el poder que tiene sobre las agencias federales.En este último año, Moraes se ha posicionado como el principal contrapeso al poder de Bolsonaro, lo cual le ha valido algunas críticas por medidas que, según expertos en derecho y gobernanza, representan un giro represivo para el máximo tribunal de Brasil.Entre otras decisiones, Moraes encarceló a cinco personas sin juicio previo por hacer publicaciones en redes sociales que él consideró que eran ataques contra las instituciones brasileñas. El 20 de octubre, los funcionarios electorales ampliaron aún más su poder al otorgarle la autoridad unilateral para suspender las plataformas de redes sociales en Brasil que no obedecieran de inmediato sus órdenes de eliminar la desinformación.Alexandre de Moraes en Brasilia antes de la primera vuelta de las elecciones, a principios de este mes.Dado Galdieri para The New York TimesMoraes y el Senado del país parecen estar listos para proteger a las encuestadoras de las medidas en contra de sus sondeos.Sin embargo, las acusaciones reiteradas de que las encuestadoras son corruptas podrían socavar aún más su capacidad para brindar la mejor estimación posible de la opinión pública. Algunos de los asesores principales de Bolsonaro han hecho un llamado para que sus partidarios ignoren a los encuestadores con el fin de sabotear los resultados.“¡¡¡No le respondan a ninguno de ellos hasta el final de la elección!!! Así será seguro desde el principio que cualesquiera de sus resultados son fraudulentos”, escribió Ciro Nogueira, el jefe de gabinete de Bolsonaro, en su cuenta de Twitter. “¿Fue un delito su absurdo error? Solo una investigación profunda lo determinará”.Las firmas encuestadoras más importantes habían pronosticado que Bolsonaro recibiría alrededor de un 36 por ciento del voto en la primera ronda electoral. Recibió un 43,2 por ciento, una brecha de siete puntos porcentuales fuera del margen de error de prácticamente todas las encuestadoras.Sus pronósticos fueron aún peores en muchas contiendas por cargos de menor relieve. En Río de Janeiro, los sondeos mostraron que el candidato conservador a gobernador llevaba una ventaja de unos nueve puntos porcentuales. En cambio, ganó por 31 puntos.En São Paulo, algunas encuestas mostraron que un candidato de izquierda que aspira a llegar al Senado llevaba una delantera de 14 puntos porcentuales frente a su oponente antes de la primera ronda de elecciones. En cambio, un candidato de derecha ganó por casi el mismo margen, una diferencia de 28 puntos porcentuales de lo que predijeron los sondeos previos a la elección.Las empresas encuestadoras han atribuido sus pronósticos fallidos a una variedad de factores, entre ellos los datos obsoletos del censo, los cuales minaron su capacidad de encuestar a una muestra estadísticamente representativa de electores. Esas firmas mencionaron que sus encuestas también fueron deficientes porque una ola de votantes más grande de lo esperado cambió su voto para apoyar a Bolsonaro en el último minuto.Algunas encuestadoras también comentaron que creían que muchos electores conservadores no estuvieron dispuestos a responder sus encuestas.La proporción de votantes de mayor edad excedió por mucho sus expectativas, tal vez debido a un anuncio que hizo el gobierno este año de que votar era una nueva manera de dar fe de vida y mantener activos sus beneficios de jubilación. Las encuestas en la víspera de las elecciones mostraron que los electores mayores apoyaban a Bolsonaro más que a Da Silva.Brasil está lejos de ser el único país donde las encuestas luchan por dar una imagen precisa del electorado, particularmente la fuerza del apoyo conservador.En 2016, las encuestas en Estados Unidos no pronosticaron con precisión el apoyo a Donald Trump, y las empresas dieron razones similares para el error, incluido que algunos votantes de derecha no estaban dispuestos a responder las encuestas.El presidente Jair Bolsonaro, en São Paulo, a principios de este mes.Victor Moriyama para The New York TimesLa credibilidad de las empresas de encuestas en Brasil se vio afectada después de la primera vuelta de las elecciones, y algunos periodistas se han mostrado reacios para compartir las encuestas antes de la segunda vuelta del domingo.Ricardo Barros, un congresista conservador que está ayudando a impulsar el proyecto de ley para criminalizar las encuestas defectuosas, dijo que la legislación obligaría a las empresas encuestadoras a ser más cuidadosas con sus resultados. Según la ley propuesta, solo las encuestas que se equivocan fuera de su margen de error enfrentarían responsabilidad.“Si no están seguros del resultado, usen un margen de error del 10 por ciento”, dijo. “Pierden credibilidad, pero no desinforman a los votantes. El problema es que hoy en día siempre se presentan como una verdad absoluta”.Los legisladores tanto de la Cámara como del Senado también han reunido suficientes firmas para abrir investigaciones en el Congreso sobre las firmas de encuestas, aunque se espera que el líder del Senado tome medidas para bloquear la investigación.Alexandre Cordeiro Macedo, director de la agencia federal antimonopolio de Brasil que fue designado por Bolsonaro, trató de ir más allá que Barros al señalar la supuesta responsabilidad de las firmas de encuestas.Antes de que Moraes interviniera y detuviera la investigación, Cordeiro Macedo acusó a las principales encuestadoras de colusión basándose en lo que calificó como la improbabilidad estadística de que todas hubieran subestimado el apoyo de Bolsonaro por un margen tan significativo. Afirmó que el escenario era tan probable como ganar la lotería varias veces.Pero Alexandre Patriota, profesor de estadística en la Universidad de São Paulo, lo cuestionó y dijo que probar la colusión basada únicamente en esa única medida sería casi imposible.“Incluso si todos los institutos se equivocaron de la misma manera, eso no es una prueba de colusión”, dijo. “Para tener un toque de malicia, necesitas algo más que números”.Jack Nicas es el jefe de la corresponsalía del Times en Brasil, que abarca Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Antes cubría tecnología desde San Francisco. Antes de unirse al Times, en 2018, trabajó durante siete años en The Wall Street Journal. @jacknicas • Facebook More

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    Brazil’s Polls Were Wrong. Now the Right Wants to Criminalize Them.

    President Jair Bolsonaro and conservative lawmakers in Brazil are trying to make it illegal to publish polls that later do not match the election results.BRASÍLIA — In the first round of Brazil’s closely watched elections this month, the polls were off the mark. They significantly underestimated the support for the far-right incumbent, President Jair Bolsonaro, and other conservative candidates across the country.Many on the right were furious, criticizing the pollsters as out of touch with the Brazilian electorate.That response was expected. What happened next was not.At the urging of Mr. Bolsonaro, some of Brazil’s leaders are now trying to make it a crime to incorrectly forecast an election.Brazil’s House of Representatives has fast-tracked a bill that would criminalize publishing a poll that is later shown to fall outside its margin of error. The House, which is controlled by Mr. Bolsonaro’s allies, is expected to vote and pass the measure in the coming days.The bill’s final shape and fate is unclear. House leaders have suggested they may soften the legislation, and its prospects in the Senate, where opponents of Mr. Bolsonaro are in the majority, appear far less certain.Still, whatever the measure’s fate, the proposal and other efforts to investigate pollsters for their recent miscalculations are part of a broader narrative pushed by Mr. Bolsonaro and his allies, without evidence, that Brazil’s political establishment and the left are trying to rig the election against him.As Brazil prepares to vote in a presidential runoff on Oct. 30, the surveys continue to show Mr. Bolsonaro trailing his left-wing rival, Luiz Inácio Lula da Silva, a former president, though the race seems to be tightening.Luiz Inácio Lula da Silva celebrating the results of the first round of elections in São Paulo earlier this month.Victor Moriyama for The New York TimesFor his part, Mr. Bolsonaro has taken to calling the polling firms “liars,” claimed that their mistakes swung up to three million votes to Mr. da Silva in the first round, and has advocated for the firms to face consequences. “Not for getting it wrong, OK? An error is one thing,” he said. “It’s for the crimes they committed.”He has not said what crimes he believes were committed.The Brazilian Association of Pollsters said in a statement that it was “outraged” at the attempts to criminalize surveys that turn out to be inaccurate.“Starting this type of investigation during the runoff campaign period, when the polling companies are carrying out their work, demonstrates another clear attempt to impede scientific research,” the group said.Polling firms added that their work was not to predict elections, but to provide a snapshot of voters’ intentions at the time a survey is conducted.The bill in Congress is not the only effort to target pollsters. Following a request from Mr. Bolsonaro’s campaign, Brazil’s justice minister ordered the federal police to open an investigation into polling firms over their surveys before the first election round. And Brazil’s federal antitrust agency opened its own inquiry into some of the nation’s top polling institutions for possible collusion.Alexandre de Moraes, a Supreme Court justice and Brazil’s elections chief, quickly ordered both of those investigations halted, saying that they lacked jurisdiction and that they appeared to be doing the president’s political bidding. In turn, Mr. Moraes ordered Brazil’s election agency to investigate whether Mr. Bolsonaro was trying to use his power over federal agencies inappropriately.Mr. Moraes has emerged as the top check on Mr. Bolsonaro’s power over the past year, drawing criticism at times for measures that, according to experts in law and government, represent a repressive turn for Brazil’s top court.Among other moves, he has jailed five people without a trial for posts on social media that he said attacked Brazil’s institutions. On Thursday, election officials further expanded his power by giving him unilateral authority to suspend social media platforms in Brazil that do not quickly comply with his orders to remove misinformation.Alexandre de Moraes in Brasília before the first round of elections earlier this month.Dado Galdieri for The New York TimesMr. Moraes and Brazil’s Senate appear poised to protect polling firms from measures that target their surveys.Yet repeated claims that pollsters are corrupt could further weaken their ability to provide the best possible gauge of public opinion. Some of Mr. Bolsonaro’s top advisers have urged his supporters to ignore survey takers in order to sabotage their results.“Do not respond to any of them until the end of the election!!! That way, it’ll be certain from the start that any of their results are fraudulent,” Ciro Nogueira, Mr. Bolsonaro’s chief of staff, wrote on Twitter. “Was their absurd screw-up criminal? Only a deep investigation will tell.”The top polling firms had forecast that Mr. Bolsonaro would receive roughly 36 percent of the vote in the first round. He received 43.2 percent, a seven-point gap that was outside virtually all polls’ margins of error.Their performance was even worse in many down-ballot races. In Rio de Janeiro, the polls showed that the conservative candidate for governor was ahead by about 9 percentage points. Instead, he won by 31 points.In São Paulo, some polls showed that a left-wing candidate for Senate was ahead of his opponent by 14 percentage points heading into the first election round. Instead, a right-wing candidate won by nearly that same margin — a swing of 28 percentage points from what the pre-election polls had found.The polling firms have blamed a variety of factors for their flawed forecasts, including outdated census data that hampered their ability to survey a statistically representative sample of voters. The firms said their polls were also undercut because a larger-than-expected wave of voters switched their ballots to Mr. Bolsonaro from third-party candidates at the last minute.Some polling firms also said they believed that many conservative voters were unwilling to answer their surveys.The share of older voters far exceeded expectations, potentially because of a government announcement this year that voting was a new way to establish proof of life and keep retirement benefits active. Polls on the eve of the election showed that older voters supported Mr. Bolsonaro over Mr. da Silva.Brazil is far from the only country where polls struggle to give an accurate picture of the electorate, particularly the strength of conservative support.In 2016, polls in the United States did not accurately forecast the support for Donald J. Trump, and the firms gave similar reasons for the miss, including that some right-wing voters were unwilling to answer surveys.President Jair Bolsonaro in São Paulo earlier this month.Victor Moriyama for The New York TimesThe credibility of Brazil’s polling firms was damaged after the election’s first round, and some journalists have become more hesitant to share surveys ahead of Sunday’s runoff.Ricardo Barros, a conservative congressman who is helping to push the bill to criminalize faulty polls, said the legislation would force polling companies to be more careful with their findings. Under the proposed law, only polls that err outside their margin of error would face liability.“If you’re not sure of the outcome, then place a margin of error of 10 percent,” he said. “It loses credibility, but it doesn’t misinform voters. The problem is that today it’s always being presented as an absolute truth.”Lawmakers in both the House and Senate have also gathered enough signatures to open congressional investigations into the polling firms, although the leader of the Senate is expected to move to block that chamber’s investigation.Alexandre Cordeiro Macedo, the head of Brazil’s federal antitrust agency and an appointee of Mr. Bolsonaro, tried to go further than Mr. Barros in taking aim at polling firms.Before Mr. Moraes intervened and stopped the inquiry, Mr. Cordeiro Macedo had accused top polling companies of collusion based on what he said was the statistical improbability that they all had underestimated Mr. Bolsonaro’s support by such a significant margin. He claimed that the scenario was about as likely as winning the lottery several times.But Alexandre Patriota, a statistics professor at the University of São Paulo, disputed that, saying proving collusion based solely on that single measure would be nearly impossible.“Even if all the institutes got it wrong in the same way, this is not an indication of a cartel,” he said. “To have a hint of malice, you need something more than numbers.” More

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    En Brasil, un solo hombre puede decidir lo que se dice en internet para combatir las mentiras

    Las autoridades brasileñas han otorgado al jefe de elecciones un amplio poder para ordenar la retirada de contenidos digitales en un intento de combatir la creciente desinformación antes de las elecciones de este mes.RÍO DE JANEIRO —Las autoridades brasileñas, que se enfrentan a un torrente de desinformación en línea antes de las elecciones presidenciales del país, concedieron al jefe de elecciones de la nación el poder unilateral para ordenar a las empresas tecnológicas que retiren muchos mensajes y videos de la red, una de las medidas más agresivas adoptadas por cualquier país para combatir la información falsa.En virtud de las normas aprobadas el jueves, el jefe de las elecciones puede ordenar la remoción inmediata de los contenidos que considere que han violado las órdenes de retirada anteriores. Las redes sociales deben cumplir esas exigencias en un plazo de dos horas o se enfrentan a la posible suspensión de sus servicios en Brasil.La medida es la culminación de una estrategia cada vez más enérgica por parte de las autoridades electorales de Brasil para reprimir los ataques divisivos, engañosos y falsos que han inundado la carrera presidencial del país en los últimos días, incluidas las afirmaciones de que los candidatos son satanistas, caníbales y pedófilos.Pero al permitir que una sola persona decida lo que se puede decir en internet en el período previo a las elecciones, que se celebrarán el 30 de octubre, Brasil se ha convertido en un caso de prueba en un debate mundial cada vez más intenso sobre los límites de la lucha contra las “noticias falsas”.La decisión provocó indignación entre los partidarios del presidente de derecha Jair Bolsonaro, así como la preocupación de muchos expertos en derecho digital y derechos civiles, que dijeron que representaba una expansión de poder potencialmente peligrosa y autoritaria que podría ser abusada a fin de censurar puntos de vista legítimos e influir en la contienda presidencial.El presidente Jair Bolsonaro en un acto de campaña en São Paulo el jueves.Fernando Bizerra/EPA, vía ShutterstockEl jefe de las elecciones, Alexandre de Moraes, también es juez del Tribunal Supremo de Brasil, lo que lo ha colocado en el centro de otra lucha sobre la creciente autoridad del tribunal.Como juez de la corte, ha ordenado investigaciones sobre Bolsonaro y ha encarcelado a algunos de los partidarios del presidente, acusados de lo que Moraes dijo que eran ataques a las instituciones democráticas de la nación.Moraes ha sido quizás el contrapeso más eficaz a Bolsonaro, que durante años ha atacado a la prensa, los tribunales y los sistemas electorales del país. Pero en el proceso, el juez ha suscitado la preocupación de que sus esfuerzos por proteger la democracia del país la hayan erosionado.“Es un acto de malabarismo muy complicado”, dijo Philip Friedrich, analista de elecciones y tecnología en Freedom House, un grupo estadounidense que promueve la expansión de la democracia. “Se trata de proteger la integridad de las instituciones democráticas de Brasil y el derecho de la gente a la libertad de expresión, y al mismo tiempo mantener a la gente segura en línea”.Carlos Affonso Souza, profesor de derecho de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, dijo que el fallo del jueves “podría ir demasiado lejos, dependiendo de cómo” Moraes ejerza su poder.Aun así, la medida fue aplaudida por muchos en Brasil, que la consideran como una herramienta necesaria para combatir una avalancha de denuncias falsas de los partidarios de Bolsonaro que no ha hecho más que ganar velocidad en los últimos días.Las nuevas reglas fueron aprobadas por unanimidad por los siete jueces federales que integran el tribunal electoral de Brasil. Cuando propuso las reglas en una sesión del tribunal el jueves, Moraes dijo que las denuncias por desinformación habían aumentado casi 17 veces en comparación con las elecciones pasadas.“Ha habido una proliferación no solamente de noticias falsas, sino de la agresividad de estas noticias, de este discurso de odio, que todos sabemos que no conduce a nada más que a una erosión de la democracia”, dijo. “Por eso precisamente necesitamos una vía más rápida”.Otra jueza, Cármen Lúcia, dijo durante la audiencia que estaba preocupada por las implicaciones de las medidas recientes del tribunal electoral para combatir la desinformación. “El regreso de la censura no puede permitirse bajo ningún argumento en Brasil”, dijo.En una entrevista con un pódcast el jueves, Bolsonaro dijo que las autoridades electorales estaban moviendo a Brasil hacia un “estado dictatorial” y que “después de las elecciones, dependiendo de quién gane, vamos a poner fin a esto”.El año pasado, Bolsonaro pidió al Senado de Brasil que llevara a juicio político y destituyera a Moraes, pero fue rechazado.Bolsonaro se enfrenta el 30 de octubre al expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva en una votación que se considera la más importante de Brasil en décadas y una prueba clave para una de las mayores democracias del mundo.Según las nuevas normas de internet, los poderes ampliados del jefe de las elecciones están en vigor durante las campañas electorales. Los poderes caducarán después de la votación presidencial, pero volverán a entrar en vigor en campañas futuras.El expresidente Lula da Silva hacía campaña en Río de Janeiro el jueves.Ricardo Moraes/ReutersEl tribunal electoral ya ha prohibido las publicaciones que han calificado a Bolsonaro de pedófilo, una afirmación que se aceleró en los últimos días tras la aparición de un vídeo en el que el presidente dice que hubo “una atraccion mutua” entre él y dos adolescentes. El tribunal también ha ordenado retirar contenidos que digan que Da Silva es corrupto. Da Silva cumplió condena en prisión por cargos de corrupción, que posteriormente fueron anulados.Los partidarios de ambos bandos han difundido mentiras, pero el volumen de información engañosa de la derecha ha superado con creces al de la izquierda, dijo Tai Nalon, directora de Aos Fatos, una organización brasileña de verificación que ha seguido de cerca las afirmaciones falsas de la campaña.Los partidarios de Bolsonaro han difundido la mentira de que Da Silva planea cerrar las iglesias si es elegido, lo que llevó al expresidente a lanzar una carta pública insistiendo en que no lo haría. El viernes, muchos miembros de la derecha comenzaron a publicar imágenes en las que se afirmaba falsamente que estaban siendo censurados directamente por los funcionarios electorales.Bolsonaro también ha atacado las máquinas de votación electrónica de Brasil al afirmar que están plagadas de fraude, a pesar de la falta de pruebas, y sus partidarios han difundido teorías de la conspiración infundadas que afirman que la izquierda está planeando robar las elecciones.Da Silva aventajaba a Bolsonaro en cinco puntos porcentuales tras la primera vuelta, pero en los últimos días los sondeos sugieren que la diferencia se está reduciendo.La desinformación también empañó las elecciones presidenciales de 2018 que ganó Bolsonaro, lo que llevó a los funcionarios electorales a adoptar una postura más agresiva durante esta campaña.Esta semana, el tribunal electoral restringió a uno de los mayores medios de Brasil para que no describiera a Da Silva como corrupto, y bloqueó a un destacado canal de YouTube de derecha por publicar un documental sobre un intento de asesinato contra Bolsonaro en 2018. Bolsonaro y sus partidarios han acusado al tribunal de tratar de favorecer a Da Silva.Preparando las máquinas de votación electrónica en Brasilia el miércoles.Evaristo Sa/Agence France-Presse — Getty ImagesA pesar de los esfuerzos del tribunal electoral por intervenir, han proliferado los contenidos falsos y engañosos, lo que ilustra la lucha a la que se enfrentan los funcionarios y las empresas tecnológicas para frenar la desinformación que se propaga más rápido de lo que pueden actuar y que se comparte cada vez más fuera de su alcance.Por ejemplo, gran parte de la desinformación en Brasil se comparte en WhatsApp, la aplicación más popular del país. Como WhatsApp encripta los mensajes, la empresa y los funcionarios no pueden ver los mensajes que los usuarios comparten entre sí, lo que complica su capacidad para combatir la información falsa.WhatsApp ha modificado su aplicación para frenar la propagación, por ejemplo, al poner límites al tamaño de los grupos y al número de veces que se puede reenviar un mensaje, pero la desinformación sigue siendo un problema, según los investigadores.Google y Meta, propietaria de WhatsApp, Facebook e Instagram, declinaron comentar. La campaña de Da Silva no respondió a las solicitudes de comentarios.Según las nuevas normas, si una empresa tecnológica se niega repetidamente a cumplir las órdenes de Moraes, este puede “suspender el acceso a los servicios” de la plataforma en Brasil por hasta 24 horas.A principios de este año, De Moraes dijo que planeaba bloquear Telegram, el servicio de mensajería con millones de usuarios en Brasil, después de que la empresa no siguiera sus órdenes de eliminar la cuenta de un destacado partidario de Bolsonaro acusado de difundir desinformación. (Moraes actuaba entonces en calidad de juez del Supremo Tribunal). Moraes revocó esa prohibición varios días después, después de que Telegram aceptara cambios.Affonso Souza, el profesor de derecho en Río de Janeiro, dijo que dado el plazo de dos horas para cumplir con las órdenes de Moraes —y solo una hora en la víspera de las elecciones— Moraes podría intentar bloquear una plataforma en los últimos días de la campaña. “Eso definitivamente agregaría combustible al fuego para los partidarios de Bolsonaro”, dijo.André Spigariol More

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    Brazilian Official Granted Power to Order Removal of Misinformation Online

    Brazilian authorities granted the country’s elections chief broad power to order the takedown of online content in a bid to combat soaring misinformation ahead of this month’s election.RIO DE JANEIRO — Brazilian authorities, grappling with a torrent of online misinformation ahead of the country’s presidential election, granted the nation’s elections chief unilateral power to order tech companies to remove many online posts and videos — one of the most aggressive actions taken by any country to combat false information.Under the rules passed on Thursday, the elections chief can order the immediate removal of content that he believes has violated previous orders. Social networks must comply with the election chief’s takedown orders within two hours or face potential suspension of their services in Brazil.The move culminates an increasingly assertive strategy by election officials in Brazil to crack down on the misinformation that has flooded the country’s presidential race in recent days, including claims that candidates are Satanists, cannibals and pedophiles.But by allowing a single person to decide what can be said online in the run-up to the high-stakes election, which will be held on Oct. 30, Brazil has made itself a test case in a swelling debate over how far to go in fighting “fake news.”The decision drew outcry from supporters of right-wing President Jair Bolsonaro, as well as concern from many internet-law and civil-rights experts, who said it represented a potentially dangerous, authoritarian expansion of power, one that could be abused to censor legitimate viewpoints and swing the presidential contest.The elections chief, Supreme Court Justice Alexandre de Moraes, is already at the center of a separate fight over the increasing authority of Brazil’s highest court. He has ordered investigations into Mr. Bolsonaro and jailed some of his supporters for what Mr. Moraes said were attacks on the nation’s democratic institutions.“It’s a risky move,” Carlos Affonso Souza, a professor at Rio de Janeiro State University, said of Thursday’s decision. “I think it could go too far depending on how he exercises these rights.”Still, the move was cheered by others in Brazil, including many on the left, who see it as a necessary tool to fight an avalanche of false claims from Mr. Bolsonaro’s supporters that has only accelerated in recent days.During Thursday’s vote on the rules, Mr. Moraes said complaints about misinformation had increased nearly 17-fold compared with past elections.“There has been proliferation of not only false news, but of the aggressiveness of this news, this hate speech, which we all know leads to nothing but an erosion of democracy,” he said. “This is precisely why we need a faster way.”Mr. Bolsonaro faces off on Oct. 30 against the leftist former President Luiz Inácio Lula da Silva in a vote that is widely regarded as Brazil’s most important in decades.Under the new rules, which were passed unanimously by the seven federal judges who make up Brazil’s electoral court, the elections chief’s expanded powers are effective during election campaigns. The powers will lapse after the presidential vote, but will take effect again in future campaigns.The rules allow Mr. Moraes to order social networks to immediately take down content that he determines has violated previous decisions by the broader electoral court.The electoral court has already banned posts that call Mr. Bolsonaro a pedophile, a claim that accelerated in recent days after video emerged of the president saying “there was a spark” between him and two teenage girls. The court has also ordered the takedown of content that says Mr. da Silva is corrupt. Mr. da Silva served time in prison on corruption charges, which were later nullified.André Spigariol contributed reporting from Brasília. More

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    El bolsonarismo no se irá de Brasil

    El rechazo tajante al gobierno reaccionario de Jair Bolsonaro que predecían las encuestas y deseaban millones de personas no llegó. Brasil está al borde del precipicio.No todo fue negativo. En las elecciones presidenciales del domingo, Luiz Inácio Lula da Silva, el antiguo líder sindical de centroizquierda que gobernó con destreza a Brasil de 2003 a 2011, se llevó aproximadamente el 48 por ciento de los votos; fue un resultado satisfactorio, dentro del margen de error de las encuestas finales. Lo malo es que Bolsonaro superó las predicciones y se llevó el 43 por ciento de los votos (cifra mucho más alta que las proyecciones previas), por lo que es probable que la segunda vuelta del 30 de octubre sea más cerrada de lo que se esperaba. Por si fuera poco, varios aliados y antiguos ministros del gabinete de Bolsonaro por todo el país lograron el mismo éxito en las elecciones locales.Los resultados mostraron, sin lugar a dudas, que Bolsonaro no es ningún accidente de la historia. Podría haber sido posible restarle importancia a su sorpresiva victoria hace cuatro años, cuando llegó al poder gracias a un sentimiento antiizquierdista generalizado, y explicarla como mera suerte. Pero ya no. Detrás de sus vagas referencias a “Dios, patria y familia” hay un respaldo muy firme por todo el país y de una parte amplia y diversa de la sociedad. Independientemente del resultado que obtenga a finales de este mes, los espíritus que alborotó Bolsonaro y la política que cultivó no desaparecerán.Las primeras incursiones de Bolsonaro en la política brasileña estuvieron marcadas por la ignominia. Este capitán retirado del ejército capturó por primera vez la atención nacional a mediados de los años ochenta, cuando las fuerzas armadas comenzaron una retirada táctica de la vida política tras dos décadas de gobierno militar. Un conocido semanario reveló que Bolsonaro, insatisfecho por el salario tan bajo que recibían los militares, planeó provocar algunas explosiones en un cuartel de Río de Janeiro. Su intención, según le dijo al periodista con una tremenda franqueza, era crear problemas para el nada popular ministro del ejército.Tras una ráfaga publicitaria y una investigación interna en la que Bolsonaro pareció amenazar al periodista por testificar en su contra, el incidente quedó prácticamente en el olvido. Sin embargo, ese desplante ilustró la conducta habitual de Bolsonaro, un soldado deslucido cuyas enormes ambiciones políticas por lo regular molestaban a los militares distinguidos de mayor rango. Con todo, su pasado militar fue un arma electoral útil. En 1988, después de restaurada la democracia brasileña, decidió arrancar su carrera política posicionándose como representante de los intereses y perspectivas del militar típico.Con el paso del tiempo, su discurso adquirió un tono más general de derecha y adoptó el tono conservador, si no es que la teología, el cristianismo evangélico. La política de Bolsonaro —una mezcla de intolerancia, autoritarismo, moralismo religioso, neoliberalismo y teorías conspirativas espontáneas— casi no tuvo prominencia después del gobierno militar. No obstante, 13 años de gobierno del progresista Partido de los Trabajadores causaron descontento en la derecha. En opinión de las figuras de esa ideología, las repetidas victorias electorales de la izquierda parecían indicar que había juego sucio y atentaban contra la propia noción de democracia. Al frente de esta embestida, con una grandilocuencia ideológica inimitable, estaba Bolsonaro. En la mayor democracia de América Latina, ahora habla en nombre de decenas de millones de personas.Los sucesos del domingo subrayaron esta lamentable situación. Los candidatos respaldados por Bolsonaro tuvieron los mejores resultados en todo el país y obtuvieron victorias importantes contra candidatos respaldados por Da Silva en São Paulo y Río de Janeiro. De hecho, la primera vuelta de las votaciones parece indicar que el proyecto político que se impuso en 2018 (en una palabra, el “Bolsonarismo”) no solo sigue vigente, sino que puede crecer. Si pensamos en el desastroso manejo de la COVID-19 por parte de Bolsonaro, sus constantes amenazas a la democracia brasileña y la serie de escándalos de corrupción en torno a él y su familia, el futuro luce sombrío.Pero esto no es inexplicable. Aunque hay mucho que no sabemos (el censo, postergado debido a la pandemia y a un sabotaje institucional, tiene más de una década de retraso), algunas cosas son claras. A pesar de que Bolsonaro conservó su abrumadora ventaja en las áreas del oeste y el noroeste del país, el aspecto más sorprendente de las elecciones fue con cuánta claridad mantuvo las líneas establecidas de apoyo regional. En el sureste, un bastión tradicional de política conservadora, Bolsonaro prosperó. En el noreste, refugio del Partido de los Trabajadores, Da Silva sobresalió. El éxito de Bolsonaro ha consistido en mantener y ampliar la base de apoyo conservadora tradicional, convocándola en torno a sus amargas denuncias de los progresistas, el sistema de justicia, la prensa y las instituciones internacionales.Sin embargo, con todo y esta gran demostración de dominio de Bolsonaro, el resultado más probable todavía es la victoria de Da Silva. Después de todo, el segundo lugar en la primera vuelta de las elecciones nunca en la historia ha ganado la segunda vuelta. Además, lo más probable es que los candidatos que terminaron en tercer y cuarto lugar, Simone Tebet, de centroderecha, y Ciro Gomes, de centroizquierda, apoyen a Da Silva. El gusto del expresidente por las actividades de campaña, evidente en un animado mensaje que escribió en Twitter en cuanto los resultados fueron claros, es otra ventaja. Cuatro semanas dedicadas a hacer campaña deberían sentarle bien.El problema es que prolongar la campaña también podría ser peligroso. Los partidarios de Bolsonaro ya han estado envueltos en varios actos de violencia en contra de los seguidores de Da Silva. No sería inesperado que el “Bolsonarismo”, movimiento arraigado en una retórica violenta, se cobre más vidas antes del 30 de octubre. Mientras tanto, gracias a su sorpresivo éxito, el presidente Bolsonaro tiene más tiempo y credibilidad para seguir adelante con sus planes en contra de la democracia brasileña.Bolsonaro todavía debe librar varios obstáculos para hacerse con el poder. Pero acaba de superar uno muy importante.Andre Pagliarini (@apagliar) es profesor asistente de Historia en Hampden-Sydney College, investigador en la institución independiente Washington Brazil Office y columnista de The Brazilian Report. More

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    Brazil’s Election on Sunday Showed That “Bolsonarismo” Is Here to Stay

    The stark rebuke to the reactionary government of Jair Bolsonaro, predicted by the polls and desired by millions, didn’t come to pass. Brazil is on edge.It wasn’t all bad. In Sunday’s presidential election, Luiz Inácio Lula da Silva, the center-left former union leader who governed Brazil ably from 2003 to 2011, took roughly 48 percent of the vote, a healthy performance within the final polls’ margin of error. But Mr. Bolsonaro exceeded his presumed ceiling, taking 43 percent — far above previous predictions — and setting up what will most likely be a closer than expected runoff on Oct. 30. What’s more, several of Mr. Bolsonaro’s former cabinet ministers and allies across the country rode his coattails to success in local elections.The results showed beyond any doubt that Mr. Bolsonaro is no accident of history. It might have been possible to dismiss his surprising election four years ago, when he rose to power on a wave of widespread anti-left sentiment, as a fluke. No longer. Underlying his vague appeals to “God, fatherland and family” is a bedrock of support, spread across the country and encompassing a wide cross-section of society. Irrespective of the result at the end of the month, the spirits Mr. Bolsonaro animated and the politics he cultivated are here to stay.Mr. Bolsonaro’s beginnings in Brazilian politics were ignominious. An army captain, he first came to national attention in the mid-1980s as the armed forces were beginning a tactical retreat from political life after two decades of military rule. A leading newsmagazine revealed that Mr. Bolsonaro, resentful about poor remuneration, was planning to bomb a barracks in Rio de Janeiro. The goal, he told the reporter with remarkable directness, was to embarrass the unpopular army minister.After a flurry of publicity and an internal investigation in which Mr. Bolsonaro appeared to threaten the journalist for testifying against him, the incident was largely forgotten. But the macho bluster was typical of Mr. Bolsonaro, a lackluster soldier whose outsize political ambitions often rubbed senior military figures the wrong way. Even so, his military background proved electorally useful. In 1988, after the restoration of Brazilian democracy, he began a political career as a representative of the interests and perspectives of the military Everyman.Over time, his appeals assumed a more general right-wing tenor, embracing the conservative thrust if not the theology of evangelical Christianity. Mr. Bolsonaro’s politics — a medley of bigotry, authoritarianism, religious moralism, neoliberalism and freewheeling conspiracy theorization — were largely sidelined in the wake of military rule. But 13 years of progressive Workers’ Party governments gave rise to discontent on the right. To figures there, the left’s repeated electoral victories smacked of foul play and discredited the very notion of democracy itself. At the head of this charge, possessed of inimitable ideological bombast, was Mr. Bolsonaro. In Latin America’s biggest democracy, he now speaks for tens of millions.Sunday underscored this sorry state of affairs. Mr. Bolsonaro’s endorsed candidates overperformed everywhere, claiming major victories against candidates backed by Mr. da Silva in São Paulo and Rio de Janeiro. Indeed, the first round of voting suggests not only that the political project that prevailed in 2018 — in a word, “Bolsonarismo” — is alive and well but also that it has room to grow. Considering Mr. Bolsonaro’s disastrous handling of Covid-19, his consistent threats to Brazilian democracy and the rash of corruption scandals surrounding him and his family, this is a grim prospect.Yet not an inexplicable one. Though there’s a lot we don’t know — the census, delayed by the pandemic and institutional sabotage, is over a decade old — some things are clear. While Mr. Bolsonaro retained his overwhelming advantage in the western and northwestern parts of the country, the most striking aspect of the election was how cleanly it fell along established lines of regional support. In the southeast, a traditional bastion of conservative politics, Mr. Bolsonaro prospered. In the northeast, a redoubt for the Workers’ Party, Mr. da Silva excelled. Mr. Bolsonaro’s success has been to retain and extend the traditional conservative base of support, enthusing it with his bitter denunciations of progressives, the justice system, journalists and international institutions.Yet for all of Mr. Bolsonaro’s show of strength, the most likely outcome remains a victory for Mr. da Silva. After all, no runner-up in the first round of voting has ever won the second. The candidates who finished third and fourth — the center-right Simone Tebet and the center-left Ciro Gomes — will probably support Mr. da Silva, too. The former president’s relish for campaigning, evident in an upbeat message he wrote on Twitter once the results were clear, is another advantage. Four weeks in campaign mode should suit him well.But extending the campaign is a dangerous proposition. Mr. Bolsonaro’s supporters have already engaged in numerous acts of violence against Mr. da Silva’s supporters. It would not be surprising if “Bolsonarismo,” a movement rooted in violent rhetoric, claims more lives before Oct. 30. Meanwhile, President Bolsonaro, gifted time and greater credibility by his surprising success, can continue plotting against Brazilian democracy.Several hurdles remain in the way of a power grab by Mr. Bolsonaro. But he has just cleared a major one.Andre Pagliarini (@apagliar) is an assistant professor of history at Hampden-Sydney College, a fellow at the Washington Brazil Office and a columnist at The Brazilian Report.The Times is committed to publishing a diversity of letters to the editor. We’d like to hear what you think about this or any of our articles. Here are some tips. And here’s our email: letters@nytimes.com.Follow The New York Times Opinion section on Facebook, Twitter (@NYTopinion) and Instagram. More